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COLECTAS

COLECTAS

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Recogida de bienes materiales o recursos pecuniarios con una intención predeterminada. Las colectas en dinero gozan de mala prensa en ciertos ambientes minados por actitudes antieclesiales. Pero es conveniente educar a los cristianos en «actitudes de ofrenda» y no sólo como eventuales consumidores de servicios religiosos gratuitos.

Las colectas que se realizan en las iglesias y en los santuarios o las demandas de ayuda para sostenimiento del templo y de sus ministros deberí­an ser sentidas y asumidas por el creyente bien educado como obligación seria de conciencia.

Por eso conviene educar en lo posible con criterios y hechos concretos y ya desde los años infantiles en lo que es «atender a la Iglesia en sus necesidades». La comunidad creyente es humana y tiene necesidades: templos, limosnas, ayudas, emergencias. No hay que confundir lo que es mantenimiento de los sacerdotes y el sostenimiento de la comunidad eclesial. Los sacerdotes como personas necesitan «vivir» y la comunidad con solidaridad precisa «caminar».

Las colectas misionales, las de caridad, las orientadas a remediar una desgracia colectiva coyuntural, las que se hacen en beneficio de los marginados o deficientes, deberán ser tenidas siempre como signos de autenticidad cristiana. Al educador de la fe le corresponde educar en la caridad como primer deber del creyente y encauzar el deber de la limosna que todo cristiano debe cultivar.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. caridad, mandamientos de la Iglesia, obras de misericordia, solidaridad)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

El sentido económico de la colectas en la Iglesia es, al menos doble: ayuda al sustentamiento de la propia Iglesia para que pueda cumplir todos sus fines y, además, es claro signo de solidaridad con los más pobres, sean o no creyentes. Las colectas, poco a poco, se deben ir transformando en donativos «permanentes» y en ayuda a Fundaciones. En este sentido no basta con ayudar a la Iglesia, o a diversos colectivos desfavorecidos, una sóla vez al año. Tenemos que crear una actitud y hábito de colaborar siempre. Por eso, este apartado de donativos debe figurar con normalidad a la hora de hacer nuestro pequeño presupuesto personal o familiar (cf. Comunicación de bienes).

Raúl Berzosa Martí­nez

Vicente Mª Pedrosa – Jesús Sastre – Raúl Berzosa (Directores), Diccionario de Pastoral y Evangelización, Diccionarios «MC», Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2001

Fuente: Diccionario de Pastoral y Evangelización