Comentario de Salmos 79:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
(Salmo de Asaf) Oh Dios, los gentiles han venido a tu heredad. Han contaminado tu santo templo, y a Jerusalén han reducido a montones de escombros.
Año 588 a.C. (Título).
Salmo de Asaf. Este Salmo se supone haber sido compuesto, por la destrucción de la ciudad y el templo de Jerusalén por Nabucodonosor. Sal 74:1.
vinieron las naciones. Sal 74:3, Sal 74:4; Sal 80:12, Sal 80:13; 2Re 21:12-16; 2Re 25:4-10; 2Cr 36:3, 2Cr 36:4, 2Cr 36:6, 2Cr 36:7, 2Cr 36:17; Luc 21:24; Apo 11:2.
a tu heredad. Sal 74:2; Sal 78:71; Éxo 15:17; Isa 47:6.
han profanado tu santo templo. Sal 74:7, Sal 74:8; 2Re 24:13; Lam 1:10; Eze 7:20, Eze 7:21; Eze 9:7.
redujeron a Jerusalén a escombros. 2Re 25:9, 2Re 25:10; 2Cr 36:19; Jer 26:18; Jer 39:8; Jer 52:13; Miq 3:12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El salmista se queja de la desolación de Jerusalén, Sal 79:1-7.
Ora por liberación, Sal 79:8-12;
y promete agradecimiento, Sal 79:13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
es un lamento de la comunidad (Sal 80:1-19) que fue escrito en respuesta a un ataque a la ciudad de Jerusalén y al saqueo del santo Templo. En cuanto a esto, este salmo es similar al Sal 74:1-23. Puede ser que el hecho en que se basa el salmo sea la destrucción de Jerusalén por los babilonios; sin embargo, puede haber sido una devastación anterior no tan completa. El desarrollo del poema es el siguiente:
(1) un lamento por la devastación de Jerusalén (vv. Sal 79:1-4);
(2) un llamado a Dios para que castigue a los enemigos de Judá y Jerusalén (vv. Sal 79:5-7);
(3) una plegaria pidiendo perdón y salvación (vv. Sal 79:8-10);
(4) una oración para que Dios ayude a su pueblo y juzgue a sus enemigos (vv. Sal 79:11, Sal 79:12);
(5) un voto de alabanza en anticipación a la liberación de Dios (v. Sal 79:13).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
vinieron las naciones: Las palabras de esta sección son muy similares en tono a Sal 74:1-8.
tu santo templo: No está claro si la destrucción descrita en este verso fue la que hicieron los babilonios en el año 586 a.C. La ruina de Jerusalén (estaba desplomada) puede indicar una invasión de la tierra anterior a su destrucción total.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
VINIERON LAS NACIONES. Aquí el salmista intercede con Dios para que perdone a Israel por su apostasía (vv. Sal 79:8-9) y castigue a las naciones que han destruido a Jerusalén y el templo de Dios (vv. Sal 79:6-7; Jerusalén fue destruida por los babilonios en 586 a.C.). Reconoce que las naciones paganas eran instrumentos de la ira de Dios (v. Sal 79:5), pero lo que ellas habían hecho contra Israel se llevó a cabo por el odio a Dios y a su pueblo escogido (vv. Sal 79:1-7; cf. Isa 10:5-11; Isa 47:6-7), El salmista está motivado por el interés en la gloria de Dios y por dar a conocer su nombre entre las naciones incrédulas (vv. Sal 79:9-13).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Salmo 79 (Vg 78): Restauración de la Nación Devastada.
T ambién este salmo es una lamentación colectiva por la triste situación de la nación, presa de los enemigos, que se han ensañado con lo mejor de sus habitantes. Llevados de la visión religiosa de las vicisitudes de su época, los salmistas ven en la tragedia nacional el castigo merecido por las prevaricaciones reiteradas del pueblo elegido. Yahvé es un Dios celoso de sus derechos, y por eso se ha dejado llevar de la explosión de su cólera para castigar a los que se han apartado de El. Con todo, Israel es el patrimonio de Yahvé, y el templo su morada habitual en la tierra. Por ello, no puede olvidar a su pueblo definitivamente.
El salmo se divide en dos partes netas: a) queja por la triste situación de la nación depredada y abandonada (1-7); b) plegaria a Dios para que dé término a este estado de cosas (8-13). Yahvé debe atender no a las exigencias de su justicia por las múltiples prevaricaciones de Israel, sino a la riqueza inagotable de su misericordia. Por otra parte, las naciones gentílicas son peores que Israel, y, por tanto, no tienen derecho a conculcar los derechos del pueblo elegido. El honor del nombre divino exige la pronta rehabilitación de Israel, ya que, de lo contrario, los enemigos de Yahvé sacarán en consecuencia que es inútil acudir a El en demanda de auxilio. Urge la intervención divina para mostrar que no se puede derramar la sangre de sus servidores y fieles.
El ritmo métrico predominante es el de la qinah, o lamentación elegiaca. La división estrófica es irregular, predominando el paralelismo sintético. El estilo es agitado y lleno de emoción entrecortada.
Hay grandes analogías literarias entre este salmo y el 74 l por otra parte, abundan las reminiscencias de otros salmos 2 y de los escritos profetices 3. Teniendo en cuenta esto, los críticos modernos distinguen diversos estratos literarios, y suponen que un núcleo primero fue escrito con motivo de la destrucción de Jerusalén por los babilonios en el 586 a.C., pero que fue amplificado después con motivo de otras invasiones, como las de los seléucidas en el siglo II a.C. 4 Esto explicaría las concomitancias literarias con otras composiciones del Salterio.
Queja elegiaca sobre la situación de la nación (1-7).
1 Salmo de Asaf 5. ¡Oh Dios! han entrado las gentes en tu heredad, han profanado tu santo recinto y han reducido a Jerusalén a un montón de escombros. 2 Dieron los cadáveres de tus siervos por pasto a las aves del cielo, y la carne de tus piadosos a las fieras de la tierra. 3 Derramaron como agua su sangre en los alrededores de Jerusalén, sin que hubiese quien les diera sepultura. 4 Somos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y el ludibrio de los que nos rodean. 5 ¿Hasta cuándo, ¡oh Yahvé! habrás de estar airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? 6 Derrama tu ira sobre las gentes que no te conocen, sobre los reinos que no invocan tu nombre; 7porque han devorado a Jacob, han asolado sus moradas.
El salmista se sitúa, como Jeremías, frente a las ruinas de Jerusalén y declara la luctuosa situación: los gentiles han entrado en la heredad de Yahvé 6 y han profanado impudentemente su santuario, el lugar más sagrado de la tierra. La ciudad ha quedado convertida en ruinas, y los piadosos han sido pasados a la espada, y sus cadáveres abandonados a las aves de rapiña y a los chacales de la estepa 7. Por su parte, los pueblos vecinos – edomitas, moabitas – se han alegrado de la destrucción de la que había sido su soberana 8. Con toda impudicicia escarnecen a los vencidos, abandonados de su Dios.
Ante esta situación de angustia y de escarnio nacional, el salmista pide a Yahvé que intervenga y deponga su ira 9. Si los israelitas son merecedores del actual castigo, mucho más lo son las gentes que no le conocen ni invocan su nombre 10. En realidad, Jacob – el pueblo de Dios – ha sido devorado por los invasores, y esto redunda en deshonor del propio Yahvé, pues se compromete su omnipotencia en la apreciación de los gentiles.
Súplica angustiosa de auxilio (8-13).
8 No recuerdes para nuestro mal las iniquidades de antaño; apresúrate y sálgannos al encuentro tus misericordias, que estamos abatidos sobremanera. 9 Socórrenos, ¡oh Dios, Salvador nuestro! por la gloria de tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados por tu nombre. 10 ¿Por qué van a decir las gentes: “Dónde está su Dios”? Sea notoria a las gentes y a nuestros ojos la venganza de la sangre derramada de tus siervos. 11 Llegue a tu presencia el gemido de los cautivos; conforme a la grandeza de tu brazo, conserva a los condenados a muerte. 12 Haz recaer sobre nuestros vecinos el séptuplo en su seno, la afrenta con que te escarnecieron, ¡oh Señor! 13 Pero nosotros, tu pueblo, grey de tu pastizal, te alabaremos eternamente y narraremos tus alabanzas de generación en generación.
Consciente de la culpabilidad de su pueblo, el salmista reconoce las iniquidades atávicas de sus conciudadanos; pero Yahvé no debe guiarse por las exigencias de su justicia, sino por las de su insondable misericordia, pues el abatimiento de la nación ha llegado al extremo. El castigo ha sido tan duro, que está en peligro de perderse la conciencia nacional y religiosa. Por otra parte, está en juego la gloria del nombre de Yahvé, ya que los paganos dirán irónicamente: ¿Dónde está tu Dios? 11. Según la mentalidad de los antiguos, la victoria de un pueblo suponía la victoria de sus dioses sobre los del vencido. En este caso, si Yahvé no muestra su poder rehabilitando a Israel y castigando a sus enemigos, éstos creerán que sus propias divinidades son superiores al Yahvé de los hebreos, del que tantos portentos se contaban en los tiempos de antaño.
Llevado de un sentimiento ciego de revancha, el salmista pide justicia contra los que derramaron la sangre de sus compatriotas (v.10). Muchos de ellos aún gimen cautivos y están condenados a muerte; y sólo la omnipotencia divina puede salvarlos: es hora de manifestar la grandeza de su brazo como en los tiempos gloriosos del éxodo 12. Los que han ultrajado a Israel y a su Dios deben recibir el séptuplo de lo que hicieron; es la venganza digna de sus tropelías13. Todavía estamos lejos del perdón de Cristo hasta “setenta veces siete.”14 ¡Sólo un Dios muriendo en la cruz pudo enseñar a los hombres a perdonar a los enemigos! El ideal moral del salmista estaba todavía muy lejos de las alturas del cristianismo, y por eso la reacción humana instintiva se trasluce en sus palabras airadas.
La súplica angustiosa termina con la promesa de alabanza por la esperada liberación. Yahvé no puede olvidar a Israel, porque es su grey, que El mismo apacienta en pingües pastizales 15. En consecuencia, no puede estar condenado al ostracismo y a la postración indefinida.
1 Cf. Sal 79:1 y 74:3.7; 79:5 Y 74:1-10; 79:13 y 74:1; 79:2 y 74:14-19. – 2 Cf. 79:4 Y 44:14; 79:5 V 89:47 – 3 Cf. Sal 79:6-7 y Jer 10:25. – 4 Es la opinión, entre otros, de Briggs. Duhm y Baethgen, siguiendo a Teodoro de Mop-suestia, suponen que el salmo es de la época macabea. En cambio, Gunkel y Schmidt más bien se inclinan por la época persa, entre Esdras y Alejandro M. – 5 Cf. Sal 73:1. – 6 Cf. Deu 4:20; Deu 9:26; Sal 28:9; Sal 74:2. – 7 La mayor desgracia era ser privado de sepultura (cf. Deu 28:26). Según la mentalidad – babilónica, el espíritu del cadáver que no había sido sepultado andaba errante en busca de – comida por las calles de la ciudad (véase P. dhorme, Choix des textes reí assyrobabyl p-325). – 8 Cf. Sal 44:14; Jer 19:8; Sal 31:12. – 9 Cf. Sal 13:2-3. – 10 Cf. Jer 10:25. – 11 Cf. Sal 42:4; Sal 115:2; Deu 9:285. – 12 Cf. Exo 15:16; Sal 44:3. – 13 Cf. Gen 4:15-24; Isa 65:6; Jer 32:18; Luc 6:38. – 14 Cf. Mat 18:22. – 15 Cf. Isa 49:9; Sal 74, Is.
Fuente: Biblia Comentada
naciones. En este contexto, la palabra se refiere a personas paganas. heredad. La heredad de Dios era la nación de Israel, y de modo específico su capital, Jerusalén, donde se encontraba el templo.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Salmo 79 (78): Salmo de súplica comunitaria por la destrucción de Jerusalén y del Templo. El pueblo, apelando al honor y a la misericordia de Dios, pide el castigo de los enemigos y el perdón de los pecados como causantes de la desgracia que se lamenta.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Sal 74:3-4; 2Re 25:9; Lam 1:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Salmo 79. Oracion y Esperanza en el Día de Ira
No todas las adversidades de la vida son evidencias de la ira divina, como llegó a comprender Job. Pero las predicciones de los profetas a modo de advertencia, no dejaron lugar a duda en el pueblo de que cuando cayó Jerusalén, los babilonios (2 Rey. 24-25) habían sido los agentes del castigo divino. Para cuando fue escrito este Salmo la ruina resultante había durado algún tiempo (5), pero el sentido de que es la experiencia de un testigo ocular es fuerte y sugiere que el salmista es un devoto originario de Jerusalén que se había quedado en Judá (2 Rey. 25:12), lamentando la devastación, anhelando días mejores (13). El Salmo alterna entre secciones de “ellos” (1-3, 5-7, 10 y 11) y secciones de “nosotros” (4, 8 y 9, 12 y 13). Lo que le sucediera a otros en el pasado (1-3) implica a los que quedaron (4); los pecados que motivaron la ira (5-7, 8) son nuestros pecados también (9). Dios no olvidará a sus detractores (19) ni a sus sufrientes que somos (11) nosotros, pueblo tuyo, volveremos nuevamente a ofrecer nuestras alabanzas (13).
1-5 Juicio que perdura. En primera instancia está el daño hecho al propio Señor. Su santo templo ha sido profanado (1). Pero al avanzar el saqueo de la ciudad, los que se dedicaban a él (siervos, 2) y a quienes él se dedicaba (fieles, “tus amados”, 2) cayeron al grado que no quedó nadie para realizar las últimas obligaciones del cariño (3). La situación, que permanecía sin solucionar, hacía que el pueblo de Dios siguiera siendo objeto de desprecio (4). Es ciertamente espantoso caer en las manos del Dios vivo (Heb. 10:31).
5-9 Bajo condenación. ¡Seguramente algo extraordinario ha de haber causado tal juicio! No, fue meramente el pecado: 8 pecados, “iniquidades”, las consecuencias de una naturaleza caída, inconstante; 9 pecados “faltas”, cosas concretas que estaban mal. Y no sólo el “pecado de ellos” como si la generación que murió en el saqueo o que fue deportada a Babilonia tuviera toda la culpa: nuestros pecados también (9): y si no hemos perecido igualmente es por la misericordia extraordinaria de un Dios que aborrece el pecado. 5-7 Deben ser comprendidos como reflejando un espíritu perplejo o resentido que se queja por la injusticia. En todas las adversidades de la vida, ya sean ocasionadas por la ira divina o como parte del inexplicable obrar soberano de su providencia, nuestra primera reacción debe ser aceptar sumisamente, como lo implica el v. 5. ¿Pero no hemos de orar también por el derrocamiento de quienes de forma salvaje nos usan para su propio beneficio y convierten nuestras preciadas posesiones en ruina (7)? Un aspecto positivo de dejar la venganza en manos del Señor (Prov. 20:22; Rom. 12:19) es la oración que busca el derrocamiento de todo poder que siga maltratando al pueblo del Señor. 8 Recuerdes contra nosotros (Jer. 31:34; Miq. 7:18-20). Antepasados. En la Biblia, nuestra herencia pecaminosa que viene de generaciones anteriores nunca es una excusa sino la ocasión para tener mayor culpabilidad (Luc. 11:50). Misericordias, “amor compasivo y apasionado”. Salgan … a encontrarnos (Luc. 15:20). 9 Líbranos, “averigua y paga el precio que cubra totalmente nuestra deuda de pecado”. En los vv. 8 y 9 la apelación es sólo marginal a nuestra necesidad; es fundamentalmente una apelación a la naturaleza divina; note el énfasis en tu nombre (9), o sea lo que te has revelado ser.
10-13 Tener esperanza. La esperanza en el v. 13 descansa sobre dos fundamentos: primero, el Señor siempre se mantiene firme en su propia reputación (10, 12) y en segundo lugar, siempre es fiel para con su pueblo amenazado (10, 11) pues aun sufriendo bajo su ira todavía somos pueblo tuyo y ovejas de tu prado (13). Estos dos fundamentos se reflejan en los pensamientos contrastantes de los vv. 5 y 12.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
79.6 De acuerdo con el Antiguo Testamento, a menudo la ira y el juicio de Dios se desencadenaban en naciones enteras debido a que los pecados de la gente estaban en esa nación. Aquí, Asaf imploró para que llegara el juicio sobre los reinos que se negaban a reconocer la autoridad de Dios. Es irónico, pero la propia nación de Asaf, Judá, Dios la juzgaba precisamente por haberse negado a hacer esto (2Ch 36:14-20). La gente esta fue la que hizo votos de lealtad a Dios, sin embargo ahora lo rechazaban. De ahí que su juicio fuera aun peor.79.10 Al final, la gloria de Dios será evidente a todas las naciones, pero mientras tanto, debemos soportar el sufrimiento con paciencia y permitir que Dios nos purifique a través de él. Por razones que desconocemos, se les permite a los paganos burlarse de los creyentes. Debemos estar preparados para la crítica, las burlas y las declaraciones agresivas debido a que Dios no nos coloca fuera de los ataques de los que se burlan de nosotros.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 2772 Éxo 15:17; Sal 74:3
b 2773 2Re 24:13; 2Cr 36:18; Sal 74:7; Lam 1:10
c 2774 2Re 25:9; 2Cr 36:19; Jer 52:13; Miq 3:12
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Salmo 79 Este es un Salmo penitencial. A causa de los pecados anteriores de Israel, Dios retiró su presencia protectora, trayendo como resultado que el templo fuera ocupado y profanado por los enemigos (vers. 1) infligiendo gran mortandad a su pueblo (vers. 2, 3) y haciéndolos motivo de burla (vers. 4). La comunidad arrepentida, creyendo en la compasión y misericordia de Dios (vers. 8), de su honor (vers. 9, 10) y poder (vers. 11), vuelve a establecer su mundo y relaciones en forma apropiada. El Salmo contiene los elementos típicos de los Salmos de petición: Expresión y lamento por el hecho de que el enemigo ha entrado y mancillado la herencia sagrada de Dios (la tierra, Jerusalén y el templo, vers. 1), que el pueblo murió en ignominia (vers. 2-4) y que Dios no intervino (vers. 5). La petición está enmarcada por un ruego a Dios para que castigue a estas naciones arrogantes (vers. 6-7, 12), que perdone a Israel conforme a su compasión (vers. 8), que los libre por honor de su nombre (vers. 9, 10) y los preserve conforme a su gran poder (vers. 11). El pueblo concluye, prometiendo alabanza eterna (vers. 13). Este Salmo es similar al Sal 74, aunque el Sal 79 es de una penitencia más profunda. El Sal 74 pregunta porqué, y el Sal 79 pregunta hasta cuándo , comprendiendo que la razón se debe al pecado de la nación (vers. 8, 9).
Fuente: La Biblia de las Américas
Estos versículos describen la destrucción de Jerusalén por los ejércitos de Babilonia en el año 586 a. C.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Lit., han entrado en
Fuente: La Biblia de las Américas
SALMO 78 (77)[2] Mat 13, 35.[9] O quedaron derrotados. La tribu de Efraín sobresalía por sus guerreros. Deut 33, 17; 34, 2; 1 Sam 4, 10.[12] Ciudad antigua del Egipto inferior, en el delta del Nilo. Num 13, 23; Is 19, 13; Ez 30, 14.[15] Como si estuviesen junto a un caudaloso río. Ex 17, 6.[16] Deut 8, 15; Salm 104, 41; 1 Cor 10, 4.[21] Num 11, 1.[24] Ex 16, 14-15.[31] Num 11, 33.[49] Mensajeros de desgracia se refiere al ángel exterminador, que personifica los diversos males enviados como castigo por Dios. Ex 12, 23.[54] Jos 13, 7.[60] 1 Sam 4, 4; Jer 7, 14.