Biblia

Comentario de Santiago 1:19 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Santiago 1:19 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Sabed, mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira;

1:19 — «Por esto, mis amados hermanos». Los versículos del 19 al 27 tratan el tema de la actitud correcta del cristiano hacia la palabra de Dios, que le hizo nacer de nuevo. Tiene que recibirla y ponerla por práctica de continuo.

La Ver. Hispanoamericana dice, «Esto ya lo (letra cursiva) sabéis, mis amados hermanos». La Biblia de las Américas dice, «Esto sabéis, mis amados hermanos». Allí termina la frase. Los hermanos ya sabían que Dios emplea su Palabra para engendrar hijos. Por eso sabían las exhortaciones (las del versículo 19 al 27), respecto a actitudes debidas hacia esa Palabra. La idea parece ser ésta: «ya que sabéis que Dios nos engendra por su Palabra, actuad conforme a ese conocimiento al prestar atención a ella y ponerla por obra».

Hay dos palabras griegas muy similares en apariencia: oste e iste. La primera quiere decir, «Por esto», y la segunda, «Sabéis» o «Sabed» (pues la forma gramatical admite o modo indicativo o modo imperativo). Fácilmente el copista podría haber hecho un error al copiar el texto original. Los manuscritos considerados más fieles o correctos dicen iste. La Versión Valera Revisión de 1960 sigue los manuscritos que dicen oste.

— «todo hombre sea pronto para oír». Oír la palabra de Dios que da vida al muerto en pecados equivale a gustar «de la buena palabra de Dios» (Heb 6:5). En vista de lo que ella nos puede beneficiar, deberíamos todos desear oírla, con el fin de ponerla por obra. Los cristianos que no cultivan esta actitud hacia la Escrituras, pronto pueden llegar a ser «tardos para oír» (Hebreos 5:11). Es mandamiento de Cristo que oigamos, ya que nos dio oídos para ello (Mat 11:15; Mat 13:9, Apo 2:7).

— «tardo para hablar». Quedándonos dentro del contexto, vemos que Santiago está exhortando a los hermanos a estar dispuestos siempre a escuchar lo que la Palabra de Dios, que nos engendró, nos dice, y a la vez tardos para contradecirla, que sería discutir con Dios. Compárense Hch 13:45, Tit 1:10. ¡Desde luego Santiago no trata la cuestión de que se debe uno hablar lentamente o con prisa!

— «tardo para airarse». Cuando uno oye la Palabra de Dios, no debe ser pronto para airarse con lo que ella dice, sino ¡tardo! La tentación que quiere presentársenos en la carne es la de hacernos reaccionar contra las Escrituras, cuando oímos algo que nos condena o nos redarguye. Compárense Jer 36:1-32 (el caso del rey Joacim), y también Gál 4:16. La aplicación principal de estas palabras de Santiago tiene que ver con cómo oír la Palabra de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

sea pronto para oir. Neh 8:2, Neh 8:3, Neh 8:12-14, Neh 8:18; Neh 9:3; Pro 8:32-35; Ecl 5:1; Mar 2:2; Mar 12:37; Luc 15:1; Luc 19:48; Hch 2:42; Hch 10:33; Hch 13:42-44, Hch 13:48; Hch 17:11; 1Ts 2:13.

tardo para hablar. Stg 1:26; Stg 3:1, Stg 3:2; Pro 10:19; Pro 13:3; Pro 15:2; Pro 17:27; Pro 18:13, Pro 18:21; Pro 21:23; Ecl 5:2, Ecl 5:3.

