Comentario de Sofonías 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora!
Ay de la ciudad … y opresora. Isa 5:7; Isa 30:12; Isa 59:13; Jer 6:6; Jer 22:17; Eze 22:7, Eze 22:29; Amó 3:9; Amó 4:1; Miq 2:2; Zac 7:10; Mal 3:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Severa reprimenda a Jerusalén por sus diversos pecados, Sof 3:1-7.
Exhortación a esperar la restauración de Israel, Sof 3:8-13,
y a alegrarse en la salvación de Dios, Sof 3:14-20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Aquí la destinataria de la palabra proféticas es Jerusalén, la ciudad de David. Jerusalén se ha transformado en un centro de opresión, rebelión y apostasía. Pronto sería marcada por la destrucción. La expresión de congoja es reflejo del propio corazón de Dios. Los príncipes, jueces, profetas y sacerdotes, a quienes Dios designa especialmente para obrar con rectitud, eran más corruptos que el ciudadano «ordinario» de Jerusalén. Estos dirigentes destruían y defraudaban al débil, al necesitado y al indefenso.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
¡AY DE LA CIUDAD… OPRESORA! Después de condenar a las demás naciones, Sofonías se refirió de nuevo a los pecados de Jerusalén y del pueblo de Dios. Ellos se habían vuelto un pueblo que se oponía a Dios y a su ley. La decadencia moral había penetrado cada estrato de la sociedad, y ellos se negaban a escuchar a los verdaderos profetas de Dios.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
3. El Juicio punitivo de Dios.
Oráculo contra Jerusalén (1-8).
1 ¡Ay de la rebelde, de la contaminada, de la ciudad opresora ! 2 No quiso escuchar, no se dejó enseñar, no quiso acercarse a su Dios. 3 Sus príncipes son en medio de ella rugientes leones; sus jueces, lobos nocturnos, que no dejan nada que roer para la mañana. 4 Sus profetas son fanfarrones y pérfidos, sus sacerdotes profanan las cosas santas y violan la Ley. 5 Yahvé es justo en medio de ella, no hace El iniquidad; todas las mañanas establece su juicio a la luz, no falta nunca y no hay en El iniquidad. 6 Yo he exterminado a las naciones, he asolado sus torres y devastado sus caminos, sin que haya quien pase por ellos, y sus ciudades fueron saqueadas y no queda en ellas morador. 7Me dije: De cierto me temerás y aceptarás la corrección, y no se borrarán de sus ojos todos los castigos que le envié; pero se han apresurado a pervertir sus obras, 8Por eso, dice Yahvé, esperadme para el día en que me levantaré como testigo. Porque es mi propósito reunir a las gentes y juntar a los reinos para derramar sobre ellos mi ira, porque la tierra toda será consumida por el ardor de mi cólera.
El profeta designa a Jerusalén con el calificativo de rebelde l por sus transgresiones de la ley de Yahvé. Toda ella está contaminada, pues se ha apartado de su Dios, y las clases directoras, corno los príncipes, sacerdotes y profetas, han sido los primeros en delinquir, aprovechándose de su situación social 2. Por su voracidad insaciable son comparados a leones rugientes y a lobos nocturnos, que, abusando de su fuerza, esquilman al pueblo sencillo, sin dejar que roer para la mañana (v.3).
Los profetas falsos son fanfarrones, pues presentan con arrogancia oráculos de parte de Dios, cuando en realidad no son sino invenciones suyas para halagar al pueblo 3. Los sacerdotes, en vez de procurar que el pueblo reciba la ley de Dios, profanan las cosas santas, utilizando el santuario como medio exclusivo de lucro. Frente a esta conducta provocadora, el profeta presenta el proceder de Dios, siempre justo, y como todos los días sale la luz para iluminar a todos, así su juicio se manifiesta cada mañana en beneficio de todos.
Por otra parte, Yahvé ha mostrado tantas veces su omnipotencia, exterminando a las naciones enemigas de Judá (v.6), que era de esperar que su pueblo tomara escarmiento de estos juicios punitivos (v.7). Pero llega el momento solemne en que Yahvé se levantará como testigo contra todos los pecadores de las gentes y de Judá (v.8), y entonces será la hora de la cólera divina. Judá y Jerusalén están comprendidas en este juicio sobre todos los pueblos. A cada una les pedirá cuenta por su comportamiento frente a Dios. Es el juicio purificador que precederá a la manifestación mesidnica.
Anuncio de un reinado de justicia (9-13).
9 Entonces devolveré yo a los pueblos labios limpios para invocar todos el nombre de Yahvé y servirle con un solo hombro. 10 Desde más allá de los ríos de Etiopía, mis adoradores, mis dispersos, me traerán mis ofrendas. 11 En aquel día no te avergonzarás por las acciones con que prevaricaste contra mí, porque quitaré de en medio de ti a tus fanfarrones jactanciosos, y no volverás a engreírte por mi monte santo. 12 Dejaré en medio de ti como resto un pueblo humilde y modesto, que esperará en el nombre de Yahvé.13 El resto de Israel no hará iniquidad, no dirá mentira ni tendrá en su boca lengua mendaz, y se apacentarán y reposarán sin que haya nadie que los espante.
Tras del castigo purificatorio surge la nueva teocracia. El triunfo de Israel en las naciones traerá como consecuencia que todas adopten a Yahvé como su Dios único. Los labios de los paganos serán purificados para poder alabar a Yahvé con dignidad (v.9). Y como consecuencia de ese reconocimiento de Yahvé, los que se hallan en las tierras lejanas, mas allá de los ríos de Etiopía (v.10), traerán sus ofrendas al Dios común. La expresión mis dispersos 4 en boca de Yahvé no significa necesariamente los judíos de la dispersión, como han supuesto algunos autores, pues conforme a la afirmación del v.9 de que Yahvé dará labios limpios a los pueblos en general, parece normal que el v.10 se entienda en la misma acepción, y entonces mis dispersos se explica perfectamente en la boca de Yahvé, ya que todos le han reconocido para servirle con un solo hombro.
Después de este anuncio universalista mesiánico, el profeta vuelve a Jerusalén, que no ha de avergonzarse por las acciones. con que prevaricó. El sentido parece ser que, en ese día de reconocimiento por parte de todos los pueblos de Yahvé, Jerusalén no sentirá vergüenza de sus acciones malas pasadas, porque será purificada de todos los fanfarrones jactanciosos, o responsables de los errores pasados, pues los dirigentes se creían al abrigo de todo castigo divino por considerarse el pueblo predilecto de Yahvé.
Este orgullo no volverá a repetirse en los nuevos tiempos: no volverás a engreírte por mi monte santo (v.11b). Los ciudadanos de la nueva teocracia, salvados del castigo purificador, constituirán un resto. humilde y modesto (v.12). Los profetas habían echado en cara frecuentemente a sus contemporáneos la presunción y el orgullo, porque creían que podían salvar las situaciones con su fuerza material y alianzas políticas, prescindiendo de Yahvé5. En la nueva teocracia, el pueblo se comportará con espíritu de sinceridad ante su Dios (v.13). En recompensa, Yahvé los hará habitar en seguridad y paz, sin peligro de que los enemigos vuelvan a inquietarlos.
La restauración de Jerusalén (14-20).
14 ¡Exulta, hija de Sión! ¡Da voces jubilosas, Israel! ¡Regocíjate con todo el corazón, hija de Jerusalén! 15 Que Yahvé ha revocado los decretos dados contra ti y ha rechazado a tu enemigo. El rey de Israel, Yahvé, está en medio de ti.No verás ya más el infortunio. l6 Aquel día se dirá a Jerusalén: No temas, Sión. No desmayen tus manos, 17 que está en medio de ti Yahvé como poderoso Salvador;se goza en ti con alegría, te renovará en su amor 6, exultará sobre ti con júbilo 18 como en los días de fiesta 7. Yo haré perecer a los que te han abatido 8, se han convertido en afrentosa carga 9. 19 He aquí que en aquel tiempo arruinaré a todos tus opresores 10, y salvaré a la renga, y recogeré a la descarriada,y las haré objeto de alabanzas, y su confusión la haré gloria de la tierra toda. 20 En aquel tiempo os traeré,y entonces os congregaré y os haré objeto de gloria y alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando yo haga volver ante vuestros ojos a vuestros cautivos, dice Yahvé.
Después de la prueba purificatoria se inaugura una era gloriosa para Jerusalén, que debe exultar llena de júbilo. Yahvé ha revocado los decretos dados contra ti (v.15). Por muy dura que haya sido la prueba, se ha reservado un resto, que será el núcleo de la nueva teocracia. Ha pasado la hora de temor. El enemigo ha sido rechazado. El v.19 está tomado de Miq 4:6. Israel es comparado a un rebaño maltrecho y descarriado, que va a ser recogido amorosamente por Yahvé. La perspectiva del profeta se dirige al retorno de la cautividad (v.20).
1 Quizá haya un juego de palabras en el vocablo hebreo more’ah (“rebelde”) y Moría, la colina sobre la que, según la tradición, se asentaba Jerusalén (2Cr 3:1). – 2 Cf. Miq 3,is; Jer 2:26. – 3 Cf. Amo 8:14; Jer 23:32. – 4 La traducción es según los LXX. La palabra hebrea se presta a más interpretaciones, pues no es clara. – 5 Cf. Ose 14:4; Isa 30:16; Isa 31:1. – 6 Así según los LXX. – 7 Según el texto griego de los LXX. – 8 Reconstrucción seguida por Hoonacker, que propone trasponerlo después del v.lt? – 9 Bib. de Jér.: “para que no lleves el oprobio” (versión fundada en el texto griego). – 10 Bib. de Jér.: “Heme aquí a la obra con todos tus opresores.”
Fuente: Biblia Comentada
Tras pronunciar el juicio divino sobre las naciones, el profeta vuelve a pronunciar su lamento por Jerusalén. A causa de la posición favorecida de esa ciudad entre las naciones (cp. Éxo 19:5), se esperaba más de ella.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Jer 6:6-10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jerusalén. Casi como un artillero usando disparos de prueba para marcar su blanco, el profeta finalmente ha encontrado su alcance cuando le dispara a Jerusalén. Este es un poderoso dispositivo retórico en el que la audiencia ha sido introducida al mensaje porque están de acuerdo entusiastamente en que sus vecinos paganos y enemigos de tanto tiempo sean castigados. Sólo cuando ya están bien inmersos en el espíritu de condenación Dios presenta a los más endurecidos malhechores, los mismos de la audiencia, con su pecado (1-4), sin vergüenza (5) y su renuencia a arrepentirse (6, 7).
El poder retórico se aumenta al no identificar a la ciudad que va a ser condenada. Inmediatamente después de una profecía contra Nínive, los oyentes asumirán que ella es todavía el objeto. Sólo cuando se mencionan en el v. 2 los pecados específicos contra Jehovah, el Dios nacional de Israel, es que ellos comprenden que ellos mismos son los culpables.
La espada de dos filos del castigo de Dios es evidente aquí. Aunque esos que injustamente se oponen al pueblo de Dios sufrirán, su mismo castigo traerá liberación y sanidad a aquellos a los que ellos habían oprimido. Es importante mantener una relación correcta con Dios más que asumir que realmente existe, como a Judá mismo se le recuerda en los versículos siguientes.
1 Jerusalén, la capital de la nación del pacto de Dios que había sido escogida como modelo de santidad piadosa y de fidelidad en un mundo pagano, en lugar de eso está actuando peor que sus vecinos. Ella se rebela contra el pacto (cf. Jer. 4:17; 5:23) y ella misma oprime a otros en lugar de alimentarlos. En lugar de ser un pueblo santo y puro, se ha manchado, como uno cuyas manos están sucias por el derramamiento violento de sangre (cf. Isa. 59:3; Lam. 4:14).
2 La rebelión de Jerusalén (1) es contra su propio Dios. El pueblo no escucha cuando el profeta habla (Isa. 30:8-12; Amós 2:12). No aprenden cuando él los corrige o los disciplina con sus actos poderosos en la historia de su nación (Isa. 1:5-9; Jer. 5:3). En vez de buscar la ayuda que les ofrece el dador del pacto, le vuelven la espalda, rehusando confiar en Dios que cumple sus promesas.
3, 4 La opresión y la corrupción de Jerusalén son puestas sobre ella por sus dirigentes, tanto civiles (3) como religiosos (4). Los primeros devoran a los que están a su cuidado como bestias rapaces. Los segundos pervierten completamente su llamamiento. En vez de hablar la verdad de Dios en su nombre, los profetas buscan gloria para sí mismos por su propia perfidia mentirosa. En vez de mantener la santidad del templo y enseñar obediencia a la ley, los sacerdotes contaminan el primero y pervierten la segunda (cf. Eze. 22:26).
5 Hay un contraste entre Jerusalén y sus dirigentes, por una parte, y el justo Dios que en ninguna manera está envuelto en malas acciones (cf. v. 13), por la otra. Esto debiera inspirar arrepentimiento, pero no ocurre. En contraste con la justicia infalible, el continuo juicio imparcial de Dios, el perverso actúa sin vergüenza, sin siquiera reconocer sus acciones como malas.
6, 7 Dios se aflige cuando debe castigar, y él provee para su pueblo ejemplos de naciones que han enfrentado su ira, y que como resultado han sido exterminadas (cf. 1:3, 4, 13; 2:4, 9, 13, 15; 3:7) y completamente desoladas. Jerusalén, sin embargo, no escucha. Dios no es caprichoso, y no golpea sin advertencia ni razón. De hecho, el es paciente, deseoso de detener su ira si el arrepentimiento pudiera venir (Exo. 34:6, 7; Núm. 14:18, 19; Amós 4:6-11; Rom. 9:22-24). El quiere que la gente viva bajo su pacto, temiéndole y aceptando su instrucción. Esto incluye no solamente actitudes correctas hacia él, sino también acciones rectas a la luz de la instrucción de su pacto. El clamor de su corazón es que su pueblo sea librado del horrible castigo que ha caído sobre sus vecinos y que les espera a ellos; pero inútilmente. No sólo continúan su corrupción, sino que ansiosamente la buscan. Menosprecian la gracia de Dios.
8 Por tanto, eso es, a la luz de todas las injusticias de las naciones y de la misma Jerusalén (1:14-3:7), Dios iniciará un pleito contra toda la tierra. Como fiscal acusador reunirá a todos los pueblos y naciones. Servirá como testigo, testificando (cf. Jer. 29:23; Miq. 1:2) de sus malas acciones. Como juez, decidirá el caso, y como ejecutor realizará la sentencia, consumiendo a toda la tierra por el furor de su ira … y por el fuego de su celo.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
3.1 Después de predecir la destrucción de las naciones circunvecinas, Sofonías regresó al problema presente, el pecado en Jerusalén. La ciudad de Dios y su pueblo se volvieron tan pecadores como sus vecinos paganos. El pueblo pretendió adorar y rendir devoción a Dios, pero en su corazón lo rechazaba y continuaba siendo indulgente con su pecado. Ya no les preocupaba las consecuencias que enfrentarían por apartarse de Dios.3.2 ¿Conoce personas que se niegan a escuchar cuando alguien no está de acuerdo con su opinión? Los soberbios a menudo se niegan a escuchar cualquier cosa que contradiga su autoestima exagerada, y el pueblo de Dios se volvió tan soberbio que no escucharía ni aceptaría la corrección de Dios. ¿Resulta difícil para usted escuchar el consejo espiritual de otros o las palabras de Dios que vienen de la Biblia? Estará más dispuesto a escuchar cuando considere lo débil y pecador que en realidad es.3.3, 4 Dirigir al pueblo de Dios es un privilegio y una responsabilidad. Mediante Sofonías, Dios reprende todo tipo de liderazgo en Jerusalén: jueces, profetas y sacerdotes, debido a su desobediencia, irresponsabilidad e insensibilidad al pecado. Si usted es un líder de la iglesia, considérese en un puesto privilegiado, pero tenga cuidado. Dios lo responsabiliza de la pureza de sus acciones, la calidad de su ejemplo y la verdad de sus palabras.3.5 Los israelitas no tenían excusa alguna para sus pecados. Jerusalén, donde se encontraba el templo, era el centro religioso de la nación. Pero aun cuando el pueblo no seguía a Dios, El estaba «dentro de la ciudad», presente en medio de la corrupción, persecución e incredulidad. Por desolado que parezca el mundo en lo espiritual, Dios está ahí y sigue obrando. Pregúntese: «¿Qué El está haciendo ahora y cómo ser parte de su obra?»3.7 Podemos preguntarnos cómo los israelitas tuvieron advertencias tan claras y aun así no se volvieron a Dios. El problema no se debía a que no tuvieran conocimiento, sino que permitieron que el pecado los endureciera tanto, que ya no se preocupaban por seguir a Dios. Se negaron a escuchar las advertencias de Dios y rechazaron el arrepentimiento. Si usted desobedece ahora a Dios, su corazón puede endurecerse y puede perder su deseo de Dios.3.7 Cuando Dios enseña, El espera que escuchemos y aprendamos. Si no aprendemos, El debe «castigarnos nuevamente» para poder enseñarnos. Dios no quiere que suframos, pero continuará disciplinándonos hasta que aprendamos la lección que tiene para nosotros. Sea dócil, no inalcanzable.3.8 No trate de vengarse por sí mismo. Sea paciente y la justicia de Dios llegará. En los postreros días, Dios juzgará a todas las personas de acuerdo con sus hechos (Rev 20:12). La justicia prevalecerá, los malhechores se castigarán y los obedientes recibirán bendición.3.9 Dios purificará y unificará el idioma para que su pueblo proveniente de todas las naciones lo adoren al unísono. En la nueva tierra, los creyentes hablarán el mismo idioma, la confusión del lenguaje en la torre de Babel será revertida (Génesis 11).3.9 A lo largo de las Escrituras, los profetas que mencionan juicio para el pueblo de Dios continúan con la promesa de redención. Hay esperanza para los que lo obedecen y confían en El. En la actualidad, como en los tiempos bíblicos, Dios ofrece redención a los que se vuelven a El.3.12 Dios se opone a la soberbia y a la altivez de todas las generaciones. Sin embargo, los pobres y los humildes recibirán bendición, tanto física como espiritual, debido a su confianza en Dios. La confianza en uno mismo y la arrogancia no tienen lugar entre el pueblo de Dios ni en su reino.3.14-18 Pecamos cuando vamos en pos de la felicidad separándonos de nuestra relación con Dios, el único que nos puede hacer en verdad felices. Sofonías señala que la «gran alegría» surge cuando permitimos que Dios esté con nosotros. Esto lo logramos al seguirlo y al obedecer su Palabra con fidelidad. Luego Dios se regocija con un canto de felicidad por nosotros. Si quiere ser feliz acérquese a la fuente de felicidad al obedecer a Dios.3.20 «Delante de sus propios ojos» no significa que esta promesa se cumplirá en la generación de Sofonías. Más bien significa que la restauración de Señor será una obra obvia.3.20 El mensaje de condenación al inicio del libro se vuelve al final un mensaje de esperanza. Habrá un nuevo día cuando Dios bendecirá a su pueblo. Si los líderes de la iglesia de hoy tuvieran que escuchar un mensaje de un profeta de Dios, el mensaje tal vez se parecería al libro de Sofonías. Bajo las reformas religiosas de Josías, el pueblo volvió a Dios en apariencias, pero su corazón estaba muy lejos de El. Sofonías alentó a la nación a que se uniera y orara por salvación. También nosotros debemos preguntarnos: ¿Es nuestra reforma una simple señal externa o está cambiando nuestros corazones? Necesitamos unirnos y orar, caminar humildemente con Dios, hacer lo bueno y escuchar el mensaje de esperanza relacionado con el nuevo mundo venidero.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “está sucia”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 96 Isa 5:7; Jer 6:6; Mal 3:5
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
la ciudad opresora. Se refiere a Jerusalén, como puede verse en los vers. siguientes. Es llamada opresora por la opresión socio-económica que tenía lugar en la ciudad (v. coment. en el vers. 3).
Fuente: La Biblia de las Américas
la ciudad. I.e., Jerusalén. Respecto a cuán contaminada estaba Jerusalén, véase Jer 5:1; Jer 19:5; Jer 23:13-14; Jer 32:35.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
[1] Os 7, 11.[5] Jer 3, 3.[8] Profecía de lo que sucedería después de la venida del Mesías e invitación a permanecer fieles al Señor.[10] Sal 72 (71), 9; Is 18, 1-7.[18] Dios va a reinar en medio de su pueblo restaurado y glorioso, y va a destruir a los que despreciaron a los suyos.