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INDIVIDUALISMO

INDIVIDUALISMO

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Tendencia a vivir al margen de la colectividad y a defender la conveniencia o bondad de una vida en que lo particular predomine siempre sobre lo colectivo. Como sistema de pensamiento, el individualismo o egocentrismo ha estado presente en múltiples pensadores y como práctica de vida ha estado más extendido.

El individualismo es cristianamente incompatible con el Evangelio, con el amor al prójimo, con el sentido de Iglesia, con la ley de la caridad fraterna. El mensaje evangélico es eclesial: Cuerpo mí­stico, sentido de pueblo en camino, amor al prójimo como a sí­ mismo. Difí­cilmente todos estos valores son comprensibles con posturas individualistas.

Educar individualistamente, es decir desde sí­ y para sí­, es un error antropológico y, desde luego, se halla alejado de los mí­nimo que requiere la educación cristiana.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

1. Muchas y muy divergentes ideas, así­ como diversos modos de conducta son designados con la palabra i. Lo común en estas interpretaciones es sobre todo la idea de un relieve especial del individuo o de la individualidad frente a la – comunidad, a la -> sociedad, al grupo, a la colectividad, a lo universal. En particular, el sentido del tí­tulo i. sólo se averigua por el contexto objetivo de cada caso. No existe una estricta teorí­a filosófica cerrada del i., que tuviera sus defensores representativos. En lugar de semejante teorí­a, aparecen tendencias individualistas dentro de otras concepciones filosóficas, como el eudemonismo, el -> nominalismo, el -> escepticismo, el ->subjetivismo y el -> existencialismo. Aquí­ unas veces se pone de relieve al individuo como fin y criterio del conocimiento ético, polí­tico y antropológico en general; y otras veces se resalta la individualidad en sentido metafí­sico y lógico, frente a lo universal e ideal, como lo objetivamente anterior o como lo único cognoscible y hasta lo único real.

2. Sin embargo, no todo recurso al individuo y a la individualidad es ya i. Así­ serí­a necio clasificar, p. ej., a los sofistas y a Sócrates entre los representantes del i.; y más absurda aún es la tesis de que Jesús es the real initiator of religious individualism (cf. ERE vli, 219). Sin embargo, Sócrates, los profetas, Buda, Confucio y Jesús (cf. la tesis de Jaspers sobre el tiempo axial) y muchos otros tras ellos pertenecen a las grandes figuras individuales de la humanidad. Puede decirse legí­timamente que hay una historia del desenvolvimiento de la conciencia individual. Sin embargo, los estadios de la misma no son las primeras formas del i. ni etapas previas hacia él. El i., lo mismo como teorí­a que como actitud de vida, representa más bien una pronunciada acentuación unilateral de la individualidad. Abelardo, Tomás de Aquino, Eckhart, Lutero, Calvino, Ignacio de Loyola no son «individualistas», aunque fueron (también) grandes individuos. Ello quiere decir que para apelar a la individualidad o personalidad en sentido metafí­sico o ético, es decir, para recalcar la dignidad, responsabilidad y libertad del hombre no es apropiado el concepto de i., y por tanto éste debe rechazarse. Bajo ese aspecto se hablarí­a mejor de un personalismo en sentido metafí­sico, el cual, sin embargo, deberí­a completarse con el (más reciente) personalismo entendido en un sentido dinámico o existencial.

3. Si no se da, pues, el i. como tí­tulo de una teorí­a filosófica, el concepto, sin embargo, parece ser muy luminoso y útil para caracterizar un sentimiento vital y un hábito existencial. Bajo este aspecto, el i. representa un fenómeno moderno. Se acostumbra a relacionarlo con el -> renacimiento, con la -> reforma protestante, con el -> racionalismo (o la -> ilustración), así­ como con las grandes revoluciones. La sensibilidad individualista posee una escala sorprendentemente amplia de manifestaciones; a ella pertenece la apelación a la razón, a la conciencia, a la libertad propia, lo mismo que la total o parcial resistencia a la cultura tradicional, a la ortodoxia y a las instituciones polí­ticas y eclesiásticas.

Montaigne, Hobbes, Locke, Rousseau, pero también Kant, Goethe, W. v. Humboldt, Schiller, grandes economistas como A. Smith, Bentham, Ricardo, figuras como Bakunin, Carlyle, M. Stirner. Nietzsche, y finalmente cristianos como Schleiermacher, Kierkegaard, Newman y muchos nombres más, pudieran citarse para ilustrar todo el espectro del hábito existencial individualista en toda la amplitud y diferenciación de sus posibilidades. También aquí­ resulta, por equí­voco, casi inutilizable el tí­tulo de i. Enfrente de los citados habrí­a que poner nombres como los de Hegel, Comte, Marx, así­ como, en general, los de los representantes de teorí­as socialistas, colectivistas, fascistas, nacionalistas, y también histórico-orgánicas sobre la historia y especialmente sobre el Estado. A menudo se le reprocha al llamado i. que desvirtúa el Estado y la sociedad, cuando en realidad lo que hace es relativizarlos. El «contrato social», el liberalismo y el orden democrático no deben calificarse simplemente de sí­ntomas sospechosos de i.; más bien en ellos se anuncia poderosamente el concepto de individualidades, en el fondo bí­blico y cristiano, frente al anonimato del Estado, de la sociedad y de la Iglesia (como mera institución). Sin embargo, en cuanto la acentuación de lo individual se torna apolí­tica, asocial y egoí­sta (cf. p. ej., la forma extrema en M. STIRNER, Der Einzige und sein Eigenthum, Leipzig 1845), conduce en último término a la anarquí­a y a un absurdo solipsismo.

4. La solución de la antinomia entre i. y -> colectivismo (sobre el plano de la ética [social], de la polí­tica, de la pedagogí­a, de la cultura, de la religión y del derecho) está en un bien entendido personalismo y – » solidarismo. Por lo demás, precisamente en una sociedad de masas, de tipo tecnicista, sí­n duda queda lugar todaví­a para la conducta individual, y esta especie de i. debe fomentarse actualmente. No está en modo alguno reservado a los ricos, ni tampoco exclusivamente a intelectuales y artistas; más bien, un i. o privatismo limitado en nuestro tiempo representa para todos, frente al mundo del trabajo y a la vida oficial, una protección necesaria y posible de sí­ mismo, y es como tal una de las condiciones de la conducta personal intersubjetiva. Es menester, pues, poner hoy dí­a de relieve no sólo lo personal, sino también, lo individual, a fin de que el hombre pueda ser él mismo.

5. Teológicamente hay que afirmar que el i. en todas sus formas representa una posibilidad que viene del cristianismo, en cuanto la conciencia propia e individual tiene sus bases en la experiencia bí­blica de la relación del hombre con Dios. Sin embargo, dentro del cristianismo se infiltró una acentuación excesiva del empeño subjetivo por la propia salvación. Lo cristiano es no el i. sino el universalismo de la salvación. La piedad, la liturgia, la idea de la Iglesia, la pastoral y la moral caminan hoy dí­a más y más hacia el espí­ritu defraternidad escatológica apartándose del i. Palabras fundamentales como «individuo», «corazón», «persona» apuntan evidentemente al rango inviolable del ser individual e histórico del hombre; rango que jamás puede menospreciarse, y que entraña dentro de la Iglesia una tensión fecunda, a veces dolorosa, entre ->autoridad y -> libertad. Así­, pues, aun teológicamente, un i. riguroso es absurdo, por más que la dignidad del individuo sólo llega a conocerse plenamente a la luz de la fe.

BIBLIOGRAFíA: M. LShr, Sozialismus und I. im AT (Gie 1886); E. Fourniére, Essai sur l’individualisme (P 1901); V. Basch, L’individualisme anarchiste: Max Stirner (P 1904); H. Wolf, Geschichte des antiken Sozialismus und I. (GG 1909); G. E. Burckhardt, Was ist I.? (L 1913); O. Dittrich, 1., Universalismus, Personalismus (B 1917); F. Koehler, Wesen und Bedeutung des 1. (Mn – B 1922); J. Dewey, Individualism Old and New (Lo 1931); L. A. Velt, Die Kirche im Zeitalter des I., 2 vols (Fr 1931-33); E. Ehrhardt, Individualism: ERE VII 218-222; E. Grassi, Verteidigung des individuellen Lebens (Berna 1946); F. A. Hayek, Individualism True and Falsa (O 1946); C. Damur, Das Fest der Seele. Der 1. als Gestalt des Abendiandes (Berna 1947); R. S. Devane, The Failure of Individualism (Dublin 1948); A. Ltipple, Der Einzelne in der Kirche. Wesenszüge einer Theologie des Einzelnen nach John Henry Kardinal Newman (Mn 1952); U. Viglino: ECatt VI 1856-1860; G. Morra: EncF II 1356 ss (bibl.); A. M. Konoll: LThK2 V 653 s (bibl.).

Helar Robert Schlette

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica