Comentario de Salmos 146:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
¡Aleluya! ¡Alaba, oh alma mía, a Jehovah!
Aleluya. Sal 105:45.
Alaba, oh alma mía, a Jehová. Sal 103:1, Sal 103:22; Sal 104:1, Sal 104:35.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El salmista hace voto perpetuo para alabar a Dios, Sal 146:1, Sal 146:2.
Exhorta a no confiar en el hombre, Sal 146:3, Sal 146:4.
Dios, por su poder, justicia, misericordia, y reino, sólo Él es digno de tenerle confianza, Sal 146:5-10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Un salmo de alabanza descriptiva, es parte de la gran culminación de alabanzas de este libro lleno de ellas. Cada uno de los últimos cinco salmos comienza y termina con la palabra hebrea «Aleluya». Este conjunto final de salmos de alabanza forma una desbordante conclusión para las respuestas orquestadas de Israel a las maravillas de Dios y sus obras bondadosas a favor suyo. El salmo Sal 146:1-10 también muestra algunas similitudes con la literatura de sabiduría. La estructura del poema es como sigue:
(1) un llamado a vivir para alabar a Dios (vv. Sal 146:1, Sal 146:2);
(2) una advertencia contra poner la confianza de uno incluso en el hombre bueno (vv. Sal 146:3, Sal 146:4);
(3) una bendición para el que encuentra la ayuda en Jehová (vv. Sal 146:5-7);
(4) una descripción de los actos maravillosos de Dios en la vida de su pueblo (vv. Sal 146:8, Sal 146:9);
(5) un llamado a alabar a Dios el gran Rey (v. Sal 146:10).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
alma mía es otra forma de hablar del ser interno y suele usarse como sustituto para los pronombres «yo» o «mí».
mientras viva: El poeta hace un voto firme de alabar a Jehová por el resto de su vida.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
ALABA, OH ALMA MÍA, A JEHOVÁ. Estos salmos comienzan y terminan con aleluya («alabad a Jehová» en hebreo), llevando el libro de Salmos a un clímax conveniente. Nótese que los judíos llamaron todo el libro de Salmos Tehilim («Alabanzas»). Todo culto de adoración debe incluir alabanza a Dios (véase el ARTÍCULO LA ALABANZA, P. 714. [Sal 9:1-2]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Salmo 146 (Vg 145): La Providencia de Yahvé.
E n esta bella composición poética se contrapone la suerte del que confía en el hombre y la del que confía en Dios. Es el primero de los cinco salmos “aleluyáticos” que cierran el Salterio. La versión de los LXX los atribuye “a Ageo y a Zacarías” como el salmo 138. Abundan las reminiscencias de otros salmos y textos bíblicos 1; por eso el salmo no se destaca por su originalidad. Abundan los paralelismos sinónimos. Los arameísmos prueban que ha sido redactado en época postexílica.
Sólo Dios merece la confianza del hombre.
1 ¡Aleluya! Alaba, alma mía, a Yahvé. 2 Alabe yo a a Yahvé en mi vida, cante salmos a mi Dios mientras exista. 3 No confiéis en los príncipes, en los hijos del hombre, que no salvan. 4 Sale su espíritu y torna a la tierra 2, y en ese día perecen todos sus designios. 5 Bienaventurado aquel cuyo auxilio es el Dios de Jacob, cuya esperanza es Yahvé, su Dios. ó Hacedor de cielos y tierra, del mar y cuanto en ellos hay, que guarda fidelidad eternamente. 7 Hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. Yahvé libra a los presos. 8 Yahvé abre los ojos a los ciegos; Yahvé yergue a los encorvados; Yahvé ama a los justos. 9 Yahvé guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda, pero trastorna las sendas de los impíos. 10 Reina Yahvé por la eternidad, tu Dios, ¡oh Sión! de generación en generación. ¡Aleluya!
Con frases estereotipadas, el salmista inicia su poema exhortándose a sí mismo a alabar a Yahvé 3. La idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede venir el auxilio seguro al ser humano. En consecuencia, es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos principes dejan de existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda a nadie4. Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado los cielos y la tierra, y, por otra parte, es fiel a sus promesas do protección a sus devotos5. Especialmente muestra su solicitud y favor con los necesitados: los oprimidos, los hambrientos, los ciegos, los contrahechos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas6. Ese Dios providente y justo tiene su morada en Sión y desde ella mantiene su dominio por la eternidad. El salmista no menciona las promesas de engrandecimiento hechas a la ciudad santa, pero, conforme a los vaticinios proféticos, exalta la situación privilegiada de Jerusalén, centro de la teocracia hebrea
1 Cf. v.1 y Sal 103:1; Sal 104:1; v.2 y Sal 104:3; v.3 y Sal 118:8-9; v.4 y Sal 3:19; 1Ma 2:635; v.5 y Sal 144:15; v.7a y Sal 103:6; v.8b y Sal 145:140. – 2 Tierra: en hebreo ‘adamáh (arcilla, o tierra rojiza). – 3 Cf. Sal 104:35 – 4 Cf. Sal 33:17; Sal 40:12; Sal 118:12; Sal 104:29; Isa 2:22. – 5 Cf. Sal 131:2; Sal 124:8; Neh 9:6; Hec 4:24. – 6 Cf. Isa 42:7; Isa 61:1; Isa 39:18; Deu 28:29.
Fuente: Biblia Comentada
oh alma mía. Cp. los comienzos y finales del Sal 103:1-22; Sal 104:1-35.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Salmo 146 (145): Himno de alabanza que invita a cantar a Dios, creador del universo y protector de los desvalidos. Contiene motivos sapienciales (Sal 146:3-5) que subrayan la inutilidad de confiar en el ser humano y alientan a poner toda esperanza en Dios. Se inicia aquí una serie de cinco salmos laudatorios introducidos por un aleluya (Sal 146:1-10; Sal 147:1-20; Sal 148:1-14; Sal 149:1-9; Sal 150:1-6); con ellos concluye el salterio.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Salmo 146. Alabanza individual
El llamado inicial, así como el final, está en plural pero pasa inmediatamente al singular (2): el Señor es digno de la alabanza de la persona total (alma) y de la vida total. 3, 4 Exponen negativamente esta verdad: Todos los objetos humanos en que confiar, sean extraordinarios u ordinarios, carecen de habilidad, continuidad y confiabilidad. 5-10 Pero en contraste con aquellos, está no meramente “Dios” sino un Dios que ha probado ser el que puede salvar (de Jacob), conocido por la revelación de sí mismo como Salvador (el Señor, Exo. 6:6, 7) y tomado por medio de la fe personal (su Dios). Es un Dios de poder e inmutabilidad total (6), totalmente compasivo, social (7) y personalmente un Dios de exactitud moral (8, 9) que se conmueve por la situación de los necesitados; ¡un Dios siempre presente! ¡Merece ser alabado!
Salmos 146-150. El Aleluya Sin Fin
El libro de los Sal. empezó (1:1) con: Bienaventurado el hombre; termina con el equivalente sostenido, de cinco partes de: «Bienaventurado sea el Señor.» En estos Salmos no hay ninguna referencia a una necesidad personal, ninguna petición, poco que pudiera llamarse una referencia histórica; todo enfoca a Dios; todo es alabanza. Pero hay una progresión paso a paso en esta alabanza. Empieza con lo individual (146:1), incluye a la comunidad (147:1, 12), se extiende a los cielos y la tierra (148:1, 7). Pero si todo el mundo ha de alabar al Señor por lo que ha hecho en favor de Israel (148:13, 14) se hace necesaria la alabanza de un pueblo consagrado a su misión (149) hasta que todo lo que respira alabe al Señor (150:6).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
146-150 Estos últimos cinco salmos están llenos de alabanzas. Cada uno comienza con «Alabad a Jehová» y termina con «Aleluya». Nos muestran dónde, por qué y cómo alabar a Dios. ¿Qué hace la alabanza? (1) Saca de nuestra mente los problemas y reveses y la enfoca en Dios. (2) Nos lleva de una meditación individual a una adoración colectiva. (3) Nos permite considerar y apreciar el carácter de Dios. (4) Encauza nuestra perspectiva de lo terrenal a lo celestial.146.3-8 El salmista describe al hombre como un salvador inadecuado, una falsa esperanza, aun los príncipes no pueden liberar (146.3). Dios es la esperanza y ayuda del necesitado. En Luk 4:18-21 y 72Ki 21:23, Jesús afirmó su interés por el pobre y el afligido. El no separa las necesidades sociales y espirituales de las personas, sino que atiende a las dos. Mientras Dios, no el gobierno, es la esperanza de los necesitados, nosotros somos sus instrumentos para ayudar aquí en la tierra.146.9 Los planes de Dios trastornan «el camino de los impíos» porque sus valores son opuestos al de la sociedad. Jesús lo demostró cuando proclamó que «muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros» (Mat 19:30), y que «el que pierda su vida por causa de mí, la hallará» (Mat 16:25). No se sorprenda cuando otros no comprendan sus valores cristianos, pero no se rinda a los de ellLA ALABANZA EN EL LIBRO DE LOS SALMOSLa mayoría de los salmos son oraciones y la mayoría de estas incluyen alabanzas a Dios. La alabanza expresa admiración, reconocimiento y gratitud. La alabanza a Dios en el libro de los Salmos se expresa individual y colectivamente. Considerando todo lo que Dios ha hecho y hace por nosotros, ¿qué puede ser más natural que un arranque de alabanza sincero?Cuando lea los salmos, tome nota de la alabanza a Dios, no solo por lo que hace (creación, bendiciones, perdón), sino también por lo que El es (amoroso, justo, fiel, perdonador, paciente). Tome nota de esos momentos de alabanza en compañía de otros, donde a los demás también les alienta alabarlo. ¿De qué manera ha alabado a Dios en los últimos tiempos o le ha dicho a otros todo lo que El ha hecho por usted?Los salmos que enfatizan este tema son 8; 19; 30; 65; 84; 96; 100; 136; 145; 150.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Véase Sal 104:35, n.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 5275 Éxo 15:2; Sal 149:9; Rev 19:6
b 5276 Sal 103:1; Sal 104:35
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Salmo 146 Este Salmo es un cántico de alabanza celebrando la grandeza del Señor como Creador y su misericordia como Redentor (cp. Sal 33,113, 135, 136, 145). Dentro de la inclusión de Aleluya que da el tono y el tema del Salmo, el salmista se exhorta a sí mismo a alabar a Dios (vers. 1) y decide alabarlo toda su vida (vers. 2). Su alabanza también conlleva instrucción. Aconseja al auditorio a que no confíe en gobernantes mortales transitorios (vers. 3, 4). Su alabanza se inicia en forma de una bienaventuranza (vers. 5). El hombre a quien se debiera envidiar es el hombre justo (vers. 8b) que confía en el grande y misericordioso Dios de Jacob, el Creador (vers. 6) que hace justicia a los oprimidos, da alimento a los hambrientos, libertad a los prisioneros (vers. 7), vista a los ciegos, exalta a los caídos (vers. 8) y protege a los indefensos; pero frustra a los impíos (vers. 9). Este Dios que habita en Sion reinará para siempre (vers. 10).
Fuente: La Biblia de las Américas
O, ¡Alabad al {I SEÑOR!;} heb., Alelu-YAH
Fuente: La Biblia de las Américas
SALMO 146 (145)[6] Ap 14, 7.