EN PROFUNDIDAD

Salmos reales

Los salmos reales son algunos de los salmos más inspirados; celebran a Dios como Rey. Es sorprendente que la primera vez que las Escrituras se refieren a Dios como Rey sea en uno de los oráculos de Balaam, adivino pagano que era ciego a la realidad espiritual hasta que Dios lo confrontó (Núm 23:21) una vez que Dios fue revelado como el gran Rey. El salmista aprovechó mucho este hecho. En los salmos el Reino de Dios es presentado contra el trasfondo cultural del pensamiento y religión cananeos. Los cananeos consideraban que El, su principal deidad, era el rey de los cananeos. Pero, de acuerdo a la mitología cananea, la soberanía de El fue atacada por Baal, dios de la tormenta y la fertilidad. Baal derrotó a un gran número de seguidores de El, eran los dioses Yamm (el dios del mar), Lotan (un monstruo marino) y Mot (dios de la muerte). El propio Baal fue mortalmente herido en este conflicto, y Anat, la esposa hermana de Baal, estaba asociada a su resucitación. Con esta victoria, Baal llegó a ser rey, pero siempre había una interrogante que no desaparecía: ¿Cuánto tiempo reinaría Baal? ¿Cuánto tiempo permanecerían derrotados sus enemigos? ¿No podría Lotan resurgir nuevamente y amenazar la posición de Baal? Los cananeos, que creían en estas historias, se pasaban la vida al borde de una catástrofe celestial. Sus dioses eran frágiles, se establecían fácilmente y se destronaban fácilmente.

En este escenario adquieren su fuerza las palabras del Sal 93:1-5. El Dios vivo es el Rey desde el principio de los tiempos; no es un pretendiente reciente al poder (vv. Sal 93:1, Sal 93:2). Como Rey ejerce autoridad sobre todo, no tiene que temer al mar que resurge (vv. Sal 93:3-4). El Señor no solo es omnipotente, sino que es confiable y santo, a diferencia de todos los dioses de la imaginación cananea (v. Sal 93:5).

En general, los salmos hablan del Señor de tres modos diferentes. Es Rey sobre la creación, porque es el Creador (Sal 74:12-17); es Rey de los israelitas (Sal 44:4), porque es Salvador, y es el Rey que ha de venir, porque finalmente juzgará a todos (Sal 47:7, Sal 47:8). Algunas veces en la mente de las personas el Reino de Dios se identifica estrechamente con la gloriosa venida del reinado de Jesús: se ignora el actual reinado de Dios sobre la creación. Sin embargo, algunas veces ocurre lo contrario. El actual reinado de Dios puede ser enfatizado de forma que se ignore la venida de Jesús. Los salmos reales equilibran consistentemente estas dos ideas: «El Señor reina» (Sal 93:1), pero el Señor también viene a establecer su reinado permanente (Sal 24:9).