Comentario de Salmos 39:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Enmudecí; no abrí mi boca, porque tú eres quien lo hizo.
Sal 38:13; Lev 10:3; 1Sa 3:18; 2Sa 16:10; Job 1:21; Job 2:10; Job 40:4, Job 40:5; Dan 4:35.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Oye mi oración: David ha guardado silencio durante un período de su angustia (vv. Sal 39:2, Sal 39:9), pero no puede seguir haciéndolo. Aquí clama al Señor para que no calle, sino que lo libere.
Déjame: Si Dios no lo va a liberar, el abatido salmista le pide a Dios que simplemente lo deje solo. Es raro encontrar un lenguaje como este fuera del Libro de Job (Job 7:19; Job 10:20, Job 10:21; Job 14:6). Algunas veces el dolor del salmista estaba tan lejos de ser resuelto en el momento en que componía su poema, que se mantenía al borde de la desesperación hasta el último versículo. Pero el hecho de que Dios salva a los que apelan a Él está descrito una y otra vez en el Libro de los Salmos (Sal 22:21; Sal 118:21).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
En este versículo vuelve a aparecer la terminología del Sal 38:13; Sal 39:2, acompañada de la teología de Job 42:1-17.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Lam 3:28.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— quien lo ha hecho: El salmista ve en el origen de sus sufrimientos la mano de Dios y mantiene ante él un silencio confiado, bien distinto al que guardaba en vv. Sal 39:2-3.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
t 1311 Lev 10:3; Job 40:4
u 1312 Sal 38:13
v 1313 2Sa 16:10; Dan 4:35