Biblia

Comentario de Santiago 3:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Santiago 3:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? ¡Que demuestre por su buena conducta sus obras en la mansedumbre de la sabiduría!

3:13 — Es muy probable que Santiago en los versículos 13-18 continué la discusión sobre maestros en particular, la cual comenzó en el versículo 1. (Desde luego los principios tratados en esta sección se aplican a toda persona).

— «¿Quién… vosotros?» El entendido tiene conocimiento de hechos y verdades; el sabio tiene la habilidad para emplearlos o aplicarlos. El conocimiento viene del estudio; la sabiduría, de Dios (1:5).

La frase, «sabio y entendido», aparece en Deu 1:13. Jesús prometió enviar maestros al mundo, llamándolos «sabios» (Mat 23:34).

— «Muestre por… mansedumbre». No está diciendo Santiago que un maestro sabio y entendido debe mostrar tales cualidades, sino que ¡su buena conducta, compuesta de buenas obras en sabia mansedumbre, es la evidencia de que de veras es maestro sabio y entendido! La falta de esas cualidades prueban, o demuestran, que él no es lo que profesa ser. Si hay falta de mansedumbre en el maestro, también hay falta de sabiduría divina (aunque tenga mucho conocimiento).

El Maestro de maestros, Jesucristo, era manso (Mat 11:29). También era bueno (Jua 10:11; Mat 19:17). El maestro perteneciente a Cristo, pues, va a evidenciar buena conducta; va a ser manso («la mansedumbre de sabiduría» — Versión La Biblia de las Américas).

El ser maestro sabio y entendido no es probado por palabras, sino por conducta de vida. Es fácil hablar y reclamar, pero ¡la demostración consiste en obras!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Quién es sabio. Stg 3:1; Sal 107:43; Ecl 8:1, Ecl 8:5; Jer 9:12, Jer 9:23; Mat 7:24; 1Co 6:5; Gál 6:4.

y entendido entre vosotros. 2Cr 2:12, 2Cr 2:13; Job 28:28; Isa 11:3; Dan 2:21.

muestre por. Stg 2:18; Isa 60:6; 2Co 8:24; 1Pe 2:9.

la buena conducta. Flp 1:27; 1Ti 4:12; Heb 13:5; 1Pe 2:12; 1Pe 3:1, 1Pe 3:2, 1Pe 3:16.

en sabia mansedumbre. Stg 3:17; Stg 1:21; Núm 12:3; Sal 25:9; Sal 45:4; Sal 149:4; Isa 11:4; Isa 29:19; Isa 61:1; Sof 2:3; Mat 5:5; Mat 11:29; Mat 21:5; 2Co 10:1; Gál 5:23; Gál 6:1; Efe 4:2; Col 3:12; 1Ti 6:11; 2Ti 2:25; Tit 3:2; 1Pe 3:4, 1Pe 3:15.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Un contraste entre la sabiduría que Dios da (vv. Stg 3:13, Stg 3:17, Stg 3:18) y la sabiduría de la humanidad caída (vv. Stg 3:14-16).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La solución para el problema de controlar nuestra lengua es buscar la sabiduría divina (Stg 1:5). La persona que posee sabiduría de lo alto (v. Stg 1:17) la demostrará con las obras, no sólo con palabras. Es decir, los creyentes deben ser tardos para hablar (Stg 1:19).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

sabio y entendido. La palabra «sabio» era muy común en griego para aludir a cualquier experto en la filosofía y el conocimiento especulativo, pero los hebreos le añadieron un significado mucho más rico que incluía la aplicación habilidosa del conocimiento a los asuntos de la vida práctica. La palabra «entendido» solo se emplea aquí en el NT y se refiere a un especialista o profesional que podía aplicar con habilidad su experiencia y pericia a situaciones prácticas. Santiago pregunta aquí quién tiene habilidad verdadera en el arte de vivir la vida. sabia. Del tipo que solo proviene de Dios (vea la nota sobre Stg 1:5; cp. Job 9:4; Job 28:1-28; Sal 104:24; Sal 111:10; Pro 1:7; Pro 2:1-7; Pro 3:19-20; Pro 9:10; Jer 10:7; Jer 10:12; Dan 1:17; Dan 2:20-23; Rom 11:33; 1Co 1:30; Efe 3:10; Col 2:3). mansedumbre. También se traduce «amabilidad» y es todo lo opuesto a la arrogancia y la promoción individual (vea la nota sobre Mat 5:5; cp. Stg 1:21; Núm 12:3; Gál 5:23). Los griegos describían la mansedumbre como «poder bajo control».

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

En el v. Stg 3:13, Santiago hace una transición para pasar de discutir a los maestros y la lengua a tratar el efecto de la sabiduría en la vida de todos. Respalda así la verdad de la literatura del AT dedicada al tema de la sabiduría (Job a Cantar de los cantares), en el sentido de que la sabiduría se divide en dos ramas: la sabiduría del hombre y la sabiduría de Dios.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:13 — Es muy probable que Santiago en los versículos 13-18 continué la discusión sobre maestros en particular, la cual comenzó en el versículo 1. (Desde luego los principios tratados en esta sección se aplican a toda persona).
–«¿Quién… vosotros?» El entendido tiene conocimiento de hechos y verdades; el sabio tiene la habilidad para emplearlos o aplicarlos. El conocimiento viene del estudio; la sabiduría, de Dios (1:5).
La frase, «sabio y entendido», aparece en Deu 1:13. Jesús prometió enviar maestros al mundo, llamándolos «sabios» (Mat 23:34).
–«Muestre por… mansedumbre». No está diciendo Santiago que un maestro sabio y entendido debe mostrar tales cualidades, sino que ¡su buena conducta, compuesta de buenas obras en sabia mansedumbre, es la evidencia de que de veras es maestro sabio y entendido! La falta de esas cualidades prueban, o demuestran, que él no es lo que profesa ser. Si hay falta de mansedumbre en el maestro, también hay falta de sabiduría divina (aunque tenga mucho conocimiento).
El Maestro de maestros, Jesucristo, era manso (Mat 11:29). También era bueno (Jua 10:11; Mat 19:17). El maestro perteneciente a Cristo, pues, va a evidenciar buena conducta; va a ser manso («la mansedumbre de sabiduría» –Versión La Biblia de las Américas).
El ser maestro sabio y entendido no es probado por palabras, sino por conducta de vida. Es fácil hablar y reclamar, pero ¡la demostración consiste en obras!

Fuente: Notas Reeves-Partain

UNO QUE NO DEBERÍA SER MAESTRO

Santiago 3:13-14

¿Hay alguien entre. vosotros que sea sabio e inteligente? Pues que demuestre por la amabilidad de su conducta que todo lo que hace lo hace con buena intención. Pero, si tenéis en el corazón un celo amargo y una ambición egoísta, no os chuleéis arrogantemente de vuestros triunfos, porque estaríais falsificando la verdad.

Santiago vuelve, como si dijéramos, al principio del capítulo. Su razonamiento sigue el siguiente curso: «¿Hay alguien entre vosotros que quiera ser un verdadero sabio y un auténtico maestro? Pues que viva una vida tan llena de gracia que demuestre a todos que la amabilidad es la que gobierna su vida y es el poder controlador de su corazón. Porque, si está lleno de fanatismo, y a todas luces controlado por una ambición personal y egoísta, entonces, todo lo que pretenda en su arrogancia, todo lo que haga, estará lejos de la verdad que profesa enseñar.»

Santiago usa aquí dos palabras interesantes. La que usa para celo es zélos. Zélos no tiene por qué tener un sentido malo. Podría querer decir, como celo en español, la noble emulación que uno siente cuando se encuentra ante la personificación de la grandeza y de la bondad. Pero a veces hay una línea muy tenue entre la noble emulación y la vulgar envidia. La palabra que usa para ambición egoísta es eritheía, que tampoco tenía originalmente un sentido peyorativo. En un principio quería decir contratar como hilandera, y se empleaba para designar a las asistentas en general. De ahí pasó a significar cualquier trabajo que se hace a sueldo; y luego, la clase de trabajo que no se hace más que por la paGálatas Luego se introdujo en el campo de la política, y llegó a significar la ambición egoísta que no busca más que el propio encumbramiento, y que está dispuesta a utilizar cualesquiera medios para conseguir su fin.

Maestros y profesores tienen siempre una doble tentación.

(i) Los ataca la tentación de la arrogancia. Era el pecado característico de los rabinos. Los más elevados maestros de Israel eran plenamente conscientes de ese peligro. En los Dichos de los padres leemos: «El que es arrogante en sus decisiones es estúpido, malvado, orgulloso de espíritu.» Uno de los sabios aconsejaba: «Tus colegas son libres para seguir o no tu parecer; no se lo tienes que hacer tragar.» Pocos están en tan constante peligro espiritual como los maestros y los predicadores. Están acostumbrados a que los escuchen y a que se acepten sus palabras. Sin darse cuenta llegan a la actitud que ironizaba Shakespeare:

¡Yo soy el Señor Oráculo,

y cuando abro los labios, que no ladre perro alguno!

Es muy difícil ser maestro o predicador y seguir siendo sencillo; pero es absolutamente necesario.

(ii) Los ataca la tentación de la agresividad. Sabemos lo fácilmente que «la discusión intelectual engendra pasión.» Se conoce también el odium theologicum. Sir Thomas Browne tiene un pasaje sobre el salvajismo que reina entre los investigadores: «Son gente de paz, no llevan armas, pero tienen la lengua más afilada que una navaja de afeitar; llegan más lejos con sus plumas, y hacen más ruido que el trueno; yo preferiría enfrentarme con el ataque de un basilisco antes que a la furia de su pluma despiadada.» Y en España decía alguien a unos extranjeros que objetaban a la crueldad de las corridas de toros, que eso no era nada comparado con la que se desplegaba en las oposiciones a cátedras de universidad. Una de las cosas más difíciles del mundo es discutir sin pasión, y enfrentarse con los razonamientos sin herir. El estar totalmente convencido de lo que uno cree sin ridiculizar lo que creen otros es sumamente difícil; pero es de primera necesidad para el profesor o el maestro cristiano. Podemos encontrar en este pasaje cuatro características del magisterio que no es como es debido.

(i) Es fanático. Defiende su verdad con violencia desequilibrada más que con convicción razonada.

(ii) Es agresivo. Considera a sus oponentes como enemigos a los que tiene que aniquilar, y no como amigos a los que tiene que convencer.

(iii) Es egoístamente ambicioso. Tiene más interés en desplegarse a sí mismo que en desplegar la verdad; la única victoria que le interesa es la de sus opiniones personales, y no la de la verdad.

(iv) Es arrogante. Está orgulloso de lo que sabe, y no humilde por lo que no sabe. El verdadero intelectual será mucho más consciente de lo que no sabe que de lo que sabe.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Antídoto para la lengua

Santiago nos ha dejado en un punto desesperado. ¿Quién puede controlar su lengua? ¿Cómo podemos librarnos de su terrible poder y llegar a la perfección? Es el mismo clamor que hemos sentido al final de 1:4. La respuesta es la misma que el autor dio allí: no necesitamos nuestro propio poder sino la divina sabiduría de Dios.

Santiago comienza su análisis mostrando la diferencia entre uno que tiene sabiduría divina y otro que no la tiene. La persona realmente sabia se caracteriza por su buena conducta, o sea un estilo de vida que es bueno de acuerdo con la enseñanza de Jesús. Esa persona también mostrará la mansedumbre de la sabiduría. Uno de los problemas de las iglesias que Santiago conocía era que los maestros se atacaban entre sí y estaban agresivamente a la defensiva. La mansedumbre es lo opuesto a la agresión. Moisés es el ejemplo máximo de una persona mansa (Núm. 12:3). En la historia donde se lo llama “manso” (o humilde), estaba siendo atacado indebidamente por otros dos líderes. En vez de responder de la misma manera (ya que, después de todo, él había tenido visiones y revelaciones de Dios mayores que las de aquellos), humildemente se ca lló y ni siquiera se defendió. Al fin Dios intervino y lo defendió. Esa falta de necesidad de autodefensa es el ejemplo que el autor presenta de una persona llena de sabiduría.

Algunos de los maestros (y otras personas) que estaban teniendo discusiones en las iglesias que Santiago conocía, sin embargo, eran muy distintos de este ejemplo. Se caracterizaban por amargos celos y contiendas. Probablemente, describían su envida como “celo” en el sentido en que lo fue Fineas (Núm. 25:10), pero mientras que el celo puede ser bueno, este celo no era realmente del espíritu de Dios, porque no se caracterizaba por la mansedumbre. Esta era envidia disfrazada. Lo que Santiago describe como contiendas quizá era visto por ellos como una lucha por la verdad o por mantener la pureza del grupo. El término que usa el autor podría ser traducido por “rivalidades” porque estaban formando partidos más que manteniéndose en pro de la unidad de la iglesia. Declarar que esas actitudes eran la “sabiduría de Dios” y así jactarse de ellas es negar la realidad, la verdad de Dios. Esa no fue la forma de actuar de Jesús. Santiago declara que ciertamente tal actitud no es el don de sabiduría de Dios. El espíritu que inspira tal conducta no es del cielo, sino terrenal. Pertenece al mundo y a esta era. También es animal o “no espiritual”, término que Judas usa cuando habla para aquellos que “no tienen al Espíritu” (Jud. 19). Este espíritu de falsa sabiduría no sólo es de este mundo, sino que de hecho es diabólico. Declarando estar inspirada por Dios, esta gente, en su envidia y ambición, realmente está inspirada por el demonio. Santiago resume esto señalando que la envidia y la ambición no vienen solas, sino que llevan el desorden (una característica de los demonios que encontramos primero en 3:8) y toda práctica perversa, lo que se puede demostrar con un estudio de la historia de la iglesia.

La única protección verdadera contra esta falsa sabiduría y el mal que hay en la lengua es la sabiduría de Dios. El autor da una lista de las características de esta verdadera sabiduría que es muy similar a la que da Pablo como fruto del Espíritu (Gál. 5:22, 23). Es pura, lo que significa que la persona es sincera en su obediencia a Dios, sin tener motivos ocultos en su deseo de santidad. Es pacífica (Prov. 3:17; Heb. 12:11), lo que significa que produce paz en la iglesia. Es tolerante (BA, “amable”; Fil. 4:5; 1 Tim. 3:3), lo que quiere decir que no es combativa. Es complaciente, lo que indica a una persona que está dispuesta a aprender, ser corregida o de otro modo responder gozoso al liderazgo piadoso. Está llena de misericordia y de buenos frutos, que se refiere a la ayuda caritativa que era tan importante para Santiago. Por supuesto, Dios siempre es misericordioso y dadivoso, de modo que quienes estén llenos de su sabiduría también serán así. Finalmente, es imparcial y no hipócrita, lo que significa que la persona tiene un corazón orientado solamente a seguir a Dios, a diferencia de la persona “de doble ánimo” de 1:8. El término no hipócrita se refiere a que no hay falsedad o actuación teatral en lo que hace una persona. Como una persona es en presencia de otra, así lo es en su ausencia.

Santiago resume todo este párrafo con un dicho que suena como un proverbio. Algunos eruditos creen que puede haberlo recibido de Jesús: El fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Esta es la solución a los problemas mencionados en 1:20; la ira humana no produce la justicia de Dios, pero hacer la paz sí la produce. Eso es también lo que dijo Jesús: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mat. 5:9). Son hijos de Dios porque están actuando como su verdadero Padre, produciendo el tipo de justicia que agrada a Dios. Esto es muy diferente de la ira y la contienda de caminos me ramente humanos para producir lo que los humanos llaman “justo”. El camino de Dios para hacer cosas requiere su sabiduría, su Espíritu.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

t 125 Mat 7:24; Gál 6:4; Stg 2:18

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

mansedumbre. Esto es lo opuesto a la arrogancia, y refleja en la persona una actitud de humildad y benignidad en todo lo que hace. Es incapaz de ofender; está libre de malicia y de venganza; es sabia en lo que hace. Tiene control de su vida por el poder del Espíritu de Dios (Gá 5:22– 23).

Fuente: La Biblia de las Américas

13 (1) Lit, a partir de.

13 (2) Conducta ( Flp_1:27).

13 (3) Conforme al contexto, la mansedumbre de la sabiduría seguramente denota restringirse al hablar. Esto corresponde a Pro_10:19. Tal mansedumbre iguala la comprensión y la condescendencia (v.17), que están en contraste con los cejos amargos y la ambición egoísta expresados al jactarse y al mentir (v.14).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

La pregunta con que se abre este versículo, fija el tema de los vv. Stg 3:13-18. La respuesta es: La persona que recuerda sus responsabilidad es morales.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

T49 Τίς probablemente es un pronombre interrogativo en este versículo, ¿quién …? (comp. BD298[4] y MT93).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego