EN PROFUNDIDAD

Lecciones de música

El Libro de los Salmos es el himnario del antiguo Israel. Los salmos son antiguos poemas líricos preservados, con ocasionales notaciones musicales. La mayoría de estas notaciones musicales se encuentran en las notas de introducción o títulos. Por ejemplo, muchas están dirigidas al «Músico principal» (Sal 51:1-19; Sal 52:1-9; Sal 53:1-6; Sal 54:1-7; Sal 55:1-23; Sal 56:1-13; Sal 57:1-11; Sal 58:1-11; Sal 59:1-17; Sal 60:1-12; Sal 61:1-8; Sal 62:1-12). Otras piden acompañamiento musical. Por ejemplo, el Sal 4:1-8 pide instrumentos de cuerda, el Sal 5:1-12, flautas, el salmo Sal 6:1-10, arpa de cuatro cuerda, y el Sal 8:1-9, el instrumento de Gat. Algunas veces los títulos especifican la melodía que se debe usar, como «Muerte del hijo» en Sal 9:1-20 y «Los lirios» en Sal 45:1-17. De este modo las notas de introducción contienen datos sobre la naturaleza musical de los salmos.

Los salmos presentan un cuadro equilibrado del uso de la música en el culto. En especial, son instructivos los primeros tres versos del Sal 33:1-22. Como sugiere v. Sal 33:1, el objetivo de la música religiosa es regocijarse en el Dios que nos ha dado una nueva vida. Mientras el salmista hace notar con su directiva a los «justos», este tipo de alabanza sólo puede provenir de aquellos que han sido purificados por la gracia de Dios y han sido renovados por su Espíritu. En efecto, el salmista describe esta alabanza de los justos como «hermosa», porque Dios se regocija al recibir alabanzas de su pueblo. Por esto, la adoración musical está siempre dirigida «a Él» (vv. Sal 33:2, Sal 33:3). O sea, Dios es siempre la audiencia de la música ejecutada en su nombre.

¿Qué tipo de música podremos presentar a Dios? El salmista describe una variedad de instrumentos, como el arpa y el instrumento de diez cuerdas, que se unen a la voz humana para alabar al Señor. Pero esta exhortación a cantar «un cántico nuevo» (v. Sal 33:3) no es meramente un pedido de nueva música y nuevos himnarios. La frase cántico nuevo quiere decir cantar a Dios con un sentimiento renovado de maravilla ante todo lo que Él ha hecho por nosotros. El culto a Dios nunca debe degenerar en algo que hacemos porque sí; siempre debemos aproximarnos a Dios con regocijo. Con la frase toca con destreza (v. Sal 33:3), el salmista nos exhorta a no tomar nunca la adoración con una actitud despreocupada. Debemos «tocar con destreza» porque estamos tocando para el Señor y sólo debemos ofrecerle lo mejor de nosotros. Pero este no es el único criterio de la música del culto, porque la exhortación final del salmista en v. Sal 33:3 es a tocar bien «tañendo con júbilo». Puesto que Dios considera nuestras actitudes, se requiere de la alegría genuina en la presencia de nuestro cariñoso Dios para que la música sea de verdadera adoración.