Biblia

Comentario de Zacarías 12:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Zacarías 12:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Profecía: La palabra de Jehovah acerca de Israel. Jehovah, que extiende los cielos, que pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, dice:

Profecía de la palabra de Jehová. Zac 9:1; Lam 2:14; Mal 1:1.

acerca de Israel. Isa 51:22, Isa 51:23; Jer 30:10, Jer 30:16; Jer 50:34; Eze 36:5-7; Joe 3:19, Joe 3:21; Abd 1:16, Abd 1:17.

que extiende los cielos. Job 26:7; Sal 102:25, Sal 102:26; Sal 104:2; Sal 136:5, Sal 136:6; Isa 40:12, Isa 40:22; Isa 42:5; Isa 44:24; Isa 45:12, Isa 45:18; Isa 48:13; Isa 51:13; Jer 10:12; Jer 51:15; Heb 1:10-12.

y forma el espíritu. Gén 2:7; Núm 16:22; Ecl 12:7; Isa 57:16; Jer 38:16; Eze 18:4; Heb 12:9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jerusalén la copa de temblor contra ella misma, Zac 12:1-2,

y una piedra pesada para sus adversarios, Zac 12:3-5.

La victoriosa restauración de Judá, Zac 12:6-9.

El arrepentimiento de Jerusalén, Zac 12:10-14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Zacarías mira al día futuro de la liberación de Israel de sus enemigos, cuando las naciones gentiles incrédulas son destruidas. El profeta está sugiriendo que el establecimiento final del Reino de Dios estará precedido de una oposición concertada, pero infructuosa, al pueblo de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Como en Zac 9:1, la palabra profecía es un juicio grave de Dios que el profeta debe comunicar. Aquí se usan tres frases para describir la grandeza de Dios como creador de los cielos, de la tierra y del espíritu del hombre.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

12. La Rehabilitación del pueblo de Yahvé.

Jerusalén, cáliz de vértigo para los pueblos (1-9).
1 Oráculo. Palabra de Yahvé sobre Israel. Palabra de Yahvé, que extiende los cielos, funda la tierra y que forma el aliento del hombre dentro de él. 2 He aquí que voy a hacer de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de en derredor. También para Judá habrá angustia y para Jerusalén. 3 Aquel ¿lía pondré a Jerusalén como piedra pesada para todos los pueblos, y cuantos con ella carguen se harán cortaduras, y se reunirán contra ella todas las gentes de la tierra. 4 Aquel día, dice Yahvé, heriré de terror a todos los caballos y de locura a sus jinetes, pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, y a todos los caballos de las gentes los heriré de ceguera. 5 Entonces se dirán los jefes de Judá: La fuerza de los habitantes de Judá está en Yahvé de los ejércitos, su Dios. 6 Aquel día haré de los jefes de Judá brasero encendido en medio de leña y antorcha ardiendo en medio de las haces, que consumirá a diestro y siniestro a todos los pueblos de en derredor, y Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar, en Jerusalén, 7 y salvará primero las tiendas de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá la casa de David y los habitantes de Jerusalén. 8 En aquel día escudará Yahvé a los moradores de Jerusalén, y la casa de David será como Dios, como el ángel de Yahvé ante ellos. 9 Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén.

El oráculo es enfático; procede de Yahvé, que extiende los cielos y funda la tierra. El profeta apela al Señor de la naturaleza para garantizar su palabra amenazadora contra todos los pueblos que se atrevan a hacer frente a Jerusalén. Todos se tambalearán cuando quieran probar la copa de vértigo, Jerusalén, piedra de toque de la omnipotencia divina. En los profetas es frecuente este símil del cáliz embriagador de la ira divina que Yahvé ofrece a los pueblos para hacerlos perder el sentido. Aquí Jerusalén, como capital del pueblo de Dios, es presentada como una copa de vértigo que se derramará sobre los que se atrevan a atacarla.
Judá y Jerusalén serán presas de angustia (v.2), pero se salvarán de la crisis por intervención divina. Todos los que la ataquen se harán cortaduras, como el que osa ponerse a levantar una piedra pesada (v.3). En efecto, cuando llegue el momento del ataque de todas las gentes de la tierra reunidas contra ella, Yahvé tendrá una especialísima protección de Jerusalén (abriré mis ojos sobre la casa de Judá, v.4), sembrando el terror y la locura (por efecto de la copa de vértigo) entre los caballos y jinetes enemigos. Será ése el momento del reconocimiento de la omnipotencia divina por parte de los jefes de Judá (v.6). Los jefes (o “familias” según otra posible versión) de Judá, con la ayuda de su Dios, se reavivarán y harán presa en los enemigos que los atacan, como el brasero encendido lo hace en la leña, y la antorcha en los haces o gavillas que le sirven de pábulo.
Jerusalén quedará intacta y volverá a ser habitada en su misma colina de Sión; pero no sólo participarán de la victoria la capital santa y la casa real de David, sino que también las ciudades del campo tendrán su preeminencia, como la tuvieron en otro tiempo (Hebrón y Belén) bajo el caudillaje de David; por eso Yahvé salvará primero las tiendas de Judá, es decir, a las localidades rurales de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá (como región) la casa de David (la corte) y los habitantes de Jerusalén (v.8). En estas palabras, el profeta fustiga el orgullo de los moradores de la capital, que se consideraban los únicos privilegiados.
Con todo, Jerusalén, como capital de la nueva teocracia, tendrá una especialísima protección de Yahvé; y la casa de David, o dinastía davídica, será como Dios, es decir, gozará de un prestigio superior, comparable al de su Dios, verdadero vencedor y organizador de la nueva sociedad judía. La frase como Dios queda atenuada en el contexto con la aclaración como el ángel de Yahvé, que bien puede ser explicación erudita teológica posterior para evitar el posible sentido irreverente de la frase como Dios. En realidad es Yahvé el que da la victoria a su pueblo contra todos sus enemigos.
En toda esta descripción encontramos la perspectiva del juicio divino sobre las naciones paganas que precederá a la inauguración mesiánica. Antes de la entrada en la nueva era definitiva habrá un gran combate sobre las naciones paganas que se impusieron al pueblo de Israel, y Yahvé les dará el merecido como compensación a los sufrimientos de su pueblo: Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén (v.9). La amenaza es esperanzadora para los judíos, que penosamente, después del exilio, tuvieron que levantar de las ruinas la Ciudad Santa y comunidad nacional en medio de la hostilidad de los pueblos gentiles circunvecinos.

Lamentación general de la nación por un misterioso crimen (10-14).
10 Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasaron le llorarán como se llora al unigénito, y se lamentarán por él como se lamenta por el primogénito. 11 Habrá aquel día gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Megiddo. 12 Se lamentará la tierra, linaje por linaje; el linaje de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte; 13 el linaje de la casa de Levi aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de Semeí aparte, y sus mujeres aparte, 14 y todos los otros linajes, cada uno aparte, y sus mujeres aparte.

Este fragmento es también sumamente enigmático y muy diversamente interpretado. El profeta habla de un misterioso duelo general de la nación por un crimen no menos misterioso. Una razón de la dificultad en la interpretación del texto estriba en la oscuridad del mismo en su original y versiones.
El profeta anuncia, después de la victoria sobre los enemigos de Judá, una efusión del espíritu de gracia y de oración l. La nación, reconocida a los beneficios y protección de su Dios por la victoria total reportada, se volverá en masa hacia El: 3; alzaran sus ojos a mí (v.10a). A continuación la mente del profeta se centra en torno a un enigmático duelo general de la nación sobre un sujeto nebuloso que no concreta.
Para esclarecer el sentido debemos primero buscar una lección aceptable en el confuso y ambiguo contexto. El TM dice literalmente: “y me contemplarán a mí, al que traspasaron” 2. Según esta lectura, el objeto de esa contemplación es Yahvé, que es el que habla. Pero a continuación se dice: “Le llorarán.” El cambio de primera a tercera persona es inexplicable lógicamente en el contexto gramatical, pues el llanto es sobre una persona distinta de Yahvé. Resulta difícil entender que hayan traspasado a Yahvé, y, por otra parte, que la lamentación recaiga sobre un sujeto diferente de Yahvé. La Vulgata sigue literalmente al TM. Los LXX, en cambio, traducen: “y mirarán a mí, porque (me) insultaron, y le llorarán” 3.
Por otra parte, muchos comentaristas de nota creen que la construcción del texto hebreo no es regular, y así procuran corregir el texto. Unos creen encontrar la solución admitiendo la lección de algunos manuscritos, que traen: “contemplarán a él, al que traspasaron” 4. Pero las versiones de los LXX, la Pcshitta, Vulgata, la de Aquila y Símaco y Teodoción leen unánimemente: “contemplarán a raí, al que traspasaron.” La lección, pues, de esos manuscritos parece ser una corrección erudita para evitar la dificultad del texto. Por ello, muchos expositores prestigiosos prefieren mantener la lección actual del TM, si bien, siguiendo a San Cirilo Alejandrino 5, dividen el texto como hemos propuesto: “y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasaron, le llorarán.”6
Ahora bien, supuesta esta lectura, ¿quién es este sujeto misterioso al que llorarán como se llora al unigénito? Se ha propuesto que el duelo sería por un mártir desconocido de la época del profeta, por una víctima de la pasión ciega popular, sobre cuyo crimen reflexionarán más tarde los judíos, lamentándose de su torpe acción. Diversos nombres han sido propuestos para su identificación: Zacarías, hijo de Joyada, muerto por orden del rey Joás de Judá (798-782 a.C.); Urías, hijo de Semeyas, muerto bajo el rey Joaquim de Judá (609-598 a.C.); Godolías, el gobernador judío puesto por los babilonios después de la toma de Jerusalén en 586, muerto por el nacionalista Ismael. Se ha pensado incluso en el propio profeta Jeremías, que habría sido víctima de esta misma facción nacionalista. No faltan quienes proponen a Zorobabel, contemporáneo de Zacarías. No pocos comentaristas creen que hay que relacionar a este mártir incomprendido con el Siervo de Yahvé de los famosos cánticos de Is 52:13-53:12.
Los Santos Padres y comentaristas católicos, siguiendo al evangelista San Juan 19,37 (“mirarán al que traspasaron”), ven en esta perícopa una alusión clara al Mesías-Jesús muriendo en la cruz, víctima de la ciega pasión popular. El contexto parece favorable a ello, ya que el profeta parece unir la perspectiva mesianica con la compunción general por la víctima inocente. En efecto, después de hablar del triunfo del pueblo elegido sobre las naciones paganas, se anuncia la efusión del espíritu de gracia y de oración, como en Joe 3:1. Consecuencia de ello será la íntima compunción y arrepentimiento por un atropello colectivo cometido contra una víctima inocente, cuya muerte parece tener relación con la misma salvación del pueblo.
En este supuesto, el fragmento sería paralelo a los cánticos sobre el Siervo de Yahvé de Is 52:13-53:12, donde se habla de un Justo que sufre callado y que muere por los pecados de su pueblo. Todos estos detalles se cumplen literalmente en Jesús, condenado a muerte por el pueblo judío, que en su ceguera no comprendió su alto mensaje de redención.
El v.11 habla de la magnitud del duelo que tendrá lugar en la Ciudad Santa por ese misterioso mártir, y es comparado al llanto de una madre sobre el hijo unigénito perdido para siempre. Después el profeta añade un enigmático punto de comparación: habrá llanto en Jerusalén como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Me-giddo 7. La generalidad de los autores ve aquí asociados dos nombres geográficos del territorio donde se dio la batalla de Megiddo, en la que pereció el rey Josías (609 a.C.) en lucha desigual contra el faraón Necao II.
El duelo por esta catástrofe fue muy grande8, ya que Josías había sido uno de los reyes más religiosos y piadosos de la dinastía davídica. Este duelo debió de hacer época, y a él puede hacer referencia como punto de comparación el profeta en este vaticinio. San Jerónimo dice que Hadad-Rimmón sería la localidad de su tiempo llamada Maximianópolis, en la llanura o valle de Megiddo 9.
En este duelo por la muerte del misterioso mártir participa toda la nación, y el profeta nombra a cuatro familias principales como símbolo de toda la comunidad 10.

1 Cf.Jl 5.1. – 2 Así traduce Cantera. – 3 La versión de “me insultaron,” en vez de me traspasaron, se explica suponiendo que los traductores leyeron equivocadamente en el hebreo raqadu en vez de daqaru. – 4 Así Kennicot, Rossi, Konig, Dillman, Kittel. – 5 Cf. Cirilo Alej., In Zach. A/ex.: PG 72:221.224. – 6 Así leen A. Van Hoonacker, o.c., p.623, y RB 11 (1902) 348-349; M. J. Lagrange, Les prophéties messianiques des derniers prophétes: RB 15 (1906) p.75; A. Gondamin, Le sens messianique de Zacharie XII, 10: “Recherches de Se. Reí.,” 1 (1910) p.53; E. Tobac, Les prophétes d’Israel 2 (1921) p.521; F. Geuppens, De prophetiis messianicis in Antiguo Testamento (Roma 1935) p.4?6. – 7 Hoonacker corrige el texto y lee “como la lamentación de Rimmón en el valle de Mi-grón,” y supone que el profeta alude al “Rimmón en Migrón” de 1Sa 14:2. En Jue 20:45.47; Jue 21:13, se dice que los benjaminitas de Guebá se refugiaron en la roca de Rimmón. Entonces la lamentación de que habla Zacarías sería la famosa de Jue 21, donde se lamenta la suerte de los restos de la tribu de Benjamín. Algunos autores, como Hitzíg, Jeremías y Cheyne, creen que Hadad Rimmón sería un nombre de Adonis (Tammuz), llorado ruidosamente en Fenicia por las mujeres. – 8 Cf. 2Cr 35:25. – 9 Se ha querido ver el nombre de Hadad Rimmón en el actual Rummaneh, cercano a Megiddo. Cf. G. mítchell, Zechariah: ICC p.332. – 10 Nathan parece ser un hijo de David (2Sa 5:14). Semel puede ser el de Num 3:17.

Fuente: Biblia Comentada

Profecía … acerca de Israel. Vea la nota sobre Zac 9:1. La profecía describía un asedio futuro en contra de la nación, lo cual indica que tendría lugar una devastación considerable antes de que hubiera arrepentimiento y conversión en Israel (cp. Zac 14:1-2). extiende … funda … forma. El Dios quien llevó a cabo la obra de la creación ejecutará hasta sus últimas consecuencias la obra de la consumación.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Gén 1:1; Gén 2:7; Isa 42:5; Sal 102:25.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Israel: Designa aquí a todo el pueblo hebreo y no sólo al Reino del Norte.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La victoria sobre las naciones. En este pasaje hay algunos rasgos distintivos: (a) Se menciona a David seis veces, pero en ningún otro lugar de Zacarías, y la casa de David sobresale de los habitantes de Jerusalén;

(b) Judá y Jerusalén parecen estar desunidas; (7) en el v. 5 el pueblo de Judá habla de aquellos que están en Jerusalén como que son diferentes (su Dios), y es posible que el v. 2b significa ella (es decir, la copa de vértigo) irá en contra de Judá (como así también en contra de todas las naciones) en el sitio de Jerusalén.

El profeta comienza recordando la grandeza del Señor: él hizo el universo, y da vida a cada persona, porque es el espíritu por dentro que hace que la persona sea un ser viviente. Inmediatamente, esto coloca a las naciones en el lugar adecuado: ellos no son nada comparados con este Dios. El Señor decreta que Jerusalén será como una copa que contiene vino o algo similar. Las naciones beberán y saldrán tambaleando. El Señor hará de Jerusalén una roca y cualquiera que procura moverla sencillamente se herirá a sí mismo, significando “laceración”, como en Lev. 21:5. El pánico y la ceguera hacen recordar otros relatos de juicio (Gén. 19:10, 11; Jue. 7:19-22; 2 Rey. 6:18-22; véase también 14:12, 13 y cf. Hech. 9:3-9).

El pueblo de Judá se da cuenta de que es el Señor el que da fuerza y victoria (5). En el v. 6 la metáfora cambia: las naciones que atacan a Jerusalén son como gavillas atacadas por las llamas, y son consumidas. Jerusalén no será movida ni dañada.

Judá ganará la victoria primero (7-9), así removiendo tanto la envidia de Judá respecto a Jerusalén como los sentimientos de superioridad que tiene ésta sobre Judá, y restaurando la armonía. Aun los más débiles serán tan poderosos como David, y la casa de éste será delante de ellos como Dios, como el ángel de Jehovah (es decir, el Señor cuando llega a visitar a su pueblo). Para una expresión metafórica similar véase Exo. 7:1, donde Moisés es “como Dios para faraón” y Aarón es su profeta.

¿Son estos eventos una descripción lit. de algo que ya pasó o algo por ocurrir? ¿O serán una descripción figurada de cómo Dios protege su pueblo contra una ventaja abrumadora? Es imposible demostrar un cumplimiento histórico detallado, aunque puede haber ocurrido durante uno de los períodos históricos oscuros. Lo más probable es que éste sea un ejemplo de cómo Dios obra en mayor o menor detalle a través de diversos momentos de la historia. Lo mismo es cierto en el cap. 14, donde ocurren eventos aun más asombrosos, conectados con los propósitos finales de la historia.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

12.1-14 Este capítulo ilustra el sitio final en contra del pueblo de Jerusalén.12.3, 4 Este versículo habla de una gran batalla futura en contra de Jerusalén. Algunos dicen que es el Armagedón, la última gran batalla en la tierra. Los que van en contra del pueblo de Dios no prevalecerán para siempre. Algún día se abolirá de una vez y para siempre el mal, el sufrimiento y la opresión.12.7 Así como el agua corre colina abajo, la influencia de una ciudad por lo general corre hacia sus alrededores. Pero esta vez, el resto de Judá tendría prioridad sobre Jerusalén para que así el pueblo de Jerusalén no se ensoberbeciera. No piense que debe testificar primero a la gente «importante» (atletas profesionales, estrellas de cine y altos funcionarios o empresarios), Cristo vino para buscar y salvar a los perdidos, incluso a los pobres. Debemos tener cuidado de evitar la soberbia espiritual o quizás nosotros, al igual que Jerusalén, seremos los últimos en saber lo que Dios está haciendo.12.10 El Espíritu Santo se derramó en Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección de Cristo (véase Hechos 2). Zacarías llama al Espíritu Santo, «Espíritu de gracia y de oración». Es este Espíritu el que hace que nos demos cuenta de nuestro pecado, el que nos revela la santidad y el juicio de Dios y el que nos ayuda cuando oramos (véase Rom 8:26).12.10-14 Al final, toda la gente se dará cuenta de que Jesús, el hombre al que traspasaron y murió, era en verdad el Mesías. Habrá un despertar y un avivamiento. El Mesías crucificado se revelará claramente (Phi 2:10; Rev 5:13).

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “El espíritu del hombre.” Heb.: ru·aj-’a·dhám.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 413 Job 26:7; Sal 104:2; Isa 42:5; Isa 44:24

b 414 Sal 102:25; Sal 136:6; Isa 45:18; Isa 48:13

c 415 Job 34:14; Sal 146:4; Ecl 12:7; Hch 17:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Esta sección anuncia el Día del S eñor (vers. 3 y 4) cuando Dios limpiará (13:1) y bendecirá (12:10) a Israel con las bendiciones del reino de David (12:7, 8). A causa de la incredulidad del pueblo durante el período de Zacarías, el rebaño recibiría el castigo de Dios (13:7– 9). El día de bendición será futuro.

Fuente: La Biblia de las Américas

O, Carga

Fuente: La Biblia de las Américas

[4] Zac 14, 14; 2 Mac 10, 30.[10] Luc 23, 48; Jn 19, 37.[13] La casa de Natán era una rama de la familia de David; pero nunca se había sentado en el trono. La casa de Semei lo era de la familia de Leví, mas nunca había entrado en el sacerdocio.

Fuente: Notas Torres Amat