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EUGENIO III. BEATO.

EUGENIO III. BEATO.

[940] (+ 1153)

Papa y luchador infatigable por los derechos de la Iglesia, se llamaba Bernardo Paganelli. Habí­a nacido en Pisa y fue elegido Papa el 15 de Febrero de 1145. Murió en Tí­voli el 8 de Julio de 1153.

Era monje cisterciense, discí­pulo de S. Bernardo y entonces abad del monasterio de Tre Fontane. Su predecesor Lucio II murió en medio de los desórdenes populares de Roma y los cardenales y clero de la ciudad le eligió casi en secreto en el escondido claustro de San Cesáreo, sobre la Ví­a Apia.

Fue entronizado en San Juan de Letrán y tomó el nombre de Eugenio III. Con los Cardenales huyó al campo. Fue consagrado Obispo de forma inmediata en el monasterio de Farfa. La ciudad de Viterbo le ofreció refugio y, con protección de diversos paí­ses, pudo llegar a Roma e imponer orden en la ciudad.

San Bernardo se enteró de su elección como Pontí­fice y le envió una hermosa carta en donde le aconseja humildad y decí­a: «Quién me concederá ver, antes de morir, la Iglesia de Dios como en los dí­as de antaño, cuando los Apóstoles lanzaban sus redes para una pesca, no de oro ni plata, sino de almas?». Luego redactó un pequeño «Manual para Papas» llamado «De Consideratione».

Calmada Roma después de varios años de desórdenes, pudo entrar en la ciudad unos dí­as antes de Navidad del 1145: Pero ante nuevos desórdenes se refugió a Castel S. Angelo. Luego huyó a Viterbo y más tarde marchó a los Alpes a principios de 1146.

A pesar de los problemas internos en la ciudad de Roma, tuvo tiempo para animar a los prí­ncipes cristianos para que protegieran a los cristianos de Palestina y Siria, amenazados con la extinción. La caí­da de Edessa en Turquí­a habí­a puesto en grave peligro a los cristianos.

San Bernardo fue encargado de predicar una Segunda Cruzada. Se organizaron dos ejércitos bajo el mando del rey de Francia. Los resultados no fueron buenos, pero en parte se retrasó el exterminio de los cristianos de Oriente. Eugenio pasó tres años en Francia, mientras en Roma gobernaba como podí­a el Cardenal Vicario. Envió al cardenal Breakspear (futuro Adrián IV) como legado a Escandinavia y trabajó con los enviados orientales para lograr la reunificación. Condenó diversas herejí­as maniqueas que se extendí­an y convocó varios sí­nodos (Parí­s, 1147; Tréveris, 1148, Reims (1148), para coordinar la defensa.

En 1148, el Papa regresó a Italia. El 7 de Julio reunió a los obispos italianos en Cremona y promulgó los cánones de Reims para Italia. Excomulgó a Arnaldo de Brescia, que se habí­a adueñado de Roma. Con ayuda de Luis de Francia y Roger de Sicilia, entró en Roma en 1149 y celebró Navidad en el Laterano.

Por consejo de S. Bernardo, Conrado de Alemania fue a Italia y trató de poner fin a la anarquí­a en Roma, pero murió antes de lograrlo del todo, aunque dejó a su sobrino Federico Barbarroja la consigna de realizarlo. Se firmó un tratado desde Constanza, en la primavera de 1153. La paz volvió a Roma y el Pontí­fice pudo terminar sus dí­as en Tí­voli, a donde habí­a ido durante el verano. Fue sepultado en el altar mayor de San Pedro. Dí­as después morí­a también S. Bernardo en su lejana y querida Abadí­a de Claraval. Fue beatificado por Pí­o IX el 28 de Diciembre de 1872.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa