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Comentario de Salmos 51:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Salmos 51:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

(Al músico principal. Salmo de David, cuando el profeta Natán fue a él, después que David tuvo relaciones con Betsabé) Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones.

Año 1034 a.C. (Título).

Cuando Natán vino a David. 2Sa 12:1-13.

después que se llegó a Betsabé. 2Sa 11:2-27.

Ten piedad de mí, oh Dios. Sal 25:6, Sal 25:7; Sal 109:21; Sal 119:124; Éxo 34:6, Éxo 34:7; Núm 14:18, Núm 14:19; Dan 9:9, Dan 9:18; Miq 7:18; Miq 7:19; Rom 5:20, Rom 5:21; Efe 1:6-8; Efe 2:4-7.

conforme a la multitud. Sal 5:7; Sal 69:13, Sal 69:16; Sal 106:7, Sal 106:45; Isa 63:7, Isa 63:15; Lam 3:32.

de tus piedades. Sal 40:11; Sal 77:9; Sal 145:9.

borra mis rebeliones. Sal 51:9; Neh 4:5; Isa 43:25; Isa 44:22; Jer 18:23; Hch 3:19; Col 2:14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

David ora por la remisión de los pecados, por lo que hace una profunda confesión, Sal 51:1-5.

Ora por santificación, Sal 51:6-15.

Dios no se deleita en los sacrificios, pero si en la sinceridad, Sal 51:16-17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

está relacionado con una de las experiencias más duras de la vida de David, las consecuencias de su relación con Betsabé. Este es uno de los tantos salmos de David en el cual el título especifica el incidente que inspiró el poema. Véanse 2Sa 11:1-27; 2Sa 12:1-15 para conocer el relato del pecado de David y la reprimenda de Natán. La respuesta de David a Natán fue inmediata: «Pequé contra Jehová» (2Sa 12:13). Tiempo después escribió su memorable salmo penitencial. La estructura del poema es la siguiente:

(1) una súplica pidiendo la misericordia de Dios en el contexto de la confesión de David (vv. Sal 51:1, Sal 51:2);

(2) un reconocimiento de que el pecado de David era contra el Señor (vv. Sal 51:3, Sal 51:4);

(3) una confesión de que el pecado se apodera del ser de David (vv. Sal 51:5, Sal 51:6);

(4) una serie de súplicas pidiendo perdón (vv. Sal 51:7-13);

(5) un voto de alabanza del pecador perdonado (vv. Sal 51:14, Sal 51:15);

(6) una declaración sobre el significado de la verdadera adoración (vv. Sal 51:16, Sal 51:17);

(7) una plegaria para que Dios devuelva los bienes al pueblo (vv. Sal 51:18, Sal 51:19).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La plegaria de David pidiendo misericordia es la única petición adecuada por parte de un pecador confeso. Ningún pecador pediría justicia, ya que eso significaría el juicio y la ruina. La misericordia y el perdón son dones de Dios para el pecador confeso. Aún cuando el Señor perdona, no empaña su reputación: los pecados confesados están cubiertos por el sacrificio de su perfecto Hijo en la cruz (2Co 5:21). La frase conforme a tu misericordia expresa el amor leal o el amor pactado con su pueblo (Sal 13:5).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

título SALMO DE DAVID. El título le atribuye este salmo de confesión a David cuando Natán el profeta descubre sus pecados de adulterio y homicidio (cf. 2Sa 12:1-13).

(1) Obsérvese que este salmo fue escrito por un creyente que deliberadamente pecó contra Dios de una manera tan grave que fue separado de la vida y la presencia de Dios (cf. Sal 51:11).

(2) Es probable que David escribiera este salmo después que Natán había declarado el perdón de Dios para él después de su arrepentimiento (2Sa 12:13). Él suplica fervientemente por una plena restauración de la salvación, de la pureza, de la presencia de Dios, de la vitalidad espiritual y del gozo (vv. Sal 51:7-13).

TEN PIEDAD DE MÍ. Todos los que han pecado en gran manera y están abrumados por los sentimientos de culpa pueden encontrar perdón, limpieza del pecado y restauración de la gracia de Dios si se acercan a Él en el espíritu y las palabras de este salmo. La súplica de David de perdón y renovación se basa en la gracia, la misericordia, la bondad y la compasión de Dios (v. Sal 51:1), en un corazón de veras contrito y arrepentido (v. Sal 51:17), y por último en la muerte expiatoria de Cristo por los pecados de los seres humanos (1Jn 2:1-2).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Salmo 51 (Vg 50): Confesión de los Pecados.
E l Miserere es el salmo de penitencia por excelencia en la liturgia, porque en él se destacan el sentimiento de compunción sincera y la súplica ardiente de rehabilitación ante el Dios ofendido. Consciente de su inclinación inveterada al mal, el salmista pide fuerzas a Dios para seguir por sus caminos. El desarrollo de la composición sigue, más que las reglas de la lógica, las del sentimiento y de los afectos del corazón, por lo que no se puede hacer una división conceptual marcada en la composición salmódica. El estilo es sencillo y límpido; apenas hay metáforas, y todo lleva el sello de lo natural.
Según el título, el salmo fue compuesto por el propio David en ocasión en que el profeta Natán le recriminó por el adulterio con Betsabé, con el consiguiente asesinato de Urías 1. Según el relato bíblico, David, al oír las amenazas del profeta por sus pecados, reaccionó compungido: “He pecado contra Yahvé” 2. El Miserere sería, pues, como la expresión literaria de su espíritu compungido y arrepentido ante su Dios. Sin embargo, los modernos exegetas admiten difícilmente la paternidad davídica del salmo por razones de crítica interna: en los v.20-21 se alude a la reconstrucción de los muros de Jerusalén, lo que nos lleva a los tiempos calamitosos de Nehemías, en que afanosamente se trabajaba en la rehabilitación del culto sobre las ruinas del antiguo templo. Por otra parte, existe una relación conceptual estrecha del salmo con fragmentos del libro de Isaías en sus estratos literarios más recientes (Deutero y Tritoisaías)3. Además, la elevación de sentimientos del salmo parece desbordar la situación psicológico-religiosa de David al reconocer su pecado contra Dios y su homicidio: “El sentimiento religioso es más elevado, y la penitencia del salmista es de otra cualidad que la descrita en 2Sa 12:1s, por sincera que sea…”4
Desde los tiempos de Teodoro de Mopsuestia no han faltado autores que interpretan el salmo en sentido colectivo, es decir, como si fuera expresión del alma nacional arrepentida, y no el desahogo personal de un individuo; en ese supuesto, en el salmo encontraríamos los sentimientos de la nación israelita en el exilio, reconociendo sus pecados, que le causaron su ruina 5. No obstante, la composición tiene demasiados sellos personalistas para colectivizarla, y por eso parece más conforme al contexto suponer que es obra de un justo arrepentido, consciente de sus pecados personales, que impedía la amistad con su Dios.

Invocación: súplica de misericordia (1-4).
1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 Cuando fue a él el profeta Natán después que pecó con Betsabé 6. 3 Apiádate de mí, ¡oh Dios! según tu benignidad. Por vuestra gran misericordia borra mi iniquidad7. 4 Lávame enteramente de mi iniquidad y limpíame de mi pecado.

El salmista, obsesionado con su conciencia de culpabilidad ante Dios, acude a su bondad como único medio de tranquilizar su espíritu, pues sólo el Dios ofendido puede rehabilitarle en su antigua amistad con El. Sus transgresiones están escritas en el libro en que Dios lleva el registro de las acciones de los hombres 8; por eso, el primer deseo del salmista es que su iniquidad sea borrada de tal libro. Para ello no cuenta más que con la benignidad y piedad del mismo Dios, pues no tiene títulos para exigir su perdón. Toda su vida aparece ante sus ojos como nublada por la gran mácula de su pecado, que no especifica, pero que debe de ser el sentido de culpabilidad moral como consecuencia de muchas transgresiones en la vida 9. A pesar de sus pecados, tiene conciencia de la gran misericordia de su Dios 10. Moisés define a Yahvé como “Dios misericordioso y clemente, tardo a la ira, rico en misericordia y fiel, que mantiene su gracia por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes…” 11 La justicia y la misericordia son los dos atributos divinos que resplandecen en la historia de Israel, pero los hagiógrafos insisten en que la misericordia prevalece sobre la justicia: “Yahvé es un Dios celoso, que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos” 12. Conforme a esta doctrina, el salmista apela a la misericordia divina, a pesar de sentirse doblegado por el peso de la culpabilidad. En Exo 34:7 se especifican las diversas defecciones de la Ley divina: maldad (awon), transgresión (pesha’) y pecado (jatta1), que implican, respectivamennte, la idea de defección o rebelión contra Dios, la de perversión del derecho y conducta depravada, y el error, o alejamiento del camino que lleva a la meta debida 13. El salmista, en su composición, juega con todos estos términos de sentido más o menos sinónimo, en cuanto que son todos una lesión de los derechos divinos.
El pecado debe ser borrado, pues es una deuda en el libro de la Vida que tiene Dios 14; pero, además, es una mancha en la conciencia, y por eso el salmista pide que se le limpie de toda iniquidad 15. El leproso, al ser curado, estaba sujeto a un proceso de purificación ritual hasta que quedara confirmada la curación 16; el salmista quiere también que Dios le someta a un lavado general para sentirse de nuevo en relaciones de amistad con El,

Reconocimiento del pecado (5-7).
5 Pues reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mí. 6 Contra ti, contra ti sólo he pecado, he hecho lo malo a tus ojos, para que seas reconocido justo en tu sentencia 17 y seas irreprochable en tu juicio. 7 He aquí que en maldad fui formado y en pecado me concibió mi madre.

El primer efecto de la conciencia de culpabilidad y el primer requisito para conseguir la rehabilitación ante Dios, es el reconocimiento de los pecados, que han causado tan triste estado de separación del fiel respecto de su Dios. Dotado de especial sensibilidad religiosa, el salmista encuentra su situación espiritual anormal, porque delante de él esta siempre el pecado como una constante y terrible acusación. El remordimiento de conciencia le consume, y no puede apartar el pensamiento de su culpabilidad ante su Dios, al que tantos beneficios le debe. Es lo que dice el profeta en nombre del pueblo pecador: “gruñimos como osos, gemimos como palomas… Son ante ti muy numerosos nuestros pecados, y nuestros crímenes dan testimonio contra nosotros. Presentes nos están nuestros crímenes, y conocemos nuestras iniquidades…”18 La conciencia de pecado es el primer paso hacia la penitencia: los pecados son conocidos del Dios ofendido, pero debe reconocerlos el pecador para implorar el perdón. Es la reacción del salmista atribulado: en la tragedia del pecado, ante todo, hay una ofensa contra Dios: contra ti solo he pecado (v.6). No alude para nada a un pecado u ofensa contra el prójimo; no siente remordimiento de haber herido los derechos del prójimo – lo que no se compagina con la suposición de que el salmo haya sido compuesto como reacción de compunción y de penitencia por el adulterio y el homicidio contra el esposo de Betsabé -, sino de haber hecho el mal ante los ojos de Dios (v.6) l9, apartándose de su Ley.
El reconocimiento del pecado trae como consecuencia la justificación de la sentencia divina para que brille su irreprochable juicio. En el supuesto de que el salmo fuera de David, estas palabras aludirían a la sentencia de castigo que le anunció el profeta Natán en nombre de su Dios: su hijo concebido de Betsabé moriría inexorablemente. El poeta real querría en ese caso justificar ante la opinión la sentencia divina. Los que no admiten que el salmo sea de David creen que el salmista alude a una situación crítica en que éste se halla por efecto de una transgresión, quizá una enfermedad. Humildemente reconocería aquí la causa cíe su infortunio, para que Dios fuera reconocido justo en su sentencia punitiva. Los caminos de la Providencia son siempre justos, aunque misteriosos; y en el caso del salmista debe quedar claro que es culpable, para que brille esa justicia de Dios y su conducta irreprochable con los seres humanos 20.
Esta culpabilidad tiene en el salmista profundas raíces, ya que desde su concepción se siente inclinado a la maldad, y al nacer parece ya como envuelto en pecado (v.7). Para entender el pensamiento del salmista debemos tener en cuenta la mentalidad semítica y bíblica, que considera las relaciones sexuales como fuente de impureza ritual 21; y, por tanto, el fruto de las mismas aparece como ya contaminado desde su concepción. El origen de esta creencia habrá que buscarlo en fondos atávicos tribales, que dejaron su sello en no pocos artículos de la legislación levítica; pero, con todo, es un hecho que lo relacionado con lo sexual aparece en una atmósfera de contaminación e impureza ritual. No se condenan las relaciones conyugales legítimas, pero éstas tienen siempre un sello de flaqueza humana, sin duda en relación con el desahogo de la libido del hombre, que lleva fácilmente al desarreglo moral. El salmista se mueve dentro de esta órbita conceptual, y no alude para nada al hecho de un pecado de un antepasado que se transmita por generación, como es el caso del pecado original.
San Pablo será el primero en proponer esta doctrina, relacionándola con la transgresión de los primeros padres22. “Las expresiones (del salmista) orientan primero hacia las impurezas relacionadas inevitablemente con la generación; nada prueba que el autor haya ido más lejos en la búsqueda de sus causas. Expresa una primera aprehensión global, en la que el dolor de sentirse lejos de Dios predomina con mucho sobre el análisis abstracto de la situación. Se podría relacionar con Job 14:4 : “¿Quién sacará lo puro de lo impuro?.”23 Con esta mentalidad pesimista del salmista coinciden otros textos bíblicos: “tu nombre es prevaricador desde el seno,”24 “los malvados están pervertidos desde el seno (materno); los mentirosos están extraviados desde las entrañas” 25. En Jua 3:6 encontramos un eco de esta idea de contaminación: “lo que es nacido de la carne es carne,” con lo que esto implica de inclinación al pecado, y que, por tanto, necesita ser regenerado por el agua y el Espíritu.
En el A.T. se destaca la tendencia innata al mal del hombre. El mismo Yahvé envía el diluvio porque la “maldad del hombre era grande sobre la tierra, y todo designio de los pensamientos de su corazón no era más que mal en todo tiempo” 26. Consecuencia de esta tendencia innata al mal es la multiplicación de los pecados sobre la tierra, lo que justificaba el diluvio exterminador. En Gen 4:6 se presenta al pecado como una fiera que está al acecho para caer sobre Caín. Después del diluvio, Yahvé renuncia a enviar otro castigo similar, porque “el deseo del corazón del ser humano es malo desde su infancia.” 27 En la literatura sapiencial abundan los textos sobre la propensión innata del hombre al mal: “¿Qué hay más brillante que el sol? Sin embargo, se eclipsa. Así es malo el deseo de la carne y del espíritu” 28. Todos estos textos sirven para ilustrar el pensamiento del salmista sobre su culpabilidad innata, pues tiene conciencia de ser pecador desde su concepción. Aunque él no apunte a la razón teológica de esta triste situación pecaminosa del ser humano, sin embargo, sus expresiones son como un anticipo inconsciente de una verdad que desentrañará por primera vez San Pablo 29. Pero no debemos trasladar concepciones neotestamentarias al estadio de revelación más limitado de la época del salmista 30.

Ansias de purificación espiritual (8-11).
8Puesto que amas la verdad en lo íntimo, ¡instruyeme en el secreto de la sabiduría! 9¡Rocíame con hisopo, y seré puro; lávame, y seré más blanco que la nieve! 10 ¡Hazme escuchar el gozo y la alegría, y saltarán de gozo los huesos que trituraste! 11 ¡Aparta tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades!

