PATROLOGIA

[920]

Rama de la Teologí­a y de la Historia Eclesiástica que estudia la identidad, la doctrina y la misión singular de los primeros escritores y obispos cristianos que contribuyeron con su sabidurí­a, con su fidelidad a la doctrina cristiana y con su actitud de búsqueda a configurar la doctrina cristiana a la luz del Evangelio.

Para muchos cristianos, el nacimiento de la doctrina cristiana implica expresar el mensaje evangélico con formas, lenguas y conceptos, concordes con los modos de pensar del mundo grecolatino en el que se desenvolvió el primitivo cristianismo por secreto designio divino.

Los Apóstoles recibieron del Señor el mensaje revelado, pero era preciso expresarlo en lenguaje humano. Los Padres, la Patrí­stica, tuvieron la misión de hacer esa adaptación rechazando lo erróneo y reforzando lo verdadero. Estudiar cómo se fue dando ese proceso de aclaración y quiénes fueron Padres verdaderos fieles a la ortodoxia, quiénes fueron herejes, a pesar de ser obispos o personajes significativos, y quiénes tuvieron vacilaciones, aciertos y equivocaciones, es el objeto de la Patrí­stica.

El tiempo en que se mueven estas figuras providenciales suele aplicarse desde el comienzo del siglo I (al morir el último Apóstol se entiende que terminó el perí­odo de la Revelación) y la llegada de los pueblos bárbaros por Occidente y aparición del mahometismo por Oriente, en el siglo VI, en que el panorama cultural cambió radicalmente en la Iglesia.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Este término, derivado de «padre», apareció por primera vez en la obra póstuma del teólogo protestante alemán . Gerhard (1637) (Patrologia seu de primitivae ecclesiae crristianae doctorum vita ac lucubrationibus opus postumum, Jena 1653), Se trata de un término que surgió en un contexto apologético e indica la «búsqueda en los Padres de la Iglesia de testimonios en favor de las creencias discutidas por los reformadores y como respuesta a la llamada de la antigUedad» por parte de los mismos reformadores» (F. Bolgiani). Convencional mente, el ámbito de la patrologí­a llega hasta Gregorio Magno (t 604) e Isidoro de Sevillla (636), para los autores latinos; hasta Juan Damasceno (t 749) para los griegos, El interés histórico-literario por los Padres, propio de la patrologí­a, definida por la reciente Instrucción sobre el estudio de los Padres como la disciplina «que tiene por objeto la vida y los escritos de los mismos» y que «se mueve más bien a nivel de la investigación histórica y de la información biográfica y literaria» (III, 50), nació va en la antigua Iglesia y . responde a la necesidad tanto de mostrar la antigUedad y la continuidad de la fe cristiana, como de conservar el recuerdo de los escritores cristianos ilustres. Movido por esta urgencia, Eusebio de Cesarea, inaugurando un nuevo género historiográfico caracterizado por la recogida de documentos originales, nos transmite en su Historia eclesiástica numerosos testimonios sobre la vida y las obras de autores cristianos. Será Jerónimo, sin embargo, quien. en el intento de manifestar la madurez cristiana en el terreno literario, aludiendo a la obra de Suetonio De viris illustribus, escribirá también su De viris ilustribus (393), resumiendo en 135 capí­tulos los datos biográficos y la lista de las obras producidas por. los escritores cristianos que allí­ recuerda. El criterio por el que san Jerónimo los introduce en su lista es literario-bí­blico; es decir. se trata de » escritores de la Iglesia que dejaron para el recuerdo algo en torno a las santas Escrituras» (Praefatio 1). Esta indicación explica por qué en la obra de san Jerónimo encuentran sitio algunos escritores considerados como herejes (por ejemplo, Tertuliano, Taciano, Novaciano.,.), Después de él, tres continuaron su programa: Gennadio de Marsella (comienzos del siglo VI), Isidoro de Sevilla (t 636), Ildefonso de Evidenteniente, Toledo (t por el 667).

