Biblia

Comentario de Salmos 29:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Salmos 29:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

(Salmo de David) Dad a Jehovah, oh hijos de los fuertes; dad a Jehovah la gloria y el poder.

Tributad a Jehová. Sal 2:10-12; Sal 68:31-34; Sal 96:7-9; Isa 60:12; Jer 13:16-18; Apo 5:11-14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

David exhorta a los príncipes para que den gloria a Dios, Sal 29:1, Sal 29:2;

a causa de su poder, Sal 29:3-10;

y por la protección de su pueblo, Sal 29:11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

es un salmo de adoración (Sal 15:1-5). Pero también es un salmo real que usa un lenguaje sorprendente para aseverar el Reino soberano del Todopoderoso. David ha asumido algo de vocabulario y estilo poético de los cananeos y lo utiliza para alabar al Dios vivo. Como en el caso del Sal 93:1-5, el resultado es una forma de desenmascarar a Baal a la vez que una manera poco común de alabar al verdadero Dios de Israel. El salmo tiene tres movimientos:

(1) un llamado a los ángeles y a todo el pueblo para que reconozca la supremacía de dios (vv. Sal 29:1, Sal 29:2);

(2) una descripción del Dios vivo como Señor sobre las tormentas (vv. Sal 29:3-9);

(3) una bendición de Dios, que está entronizado como Rey en lo alto, a su pueblo (vv. Sal 29:10, Sal 29:11).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Tributar significa aquí «atribuir».

oh hijos de los poderosos significa «oh hijos de Dios». Esta frase hebrea se refiere a los seres espirituales que están en la presencia de Dios. Sabemos que estos seres son ángeles. Las palabras hebreas son similares a las de Job 1:6, que también describen a los ángeles que están en la presencia de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Salmo 29 (Vg 28): Manifestación Majestuosa de Yahvé en la Tempestad.
E l salmista entona un himno a la majestad y poder de Dios, que se manifiesta en el desencadenamiento de una horrísona tempestad en medio de truenos y relámpagos. Las expresiones son bellísimas y extremadamente vigorosas. Primeramente invita a los ángeles a dar gloria a Dios; después empieza a describir la tempestad que se forma en occidente sobre el Mediterráneo y se dirige hacia el Líbano, donde descarga sobre los orgullosos cedros. Sobre su cima, como sobre la del Hermón, suenan los truenos majestuosos (la voz de Yahvé) y brillan los relámpagos o llamas de fuego. Desde los macizos del Líbano y el Antilíbano, la tormenta toma dos direcciones, una hacia TransJordania, y otra, por la cordillera de montañas de Palestina, desciende hasta la zona esteparia de Cades. La borrasca arranca de cuajo encinas y las retuerce, mostrando así el poder de Yahvé. Mientras en la tierra cruje el rayo y retumban los truenos, allá arriba en los cielos está majestuoso en su trono como Rey eterno, objeto de las alabanzas de los seres angélicos.
La descripción es maravillosa y está lograda con gran simplicidad de medios. Para impresionar más, el poeta no aparece en escena, y con voz anónima invita a los ángeles a entonar un himno de alabanza a Yahvé. Por su parte, el poeta se hace eco de su gloria, manifestada en la tormenta; las frases se repiten; siete veces se habla de la voz de Yahvé, que es el trueno J; “en toda la pieza reina una monotonía solemne, que forma armonía imitativa con el ruido incesante de la tempestad,” que ruge sobre las grandes aguas, estalla con poder; la voz de Yahvé parece sacudir las montañas, rompe los cedros; el huracán sacude el desierto, y hace abortar a los animales y despoja a los bosques. Y después de este desencadenamiento, que parece trastornar los fenómenos más poderosos de la naturaleza, Yahvé aparece de repente sentado majestuosamente en su trono y ejerciendo, tranquilo, su eterna realeza, mientras que alrededor todo grita: Gloria!. El salmo comienza con un “gloria in excelsis” y termina con un “pax in térra” 2.
Métricamente se distinguen cinco estrofas; los paralelismos sinónimos abundan. El estilo arcaico del poema, las concepciones de Yahvé habitando en los cielos y manifestándose en la tempestad 3, nos llevan a una época antigua de composición; y no hay dificultades serias que oponer a la autenticidad davídica que se declara en el título del salmo. El rey poeta, en sus tiempos de vida de pastor, sin duda que fue testigo de estas tormentas terroríficas que de vez en cuando se desatan sobre el campo.

“Gloria in excelsis Deo” (1-2).
1 De David, Dad a Yahvé, hijos de Dios, dad a Yahvé la gloria y el poder 4. 2 Dad a Yahvé la gloria (debida) a su nombre, postraos ante Yahvé con sacros ornamentos.

Los israelitas, fieles a su tradición, tenían una visión esencialmente religiosa de la naturaleza en sus diversas manifestaciones; en todo veían la mano justiciera o misericordiosa del Dios supremo, que habitaba en los “cielos de los cielos” rodeado de su coro de seres angélicos, pero que intervenía misteriosamente en todo el orbe creado. Aquí el salmista, antes de cantar un himno de alabanza a la manifestación majestuosa de Yahvé, que se despliega en medio de la tempestad, invita a los hijos de Dios, o ángeles, que le hacen su escolta de honor en el cielo, a darle gloria y poder, es decir, reconocer su omnipotencia gloriosa en el sagrado recinto de los cielos, pues de cantar su manifestación arrebatadora en el mundo visible se encarga él en esta composición salmódica que va a iniciar 5. En la visión inaugural del profeta Isaías, los serafines, que hacen la escolta de honor del Santo por excelencia, proclaman que “la tierra está llena de su gloria”6. La esencia de la divinidad está sintetizada en su nombre, Yahvé (“el que es”), con toda la indeterminación y misterio que implica7.
El salmista presenta a los seres angélicos en un acto litúrgico de adoración, con sus sacros ornamentos (v.2), como se hacía en el templo de Jerusalén; es una escenificación dramatizada que traslada al recinto celestial las escenas litúrgicas del templo jerosolimitano. El autor del Apocalipsis hará otro tanto para expresar la glorificación del Cordero s. Los salmistas son gentes en su mayor parte de la tribu levítica, dedicada al culto sagrado, y tienen una mentalidad cultual que se refleja constantemente en sus expresiones. Para ellos, la mayor felicidad es tomar parte en los actos litúrgicos del santuario de Yahvé; por ello presentan a los ángeles desplegando su acción litúrgica en honor de Yahvé en los cielos, su templo verdadero, ya que el de Jerusalén no era sino un pálido reflejo del celestial.

Manifestación de Yahvé en la tempestad (3-9).
1 ¡La voz de Yahvé sobre las aguas! Truena el Dios de la gloria: Yahvé sobre la inmensidad de las aguas. 4 La voz de Yahvé (resuena) con fuerza; la voz de Yahvé (retumba) con majestad. 5 La voz de Yahvé rompe los cedros, troncha Yahvé los cedros del Líbano, 6 y hace saltar al Líbano como un ternero, y al Sarión como cría de búfalo. 7 La voz de Yahvé hace estallar llamas de fuego; 8 la voz de Yahvé sacude el desierto, hace temblar Yahvé el desierto de Cades. 9La voz de Yahvé retuerce las encinas 9, despoja las selvas.

El Dios majestuoso que se asienta en los cielos rodeado de su escolta angélica hace su aparición solemne sobre la tierra cuando desencadena una tempestad. La voz de Yahvé es el trueno que retumba en los cielos sobre las nubes caliginosas o aguas de abajo, de que se habla en el relato de la creación. Dios separó las aguas de arriba de las de abajo por medio del firmamento 10. Las primeras constituyen las reservas para los días de la inundación, como en el diluvio, cuando se abrieron las cataratas del cielo ll, y las segundas son las que periódicamente envían la lluvia. El hagiógrafo, al no saber que la lluvia viene por la condensación del agua acumulada por la evaporación, se acomoda al modo de pensar de la época. Del mismo modo, por ignorar que el trueno es una descarga eléctrica, lo presenta como la voz tonante del Omnipotente. Los griegos lo atribuían también al padre de los dioses, Júpiter. El dios Adad Rammam de los sirios era el que presidía la tempestad y tenía en sus manos los rayos fulgurantes. Estas divinidades temibles en la tempestad son las que dan, por otra parte, la lluvia fecundante de los campos; por eso sus devotos procuraban aplacarlos con ritos y, al mismo tiempo, les suplicaban su protección. En la tradición bíblica, a Yahvé se le presentaba manifestándose en el fragor de la tormenta, entre rayos y truenos, en el Sinaí12. Por ello, en la literatura salmódica, el trueno es la voz de Yahvé, los rayos son sus flechas; los vientos, sus mensajeros, y las nubes, su carro, en el que se traslada de un lugar a otro 13.
Conforme a esta mentalidad bíblica, el salmista presenta aquí a Yahvé planeando sobre las aguas o nubes cargadas de agua, tronando majestuosamente, con lo que se manifiesta como Dios de la gloria. No hay cosa más impresionante y sobrecogedora que el trueno; para los antiguos, que tenían una idea majestuosa y terrible del Dios lejano e intransigente del Sinaí, el trueno era el mejor reflejo de la voz de Dios. Las escenas del Sinaí en las que aparece Yahvé hablando a Moisés en medio de truenos y relámpagos, quedaron estereotipadas en la literatura bíblica y sirven constantemente para describir las nuevas teofanías de Yahvé en la histoiia. Yahvé se manifiesta ahora sobre la inmensidad de las aguas, que pueden ser el mar Mediterráneo, el “mar grande” de la literatura hebrea i4 o las aguas superiores sobre las que habita Yahvé 15.
La tempestad parece que se prepara en el Mediterráneo y va ja descargar sobre los bosques del Líbano y del Hermón. El salmista refleja el destrozo que causa la tormenta, que tiene los caracteres de un ciclón devastador: se rompen los cedros – los árboles más gigantescos del Líbano -, mientras que los mismos montes parecen conmoverse en sus cimientos: el Líbano salta ligero como un ternero, y el Sarión – nombre que los fenicios daban al Hermón, que formaba parte de la cadena de montañas del Antilíbano, paralelo a las del Líbano 16 – se agita como una cría de búfalo o toro salvaje 17. La imaginación oriental del poeta exagera sistemáticamente para destacar la impresión horrísona de la voz de Yahvé, que hace temblar y conmoverse hasta las mismas montañas majestuosas que cerraban por el norte el horizonte de Palestina. Los montes del Líbano y del Hermón tenían un particular sentido sagrado entre los fenicios, pues eran la encarnación de las divinidades que presidían los juramentos 18; pero, en la perspectiva del salmista, todo esto no cuenta nada. Sólo quiere destacar que, a pesar de su masa imponente y sus cimientos profundos, se conmueven como ternerillos ante la voz huracanada de Yahvé. Con los truenos fulguran los rayos o llamas de fuego (v.7). Y el eco de la voz de Yahvé no se circunscribe en su efecto terrorífico a la parte septentrional de Palestina – Líbano y Hermón -, sino que resuena en la parte meridional, en el desierto de Cades, lugar famoso en la historia de Israel por haber sido el lugar en que estuvieron los hebreos durante la mayor parte de la estancia en el desierto 19. El turbión desencadenado por Yahvé siembra la ruina y la desolación, retorciendo las encinas y despojando las selvas (v.6); los árboles se desgajan por efecto del tifón huracanado, reflejado en la voz de Yahvé.

Gloria a Yahvé y paz a su pueblo (9c-ll).
9c Y en su templo todo dice: “¡Gloria!” 10 Siéntase Yahvé sobre aguas diluviales, siéntase como Rey eterno. 11 Yahvé dará fortaleza a su pueblo, Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.

El salmista vuelve a su punto de partida: Yahvé, aunque se manifestó terrorífico con su voz en la tempestad, sigue impasible en su templo celestial; allí los hijos de Dios, o seres angélicos, continúan el himno que proclama la gloria de su Dios 20. Yahvé se sienta majestuoso por encima de las aguas diluviales, o aguas superiores que están sobre el firmamento 21, y que Dios suelta de vez en cuando en lluvias torrenciales, como en el caso del diluvio universal 22. Sobre ellas Yahvé se instala como Rey eterno y Juez supremo, que de tiempo en tiempo envía las aguas diluviales para mostrar su poder judicial y soberano sobre todo 23.
El v.11 parece una adición para el uso litúrgico. Después de cantar el poder y majestad de Yahvé, manifestada en la tempestad, el salmista, que organiza el culto del templo, recuerda a la asamblea que esa omnipotencia divina protege a Israel, al que bendice y otorga fortaleza en los momentos particularmente decisivos de su vida nacional 24. Aunque Yahvé aparezca en la tempestad como Dios del terror devastador, sin embargo, en sus relaciones con su pueblo es el Dios de la paz y de la benevolencia. “Esta palabra final, con la paz, es como el arco iris que cierra el salmo. El principio del salmo nos muestra los cielos abiertos y el trono de Dios en medio de los cantos angélicos de alabanza, mientras que su conclusión nos muestra a su pueblo victorioso sobre la tierra, bendecido con la paz en medio de la manifestación de su ira. Gloria in excelsis es el principio, y pax in ierris la conclusión” 25.

1 Cf. Apo 10:3-4. – 2 J. Calés, o.c., I 326. – 3 Cf. Exo 19:11; Jue 5:4-5. – 4 La Vg, siguiendo a los LXX, lee: “Afferte Domino filias arieíwn”; traducción peregrina que se basa en la confusión de bene’elim (“hijos de dioses”) y bene-‘e(y)Uim (de ‘ayií: “carnero”). – 5 Esta denominación de “hijos de Dios” aplicada a los ángeles aparece en Job 1:6; Apo 2:1 ; Job 38:7; Sal 89:6. – 6 Isa 6:3, 7 Véase Biblia comentada I p.404-408. – 8 Cf. 0.5. – 9 Lít. el TM dice: “hace parir a las ciervas”; es decir, el susto que con los truenos reciben las ciervas hace que aborten, pariendo prematuramente. Leyendo ‘eloth (encinas o terebintos) en vez de ‘avvaloth (ciervas), tenemos la traducción arriba propuesta, seguida por la nib. de Jér. – 10 Cf. Gen 1:7. – 11 Gen 7:11. – 12 ex 19:16. – 13 Cf. Sal 17:11; Sal 103:3. – 14 Cf. Eze 27:26; Sal 96:4; Sal 17:15. – 15 Cf. Gen 1:7; Gen 7:11; Sal 104:3; Sal 18:14; Sal 97:3-4. – 16 Cf. Deu 3:9; Sal 114:4-6; i8:7s. – 17 Cf. Sal 22:21. – 18 Cf. E. Dhorme, Religión des Hébreux nómades p. 170.172: RB (1929) 132 115 1(1930) 177. – 19 Cf. Núm 20:16. – 20 Cf. Isa 6:3. – 21 Cf. Gen 1:7. – 22 Gen 7:14. – 23 Cf. Sal 9:7. – 24 Cf. Sal 28:8.9; Sal 46:1-3. – 25 fr. Delitzsch, citado por A. F. Kirkpatrick, o.c., I, 151.

Fuente: Biblia Comentada

hijos de los poderosos. Lit. «hijos de Dios» (cp. Sal 89:6 en su contexto de los vv. Sal 29:5-10; cp. la forma plural de «dioses» en Éxo 15:11). La referencia aquí en el Sal 29:1-11 es probablemente a los poderosos ángeles de Jehová.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Salmo 29 (28): Himno a Dios que manifiesta su poder y majestad en medio de una tempestad vivida como una teofanía. Este salmo fue originariamente un himno cananeo al dios de la tormenta; el salmista lo reelabora y lo adapta para aclamar al Dios de Israel. La versión griega de los LXX añade una indicación referente a su uso cultual en el último día de la fiesta de las Tiendas (o de los Tabernáculos) en la que se pedía lluvia abundante.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Sal 96:7-8; 1Cr 16:28-29.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— hijos de Dios: Seres divinos con resonancias mitológicas que forman la corte celestial que acompaña a Dios.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Salmo 29. El Dios de Gloria Santa

Dejemos sencillamente que la maravilla y el portento de este Salmo nos rodeen hasta sentirnos poseídos en espíritu por la majestad del Señor al punto de también exclamar: gloria (9). Como toda poesía auténtica, para lograr el efecto deseado, el Salmo nos llega con su debida forma y coherencia.

A1 (vv. 1, 2) El Señor en los cielos

B (vv. 3-9) La maravilla del Señor en la tempestad

b1 (vv. 3, 4) La tempestad en el mar
2 (vv. 5-7) La tempestad al norte
3 (vv. 8, 9b) La tempestad al sur
4 (v. 9c) La exclamación de gloria

A2 (vv. 10, 11) El Señor de la tierra

1, 2 El Señor en los cielos: el objeto de adoración celestial. Aun los seres tan exaltados y fuertes que son llamados lit. “hijos de Dios” (cf. Job 38:7) o “hijos del poder supremo” deben reconocer la gloria … del Señor, por todo lo que ha dado a conocer de sí (nombre) y deben adorarlo (inclinarse en) en su santidad. De esta manera reconocen a su vez su posición como Dios, su naturaleza revelada y su carácter santo.

3-9 La maravilla de Dios manifestada en la tempestad. La tempestad en el mar, poder y majestad (3, 4); la tempestad llega a tierra en el norte (Líbano); la tempestad ruge hacia el sur (Cades) (8, 9ab); los que conocen al Señor proclaman la gloria del Señor (9c). 6 Sirión, el monte Hermón, en la sierra anterior al Líbano, a 2.774 m., el de mayor altura en Palestina. Aun la sólida contextura del mundo parece mecerse bajo el impacto de la tempestad. 8 Cades, en el extremo sur de Judá (Deut. 1:19, 46). De esta manera toda la tierra, de un extremo (5) al otro (8) es dominada, no sólo por la tormenta sino por lo que la tormenta simboliza: la voz del Señor. 9c Para muchos, una tempestad es una tempestad, pero para quienes el Señor se ha revelado, es un despliegue de un aspecto de su gloria. El sentimentalista dice: “Uno se siente más cerca de Dios en el huerto”; más realísticamente, la Biblia afirma que también estamos más cerca de su corazón en un huracán.

10, 11 El Señor en la tierra: el rey eterno en juicio santo. El diluvio es “el Diluvio” porque la palabra se usa únicamente en Gén. 6-9. Así como el Señor es supremo en su santidad en el cielo (1, 2) también es soberano en la tierra (10) al juzgar con santidad al pecado. Pero esto no es todo (como tampoco la tempestad revela toda la verdad acerca de Dios; ¡el huerto apacible también habla al corazón!). El tiene a su pueblo (11) el cual, en un mundo merecidamente bajo juicio, vive en su fortaleza y bajo su bendición de paz, o sea, en paz con Dios, dentro de una comunión de paz y en una paz y un bienestar personal.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

29.5, 6 Los cedros del Líbano eran árboles gigantescos. Podían llegar a alcanzar hasta 34 m de altura y 9 m de circunferencia. Una voz que pudiera derribar los cedros del Líbano tenía que ser una voz verdaderamente poderosa: la voz de Dios. Sirión es el monte Hermón. Todo aquello que impresionaba a la gente estaba bajo el completo control de Dios.29.10, 11 A lo largo de la historia, Dios ha revelado su poder por medio de milagros majestuosos sobre la naturaleza, tales como el gran diluvio (Génesis 6-9). Dios promete continuar revelando su poder. Pablo nos exhorta a que comprendamos cuán grande es el poder de Dios (Eph 1:18-23). El mismo poder que levantó a Cristo de los muertos está disponible para ayudarnos en nuestros problemas diarios. Cuando se sienta débil y limitado, no se desespere. Recuerde que Dios puede darle fuerza. El poder que controla la creación y que levanta a los muertos está a su disposición.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Enc. LXX añade: “del día en que terminaba la fiesta de la Tienda”; Vg añade: “en la consumación [terminación] del tabernáculo”.

(2) Véase Ap. 1C, sec. 10.

(3) O: “hijos de dioses”; o: “ustedes los que tienen parecido a Dios”; o: “hijos de Dios”. Heb.: benéh ’e·lím. Si la palabra heb. ’e·lím es el pl. de ’el para denotar majestad, entonces significa “Dios”. T: “ustedes, partidas de ángeles, los hijos de Dios”; LXX: “ustedes, hijos de Dios”; SyVg: “ustedes, hijos de carneros”. Compárese con Sal 89:6, n, y Dan 11:36, donde aparece la expresión ’El ’e·lím, “Dios de dioses”.

(4) Véase Ap. 1C, sec. 10.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 844 1Cr 16:28; Sal 96:7; Hab 3:3

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Salmo 29 Este himno alaba el poder de Dios en el trueno y el relámpago, que fueron usados para expresar la victoria de Israel sobre sus enemigos (Ex 15:8, 10; Jue 5:4-5; 1 S 7:10; 12:18). El Salmo ha sido considerado una polémica contra Baal (la deidad cananea de la tormenta), pues el Señor se manifiesta en la tormenta sobre los montes de Fenicia, baluarte de la adoración a Baal. El Señor se burla de los dos importantes símbolos fenicios de estabilidad y fortaleza: El « hace pedazos los cedros del Líbano» (vers. 5) y hace al monte Hermón ( Sirion, ) su montaña más alta, « como cría de búfalo» (vers. 6). El Salmo tiene tres estrofas: 1) Un llamamiento a adorar el poder del Señor (vers. 1, 2); 2) una celebración de la poderosa voz de Dios (vers. 3-9); 3) una celebración de Dios como el fuerte y eterno Rey que protege para siempre a su pueblo (vers. 10-11). La frase la voz del Señor en el centro del Salmo se refiere al relámpago acompañado del trueno que demuestran su majestuoso poder. En el templo celestial todos proclaman Gloria (vers. 9). La primera y tercera estrofas tienen dos vers., cada una, mencionando al Señor dos veces en cada vers. La estrofa central menciona al Señor diez veces y la voz del Señor siete veces.

Fuente: La Biblia de las Américas

hijos de los poderosos. Probablemente se refiere a los ángeles (si bien algunos lo toman como una referencia al pueblo de Dios).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

hijos de Elohim… Heb. beney elim. Prob. se refiere a los ángeles, tal como lo definen los mss. de Qumrán. La expresión paralela de Sal 89:6, único pasaje adicional en los salmos en donde aparece esta frase, parece apoyar esta idea, en contraste con Sal 96:7 que tiene una connotación terrenal.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, de los dioses

Fuente: La Biblia de las Américas

Heb. beney elim = hijos de ‘Elohim. Prob. se refiere a los ángeles, tal como lo definen los mss. de Qumran. La expresión paralela de Sal 89:6, único pasaje adicional en los Salmos en donde aparece esta frase, parece apoyar esta idea, en contraste con Sal 96:7 que tiene una connotación terrenal.

Fuente: La Biblia Textual III Edición