tardo para airarse. Neh 9:17; Pro 14:17, Pro 14:29; Pro 15:18; Pro 16:32; Pro 17:14; Pro 19:11, Pro 19:19; Pro 25:28; Ecl 7:8, Ecl 7:9; Mat 5:22; Gál 5:20, Gál 5:21; Efe 4:26, Efe 4:31; Col 3:8, Col 3:15.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La conclusión de la introducción de Santiago (vv. Stg 1:2-18) es que el enfrentar las pruebas lleva a la corona de vida (v. Stg 1:12) y que la sumisión ante la tentación puede llevar a la muerte física (v. Stg 1:15). Tal es el caso del creyente que en medio de una prueba necesita ser pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse. Esas tres exhortaciones muestran el resumen de esta carta (Stg 1:21-27; Stg 2:1-26 para «pronto para oír»; Stg 3:1-18 para «tardo para hablar»; Stg 4:1-17; Stg 5:1-18 para «tardo para airarse»).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

pronto para oír, tardo para hablar. Los creyentes deben dar respuesta positiva a las Escrituras y aprovechar toda oportunidad que se les presente para conocer mejor la Palabra de Dios y su voluntad (cp. Sal 119:11; 2Ti 2:15). Al mismo tiempo, deberían ser cautelosos para no convertirse en predicadores o maestros antes de lo debido (vea las notas sobre Stg 3:1-2; cp. Eze 3:17; Eze 33:6-7; 1Ti 3:6; 1Ti 5:22).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:19 — «Por esto, mis amados hermanos». Los versículos del 19 al 27 tratan el tema de la actitud correcta del cristiano hacia la palabra de Dios, que le hizo nacer de nuevo. Tiene que recibirla y ponerla por práctica de continuo.
La Ver. Hispanoamericana dice, «Esto ya lo (letra cursiva) sabéis, mis amados hermanos». La Biblia de las Américas dice, «Esto sabéis, mis amados hermanos». Allí termina la frase. Los hermanos ya sabían que Dios emplea su Palabra para engendrar hijos. Por eso sabían las exhortaciones (las del versículo 19 al 27), respecto a actitudes debidas hacia esa Palabra. La idea parece ser ésta: «ya que sabéis que Dios nos engendra por su Palabra, actuad conforme a ese conocimiento al prestar atención a ella y ponerla por obra».
Hay dos palabras griegas muy similares en apariencia: oste e iste. La primera quiere decir, «Por esto», y la segunda, «Sabéis» o «Sabed» (pues la forma gramatical admite o modo indicativo o modo imperativo). Fácilmente el copista podría haber hecho un error al copiar el texto original. Los manuscritos considerados más fieles o correctos dicen iste. La Versión Valera Revisión de 1960 sigue los manuscritos que dicen oste.
–«todo hombre sea pronto para oír». Oír la palabra de Dios que da vida al muerto en pecados equivale a gustar «de la buena palabra de Dios» (Heb 6:5). En vista de lo que ella nos puede beneficiar, deberíamos todos desear oírla, con el fin de ponerla por obra. Los cristianos que no cultivan esta actitud hacia la Escrituras, pronto pueden llegar a ser «tardos para oír» (Hebreos 5:11). Es mandamiento de Cristo que oigamos, ya que nos dio oídos para ello (Mat 11:15; Mat 13:9, Apo 2:7).
–«tardo para hablar». Quedándonos dentro del contexto, vemos que Santiago está exhortando a los hermanos a estar dispuestos siempre a escuchar lo que la Palabra de Dios, que nos engendró, nos dice, y a la vez tardos para contradecirla, que sería discutir con Dios. Compárense Hch 13:45, Tit 1:10. ¡Desde luego Santiago no trata la cuestión de que se debe uno hablar lentamente o con prisa!
–«tardo para airarse». Cuando uno oye la Palabra de Dios, no debe ser pronto para airarse con lo que ella dice, sino ¡tardo! La tentación que quiere presentársenos en la carne es la de hacernos reaccionar contra las Escrituras, cuando oímos algo que nos condena o nos redarguye. Compárense Jer 36:1-32 (el caso del rey Joacim), y también Gál 4:16. La aplicación principal de estas palabras de Santiago tiene que ver con cómo oír la Palabra de Dios.

Fuente: Notas Reeves-Partain

CUÁNDO SER RÁPIDOS O LENTOS

Santiago 1:19-20

Todo esto ya lo sabíais, queridos hermanos. Que cada cual esté siempre dispuesto para oír, pero se lo piense cuando debe hablar y no se precipite cuando esté indignado; porque la ira del hombre no produce la justicia que quiere Dios.

Ha habido pocos sabios- que no se hayan dado cuenta de los peligros que entraña el estar demasiado dispuestos para hablar y demasiado poco para escuchar. Se podría trazar una lista interesante de cosas en las que es mejor ser rápido y de cosas es las que es mejor ser lento. En Los dichos de los padres de la Mishná leemos: «Hay cuatro clases de discípulos: los rápidos para escuchar y rápidos para olvidar (lo que ganan por un lado lo pierden por otro); lentos para escuchar y lentos para olvidar (compensan lo que pierden con lo que ganan); rápidos para escuchar y lentos para olvidar (esos son los sabios), y lentos para escuchar y rápidos para olvidar (no valen para nada).» Ovidio recomendaba a los hombres que fueran lentos para castigar, pero rápidos para prenriar. Filón aconsejaba a un hombre que fuera rápido para beneficiar a los demás, y lento para hacerles ningún daño.

En particular, a los sabios les impresionaba la necesidad de ser lentos para hablar. Rabí Simeón decía: «Todos mis días he crecido entre los sabios, y no he encontrado nada tan bueno para un hombre como el silencio… El que multiplica las palabras da ocasión al pecado.» Jesús ben Sirá escribe: «Sé rápido para escuchar la palabra para poder entender.:. Si tienes entendimiento, responde a tu vecino; si no, tápate la boca con la mano, no sea que se te sorprenda en una palabra impertinente y quedes mal» (Eclesiástico 5:11s). Proverbios está lleno de los peligros de precipitarse a hablar. «Cuando se multiplican las palabras, no falta la transgresión; pero el prudente refrena sus labios» (10:19). » El que controla la boca conserva la vida; él que abre los labios más de la cuenta acaba en ruina» (13:3). «Hasta a un necio que guarda silencio se le toma por sabio» (17:28). «¿Te fijas en el que se precipita a hablar? Más se puede esperar de un tonto que de él» (29:20).

Hort dice que el que es bueno de veras está más deseoso de escuchar a Dios que de pregonar sus opiniones gárrula, estridente y arrogantemente. Los autores clásicos tenían la misma idea. Zenón decía: «Tenemos dos orejas, pero una sola boca para que aprendamos a oír más y hablar menos.» Cuando le preguntaron a Demonax cómo se podía gobernar mejor, contestó: «Sin ira, hablando poco y escuchando mucho.» Bías decía: «Si aborreces el hablar precipitadamente, no caerás en el error.» Una vez alabaron a un gran lingüista diciendo que podía guardar silencio en siete idiomas diferentes. Muchos de nosotros haríamos bien en hablar menos y escuchar más.

El consejo de Santiago es que también debemos ser lentos para indignarnos. Probablemente está saliendo al paso de algunos que dicen que a veces tienen que ponerse incandescentes de ira para reprender o denunciar el mal. Y hay mucho de verdad en eso, porque el mundo estaría peor todavía sin los que exponen y condenan los abusos y las tiranías del pecado. Pero demasiado a menudo se despotrica petulantemente y con una actitud intolerante y condenatoria.

El maestro tiene la tentación de enfadarse con los lentos y torpes, y todavía más con los perezosos. Pero, excepto en las más raras ocasiones, conseguirá mejores resultados animando que azotando, aunque sea sólo con la lengua. El predicador tendrá la tentación de enfurecerse. Pero «¡No eches la bronca!» es un buen consejo que se le puede dar siempre, porque perderá su autoridad siempre que deje de mostrar con sus gestos o sus palabras que ama a su gente. Cuando la ira en el púlpito da la impresión de disgusto o desprecio, no puede convertir las almas. Los padres tienen la tentación de ponerse furiosos; pero eso es más probable que produzca una actitud más testaruda de resistencia a dejarse controlar o dirigir. El acento del amor tiene siempre más poder que el de la ira; y cuando la ira se convierte en una constante irritación y en un disgusto petulante, hace más mal que bien.

El ser lentos para hablar, lentos para airarnos, prontos para escuchar, es siempre una buena táctica en la vida.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Sir 5:11; Sir 7:9.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Sepan: Según variante avalada por bastantes mss., aunque no los más antiguos y mejores, habría que traducir: Por tanto, hermanos míos queridos, sean diligentes para.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El escuchar y el hacer. ¿Cuál será el resultado de esta vida o sabiduría que proviene de Dios? Será una lengua controlada. La ira humana, llámesela justa o no, no produce el tipo de justicia que es de Dios. Por lo tanto, la persona sabia será lenta en abrir su boca y aun más lenta para expresar ira. Por cierto, Santiago argumenta que una aceptación humilde del evangelio (la palabra implantada) significará librarse de toda expresión airada (como muestran 3:9 y 4:1, 2, o sea que es el estallido airado y no el sentimiento íntimo lo que está en consideración) y de todos los otros tipos de mal, aun si son plenamente aceptadas por el mundo.

Pasando al tercer punto, Santiago señala que no basta con conocer la Escritura o la enseñanza piadosa. El simple conocimiento es algo inútil. Es peor aun que algo inútil, porque quien piensa que conocer la Biblia convierte a alguien en piadoso se engaña a sí mismo. Al contrario, lo que le hace piadoso es el ser hacedores. ¿Cuál es la fuente de esta enseñanza para Santiago? La perfecta ley de la libertad es lo que debe ser obedecido, y eso es el AT interpretado por Jesús junto con sus demás enseñanzas. Como él también dijo, lo que produce bendición no es el oír de palabras sino el obedecerlas (Mat. 7:24-27).

Esto significa que uno puede reconocer a los que son realmente piadosos por su estilo de vida. Los que tienen lenguas incontrolables (y así explotan a menudo en ira o rencillas) sólo realizan prácticas religiosas indignas. Realmente no aman a Dios en sus corazones. El tipo de piedad que Dios busca tiene dos características, que son los dos lados de una misma moneda. Primera, cuida del pobre (los huérfanos y las viudas son dos de los cuatro grupos principales de pobres en el AT). Segunda, se ha guardado sin mancha del mundo, lo que quiere decir que no está buscando seguridad o progreso en términos de lo que es valorado por los que están en el mundo. Como no ama al mundo, no hay necesidad de retener el dinero. Por lo tanto, esas personas pueden ser generosas y dar con liberalidad.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

k 37 Pro 10:19; Pro 17:27

l 38 Ecl 7:9; Mat 5:22

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

19 (1) O, Sabed esto.

19 (2) El oír nos tienta a hablar, y el hablar es el fuego que enciende la ira (cfr. 3:6). Si refrenamos nuestro hablar (cfr. v.26), apagamos nuestra ira. Lo que Jacobo dice aquí, con la intención de fortalecer su perspectiva de la perfección cristiana práctica, tiene el mismo tono que los proverbios del Antiguo Testamento ( Pro_10:19 ; Pro_14:17).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Sabed… TR añade esto.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

B413 Εἰς τό con un infinitivo se usa como el simple infinitivo para limitar los adjetivos ταχύς y βραδύς (comp. T143): pronto para oir, tardo para hablar.

H222 Ἴστε debe tomarse como un imperativo: sepan esto (y no un indicativo) dondequiera que aparezca, excepto quizá en Heb 12:19 (comp. R329 y BD99 [2]).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, Sabed esto

Fuente: La Biblia de las Américas

TR añade esto.

Fuente: La Biblia Textual III Edición