Consciente de su culpabilidad, siente la necesidad de una purificación profunda, ya que las miradas divinas llegan hasta lo más íntimo del ser humano, y el salmista pide luces para conocer más las reconditeces de su ser pecaminoso. Sabe que desde el nacimiento es propenso al mal, como todos los hombres 31, y por eso siente la necesidad de una purificación de su ser a fondo a manos del propio Dios. Dios ama la verdad y la fidelidad en su sentido más puro y profundo, y ésta sólo se descubre por la sabiduría o modo de obrar en la vida conforme a las exigencias divinas. La sabiduría se basa en el temor de Dios 32, lo que implica guardar su Ley y apartarse del mal 33. Este proceder conforme a los caminos divinos debe reflejarse no sólo en las apariencias, sino en lo íntimo; es decir, debe basarse en la convicción y entrega del corazón a Dios. El salmista pide humildemente a Dios que le instruya en las profundidades de esta sabiduría, que implica la fidelidad total a los preceptos divinos. Frente a la inclinación al mal anteriormente confesada, Dios “exige la virtud en los más profundos repliegues del alma, en las inclinaciones y disposiciones del corazón”34.
Llevado de esta sinceridad, pide a Dios que le purifique y lave, para tener una conciencia más blanca que la nieve. La intervención purificadera de Yahvé es semejante al rito de aspersión por el hisopo en las purificaciones legales, como la del curado de la lepra 35. La expresión del salmista es figurada, pues alude al lavado y aspersión espiritual de su alma por la mano purificadora de Dios para quedar más blanco que la nieve. Isaías dice a propósito de los pecados inveterados de Judá invitando a la penitencia: “Venid y entendámonos, dice Yahvé: aunque vuestros pecados fuesen como la grana, quedarían blancos como la nieve. Aunque fuesen rojos como la púrpura, vendrían a ser como la lana blanca.” 36
Después de confesar su culpabilidad, el salmista pide la curación de una misteriosa enfermedad que le aflige, y que ha servido para meditar sobre las transgresiones de su vida. Todo ha sido efecto del pecado, pero desea el restablecimiento para escuchar de nuevo la voz del gozo y de la alegría (v.10); es decir, aspira a asistir a las manifestaciones religiosas en intimidad con Dios 37.
Sus huesos han quedado molidos y triturados por la enfermedad, pero después de recuperar la salud volverán a sentir la íntima satisfacción del restablecimiento: saltaran de gozo 38 como cervatillos en libertad. Pero, para conseguir la curación, Dios debe olvidar sus pecados, apartando de ellos su rostro 39, pues el salmista está seguro de que la enfermedad tiene por causa última su infidelidad a Dios, sus múltiples transgresiones de todo género, que ahora, probado por la adversidad, ha descubierto en el lecho del dolor. Es preciso que Yahvé borre sus iniquidades y haga cuenta nueva para poder recuperar su amistad, y con ello su salud, efecto de su sombra protectora.

Súplica de renovación espiritual (12-15).
12 Crea en mí, ¡oh Dios! un corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. 13No me arrojes de tu presencia y no quites de mí tu santo espíritu. 14 Devuélveme el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu generoso. 15 Yo enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.

Consciente de su debilidad inveterada, pide a Dios le otorgue un corazón puro y un espíritu recto o firme, para emprender una vida en consonancia con sus máximas, de forma que no vuelva a pecar y a merecer el castigo que ahora sufre. Antes había dicho que tenía una propensión al pecado desde su concepción en el seno materno (v.7); por ello pide que se obre en su interior como una nueva creación, una renovación total en su corazón y espíritu, asiento de su actividad espiritual. No sólo quiere no volver a las faltas pasadas, sino que ansia como una regeneración de todo su ser por obra del mismo Dios; sólo así se sentirá seguro de no volver a perder su amistad 40. Jeremías augura para los tiempos mesiánicos un cambio interior de los israelitas: “y les daré un corazón capaz de conocerme…, pues se convertirán a mí de todo corazón”41. En la nueva alianza, la ley estará escrita en el corazón42. Ezequiel es más explícito: “y les daré otro corazón, y pondré en ellos un espíritu nuevo…”43 El espiritualismo del salmista enlaza, pues, con las mejores tradiciones proféticas, y quizá dependa de sus escritos.
La suerte espiritual y material del salmista está pendiente de la benevolencia divina; por ello pide encarecidamente que no le arroje de su presencia, echándole al olvido 44. Dios es el dispensador de todo bien; por eso ruega que no se retire de él el espíritu, santo de Dios, expresión que aparece sólo en Isa 63:8-14, donde está en paralelo con el “ángel de su presencia” (v.9), o manifestación sensible de Yahvé como guía de Israel por el desierto. El salmista, pues, parece que en el santo espíritu de Dios ve la concreción de su presencia sensible en su alma para iluminarle por los caminos de la salvación (v. 13). En Sal 143:10 se menciona el “espíritu bueno de Yhave,” que es sinónimo de las buenas inspiraciones de Dios en la vida del justo 4:S.
La presencia del santo espíritu de Dios le devolverá la salvación o liberación de la postración física actual; después pide que le dé, junto con la salud, un espíritu generoso para seguir las insinuaciones del espíritu santo de Dios. Los v. 12-15 responden a la estrofa de los V.9-11. En ésta se pedía la purificación, la curación y la alegría juntamente con el olvido de los pecados; en aquélla se cala más hondo, pues se pide una renovación interior y gozar de la amistad permanente de Dios.
Supuesta su curación, promete el salmista publicar las maravillas que Dios ha obrado con él, enseñando a los transgresores sus caminos para que se conviertan a Dios (v.15). La experiencia del salmista será ocasión de que muchos abandonen el pecado y entren por los caminos de la Ley divina. Después de una curación se ofrecía un sacrificio de acción de gracias para publicar el beneficio recibido 46. Con ello, los oyentes quedaban aleccionados en las vías de la Providencia 47. El pensamiento del salmista es semejante al expresado en Sal 22:26-28. La liberación del justo atribulado es la ocasión de que se reconozca la protección divina sobre los suyos, y así se conviertan a El los pecadores.

El sacrificio grato a Dios es un corazón contrito (16.-19)
16 Líbrame de la sangre, Elohirn, Dios de mi salvación, y cantará mi lengua tu justicia. 17 Abre tú, Señor, mis labios, y cantará mi boca tus alabanzas. 18 Porque no es sacrificio lo que tú quieres; si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías. 19 Mi sacrificio, ¡oh Dios! es un espíritu contrito 48. Un corazón contrito y humillado, ¡oh Dios! no lo desprecias.

En una última súplica pide a Dios que le Ubre de la sangre o de la muerte, ya que es un Dios de salvación, o Salvador. Con ello su lengua podrá predicar la justicia o manifestación punitiva de Yahvé por los pecados. En la muerte nadie puede alabar a Dios, y, por tanto, sólo permaneciendo en vida puede predicar la piedad que tiene con los suyos. Si Dios la abre los labios, otorgándole la curación, podrá su boca cantar tus alabanzas. El salmista es como un leproso que ha sido declarado limpio y que puede ya tomar parte en las alabanzas públicas en las asambleas.
Dios, más que sacrificios cruentos, busca la contrición del corazón; ni siquiera los sacrificios más perfectos, como el holocausto – en el que se quemaba toda la víctima en el altar -, pueden igualarse al espíritu contrito y al corazón humillado. El salmista se sitúa en el plan ético-espiritual, que es lo que realmente interesa a la divinidad, como hemos visto en el salmo anterior. Los sacrificios valen en la medida en que reflejan un espíritu de entrega a Dios. No es que el salmista rechace teóricamente los sacrificios, sino que su valor lo pospone al del culto interior del corazón; el sacrificio de obediencia49. Es la misma perspectiva de los antiguos profetas: “más vale obediencia que sacrificios.”50

Oración por la reconstrucción de Jerusalén (20-21).
20 Sé benévolo en tu complacencia hacia Sión y edifica los muros de Jerusalén. 21 Entonces te agradarás de los sacrificios legales 51, de los holocaustos y oblaciones; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar 52.

Estos dos versos, en los que se habla de la reconstrucción de los muros de Jerusalén, parecen indicar que el salmo es posterior a la destrucción de la ciudad por los ejércitos de Nabucodonosor en el 586 a.C. No pocos críticos modernos sostienen, sin embargo, que ambos versos son una adición posterior53; un compilador posterior los habría añadido para quitar el efecto que podían dejar las afirmaciones de los v. 18-19, en los que se subestima el valor de los sacrificios cruentos, incluso los holocaustos. La ciudad había sido profanada por la invasión pagana; pero, una vez que se reconstruyeran sus muros y templo, los sacrificios volverían a ser aceptos a Yahvé como legales o legítimos (v.21). Pero de hecho sabemos que antes de la reconstrucción del templo se ofrecían sacrificios en el altar de los holocaustos 54. El autor más bien parece un desterrado en Babilonia que ansia volver a la ciudad santa para reanudar el culto solemne y legítimo en el templo reconstruido; incluso volverán a ofrecerse los sacrificios más costosos, como los de los becerros, lo que era más agradable a Dios, porque suponían más sacrificio. El salmista, pues, suspira en el exilio por la reconstrucción de la ciudad santa para que en ella se reanude el culto solemne y legítimo a Yahvé, ya que en tierra extraña, y fuera de Jerusalén, no era lícito ofrecer sacrificios a Yahvé, aunque hubo algunas desviaciones cismáticas sobre esto entre las colonias judías de Egipto, sobre todo en la isla de Elefantina55.

1 Cf. 2 Sam 12:1s. – 2 2Sa 12:13. – 3 Compárese Sal 51:3 con Isa 63:7; ν .5 con Isa 59:12; v.11 con Isa 43:25; v.13 conls 43:10. 11; v.19 con Isa 57:15; Isa 61:1; Isa 66:2. – 4 E. Podechard, O.C., I 238. – 5 Así opinan Robertson, Driver, Cheyne y otros. – 6 Cf. 2 Sam 11:1s. – 7 El TM lit.: “mis transgresiones” – 8 Cf. Sal 69:29; Isa 43:25. – 9 Cf. Exo 34:6; Sal 76:16; Joe 2:13. – 10 Cf. Sal 35:7; Isa 43:7; Lam 3:32; 1Pe 1:3. – 11 Exo 36:4, – 12 Cf.Ex 20:5. – 13 Véase Λ . F. Kirkpatrigk, o.c., 288. – 14 Cf. Exo 32:32; Num 5:23; Sal 32:3; 2Re 21:13. – 15 Cf. Exo 19:10; Exo 22:14; Jer 2:22; Jer 4:14. – 16 Cf. Lev 13:6.34; 2Re 5:10.13.14. – 17 Leyendo biabare (y)ka, en lugar del TM bdobreka. Vg, siguiendo a los LXX: “in ser-monibus tuis.” NP: “in sententia tua.” Así la Bib. de Jér. y Podechard. – 18 Isa 59:12. – 19 Cf. 2Sa 11:27; 2Sa 12:9. – 20 Cf. 2Sa 24:1; Isa 6:10; Sal 63:18; Jue 9:23; Sam 16:14; 18:10; 19:9; 1Re 22:21. – 21 Cf. Lev 15:1s. – 22 Cf. Rom 5:12-21. – 23 A.-M. Dubarle, Le peché uriginel dans l’Ecriture (París 1958) 21. – 24 Isa 48:8. – 26 Gen 6:5. – 28 Eco 17:31· – 25 Sal 58:4. – 27 Gen 8:21. – 29 Cf. Rom 5:12-21. – 30 Sobre el sentido del salmo véase A. Feuillet, Le verset 7 du Miserere et le peché ori-ginel: “Rev. Se. Reí.,” 32 (1944) 5-26; J. Guillet, Themes bibliques (París 1951) 100-116; O. Procksch, Theologie des Alien Teslament (1950) 640-653. – 31 Cf. 1Re 8:46 : “no hay hombre que no peque”; 2Cr 6:36; Ecl: <(no hay sobre la tierra hombre justo que haga el bien y no peque”; Sal 14:2-3 : <(no hay quien haga el bien, ni uno solo”; Sal 143:2. – 32 Cf. Pro 1:7; Pro 9:10; Job 28:28; Saiit 3:17. – 33 Cf. Sal 111:10; Pro 15:33. – 34 Sal. Podechard, o.c., I 233. – 35 Cf. Exo 12:22; Lev I4:4s; Num 19:65; Heb 9:19. Véase palabra hysópe en DBV. – 36 Isa 1:18. – 37 Cf. Isa 58:11; Isa 66:14 – 38 Cf. Sal 42:11; 32:4- – 39 Cf. Sal 10:11; Sal 69:18; Sal 32:2; Sal 32:90, Sal 32:9. – 40 Cf. E? 18:31; 36:26. – 41 Jer 24:7. – 42 Cf. Jer 31:33- – 43 Eze 11:19. – 44 Cf. Sal 27:9; Sal 71:9; Job 3:4- – 45 En sentido contrario, el “espíritu malo” de Yahvé: Sam 16:1-5; 18:10; 19:9. – 46 Cf. Sal 22:27; Sal 22:54.8. – 47 Cf. Sal 32:6-11; Sal 34:6-23; Sal 107:42; Deu 32:6; Deu 26:5-10; Deu 31:9-13. – 48 El TM dice “sacrificios de Elohirn”; pero, leyendo zibejí en vez de zlbejéy, – tenemos *mi sacrificio,” corrección generalmente admitida por los críticos. – 49 Cf. Jer 23:9; Eze 6:9; Sal 34.19- – 50 Cf. Sam 15:22; Is i.ns; Miq 6:6s. – 51 Lit. “sacrificios justos” o de justicia, que pueden significar hechos con el espíritu debido (cf. Sal 4:6; Deu 33:19) o según las determinaciones de la Ley, legales. – 52 Sacrificios y oblaciones (o lit. “sacrificio completo”): probablemente es glosa. – 53 Así opinan, entre otros, Gunkel, Hupfeld, Olschausen; sin embargo, mantienen la unidad de autor Graetz, Cheyne, Jacob, Menes, etc. – 54 Cf. Esd 3:1-5. – 55 Véase A. Vincent, La Religión des Judéo-Araméens d'Eléphantine 383.

Fuente: Biblia Comentada

misericordia. Aunque había cometido un horrible pecado, David sabía que había perdón disponible, basado en el amor misericordioso de Dios.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Salmo 51 (50): Salmo de súplica individual. En él se recogen las palabras de una persona que, tras reconocer abiertamente su culpa, pide a Dios que la perdone y la renueve interiormente para así poder rendirle un culto sincero y dar testimonio de su misericordia. Considerado en la tradición cristiana como el salmo penitencial por excelencia (ver Sal 6:1-10), puede entenderse como el discurso del acusado al que se juzga en el Sal 50:1-23.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Isa 43:25; Isa 44:22.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Salmo 51. La Maravilla Del Arrepentimiento

El Salmo y su título van juntos como mano y guante. La eficacia del arrepentimiento (1-4) es un comentario exacto de 2 Sam. 12:13. El problema del v. 16, que parece negar que los sacrificios sean aceptables a Dios, es resuelto al recordar que los pecados de David, de adulterio (2 Sam. 11:4) y homicidio (2 Sam. 11:14-17) no pueden ser cubiertos por ninguna provisión sacrificial. A veces se insiste en que los vv. 18, 19 son agregados posteriores diseñados para convertirlo en un Salmo apropiado para uso congregacional y para responder al rechazo del sacrificio en los vv. 16, 17. Pero (aparte del hecho de que el Salmo no puede ser adaptado ¡haciéndolo que se contradiga a sí mismo!) David, como rey, no puede pagar sencillamente como un individuo particular: su pecado constituía una amenaza a la fibra moral de la vida pública. En consecuencia, estaría tan deseoso por edificar a Jerusalén (18) como por su propia restauración.

1-6 Dios y el individuo: arrepentimiento y perdón. En Dios hay misericordia, favor gratuito, inmerecido (Gén. 6:8); amor que no cambia basado en un solemne compromiso; compasión, amor agitado, apasionado (1). El pecado se describe como rebeliones intencionales contra la voluntad conocida de Dios (1); maldad (2), lo interior “deformado” de la naturaleza caída; pecado (2), un mal específico. El pecador anhela que Dios borre (borra, 1) su pecado, que “limpie” la mancha que Dios puede ver; lávame, que penetre las fibras de su naturaleza para extraer la suciedad arraigada en ellas; límpiame, que quite el pecado como barrera que impide la comunión con Dios (2).

3-6 Arrepentimiento; su efecto y necesidad. La oración pidiendo ser limpiado (1, 2) descansa en el simple hecho de reconocer (reconozco) y percibir (delante de mí, o sea, sentido subjetivamente, 38:17) el pecado (cf. 32:3, 4). 4 Contra ti. Sea cual fuere el daño que el pecado produce en uno mismo o en otros, lo principal de la pecaminosidad es que ofende a Dios (2 Sam. 12:13). Seas tú, “a fin de que”. Si el pecador fuera a gritar: “Tú eres soberano. ¿Por qué no me detuviste?”, el Señor respondería: “A fin de que llegues a reconocer tu pecaminosidad y mi rectitud. Mi propósito es que me conozcas tal cual soy, el Dios recto y el Juez justo. Sólo entonces te apresurarás a venir a mí para ser limpiado.” 5 La herencia de una naturaleza pecadora, bíblicamente, no excusa al pecador sino que lo coloca en la posición donde su sentido de culpa aumenta (Mat. 23:34-36). Nacido … concibió. Esto no cuestiona la santidad de los procesos de concepción y nacimiento, más bien afirma que desde el momento de ser concebida existe una persona humana moral, el infante en el momento de nacer, el feto en el momento de ser concebido. Este arrepentimiento debe tomar en cuenta los pecados reales (1-3) y la infección inseparable de la naturaleza humana. 6 En toda la naturaleza humana el pecado no tiene excusa porque es contrario a lo que Dios quiere (quieres), y contrario a la sabiduría de Dios enseñada por medio de la conciencia que todo lo penetra.

7-15 Dimensiones del verdadero arrepentimiento. 7 Busca la confrontación divina con el pecado; 8 con el pecador como quebrantado por la ira divina; 9 con la ofensa a Dios por el pecado. Quita, “saca el pecado”. Hisopo, el instrumento para rociar produciendo propiciación de la ira divina (Exo. 12:12, 22, 23), dando fin a la exclusión y enemistad (Lev. 14:6), purificando de la profanación (Núm. 19:16-19). David no sabe de ningún sacrificio que sea suficiente (16) pero está seguro de que Dios sí sabe. Gozo … alegría, la restauración del pecador a los cantos gozosos del santuario (42:4). Huesos, restauración a una integridad personal. Esconde, confronta, dentro de tu propia naturaleza, tu aborrecimiento santo de mi pecado. Borra, tanto de tu recuerdo como de mi expediente (1).

10-12 El penitente auténtico anhela librarse del pecado por medio de la creación de una nueva naturaleza que tenga el poder de la constancia, el favor continuo de Dios y la presencia de su Espíritu Santo (10, 11), el gozo de la liberación y el don de un espíritu, es decir, espíritu listo para hacer la voluntad de Dios (12). Saúl había perdido sus beneficios inmediatos (1 Sam. 16:14) pero no su realidad definitiva (1 Sam. 28:19) de la salvación y, sin duda, recordando este ejemplo David temía que le sucediera lo mismo; así como nosotros mismos podemos entristecer (Ef. 4:30) y apagar (1 Tes. 5:19) al Espíritu Santo, perdiendo las alegrías pero no la realidad de que está en nosotros. 13-15 Enseñando acerca de Dios promueve el arrepentimiento (13), pero el maestro debe tomar en serio su propia necesidad de arrepentimiento, siendo un ejemplo de lo que desea ver en ellos. Sólo como un penitente puede cantar la justicia de Dios (14): la maravillosa justicia por la cual es tanto justo como justificador (Isa. 45:21; Rom. 3:26). Pero el testimonio debe descansar también sobre la oración pidiendo al Señor que nos permita abrir la boca.

16-19 Dios y la comunidad: lo que agrada al Señor. La comunidad renovada se compone de individuos penitentes (16, 17), busca su seguridad en el favor de Dios y lo deleita con sus prácticas religiosas (18, 19). Estos versículos comparten los temas del deleite del Señor, su complacencia, el sacrificio y la ofrenda quemada. La ofrenda por el pecado no es mencionada sino sólo los sacrificios relacionados con la consagración a Dios (el holocausto, Gén. 22:2, 12) y la comunión con Dios y su pueblo (donde sacrificio se usa con holocaustos significa “ofrenda de paz”). La propia experiencia de David le enseñó que reconciliarse con Dios era cuestión del corazón (17). Este es el mensaje que quería compartir con otros (16 empieza con “porque”) y establecer una realidad fundamental en la nueva comunidad. Edifica los muros es metafórico, “hacer segura la comunidad”. Entonces, o sea cuando los pecadores penitentes (16, 17) ponen su seguridad en Dios (18), la religión es un deleite para el Señor; sacrificios de justicia, sacrificios que son todo lo que Dios espera de ellos.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

51.1-7 David estaba en verdad arrepentido de su adulterio con Betsabé y de asesinar a su esposo para cubrir este pecado. Sabía que sus acciones dañaron a mucha gente. Sin embargo, debido a que se arrepintió, Dios lo perdonó misericordiosamente. ¡Ningún pecado es demasiado grande para que no reciba perdón! ¿Siente que nunca podrá acercarse a Dios porque ha hecho algo terrible? Dios puede perdonarlo de cualquier pecado y lo hará. Sin embargo, aunque Dios nos perdona, no borra las consecuencias naturales de nuestro pecado. La vida y la familia de David nunca fueron las mismas como consecuencia de lo que hizo (véase 2Sa 12:1-23).51.4 Aunque pecó con Betsabé, David dijo que lo hecho fue en contra de Dios. Cuando alguien roba, mata o calumnia, lo hace en contra de otra persona: la víctima. De acuerdo con las normas del mundo, las relaciones sexuales extramaritales entre dos adultos que están de acuerdo son aceptables si nadie resulta herido. Pero la gente sí resulta herida. En el caso de David, un bebé murió y se asesinó a un hombre. Todo pecado nos hiere a nosotros mismos y a otros, y finalmente ofende a Dios porque es rebelión en contra del estilo de vida que El demanda. Cuando se vea tentado a hacer el mal, recordar que su pecado es en contra de Dios quizás le ayude a permanecer en el buen camino.51.7 En Egipto, los israelitas usaron manojos de hisopo para untar la sangre del cordero en los dinteles de las puertas de sus casas. Esto los mantendría a salvo del ángel de la muerte (Exo 12:22). A través de este acto los israelitas mostraron su fe y aseguraron su liberación de la esclavitud en Egipto. Este versículo, por lo tanto, hace un llamado a la purificación por el pecado y a la disposición para servir a Dios.51.10 Debido a que nacemos pecadores (51.5), nuestra inclinación natural es complacernos a nosotros y no a Dios. David siguió esta inclinación cuando tomó la esposa de otro hombre. También nosotros la seguimos cuando pecamos en cualquier forma. Al igual que David, debemos pedir a Dios que nos limpie desde adentro (51.7), que nos limpie el corazón y el espíritu para tener pensamientos y deseos nuevos. La buena conducta solo proviene de un corazón y un espíritu limpios. Pida a Dios que se los dé.51.12 ¿Se ha sentido estancado en su fe alguna vez, como si todo lo hiciera automáticamente? ¿Acaso ha establecido el pecado una brecha entre usted y Dios, haciéndolo parecer distante? David se sentía así. Pecó con Betsabé y el profeta Natán acababa de confrontarlo. En su oración a Dios suplicó: «Vuélveme el gozo de tu salvación». Dios quiere que estemos cerca de El y que experimentemos su vida plena y completa. Pero el pecado inconfesado hace que esa intimidad sea imposible. Confiese su pecado a Dios. Aun así tendrá que enfrentarse a las consecuencias terrenales, como lo hizo David, pero Dios le devolverá el gozo de andar con El.51.13 Cuando Dios perdona nuestro pecado y restaura nuestra relación con El, queremos alcanzar a otros que necesitan este perdón y esta reconciliación. Mientras más haya sentido el perdón de Dios en su vida, más deseará hablar de ello a los demás.51.17 Dios quiere un espíritu quebrantado y un corazón contrito. Nunca complacerá a Dios mediante acciones externas, por muy buenas que sean, si la actitud interna de su corazón no es correcta. ¿Tiene una actitud de remordimiento por su pecado? ¿Tiene la intención sincera de apartarse del pecado? Dios se agrada de esta clase de humildad.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Dios.” Heb.: ’Elo·hím.

(2) O: “amor leal”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1707 2Sa 11:3

b 1708 Núm 14:18; Sal 25:7; Sal 32:10; Sal 41:4; Sal 90:14; Sal 103:11

c 1709 Sal 39:8; Sal 103:13; Pro 28:13; Isa 43:25; Isa 44:22

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Salmo 51 Este es un Salmo penitencial (cp. Sal 6). Consiste de una introducción dirigiéndose directamente a Dios (vers. 1) y petición de perdón (vers. 1) y purificación (vers. 2). El Salmo contiene un lamento a causa de un pecado manifiesto (vers. 3, 4) y por debilidad moral (5, 6); petición de purificación y perdón (vers. 7-9); renovación espiritual (vers. 10-12) y alabanza por la salvación (vers. 13-17). La conclusión, una oración por Sion que corresponde a una oración de David por sí mismo, anticipa la reconstrucción del reino después que las consecuencias del pecado del rey hayan sido quitadas (vers. 18, 19).

51 Título: cuando…Betsabé…Natán. Véase 2 S 11:1-12:10. La ley demandaba sentencia de muerte por los dos pecados de David: el adulterio con Betsabé (Dt 22:22) y el asesinato de su esposo Urías (Nm 35:20, 21). David no podía restaurar la pureza a Betsabé ni la vida a Urías; pero fue perdonado porque la gracia de Dios es mayor que el pecado humano. Distinto a otros reyes que trataron de matar a los profetas que los confrontaron con su pecado (cp. 1 R 13:4; 19:2; Jer 26:11), David reconoció la verdad de las palabras del profeta Natán y públicamente reconoció su pecado.

Fuente: La Biblia de las Américas

En su indignidad David ruega por la misericordia (amor basado en el pacto; véase nota en Ose 2:19) y las piedades de Dios.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

* Véase 2Sa 12:1

Fuente: La Biblia de las Américas

SALMO 51 (50)[2] Este es el salmo penitencial más conocido. 2 Sam 12.[6] Se puede traducir Perdóname Señor, a fin de que quede justificado y reconocido fiel en tus promesas. Rom 3, 4.[18] Actos de religión sólo exteriores. El salmista es la ofrenda expiatoria.

Fuente: Notas Torres Amat