Comentario de Romanos 9:7 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos, sino que en Isaac será llamada tu descendencia.

9:7 — Los judíos se gloriaban en ser descendientes de Abraham (Mat 3:9). Pero esa consideración era totalmente carnal. Ignoraban el hecho de que Dios escogió entre los hijos de Abraham (primero Ismael, después otros hijos que tuvo — Gén 25:1-6) para señalar a Isaac como la línea de descendencia, según la promesa (Gén 21:12). “Llamada” aquí significa “escogida.”

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Ni por ser descendientes de Abraham. Luc 3:8; Luc 16:24, Luc 16:25, Luc 16:30; Jua 8:37-39; Flp 3:3.

En Isaac te será llamada descendencia. Gén 21:12; Heb 11:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Abraham es otra ilustración del punto de Pablo de que la descendencia física no es garantía de un lugar en la familia de Dios. Abraham tuvo dos hijos, Ismael e Isaac; pero Isaac heredó las promesas, no Ismael.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Para ilustrar la verdad del v. Rom 9:6, Pablo recuerda a sus lectores que hasta las promesas raciales y nacionales hechas a Abraham no iban dirigidas a todos su descendientes físicos, sino solo a los que descendieran de Isaac. Cp. Gén 21:12. hijos. Solo los descendientes de Isaac podían ser llamados verdaderos hijos de Abraham, los herederos legítimos de aquellas promesas raciales y nacionales (Gén 17:19-21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

9:7– Los judíos se gloriaban en ser descendientes de Abraham (Mat 3:9). Pero esa consideración era totalmente carnal. Ignoraban el hecho de que Dios escogió entre los hijos de Abraham (primero Ismael, después otros hijos que tuvo– Gén 25:1-6) para señalar a Isaac como la línea de descendencia, según la promesa (Gén 21:12). “Llamada” aquí significa “escogida.”

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA ELECCIÓN DE DIOS

Romanos 9:7-13

Pero esto no quiere decir que la Palabra de Dios haya quedado completamente frustrada. Porque no todos los israelitas son el verdadero Israel; ni todos los que se consideran descendientes naturales de Abraham son plenamente sus hijos. Por el contrario, escrito está: «Por medio de Isaac tendrás descendencia.» Es decir: que no son realmente hijos de Dios todos los que se consideran descendientes naturales de Abraham. ¡No! Son los hijos de la promesa los que forman la verdadera descendencia de Abraham; porque la palabra de la promesa fue esta: «Vendré a este tiempo, y Sara tendrá un hijo.» Y no hubo sólo este caso, sino también Rebeca, cuando concibió de uno, es decir, de nuestro antepasado Isaac. -Nótese bien que los hijos no habían nacido todavía, ni habían hecho nada ni bueno ni malo, para que la elección de Dios no fuera la consecuencia de obras, sino simplemente porque Dios los llamó-. Se le dijo a ella: «El mayor servirá al más joven.» Y también está escrito: «He amado a Jacob, pero he aborrecido a Esaú.»

El que los judíos rechazaran y crucificaran a Jesús, el Hijo de Dios, ¿quiere decir que el propósito de Dios quedó frustrado, y fracasado Su plan? Pablo está convencido de que eso no puede ser. De hecho, no todos los judíos rechazaron a Jesús; algunos Le aceptaron, porque no cabe duda que todos Sus primeros seguidores eran judíos, lo mismo que Pablo. «Ahora bien dice-, a lo largo de la historia de Israel vemos el proceso de selección una y otra vez en funcionamiento. Una y otra vez vemos que no eran todos los judíos los que estaban en el designio de Dios. Algunos estaban, y otros no. La línea de la nación con la que Dios contaba, y por medio de la cual obraba para llevar adelante Su plan, no eran todos los descendientes de Abraham. No es la mera descendencia física la que cuenta, sino la selección, la elección de Dios.

Como demostración de esta verdad cita Pablo dos ejemplos de la historia de Israel, y los refuerza con citas bíblicas:

(a) Abraham tuvo dos hijos: Ismael, que le nació de la esclava Agar, e Isaac, que tuvo con su esposa Sara. Los dos eran igualmente descendientes de Abraham. Cuando les nació Isaac, Abraham y Sara eran ya de edad avanzada; tanto es así que, humanamente hablando, ya era imposible que tuvieran un hijo. Cuando Isaac era muchacho, un día Ismael se burló de él; a Sara le dio tanta rabia, que le pidió a Abraham que echara de casa a la esclava y a su hijo, para que Isaac fuera el único heredero. Abraham no quería; pero Dios le dijo que lo hiciera, porque sería la descendencia que tuviera a través de Isaac la que preservaría su nombre (Ge 21:12 ). Ahora bien: Ismael había nacido por un proceso humano natural, mientras que Isaac había nacido en cumplimiento de la promesa de Dios (Ge 18:10-14 ). Fue al hijo de la promesa al que se le concedió transmitir la herencia de la elección de Dios. Aquí tenemos la prueba de que no todos los descendientes naturales de Abraham se pueden considerar elegidos. Y dentro de la nación siguió manifestándose la selección y elección de Dios.

(b) Pablo pasa a citar otro ejemplo. Cuando Rebeca, la mujer de Isaac, estaba embarazada, Dios le hizo saber que iba a tener mellizos que serían los patriarcas de dos naciones; pero que, en el tiempo venidero, el que naciera primero serviría y estaría sometido al segundo (Ge 25:23 ). Cuando nacieron los mellizos, Esaú nació el primero, y sin embargo la elección de Dios recayó en Jacob; y fue por la línea de Jacob por la que Dios siguió llevando a cabo su plan. Para remachar bien su argumento, Pablo cita Madaquías 1:2s, donde Dios le dice al profeta: » He amado a Jacob y aborrecido a Esaú.»

Pablo sostiene que ser judío es más que formar parte de la descendencia física de Abraham; que el pueblo escogido no es meramente la suma de los descendientes de Abraham, sino que en esa familia se lleva a cabo un proceso de selección a lo largo de la historia. Hasta aquí, un judío aceptaría el argumento de Pablo. Los árabes son los descendientes de Ismael, que fue hijo de Abraham; pero a los judíos no se les pasaría por la cabeza decir que los árabes pertenecían al pueblo escogido. Los edomitas eran los descendientes de Esaú fue es lo que quería decir Malaquías-, y Esaú fue tan hijo de Isaac como Jacob su mellizo; pero a ningún judío se le ocurriría decir que los edomitas tenían parte en el pueblo escogido. Desde el punto de vista judío, Pablo ha demostrado su argumento: había un proceso de elección que se estaba llevando a cabo en la familia de los descendientes de Abraham.

Pablo añade que esa selección no se basa en las obras ni en el mérito. La prueba está en que Jacob fue elegido y Esaú rechazado antes de que naciera ninguno de los dos, cuando estaban en el seno materno. Este argumento sigue siendo válido y concluyente para un judío. Y hasta para nosotros, una gran verdad surge del corazón de este argumento: Todo es de Dios; detrás de todo está Su obrar; aun las cosas que parecen arbitrarias y fortuitas tienen en Él su origen. Nada en el mundo va a la deriva.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Gén 21:12.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El Israel dentro de Israel. La tesis del párrafo se formula en el v. 6b: No todos los nacidos de Israel son de Israel. Existe, sugiere Pablo, concordando con la teología del “remanente” del AT, un Israel espiritual dentro de un Israel étnico más amplio. Pablo puede utilizar en otros lugares el término “Israel” para referirse a todo el pueblo de Dios, tanto judíos como gentiles (Gál. 6:16). Aquí, no obstante, como lo deja en claro la continuación, está pensando sólo en los judíos. Pablo prueba esta afirmación sobre el Israel dentro de Israel con dos argumentos aprox. paralelos tomados de la historia del AT (7-10, 11-13). En el primero, Pablo muestra que el hecho de ser descendiente físico de Abraham no era suficiente para garantizar un lugar dentro del pueblo de Dios. Tanto Ismael como Isaac eran hijos de Abraham; pero fue sólo por medio de Isaac que Dios le “llamó” descendencia espiritual a Abraham (Gén. 21:12). La descendencia espiritual de Abraham, entonces, está basada no en el nacimiento, sino en la promesa de Dios. Isaac, y no Ismael, fue el receptor de esa promesa (10, cita de Gén. 18:10 y 14).

Como si el tema no estuviera suficientemente claro, Pablo ahora lo subraya aun más, eligiendo una ilustración tomada de la siguiente generación de Israel (10-13); porque alguien podría objetar a la primera ilustración de Pablo, diciendo que una significativa diferencia en la descendencia natural distinguía a Isaac de Ismael: el primero había nacido de Sara, “la libre”, y el último, de Agar, “la esclava” (cf. Gál. 4:21-31). Pero esta diferencia no existió entre Jacob y Esaú. Como mellizos, no sólo nacieron de la misma madre, Rebeca, sino que fueron concebidos en el mismo momento (la palabra gr. koiten probablemente se refiera a la relación sexual). Pero antes de que ellos nacieran, Dios dijo a Rebeca que el mayor servirá al menor (Gén. 25:23). Esta prioridad de Jacob es confirmada por un segundo texto del AT citado por Pablo: Mal. 1:2, 3: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí. De estos testimonios del AT sobre la supremacía de Jacob, Pablo obtiene la conclusión, en una nota explicativa (11b, 12a), de que la bendición que Jacob disfrutaba no se originaba en nada que él hubiera hecho, sino en el llamado libre y soberano de Dios.

¿Cuál es esta bendición? Dado que los contextos del AT, de los cuales Pablo toma su ilustración, hablan principalmente sobre los papeles históricos de Jacob y Esaú, o de las naciones que representan (Israel y Edom) el plan de Dios (cf. Mal. 1:2, 3), Pablo quizá quiera decir sólo que Jacob disfrutaba del privilegio de ser un instrumento positivo en ese plan. Pero el lenguaje que Pablo utiliza en este párrafo: llamada (v. 7; cf. 4:2-21); elección (11; cf. 11:5, 7, 28; Hech. 9:15; 1 Tes. 1:4; 2 Ped. 1:10); propósito (11; cf. 8:28; Ef. 1:11); obras (12; cf. 4:4-8); llama (12; cf. 8:29), generalmente se refiere al tema de la salvación eterna. Y es este tema el hecho de que tantos judíos no hayan sido salvos por medio del evangelio, el que ha originado toda esta discusión. Llegamos a la conclusión, por tanto, de que Pablo utiliza estos textos del AT para ilustrar el principio de la soberanía de Dios en la salvación: ser un hijo de Dios (cf. vv. 7-9) depende, finalmente, del llamado de Dios. El “amor” de Dios por Jacob y su “aborrecimiento” de Esaú, son formas de describir en agudo contraste la elección de Dios para salvación y su exclusión de la misma, respectivamente.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

q 569 Jua 8:39; Gál 3:29

r 570 Gén 21:12; Heb 11:18

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

simiente…Gén 21:12.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

H463 El uso causal de ἐν aparece aquí (semítico).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., simiente

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. simiente.

9.7 g Gén_21:12.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

Gén 21:12.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento