EVOLUCIONISMO
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Sistema filosófico que en general sostiene los procesos transformadores de la materia en función de fuerzas naturales.
Unas veces se defiende la existencia de esas fuerzas como procedentes sólo de principios ciegos del universo (materialismo). En ocasiones se introduce un sentido teísta en cuanto se admite un ser supremo que ha creado energías transformantes en los seres.
De manera más precisa el evolucionismo se aplica a los seres orgánicos que han seguido cadenas de transformación hasta llegar a las realidades actuales, entre las que se encuentran los mamíferos superiores y con ellos el ser humano.
Los modos y estilos evolucionistas han sido muchos, casi tantos como autores se han adherido al sistema para explicar el origen y los cambios de los seres.
Desde el punto de vista trascendente, cualquier sistema evolucionista que se cierre exclusivamente en la materia y niegue la intervención divina es incompatible con cualquier religión revelada y también con el cristianismo. Por lo tanto en clave religiosa es rechazable.
Y entre las formulaciones evolucionistas que admiten la intervención divina, las teorías o posibilidades son múltiples. Son compatibles con el mensaje cristiano aquellas que acepten la creación, la intervención divina (concurso) y la Providencia con respecto al hombre. Religiosamente estos principios son los que hay que resaltar cuando se tratan problemas o hipótesis científicas o antropológicas que tienen que ver con el evolucionismo. (Ver Mundo 2.3; ver Hombre. 1.4; y ver Cuerpo 4)
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
(v. ciencia y fe, creación, historia)
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización
Concepción que se inspira en las teorías de la evolución en el terreno filosófico, político, religioso.
Son conocidas las teorías del lamarkismo, del darwinismo, de la ologénesis, de la teoría sintética, que presentan las siguientes características: periodicidad de la evolución, que favorece la organización de las formas vivientes en una especialización creciente atestiguada por las series genealógicas (phvla); discontinuidad en el proceso evolútivo, que limita el grado mismo de evolución, con la aparición intermitente de grupos más elevados; progresividad de la evolución y constructividad del proceso, que pone de manifiesto una historia de articulaciones y de perfeccionamientos, como en el caso del hombre que aparece en el nivel más alto de esa ascensión biológica. En antropología, el planteamiento evolucionista se articula en dos ejes: los etapas evolutivas del desarrollo de la humanidad y la afirmación de la unidad psíquica como fundamento del género humano. En el terreno sociológico, el evolucionismo subrava la modificabilidad histórica de las instituciones, asumiendo como principio la categoría del progreso y el deseo de los hombres de superar los fines egoístas para alcanzar el bien socio-económico.
La relación entre la teología y el evolucionismo presenta estos núcleos: el concurso creativo de Dios en el caso del alma como causa primera y principal; el proceso de hominización en el que la evolución antropológica es una acción especial de Dios, que trasciende el desarrollo orgánico en relación con lo que caracteriza al hombre, y no un acto «categorial» o de causalidad intramundana; la «cristificación» de la evolución (T de Chardin), orientada por un «centro personal de convergencia universal», que es Cristo, «plenitud del universo». paso del monogenismo (descendencia de un único padre) a la hipótesis del poligenismo en la reflexión sobre el pecado original (facilitada en el concepto bíblico de personalidad corporativa), por lo que se puede afirmar que «el individuo o el grupo que llegó primero a la conciencia plena» (A. Marranzini) hizo una opción contra Dios.
C. Dotolo
Bibl.: P Overhage – K. Rahner, Evolución/evolucionismo, en SM, III, 7-25; K. Rahner, Consideraciones teológicas sobre el monogenismo, en Escritos de teologia, 1. Taurus, Madrid 1961, 253-324; Y Marcozzi, El hombre en el espacio y en el tiempo, Studium, Madrid 1962; M. -Flick – Z, Alszeghy, Antropologia teológica, Sígueme. Salamanca 1970.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico