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ORTEGA

ORTEGA

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Apellido frecuente en figuras históricas, de las que podemos citar algunas
– Ortega. Cristóbal (1598-1686). Jesuita, docente y rector del Colegio de Alcalá y consultor de la Inquisición. Dejó escritas obras profundas de Teologí­a como «Alegaciones teológicas sobre algunas proposiciones», «Tratado de la Trinidad» y «Tratado de la Encarnación».

– Ortega. José de (1700-1768). Jesuita mejicano y misionero en la misión de Tamarit en México. Escribió para los indí­genas en su lengua «Doctrina cristiana, confesonario, arte y vocabulario de la lengua cora» y «Vocabulario en la lengua castellana y cora». Escribió también una Historia de la misiones jesuiticas en la región californiana.

– Ortega. Juan de (+1489). Religioso jerónimo de Monte Zarza, Zamora. Fue propuesto como Obispo de Zamora por los Reyes Católicos. Hábil con la pluma y muy erudito, prestó grandes servicio a la causa de Isabel la Católica.

– Ortega y Gasset. José (1883-1955) Fue filósofo, literato y catedrático de Metafí­sica en Madrid. Nació y se formó en Madrid y se doctoró en Filosofí­a. Luego amplió estudios en Leipzig, Berlí­n y Marburgo. Su vida docente duró de 1910 a 1936 en que tuvo que emigrar por su intervención en la llegada de la República a España.

Su filosofí­a se popularizó por la elegancia de su estilo literario y se realismo circunstancialista, al que dio siempre un tono de sentido común y de experiencia vital. Sus mejores obras «Meditaciones del Quijote», «La deshumanización del arte», «España invertebrada», «El tema de nuestro tiempo» o «La rebelión de las masas», merecieron una cálida acogida en los ámbitos intelectuales, no sólo de España, sino también en Europa.

Publicó artí­culos en periódicos como «El Imparcial», «El Sol, que fundó él mismo y en Revistas como «España» y en «La Revista de Occidente» que recogió su estilo y su modo de pensar. Sus comentarios periodí­sticos se recopilaron en los ocho volúmenes de El Espectador, que también condenso en «El Espectador y la gente».

Discrepante de la lí­nea irreligiosa y violenta de la República que habí­a contribuido a traer, se retiró de la vida pública, a pesar de haber sido elegido diputado a las Cortes Constituyentes de 1931, en las que se manifiesto opuesto al tono sectario de la Constitución de 1931. Al aprobarse el Estatuto de Autonomí­a de Cataluña, abandonó su escaño. Después de la guerra civil del 1936, abandono España y, como desterrado, recorrió Francia, Paí­ses Bajos, Argentina y Portugal, antes de ser indultado en 1945. Falleció en 1955 en Madrid, sin haber sido repuesto en su cátedra universitaria y después de haber pasado los últimos años en una actividad literaria intensa.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa