Comentario de Salmos 94:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Oh Jehovah, Dios de las venganzas, oh Dios de las venganzas, ¡manifiéstate!
Dios de las venganzas. Deu 32:35, Deu 32:41, Deu 32:42; Isa 35:4; Isa 59:17; Jer 50:28; Nah 1:2; Rom 12:19; 2Ts 1:8; Heb 10:30.
muéstrate. Sal 80:1.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El profeta, clamando por justicia, se queja de la tiranía y la impiedad, Sal 94:1-7.
Él muestra a Dios, Sal 94:8-11.
La bendición de la aflicción, Sal 94:12-15.
Dios es el defensor del afligido, Sal 94:16-23.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
es un salmo real, ya que la frase «juez de la tierra» (v. Sal 94:2) es equivalente a «Rey» (Sal 50:4-6). Es un justo llamado al Juez divino a castigar el mal en el mundo (Sal 82:8; Sal 96:13; Sal 98:9). Los Sal 93:1-5; Sal 94:1-23; Sal 95:1-11; Sal 96:1-13; Sal 97:1-12; Sal 98:1-9; Sal 99:1-9 son un espléndido conjunto de salmos cuyo punto central es el reino eterno de Dios. El orden del salmo es el siguiente:
(1) un llamado al Juez de la tierra para que castigue a los impíos (vv. Sal 94:1-3);
(2) una descripción de los actos sin sentido de los impíos (vv. Sal 94:4-7);
(3) una censura a los impíos en relación a su ignorancia de Dios (vv. Sal 94:8-11);
(4) una bendición a los justos (vv. Sal 94:12-15);
(5) una plegaria a Dios pidiendo su intervención en la vida del salmista (vv. Sal 94:16-19);
(6) una plegaria para que Dios defienda sus propios objetivos (vv. Sal 94:20-23).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Aún cuando el poeta clama por venganza divina, reconoce que Dios decide cuándo ejercer su ira y su juicio. La ley de Dios establece claramente que la venganza es suya (Deu 32:35) ¿Hasta cuándo … se gozarán los impíos? Esta pregunta se basa en una preocupación por la gloria de Dios. ¿Hasta cuándo desafiarán los impíos la gloria de Dios? La respuesta está, por supuesto, en la misericordia de Dios. El Señor puede demorar este juicio, pero de acuerdo a su propio ritmo Él vendrá a establecer la verdadera justicia (2Pe 3:9).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
JEHOVÁ, DIOS DE LAS VENGANZAS. Los creyentes deben estar tan afligidos a causa de toda la injusticia, brutalidad e iniquidad del mundo que oren constantemente para que Dios detenga el triunfo del mal y haga justicia con los malvados. Jesús afirma que sus escogidos deben clamar a Dios «día y noche» para que pronto Él les «haga justicia» (Luc 18:7-8; véase también Apo 6:10-11). La dedicación a la justicia y la compasión por los que son tratados injustamente deben hacer que se ore por la venida de Cristo para que rija la tierra con justicia (Mat 6:10).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Salmo 94 (Vg 93): Invocación a Dios como Juez.
C omo en otros salmos, en éste se plantea el problema de la retribución moral,1 aunque concretando el problema a las relaciones de Yahvé con los israelitas 2. El salmista se hace eco de una situación lastimosa de Israel oprimido, sin determinar si ello obedece a una invasión extranjera o a la conducta desaprensiva de jueces y gobernadores inicuos de la nación. En un arranque cíe sentimiento de justicia, el poeta pide la intervención divina para castigar tanta insolencia y soberbia insoportables. Esta idea domina la primera parte del salmo (1-11). En la segunda, en cambio, en nombre de Israel y en nombre propio, fomenta los sentimientos de confianza y de fe en Yahvé como protector de los justos y castigador de los inicuos (12-23). El salmista tiene experiencias propias sobre esta conducta retributiva de Dios, y basa, sobre todo, sus convicciones en la fe en la justicia divina indefectible. Como es ley en estas composiciones sapienciales, el salmista termina lanzando imprecaciones contra los impíos.
Desde el punto de vista literario, se mezclan el tono deprecativo, imprecativo y aun didáctico sapiencial, sobre todo en la segunda parte. El estilo es variado y vigoroso, sin amaneramientos convencionales.
