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Comentario de Romanos 8:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Romanos 8:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada.

8:18 — Considérense 2Co 4:17-18; 2Ti 2:11-12.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

las aflicciones del tiempo, o los sufrimientos de este tiempo. Mat 5:11, Mat 5:12; Hch 20:24; 2Co 4:17, 2Co 4:18; Heb 11:25, Heb 11:26, Heb 11:35; 1Pe 1:6, 1Pe 1:7.

no son comparables con la gloria venidera. Col 3:4; 2Ts 1:7-12; 2Ts 2:14; 1Pe 1:13; 1Pe 4:13; 1Pe 5:1; 1Jn 3:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Las aflicciones de hoy son insignificantes cuando se compararan con la gloria venidera. Pablo llama a las aflicciones «leve tribulación» comparadas con el «eterno peso de gloria» (2Co 4:17). La compensación divina es «cien veces más» (Mat 19:29).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LAS AFLICCIONES DEL TIEMPO PRESENTE. Todos los sufrimientos de este mundo — enfermedad, dolor, miseria, desilusión, pobreza, maltrato, tristeza, persecución y dificultades de toda clase — deben considerarse insignificantes cuando se comparan con la bendición, los privilegios y la gloria que se le darán al creyente fiel en el mundo venidero (cf. 2Co 4:17).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

gloria … en nosotros ha de manifestarse. Esto anticipa la resurrección del cuerpo (v. Rom 8:23) y la subsiguiente semejanza completa a Cristo que es la gloria eterna del creyente. Vea Flp 3:20-21; Col 3:4; 1Jn 3:2.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

8:18– Considérense 2Co 4:17-18; 2Ti 2:11-12.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA GLORIOSA ESPERANZA

Romanos 8:18-25

Estoy convencido de que los sufrimientos de la era presente no se pueden comparar con la gloria que se nos va a mostrar. El mundo de la creación espera con anhelante expectación, el día en que los que son hijos de Dios se van a manifestar en toda su gloria. Porque el mundo creado ha sido sometido al caos, no por propia voluntad, sino por medio del que le sometió a tal condición de sujeción, y todavía tiene la esperanza de que el mundo creado también participará de la liberación de la esclavitud ala caducidad y entrará en la gloriosa libertad de los hijos de Dios; porque sabemos que toda la creación está unida en gemidos y agonías. Y esto no se limita al mundo creado, sino que también nos incluye a nosotros, que hemos recibido las primicias del Espíritu Santo como adelanto de la gloria venidera; sí, nosotros también gemimos en nuestro interior esperando intensamente la plena realización de la adopción en la familia de Dios. Me refiero a la redención de nuestro cuerpo. Porque ahora somos salvos en esperanza; pero una esperanza que ya se disfruta no sería esperanza; porque, ¿quién espera lo que ya tiene? Pero esperar lo que no vemos todavía es esperarlo ansiosamente con paciencia.

Pablo ha estado hablando de la gloria de la adopción en la familia de Dios, y ahora vuelve al estado turbulento del mundo presente. Traza un gran cuadro. Habla con visión poética. Ve a toda la naturaleza esperando la gloria que será. Por el momento, la creación está sometida a la esclavitud de la caducidad.
En el mundo se marchita la belleza y se aja el encanto; es un mundo caduco, pero en espera de la liberación y la realización.
Para pintar este cuadro, Pablo estaba usando ideas que cualquier judío podría reconocer y entender. Habla de la edad presente y de la gloria que se manifestará. El pensamiento judío dividía la historia del tiempo en dos secciones: la edad presente y la edad por venir. La edad presente era totalmente mala, sometida al pecado, a la muerte y a la corrupción. Pero alguna vez llegaría el Día del Señor. Sería un día de juicio en el que se sacudirían hasta los mismos cimientos del mundo; pero de su ruina surgiría un nuevo mundo.
La renovación del mundo era uno de los grandes pensamientos judíos. El Antiguo Testamento habla de ella sin multiplicar o elaborar detalles: «He aquí que Yo crearé nuevos cielos y nueva Tierra» Isa 65:17 ). Pero en los días entre los dos Testamentos, cuando los judíos eran oprimidos, esclavizados y perseguidos, soñaban con aquella nueva Tierra y con aquel mundo renovado.

» La viña dará diez mil veces más fruto, y en cada cepa habrá mil sarmientos, y cada sarmiento producirá mil racimos, y cada racimo tendrá mil uvas, y cada uva dará un coro de vino. Y los que hayan pasado hambre se regocijarán; además, contemplarán maravillas todos los días, porque los vientos saldrán de mi Presencia para traer cada mañana la fragancia de frutos aromáticos, y a la caída de la tarde las nubes destilarán rocíos salubres» (Apocalipsis de Baruc 29:5).

«Y la tierra, y todos los árboles, y los innumerables rebaños de ovejas darán fielmente a la humanidad sus productos de vino y dulce miel y blanca leche y cereales que son el regalo más excelente para los hombres» (Oráculos sibilinos 3:620-633).

«La Tierra, la madre universal, dará a los mortales sus mejores frutos en incalculables cantidades de grano, vino y aceite. Sí, de los cielos descenderá una dulce lluvia de deliciosa miel. Todos los árboles darán su propio fruto, y los ricos rebaños y manadas darán terneros, corderos y cabritos. Él hará que las dulces fuentes de blanca leche broten y corran. Y las ciudades estarán llenas de cosas buenas, y los campos, feraces. Y no habrá ninguna espada en todo el país, ni ruido de batalla; ni será conmovida la Tierra nunca más con gemidos profundos. Ya no habrá más guerras, ni sequías en todo el país, ni hambruna, ni granizo que destruya las cosechas» (Oráculos sibilinos 3:744-756).

El sueño de un mundo renovado les era muy querido a los judíos. Pablo lo sabía y aquí, por así decirlo, dota a la creación de sensibilidad. Concibe la naturaleza esperando anhelante el día en que será quebrantado el dominio del pecado, y la muerte y la corrupción habrán pasado, y vendrá la gloria de Dios. Con un detalle de imaginación poética, dice que el estado de la naturaleza era aún peor que el de los seres humanos; porque éstos habían pecado deliberadamente; pero aquélla había sido sojuzgada involuntariamente. Inconscientemente se había visto involucrada en las consecuencias del pecado humano. «Maldita será la tierra por tu causa», dijo Dios a Adán después de la caída (Ge 3:17 ). Y aquí Pablo, con visión poética, contempla a la naturaleza esperando la liberación de la muerte y de la corrupción que ha traído al mundo el pecado humano.

Si eso es verdad de la naturaleza, es todavía más verdad de la humanidad; así es que Pablo pasa a considerar la ansiedad humana. En la experiencia del Espíritu Santo los hombres tienen un anticipo, un primer plazo de la gloria que ha de ser; ahora anhelan con-,todo el corazón la plena realización del significado de su adopción en la familia de Dios. La manifestación final de esa adopción será la redención del cuerpo. Pablo no pensaba que la criatura humana en su estado de gloria sería un espíritu sin cuerpo. En este mundo, el hombre es un cuerpo y un espíritu; en el mundo de la gloria, el hombre será salvo en su totalidad. Pero su cuerpo ya no será la víctima de la caducidad y el instrumento del pecado, sino un cuerpo espiritual apto para la vida del hombre espiritual.
Entonces viene el gran dicho: «Somos salvos por esperanza.» La verdad resplandeciente que iluminaba la vida para Pablo era que la situación humana no es desesperada. Pablo no era pesimista. H. G. Wells dijo una vez: «El hombre, que empezó al abrigo de una cueva, terminará en las ruinas de un suburbio contaminado por la enfermedad.» Pero Pablo no decía eso. Veía el pecado humano y el estado del mundo; pero veía también el poder redentor de Dios. Por lo tanto, lo veía todo con esperanza. La vida no era para él una espera desesperada del trágico final de un mundo sitiado por el pecado, la muerte y la corrupción; sino una anticipación anhelante de la liberación, la renovación y la recreación que obrarán la gloria y el poder de Dios.
En el versículo 19 se usa una palabra maravillosa para anhelante expectación, apokaradokía, que describe la actitud del que adelanta la cabeza y aguza la mirada escrutando el horizonte para descubrir en la distancia las primeras señales del amanecer de la gloria. Para Pablo la vida no era una fatigosa y frustrante espera, sino una expectación gozosa y trepidante. El cristiano está involucrado en la situación humana. Por dentro, tiene que luchar con su propia naturaleza humana pecadora; por fuera, tiene que vivir en un mundo de muerte y corrupción. Sin embargo, el cristiano no vive sólo en este mundo: ¡también vive en Cristo! No mira solamente a las cosas de este mundo, sino también hacia Dios. Además de las consecuencias del pecado humano, ve también el poder, la misericordia y el amor de Dios. Por tanto, la clave de la vida cristiana es siempre la esperanza y nunca la desesperación. El cristiano espera, no la muerte, sino la vida.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

El Espíritu de gloria. En este párrafo, Pablo explica en detalle su referencia al sufrimiento y la gloria en el v. 17, desarrolla el tema general de la seguridad del cristiano y nos trae nuevamente al comienzo de esta sección principal de la carta (5:1-11; ver notas sobre 5:1). La esperanza de gloria del cristiano enmarca el párrafo, ya que se presenta al comienzo (18) y al final (30), y es el tema que abarca toda la sección. Los creyentes, que enfrentamos la necesidad de “sufrir con Cristo” en este mundo, podemos no obstante estar confiados y seguros, sabiendo que Dios ha determinado guiarnos por el camino que nos lleva a nuestra herencia (18-22, 29, 30), que él está obrando providencialmente a favor de nosotros (28) y que nos ha dado su Espíritu como la garantía de nuestra redención final (23).

Pablo jamás minimiza la realidad ni la gravedad del sufrimiento del cristiano en este mundo. Pero ese sufrimiento aun debe verse como insignificante, comparado con la gloria que pronto nos ha de ser revelada (18). En el AT, la “gloria” denota el “peso” y la majestad de la presencia de Dios. Pablo aplica la palabra al estado final del creyente en Cristo cuando hayamos sido transformados a la imagen del Hijo de Dios (29); porque Cristo ya ha entrado a este estado de gloria (Fil. 3:21; Col 3:4), y la transformación de nuestros cuerpos traerá a la luz en ese último día nuestra parte en esa gloria.

Los vv. 19-25, cuyas palabras clave son “aguardar” (19, 23 y 25) y esperanza (20, 24, 25), muestran que los creyentes en Cristo, junto con la creación toda, deben esperar que la obra de Dios se complete. Pablo sigue los precedentes del AT (Sal. 65:12, 13; Isa. 24:4; Jer. 4:28; 12:4) al personificar a la creación subhumana: ésta gime en su frustración (20, 22) y espera ansiosamente el día en que nuestra condición de hijos de Dios se complete y sea hecha pública (19, 21). Lo que deja en claro que Pablo no incluye a los ángeles y a los seres humanos en su texto es que la frustración que la creación experimenta no fue producida por su propia voluntad (20). Se produjo, en cambio, por causa de aquel que la sujetó (20), es decir, Dios, quien maldijo a la tierra como resultado del pecado de Adán (Gén. 3:17, 18; cf. 1 Cor. 15:27). Pero el decreto de esta sujeción siempre fue acompañado por la esperanza de que Dios un día haría de su creación lo que él originalmente quiso que fuera, un lugar donde “el lobo habitará con el cordero” (Isa. 11:6). Nosotros, los creyentes en Cristo, compartimos el clamor y la esperanza de la creación (23), porque poseemos el Espíritu como primicias, garantía y prenda de nuestra redención final, y esto hace que anhelemos mucho más el completamiento de la obra de Dios en nosotros. Lo que muchas veces en el NT se llama la tensión del “ya … y todavía no” entre lo que Dios ya ha hecho por el creyente y lo que aún le resta por hacer, se hace muy evidente al comparar el v. 23 con los vv. 14-17. Porque la “adopción como hijos” que allí se dice que poseemos está aquí ligada con la redención de nuestro cuerpo y se constituye en el objeto de la esperanza y expectativa. Tal esperanza es la esencia misma de nuestra salvación. Por lo tanto, debemos esperar pacientemente lo que Dios ha prometido (24, 25).

En los vv. 26-30 Pablo nos da tres razones por las que podemos esperar con paciencia y confianza la culminación de nuestra esperanza. Primera, el Espíritu nos ayuda en nuestra ignorancia sobre por qué cosas orar (26, 27). En esta vida necesariamente estamos inseguros en cuanto a cómo debiéramos orar. Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros ante Dios, orando por nosotros esa oración que siempre está en perfecta concordancia con la voluntad de Dios (27). Pablo no habla aquí del don de hablar en lenguas; ni siquiera es claro si habla de un proceso audible, ya que los gemidos del Espíritu pueden ser metafóricos (ver v. 22). En cambio, probablemente esté refiriéndose a un ministerio intercesor del Espíritu Santo en el corazón del creyente que se produce sin que nosotros siquiera tengamos conocimiento de él.

Un segundo fundamento para que el creyente espere con confianza el futuro es que Dios está obrando constantemente en todas las cosas para [el] bien de los que le aman (28). Nada que pueda tocarnos cae fuera de la esfera del cuidado providencial de nuestro Padre: aquí, verdaderamente, hay un motivo de gozo y un fundamento para la esperanza tan sólido como una roca. Sin embargo, debemos definir el bien que Dios trabaja para producir para nosotros, según sus términos y no los nuestros. Dios sabe que el mayor bien para nosotros es conocerlo y disfrutar de su presencia por siempre. Por lo tanto, para producir este “bien” final, puede permitir que nos aflijan dificultades como la pobreza, la enfermedad y el dolor. Nuestro gozo provendrá no de saber que nunca enfrentaremos esas dificultades -porque seguramente las enfrentaremos (v. 17)- sino de saber que, no importa cuál sea la dificultad, nuestro Padre de amor está obrando para hacernos cristianos más fuertes.

Pablo describe a aquellos para los cuales Dios obra de esa forma desde el punto de vista humano (los que le aman) y desde el punto de vista divino (los que son llamados conforme a su propósito, 28). El “llamado” de Dios no es solamente la invitación a que las personas abracen el evangelio, sino su verdadera convocatoria a las personas para que tengan una relación con él (ver, p. ej. 4:17; 9:12, 24). Este llamado se produce en concordancia con el propósito de Dios, que, en última instancia, es conformarnos a la imagen de su Hijo (29). Dios nos lleva a cada uno de nosotros a esa meta por medio de una serie de hechos realizados a nuestro favor. Primero, nos “conoció antes”. Algunos eruditos creen que proginosko (conocer desde antes) significa aquí lo que comúnmente significa en la literatura griega: “Conocer algo con anticipación.” Pero Pablo dice que es a nosotros, los cristianos, a los que Dios conoce, y esto sugiere la idea más personal de “conocer”, que se encuentra en algunas ocasiones en el AT: la elección para tener una relación personal (p. ej. Gén. 18:19; Jer. 1:5; Amós 3:2). Este es, casi seguramente, el sentido que tiene la expresión en otros pasajes del NT (11:2; Hech. 2:23; 1 Ped. 1:2, 20). El “previo conocimiento” de Dios, el habernos elegido para salvarnos “desde antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4), lleva a nuestra “predestinación” por parte de él, es decir, nos señaló para que tengamos un destino específico. Este destino es que lleguemos a ser como Cristo, un acontecimiento final que Dios lleva a cabo “llamándonos” (ver v. 28b), “justificándonos” (ver 3:21-4:25) y “glorificándonos”. Es significativo que este último verbo esté, como los otros en el v. 30, en tiempo pasado, sugiriendo que, aunque la obtención de la gloria sea futura, la determinación de Dios de que la logremos ya está cumplida.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

o 500 1Pe 4:13

p 501 2Co 4:17; Flp 3:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

18 super (1) Es decir, considerar después de calcular.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Una afirmación acerca de la esperanza cristiana en cuanto que afecta al individuo (v. Rom 8:18) y a la creación entera (vv. Rom 8:19-25). Cp. 2Co 4:17

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

presente… Lit. ahora.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R535 Εἰς se usa en vez de ἐν. [Editor. Un simple dativo hubiera sido suficiente.]

R626 La preposición πρός puede usarse en una comparación técnica como en este caso (comp. M53): en comparación con.

R191 Note que Pablo comienza todas las oraciones con γάρ en los vv. 18-24.

M169 y sig. Tanto Rom 8:18 como G?l 3:23 indican un orden curioso de las palabras en cláusulas casi idénticas (donde uno esperaría πρὸς τὴν δόξαν τὴν μέλλουσαν; una frase estereotipada posiblemente pudiera ser la razón de este orden -T350).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit. ahora.

Fuente: La Biblia Textual III Edición