Estudio Bíblico de Nehemías 6:9 | Comentario Ilustrado de la Biblia

Neh 6:9

Ahora pues, Oh Dios, fortalece mis manos.

Las diversas maneras en que Dios fortalece las manos de Su pueblo

A veces lo hace infundiéndoles una medida extraordinaria de sabiduría y conocimiento. José y Daniel parecen haberse enriquecido de esta manera, habiéndoseles conferido la facultad de interpretar los sueños, en un momento trascendental, para calificarlos para una obra grande y especial; Nuestro Señor prometió a sus discípulos que, en el momento crítico, aunque no antes, serían provistos de boca de sabiduría, que pudiera responder a todos sus adversarios. A veces, las manos de tales creyentes se fortalecen por una extraña alteración en los sentimientos de poderosos enemigos hacia ellos, o por una llegada inesperada de amigos de lugares donde, tal vez, esperaban menos. “Cuando los caminos del hombre agradan a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” Labán será arrestado en un sueño de noche, con la severa orden: “Mira que no hables a Jacob ni bien ni mal”; el corazón del carcelero se ablandará, para que saque a Pablo y Silas “de su mazmorra”, y “lave sus azotes, y ponga comida delante de ellos”; y los fariseos, esos enemigos decididos del evangelio, movidos por su odio a los saduceos, toman parte del predicador de la resurrección. Dios puede aumentar nuestra fuerza al confundir y debilitar a nuestros enemigos; como actuó por medio de David, cuando en su favor “convirtió en locura el consejo de Ahitofel”; cuando hirió a los habitantes de Sodoma con ceguera; cuando derramó terror sobre el ejército sirio que invadió Judea; y cuando la hueste de los madianitas huía despavorida ante las lámparas y los cántaros de Gedeón, y no se desenvainaba espada. Y ahora que los milagros no se realizan, aún debemos reconocer en miles de casos la providencia suprema de Dios, que obra bajo el manto de causas naturales para fortalecer las manos de Su pueblo. (JN Pearson, MA)