Según el título de la versión griega, esta composición es obra de David, y así lo supone algún autor antiguo 3; pero los críticos modernos niegan comúnmente esta paternidad davídica; y, corno en la mayor parte de los salmos, clan lechas muy divergentes sobre su composición: época de Manases (s.VII a.C.)4, época persa5, época de los Macabeos 6. Las concomitancias conceptuales con algunos libros sapienciales, como Job y Proverbios, hacen pensar que el salmo fue redactado en época posterior al destierro babilónico.
Apelación a Yahvé contra los opresores (1-11).
1 ¡Dios de las venganzas, Yahvé; Dios de las venganzas, muéstrate! 2 álzate, Juez de la tierra; da a los soberbios su merecido. 3 ¿Hasta cuándo los impíos, ¡oh Yahvé! hasta cuándo los impíos triunfarán, 4 hablarán proterva y jactanciosamente y discursearán con arrogancia todos los obradores de iniquidad? 5 Aplastan, Yahvé, a tu pueblo, oprimen a tu heredad. 6 Asesinan a la viuda y al peregrino, y a los huérfanos dan muerte. 7 Y se dicen: “No ve Yahvé, no entiende el Dios de Jacob.” 8 Entended, necios del pueblo; vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis cuerdos? 9 El que hizo el oído, ¿no va a oír? 7; y el que formó el ojo, ¿no va a ver? 10El que instruye a las gentes, ¿no va a reprender? El que enseña al hombre la sabiduría… 11 Conoce Yahvé los pensamientos de los hombres (y sabe) cuan vanos son.
En tono enfático, no exento de nerviosismo e inquietud, el poeta se dirige directamente a Yahvé, al que define como Dios de las venganzas, expresión que equivale a Dios justiciero. A El compete castigar al impío y manifestar su justicia en favor de sus fieles 8. Para la sensibilidad religiosa del salmista, la moral ha sido ultrajada en extremo, y es precisa la intervención punitiva del Juez de la tierra 9. Los malvados se enorgullecen insolentemente de sus crímenes y atropellos, y esta situación está clamando por la intervención justiciera del Omnipotente l0. El tono cíe protervia y arrogancia de los que impunemente pasan por encima de todas las exigencias de la equidad exaspera al alma del justo atribulado e in-comprendido. La maldad domina por doquier; el pueblo israelita, la heredad de Yahvé11, es atropellado inconsideradamente;. y las víctimas son precisamente las de las clases desheredadas: viudas, peregrinos y huérfanos, la trilogía habitual en las recriminaciones proféticas 12. Esto clama por la venganza divina inmediata.
Por otra parte, la insolencia va unida al cinismo y ateísmo práctico más descarado, pues con toda impudencia declaran los malvados que Yahvé no se preocupa de lo que pasa en la sociedad, pues no entiende (v.7). Del hecho de que no intervenga castigándolos, deducen la consecuencia de que está ausente de la vida humana 13. Para ellos, pues, resulta pueril la postura de los yahvistas fieles, que se sacrifican por mantener su integridad moral y espiritual. El salmista, ante tanta estolidez, hace una llamada a la cordura (v.8), ya que Dios contempla todo desde arriba, y su intervención justiciera será inexorable cuando llegue el momento oportuno señalado por su providencia.
En estilo sapiencial discursivo, el poeta recuerda que por necesidad tiene Yahvé que estar presente a las cosas de los hombres; si El ha formado los órganos visuales y auditivos, no va a estar privado de ellos 14. Y, por otra parte, el que impone reglas de vida a los hombres, instruyéndoles en sus caminos, no va a desinteresarse de su cumplimiento (v.10). El argumento es parecido al de Abraham en el coloquio con Dios sobre el destino de Sodoma: “El juez de la tierra toda, ¿no va a hacer justicia?”15 De modo similar, si Yahvé ha impuesto unas normas de vida, necesariamente ha de reprender a los incumplidores de ellas, pues contrarían a su expresa voluntad. Por otra parte, a Dios no se le escapa la vaciedad de los pensamientos humanos (v.11), y, por tanto, puede calibrar el grado de culpabilidad de cada uno.
Yahvé instruye y sostiene a los justos en las pruebas (12-23).
12 Bienaventurado el hombre a quien tú educas, ¡oh Yahvé! al que instruyes por tu ley, 13 para que esté tranquilo en los días aciagos, en tanto que se cava para el impío la fosa. i4 Pues no abandona Yahvé a su pueblo, no desampara su heredad, ] 5 sino que devolverá la justicia al juicio, y en pos de ella (irán) los rectos de corazón. 16 ¿Quién se levantará por mí contra los malvados? ¿Quién estará conmigo contra los obradores de iniquidad? 17 Si Yahvé no me hubiera ayudado, por poco habitaría ya mi alma en la morada del silencio. 18 Apenas decía yo: “Vacilan mis pies,” tu piedad, ¡oh Yahvé! me sostenía. l9 Y en las muchas angustias de mi corazón, alegraban mi alma tus consuelos. 20 ¿Puede ser acaso. aliado tuyo el tribunal de malvados que forja la iniquidad bajo pretexto de ley? 2l Conspiran contra el alma del justo y condenan la sangre inocente. 22 Pero Yahvé es para mí una ciudadela, y mi Dios es la Roca de mi salvación. 23 El arrojará sobre ellos su misma perversidad, y con su misma malicia los aniquilará; los hará perecer Yahvé, nuestro Dios.
El salmista se consuela y consuela a los yahvistas declarando que son los predilectos cíe Yahvé, al ser educados conforme a sus preceptos salvadores. Sólo viviendo conforme a la ley divina puede el hombre encontrar la tranquilidad en los días aciagos, pues sabe que a su lado está Dios con su omnipotencia salvadora. Al contrario, la prosperidad del impío es aparente, pues sin darse cuenta se le está cavando la fosa (v.13). El símil es el de los cazadores que preparan la fosa y la cubren para que en ella caiga la presa 16. La seguridad del justo se basa en las promesas de Yahvé, que nunca abandonará a su pueblo ni a sus fieles 17. Israel es su heredad 18, y, en consecuencia, no puede desinteresarse de sus destinos históricos. Por eso, aunque ahora la administración de la justicia esté en manos de jueces corrompidos, llegará el momento en que volverá la justicia al juicio, es decir, la equidad volverá a presidir los tribunales judiciales para bien del pueblo sufrido. Entonces llegará la hora de los rectos de corazón, que la seguirán ilusionados (v.15).
Hablando en nombre propio, el salmista expone su situación personal, reconociendo la intervención divina en su favor. Frente a los malvados está Yahvé (v.16). En situaciones críticas ha sentido su providencia salvadora, pues sin su intervención, ahora estaría en la morada del silencio, la región tenebrosa de los muertos 19. Cuando sentía sus pies resbalar, el apoyo divino le sostenía, y la asistencia divina era el único consuelo en sus horas amargas.
Dios no puede aliarse con los que conspiran contra su ley 20, conspiran contra el inocente, derramando su sangre. En cambio, está siempre con el justo para salvarlo; y al final terminará por hacer justicia sobre los impíos, lo que para los fieles yahvistas es una satisfacción, ya que se ven rehabilitados en el reconocimiento de su virtud y de sus esperanzas en Yahvé Salvador 21.
1 Cf. Sal 49; 73. – 2 Cf, 1Sarn 12:33; Eco 32:22-23; Eco 33:1-3; Eco 47:222Cr 3:10-11; 2Cr 96:10. – 3 teodoreto de ciro: PG 80,1629. – 4 Así Háfevy. – 5 Hipótesis de Hitzig, Duhm, Briggs. – 6 Opinión de Podechard, – 7 Hizo: el TM “plantó.” – 8 Cf. Deu 33:2; Sal 50:2; Nah 1:2; Rom 12:19; Sal 80:2. – 9 Cf. Gen 18:25; Sal 9:20; Sal 50:6; Sal 75:8. – 10 Cf. Sal 74:10; Sal 82:2; Sal 90:13. – 11 Cf. Sal 14:4; Sal 28:9; Sal 78:71; Sal 83:4. – 12 Cf. Deu 11:18-19; Deu 12:29; Deu 16:11-14; Deu 24:17-21; Deu 27:19; Zac 7:10; Sal 10:Sal 14:18; 68:5,- – 13 Cf, Sal 58:9; Sal 73:11. – 14 Cf. Sal 33:13-15; Pro 20:12; Exo 4:11, – 15 Gen 18:25. – 16 Cf. Sal 7:16; 35:8:Sal 57:7. – 17 Cf, i Sara 12:22; Jer 1:7; Rom 11:1-3. – 18 Cf. Exo 19:5. – 19 Cf. Sal 115:17; Sal 9:18. – 20 Cf. Sal 31:14; Sal 35:1s; Sal 55:19. – 21 Cf. Sal 9:10; Sal 18:3; Sal 34:9; Sal 40:3; Sal 48:4; Sal 59:10.
Fuente: Biblia Comentada
Dios de las venganzas. La venganza de parte de Dios no tiene el sentido de un deseo descontrolado de venganza, sino el de una justa retribución de parte del Juez eterno por transgresión de su ley. muéstrate. Aparécete; puede que incluso esté pidiendo una teofanía (cp. Sal 50:2; Sal 80:1).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La apremiante inquietud del salmista en este salmo es que los justos están siendo oprimidos, que los malvados mejoran, y que no parece que Dios se preocupe por ello. Por lo tanto, el salmista ruega a Dios que castigue a los malvados (cp. Sal 73:1-28; Sal 82:1-8).
I. Interpelación a Dios (Sal 94:1-2)
II. La arrogancia de los malvados (Sal 94:3-7)
III. Amonestación a los insensatos (Sal 94:8-11)
IV. Certidumbre para los justos (Sal 94:12-15)
V. Defensa de parte de Dios (Sal 94:16-23)
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Salmo 94 (93): Salmo de súplica individual en que se apela a Dios como juez universal ante la agresión de los malvados. Recurriendo a enseñanzas sapienciales (Sal 94:8-15), el salmista pone de relieve la necedad de quienes oprimen a los desvalidos y, con la certeza de que los crímenes de los malvados no quedarán impunes, reafirma desde la propia experiencia su absoluta confianza en la justicia divina.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
1Ts 4:6.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Salmos 93, 94. El Lugar de la Fe y el Lugar de la Oracion
La figura del Rey con su soberanía sin problemas (93:4) sobre las rugientes olas se fusiona en la obra del Juez (94:2) administrando al mundo donde los que hacen iniquidad … quebrantan («estruendo» o azote y «quebrantan» son palabras concordantes) a su pueblo (94:4, 5), donde el gobierno soberano se lleva a cabo en las acciones ordinarias de su divina providencia al establecer su orden en la vida (94:10, 12) y todavía espera su manifestación final (94:15, 23). La realidad espiritual de la majestad real divina (93:1) se enfrenta con la usurpación terrenal de los orgullosos (una palabra relacionada: 94:2) y del trono extraño (20). En la solemnidad calma y creyente, el pueblo del Señor aclama su realeza (Sal. 93) y en medio del ajetreo de la vida ve cómo gobierna el mundo (Sal. 94).
94:1-23 El Rey conocido por experiencia. “Todos admiten”, dice Calvino, “que Dios reina pero cuán pocos son los que usan este escudo para oponerse a los poderes hostiles del mundo.” Con estas palabras cruzamos el puente entre los Sal. 93 y 94. Nuestra fe descansa en su soberanía tranquila (Sal. 93), pero en la vida nos encontramos en el lugar de dificultades (4-7), con oposiciones de palabra (4), hecho (5, 6) y de una filosofía de vida (7) que no necesariamente niega la existencia de Dios, sino que opina que es inactivo, no intervencionista e irrelevante. Podemos sufrir oposición, pero no estamos sin consuelo: está (i) Dios el Creador que todo lo sabe (9), que no ha abdicado su trono de gobierno moral sobre el mundo (10) y quien conoce las realidades humanas más secretas (11). Sólo los torpes y necios (8, ver 92:6) pueden hacer caso omiso de estas verdades. (ii) El Dios de la providencia (12-15): las dificultades de la vida tienen su propósito moral (12, 13), la vida se apoya en una confianza interior en la fidelidad divina (14) y conduce a una sociedad justa venidera en la cual habrá libertad para vivir rectamente (15); (iii) El Dios del cuidado tierno (16-19); la vida puede por cierto ser solitaria, precaria y confusa pero el Señor está de nuestra parte, su amor es nuestro sostén y tenemos su consuelo en nuestros corazones. (iv) El Dios del triunfo seguro (20-23): porque como Juez de la tierra (2) no se acomodará a los gobernantes de este mundo corruptos, torturadores y moralmente pervertidos. Al contrario, mientras que ahora da pruebas de ser un refugio en el presente al final su juicio será exacto, destructivo y realizado personalmente. El Sal. 94 concluye (22) con la misma nota de descanso en la protección divina soberana que expresara el Sal. 93: la seguridad de que él está en control, que podemos refugiarnos en tal Dios, pero la verdad que liga todo en el Sal. 94 es la oración de que Dios da su recompensa (2) y la seguridad de que hará volver, “retribuirá” (23). La fe descansa en un Dios soberano (Sal. 93), pero es “por medio de la oración que luchamos” frente a un mundo hostil que nos zarandea. La oración es nuestra primera respuesta práctica a la soberanía divina: si es en verdad el Señor del Sal. 93, no hay mayor prioridad que volar a él al enfrentar las turbulencias de la vida (94:1-3).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
94.12, 13 A veces, Dios debe castigarnos para ayudarnos. Esto es similar al padre amoroso que disciplina a su hijo. El castigo no es muy agradable para el niño, pero es esencial para enseñarle la diferencia entre el bien y el mal. La Biblia dice que «ninguna disciplina al presente parecer ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (Heb 12:11). Cuando sienta la mano de corrección de Dios, acéptela como una prueba de su amor. Tome conciencia de que Dios lo impulsa a seguir sus sendas a pesar de su obstinación por andar en sus propios caminos.JUSTICIA EN EL LIBRO DE LOS SALMOSLa justicia es el tema principal en el libro de los Salmos. Los salmistas alaban a Dios porque es justo, claman a El para que intervenga e imparta justicia donde haya opresión y maldad, condenan al malvado que confía en su riqueza, exaltan al recto que es justo con sus vecinos.La justicia en los Salmos es algo más que simple sinceridad. Es intervención activa para el bien de los desvalidos, sobre todo los pobres. Los salmistas no desean exclusivamente que se le dé al pobre lo que necesita, sino claman a Dios para que destruya a las naciones que trastornan la justicia y oprimen al pueblo de Dios.Aquí tenemos algunos ejemplos de salmos que hablan acerca de la justicia. Cuando los lea, pregúntese: «¿Quién es mi vecino?» Mi estilo de vida (trabajo, pasatiempos, hábitos de compras, ofrenda), ¿ayuda o hiere a la gente que tiene menos que yo? ¿Qué puedo hacer esta semana para ayudar a un necesitado?»Los salmos que enfatizan este tema son: 7; 9; 15; 37; 50; 72; 75; 82; 94; 145.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) LXX tiene este encabezamiento: “Salmo de David, para el cuarto día de la semana”; Vg es similar.
(2) “Dios de.” Heb.: ’El.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 3306 Deu 32:35; Isa 35:4; Jer 50:28; Nah 1:2; Rom 12:19; 1Ts 4:6; 2Ts 1:6; Heb 10:30
b 3307 Sal 80:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Salmo 94 Este Salmo es un poema didáctico sobre sufrimiento causado por la tiranía. El rey de Israel habla como un sabio y organiza su poema en dos secciones: 1) Condenación de los tiranos (vers. 1-11); y 2) consolación de los oprimidos (vers. 12-23). La primera sección tiene dos estrofas. La primera, pide a Dios que se dé a conocer, juzgando al arrogante y al impío, terminando así la larga noche de la tiranía y asumiendo su responsabilidad como rey en defender al indefenso (vers. 1-7). La segunda estrofa reprende a los tiranos por su incredulidad en el gobierno moral divino, pues es absurdo pensar que el Dios creador no es también un educador moral (vers. 8-11). La segunda sección está dirigida a Dios y declara que un hombre que está siendo educado por Dios es bienaventurado (vers. 12, 13). También está dirigido a los oprimidos, asegurándoles que Dios les hará justicia (vers. 14, 15). El rey hace un llamado a su comunidad fiel a que permanezca firme, pues Dios es su ayuda (vers. 16, 17). El salmista se dirige a Dios y se consuela por su misericordia hacia él y por el rechazo divino de los impíos (vers. 18-20). De nuevo se dirige a los fieles para consolarlos con la realidad de que Dios es su defensor contra los malvados (vers. 21-23).
Fuente: La Biblia de las Américas
Esta lamentación podría bosquejarse así: la acusación contra el impío (vv. Sal 94:1-7); el llamado al impío (vv. Sal 94:8-11); la confianza del salmista en la justicia de Dios (vv. Sal 94:12-13).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
O, ha resplandecido