la perspectiva histórico-literaria no es la única válida para acercarse a los Padres dado que en ellos hemos de leer también a los primeros exegetas predicadores de la Escritura y a pensadores cristianos. La diversa dimensión en que pueden ser considerados explica la distinción funcional que se estableció luego entre patrologí­a y patrí­stica, en relación con los intereses diversos con que se considera a los Padres y sus obras, Se trata de una distinción que en sus contenidos no en la terminologí­a. de cuño relativamente reciente encuentra va su fundamento en la Iglesia antigua, en la que tres obras, el De viris illustribus de Jerónimo, el De doctrina christiana de Agustí­n y el Commonitorio de Vicente de Lérins, constituyen respectivamente tres aproximaciones diversas a los mismos autores: una de tipo histórico, otra de tipo literario y otra de tipo dogmático-doctrinal, , Esta triple división se fue perdiendo con el tiempo, de modo que la patrí­stica se convirtió, en el mundo protestante, en «historia de los dogmas», mientras que la patrologí­a fue homologada por algunos. tanto católicos como protestantes, con la historia de la literatura cristiana (A. von Harnack), o con » la historia de la literatura eclesiástica» (Bardenhewer o finalmente con » la historia de la iiteratura cristiana antigua» (Lazzati, Simonetti).

Actualmente se sigue debatiendo el carácter «teológico» de esta disciplina. Si se la considera como tal, ¿queda realmente garantizada su autonomí­a cientí­fica y no se corre acaso el riesgo de convertirla en una ancilla theologiae, en función de apoyo de la misma? El documento mencionado sobre El estudio de los Padres ha remachado «la autonomí­a de la patrí­stica-patrologí­a, como disciplina autónoma» (III, 50), con un método propio, abierto a aportaciones interdisciplinares. Por otra parte, el documento de la sagrada Congregación insiste en el carácter teológico de esta ciencia, que nace de la fe y está a su servicio.

En la exposición de la patrologí­a se observan dos aproximaciones diversas, que todaví­a no han logrado compaginarse adecuadamente entre sí­: o bien se la considera como «,la ciencia que estudia históricamente la antigua literatura cristiana y que no es parte de la teologí­a, sean cuales fueren los servicios que pueda prestarle a ésta y los conocimientos teológicos que son indispensables para el que estudia patrologí­a» (H. Crouzel), o bien la que, aunque reconociendo a la patrologí­a su carácter de ciencia histórica, prefiere definirla mediante conceptos » teológicos » , como » la disciplina que estudia a «los Padres de la Iglesia», es decir, a los escritores eclesiásticos de la antigUedad cristiana, a quienes la Iglesia considera e invoca como padres suyos, testigos legí­timos y garantí­a autorizada de la Tradición, maestros de la encarnación del Evangelio en las culturas de su tiempo, y de la teologí­a anterior a la separación de las Iglesias» (C. Corsato).
L. Padovese

Bibl.: A. Hamman. Patrologí­a/Patrí­stica, en DPAC, 11, 1711-1717; Vives, Los Padres de la Iglesia, Herder, Barcelona 1971; E. Moliné, Los padres de la Iglesia, 2 vols» Madrid 1986; . Quasten, Patrologí­a, 3 vols., BAC, Madrid 1961ss.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Se entiende brevemente por p. la ciencia que versa sobre los padres de la Iglesia. La p. comprende todos los escritores de la antigüedad cristiana hasta Gregorio Magno (+ 604) o hasta Isidoro de Sevilla (+ 636) en occidente, y hasta Juan Damasceno (+ 749) en oriente.

Nuestro tiempo está bajo el signo de una renovada dedicación a la p. En teologí­a, la explotación unilateral de los padres de la Iglesia según puntos de vista escolásticos ha cedido el paso a una investigación más cientí­fica de su peculiaridad. La fe ciega en la autoridad ha dado paso cada vez más a una concepción que estima a los padres sobre todo como testigos de la fe de su tiempo en una época fundamental de la Iglesia. La filologí­a clásica ha superado definitivamente la aversión a los padres de la Iglesia que procede del renacimiento, y penetra cada vez más a fondo en el mundo lingüí­stico y conceptual de los mismos. Para el historiador de la religión y su estudio del problema que plantea la «antigüedad y el cristianismo», los padres aparecen como fuentes de primer orden. Así­ se explica que, en los tiempos noví­simos, la p. haya venido a ser una ciencia independiente para el estudio de la antigüedad tardí­a y de los primeros tiempos cristianos.

El camino que ha llevado a esta independencia ha sido largo. Cierto que el nombre de p. es de fecha relativamente reciente. Lo acuñó el teólogo luterano J. Gerhard cuando, el año 1653, publicó en Jena su obra: Patrologia sive de primitivae Ecclesiae christianae Doctorum vita et lucubrationibus. Según esto, la p. es la ciencia sobre la vida y doctrina de los padres. Sin embargo, el concepto de «padres» ha de entenderse más en el sentido de la totalidad de escritores cristianos antiguos, incluso de los heréticos, porque la p. abarca todos los autores teológicos de la antigüedad cristiana. A comienzos del siglo xx se entabló una viva discusión en torno a la finalidad exacta de la p., particularmente entre O. Bardenhewer y A. v. Harnack, en la que se estudió particularmente si la p. es una historia de la «antigua literatura cristiana» o de la «antigua literatura eclesiástica». Era una disputa de palabras, porque en la p., lo mismo que en la patrí­stica, la cual con frecuencia se distingue de aquélla, predomina el punto de vista teológico. El nombre de «patrí­stica» procede de los manuales dogmáticos del siglo xvii, que distinguí­an entre la teologí­a bí­blica, la patrí­stica, la escolástica y la especulativa. En el siglo XVIII, de esta teologí­a patrí­stica se desarrolló aquella parte de la historia de los -> dogmas que aduce los escritos de los padres como fuentes de prueba dogmática.

La idea de una historia de la antigua literatura cristiana desde el punto de vista preferentemente teológico es mucho más vieja pues se remonta a Eusebio de Cesarea. Ya en su historia de la Iglesia (Hist. Eccl. i 1, 1) Eusebio se esfuerza por aducir todos los antiguos escritores cristianos, ortodoxos y heterodoxos, con sus escritos, y por presentar largos extractos de la mayorí­a de ellos, de manera que de hecho su Historia representa una de las fuentes más importantes de la p., sobre todo porque muchos de los escritos citados se han perdido. De ahí­ que, para muchos escritores cristianos antiguos, Eusebio es nuestra única fuente informativa. El primero que escribió una verdadera p. fue Jerónimo. Su obra De viris illustribus, un catálogo de escritores que compuso el año 392 en Belén, tiene por fin desvirtuar el reproche de inferioridad espiritual que ha-cí­an los gentiles contra los cristianos. Para este fin Jerónimo ofrece en 135 párrafos una biografí­a y una estimación crí­tica de las obras de los antiguos escritores cristianos desde Simón Pedro hasta Jerónimo mismo, cuyas obras se aducen hasta el año 392. Su modelo en forma y estructura es la obra de Suetonio que lleva el mismo nombre. Por más de 1000 años, este escrito de Jerónimo constituyó la base de todos los estudios de la antigua literatura cristiana, y ha seguido siendo hasta hoy dí­a la fuente más importante de su historia. Ello no excluye que la obra adolezca de algunas deficiencias. Contiene no pocas inexactitudes y, por desgracia, no está exenta de prejuicios, aparte de que Jerónimo cuenta también entre los antiguos escritores cristianos a Filón, Josefo y Séneca.

Una valiosa continuación de esta obra fue escrita con el mismo tí­tulo por el presbí­tero semipelagiano Genadio de Marsella hacia el año 480 (PL 58, 1059-1120). De menor importancia son los tratados De viris illustribus compuestos por Isidoro de Sevilla, entre los años 615 y 618 (PL 83, 1081-1106), y por Ildefonso de Toledo (PL 96, 195-206), que informa particularmente sobre escritores españoles. Como único autor no español, Ildefonso menciona a Gregorio Magno. Por primera vez en el siglo xi el benedictino Sigeberto de Gembloux, en Bélgica, vuelve a hacer un nuevo ensayo de continuar la obra de Jerónimo hasta su tiempo. Su obra De viris illustribus (PL 160, 547-588) en estrecha dependencia de Jerónimo y Genadio, da por de pronto una exposición de los antiguos escritos cristianos y de sus autores, a la que siguen escuetas y pobres noticias sobre los teólogos latinos de la edad media. No se menciona allí­ ni un solo escritor bizantino. Compendios semejantes de historia de la literatura teológica escribieron hacia 1122 Honorio de Augustodunum (De luminaribus ecclesiae: PL 213, 961-984) y el llamado Anonymus Mellicensis hacia 1135 (De scriptoribus ecclesiasticis), el cual no parece haber compuesto su obra en Melk, sino en Prüfening junto a Ratisbona. Mucho mejor informa el escrito del abad Juan Trithemio, De scriptoribus ecclesiasticis, compuesto hacia 1495, que ofrece datos biográficos y bibliográficos sobre 963 escritores, entre ellos también no teólogos. Pero también Trithemio bebe casi exclusivamente en las fuentes de Jerónimo y Genadio.

Fue importante para oriente que, ya tempranamente, se hiciera una traducción griega del catálogo de escritores de Jerónimo; la traducción fue por mucho tiempo atribuida a Sofronio, que tradujo varias de sus obras al griego como atestigua Jerónimo mismo (De vir. ill. 134). Pero la traducción de ese catálogo parece que procede de un tiempo posterior. El refundidor anónimo del Onomatologos de Hesiquio de Mileto (hacia 550) bebió también de esta traducción, mientras que el Onomatologos mismo fue utilizado por Focio y Suidas. Focio compuso hacia el año 858 el Myriobiblion, llamado también Bibliotheca, una obra eminente de fuentes para la historia de la literatura antigua, pues da extensas indicaciones de contenido, en parte con largos extractos, de unas 280 obras clásicas y de la antigüedad cristiana que se hallan en su propia biblioteca. Sus noticias atestiguan amplia formación y gran independencia de juicio. Sin esta fuente numerosas obras clásicas y patrí­sticas se habrí­an perdido enteramente, y no nos habrí­a llegado ni una mención de las mismas. Sobre muchos escritos patrí­sticos ofrece preciosos datos el Lexikon de Suidas, compuesto hacia el año 1000. Finalmente, al nestoriano Ebedjesus bar Berika debemos un catálogo de los escritores eclesiásticos de lengua siria, que él compuso por los años 1317-18 y que contiene importantes noticias sobre muchos autores eclesiásticos antiguos. La época del renacimiento trajo un interés nuevo y entusiástico por la p. Los humanistas sacaron a luz un gran número de obras desconocidas de escritores eclesiásticos latinos y griegos.

La reforma protestante y el concilio de Trento adujeron a los padres como testigos de sus concepciones discrepantes sobre la doctrina y la estructura de la Iglesia primitiva. Prestó buenos servicios para la introducción a la p. la obra De scriptoribus ecclesiasticis liber unus del cardenal Belarmino, aparecida el año 1613 en Roma, la cual informa sobre escritores cristianos hasta el año 1500. Una era totalmente nueva para la p. comenzó con los trabajos de los maurinos, que, en los siglos xvii y xviii, pusieron a disposición del mundo sabio un gigantesco material de fuentes en ediciones de los padres de la Iglesia, los cuales eran modelos para aquel tiempo.

Las Mémoires pour servir á l’histoire ecclésiastique (P 1693-1712), en 16 tomos, de L.-E. Du Pin y S. de Tillemont, prestaron excelentes servicios para la cronologí­a de la antigua literatura cristiana. Después de breve decadencia de los estudios patrí­sticos en el siglo xvui, se produjo un nuevo florecimiento hacia mediados del siglo xrx. El francés Abbé Migne publicó entre los años 1844-66 la Patrologia Latina (PL) en 161 tomos y la Patrologia Graeca (PG) en 221 tomos, con traducción paralela latina; hasta hoy son las colecciones más completas. Esta edición puso a disposición de teólogos y filólogos todos los textos patrí­sticos hasta entonces conocidos, aunque por desgracia en una reimpresión no exenta de erratas. La obra de Migne ha tenido por consecuencia un gran florecimiento de los estudios patrí­sticos.

Pero el deseo de ediciones crí­ticamente elaboradas se hizo sentir más y más, y condujo a dos grandes empresas: la de la Academia de las ciencias de Viena, que ha publicado desde 1866 el Corpus scriptorum ecclesiasticorum latinorum (CSEL), y la de la Academia de las ciencias de Berlí­n, que ha publicado desde 1897 la serie Die griechisch-Christlichen Schriftsteller (GCS). Ambas ediciones son realmente ejemplares. Entretanto en Francia se trabajó en las ediciones crí­ticas de los textos patrí­sticos orientales recién descubiertos, concretamente en las colecciones: Patrologia syriaca (PS) desde 1907; Corpus scriptorum christianorum orientalium (CSCO), que aparece desde 1903 en una serie sirí­aca, copta, arábiga y etiópica; y la Patrologia orientalis (PO), que comenzó en 1907. A la vez surgieron en Inglaterra las grandes series de traducciones Library of the Fathers (1838-88) en 45 tomos, The Ante-Nicene Christian Library (1866-72) en 24 tomos y, en los Estados Unidos, A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers (1886-1900) en 28 tomos. Son equivalentes en Alemania las series Sämtliche Werke der Kirchenväter (1830-54) en 39 tomos, Bibliothek der Kirchenväter (1869-1888) en 80 tomos y la nueva Bibliothek der Kirchenväter en las dos series 1911-30 (61 tomos) y 1932-39 (20 tomos). Una visión general ofrecen 1as dos obras modelo aparecidas entretanto sobre la antigua literatura cristiana: A. v. HARNACK, Geschichte der altchristlichen Literatur bis auf Eusebius (1893-1904), en tres tomos; y 0. BARDENHEWER, Geschichte der altkirchlichen Literatur (1913-32, reimpresión no modificada Darmstadt 1962), en cinco tomos.

La época posterior a la segunda guerra mundial está bajo el signo de una nueva colaboración internacional, como se expresó particularmente en las cinco Patristic Conf erences de Oxford (1951 1955 1959 1963 1967), que estuvieron muy concurridas. Esta colaboración tuvo su fruto en los nueve tomos de Studia Patristica (TU 63 64 78 79 80 81 92 93 94), que fueron publicados por F. L. Cross y K. Aland (1957-1966). Y también repercute en la Bibliographia Patristica, que desde 1959 edita anualmente W. Schneemelcher, con colaboración internacional, por encargo de la comisión patrí­stica de las academias de Gotinga, Heidelberg, Munich y Maguncia. Después de la segunda guerra mundial la Academia de Viena y la de Berlí­n han continuado las series del CSEL y GCS, a las cuales se ha añadido desde 1953 la gran empresa (dirigida por la abadí­a de san Pedro en Steenbrugge, de Bélgica) del Corpus Christianorum; se trata de un «nuevo Migne» que, en una Series latina y otra Series graeca, se propone ofrecer reimpresiones de todos los textos patrí­sticos existentes. Un importante trabajo preliminar para la empresa ofrecieron E. Dekkers y A. Gaar con la publicación de la Clavis Patrum Latinorum, que indica al cientí­fico las mejores ediciones de los padres latinos (1951, 21961). Nuevas series de textos y traducciones comenzaron a aparecer en Francia con la colección Sources chrétiennes (SC) y, en los Estados Unidos e Inglaterra, con la colección Ancient Christian Writers (ACW).

El gran hallazgo de Nag’Hammadi (1946) regaló al mundo patrí­stico una colección de miles de páginas de textos gnósticos, cuya edición ha comenzado. Estos textos proyectarán nueva luz sobre la historia del gnosticismo y los orí­genes de la teologí­a cristiana. Finalmente, el año 1968, G.W.H. Lampe terminó en Oxford un Greek Patristic Lexicon, iniciado en 1961, que constituye un instrumento imprescindible para la investigación patrí­stica.

BIBLIOGRAFíA: Cf. las obras básicas Harnack Lit; Bardenhewer; Quasten 1; Quasten P; Altaner-Stuiber. – Además: K. Aland, Der gegenwärtige Stand der patristischen Arbeit in Deutschland: Misc. Hist. Eccl. (Lv 1961) 119-136; J. O. Reata, La actualidad de los trabajos patrlsticos: Helmantica 16 (Sal 1965) 151-208; M. Tetz, Altchristliche Literaturgeschichte – Patrologie: ThR 32 (1967) 1-42; J. Vives, Los Padres de la Iglesia (Herder Ba 1971); A. Segovia, Espiritualidad patrlstica (Gran 1944).

Johannes Quasten

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica

Patrología, el estudio de los escritos de los Padres de la Iglesia, ha sido más comúnmente conocido en Inglaterra como patrística, o más común todavía, como “estudio de la patrística”. Algunos escritores, principalmente en Alemania, han distinguido entre patrología y patrística: por ejemplo, Fessler define patrología como la ciencia que provee todo lo necesario para usar las obras de los Padres, y que trata, por lo tanto, con su autoridad, los criterios para juzgar su autenticidad, las dificultades que se hallan en ellas y las reglas para su uso. Pero la propia “Institutiones Patrologi” de Fessler tiene un alcance más amplio, como lo tienen otras obras similares llamadas Patrologías, de las cuales la más útil es la de Bardenhewer (tr. Shahan, Friburgo, 1908).

Por otro lado, Fessler describe patrística como la ciencia teológica mediante la cual se recopila y organiza todo lo relacionado a la fe, la moral o la disciplina en los escritos de los Padres. Por último, hay otra ciencia que describe las vidas y obras de los Padres: la historia literaria. Estas diferencias no se consideran demasiado, ni parecen muy necesarias; no son nada más que aspectos del estudio patrístico según forma parte de la teología fundamental, de la teología positiva y de la historia literaria. Otro significado de la palabra patrología ha llegado por el título de las grandes colecciones de las obras completas de los Padres publicadas por el Abad Migne, “Patrología Latina”, 221 vols., y “Patrología Graeca”, 161 vols.

Bibliografía: Para bibliografía vea Padres de la Iglesia.

Fuente: Chapman, John. «Patrology.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/11560a.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica