RESPETO

v. Reverencia
1Sa 25:35 que he oído tu voz, y te he tenido r
Pro 18:5 r a la persona del impío, para pervertir
Mat 21:37; Mar 12:6 diciendo: Tendrán r a mi hijo
Luk 18:4 ni temo a Dios, ni tengo r a hombre
20:13


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Actitud de tolerancia, comprensión y reverencia que se adopta con una persona, lugar, comunidad o situación. Es una actitud básica del ser inteligente y fruto de la razón serena. El violento, el desequilibrado, el opresor es incapaz de aceptar y mucho menos de prácticar este valor.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Actitud deferente con que se trata a la persona que se juzga digna de estima; reconocimiento y consideración hacia algo o, especialmente, por alguien, en razón de sus cualidades, méritos, oficio, dignidad o autoridad. Manifestar respeto es †œhonrar†. Diversas palabras de los idiomas originales transmiten la idea de otorgar honra, respeto o temor saludable a otros. (Véanse HONRA; TEMOR.)

A Jehová y sus representantes. Por ser el Creador, Jehová Dios merece la máxima honra de parte de todas sus criaturas inteligentes. (Rev 4:11.) Tal honra exige que le obedezcan fielmente debido al amor y la gratitud por lo que Jehová ha hecho a favor de ellas. (Mal 1:6; 1Jn 5:3.) También incluye utilizar las posesiones valiosas en beneficio de la adoración verdadera. (Pr 3:9.)
El que se apropia de lo que pertenece al Creador muestra falta de respeto por las cosas sagradas. Tal fue el proceder de Hofní­ y Finehás, los hijos del sumo sacerdote Elí­, quienes se apoderaban de lo mejor de las ofrendas que se hací­an a Jehová. Al no tomar medidas firmes contra sus hijos por esta acción, Elí­ les dio más honra a ellos que a Jehová. (1Sa 2:12-17, 27-29.)
Mientras que los hombres muestran honra a Jehová Dios cuando le obedecen fielmente y sirven a favor de su adoración, Dios honra a los humanos al bendecirlos y recompensarlos. (1Sa 2:30.) Por ejemplo, el rey David, fiel siervo de Jehová que deseaba edificar un templo para albergar el arca sagrada del pacto, fue honrado o recompensado con un pacto para un reino. (2Sa 7:1-16; 1Cr 17:1-14.)
Como voceros de Jehová, los profetas, en especial el Hijo de Dios, Jesucristo, eran dignos de respeto. Pero los israelitas no les otorgaron dicho respeto, sino que abusaron verbal y fí­sicamente de ellos, incluso hasta el punto de darles muerte. La falta de respeto que Israel mostró a los representantes de Jehová alcanzó su punto máximo al matar a su Hijo. Por esta razón, Jehová se valió de los ejércitos romanos para ejecutar su venganza sobre la Jerusalén infiel en el año 70 E.C. (Mt 21:33-44; Mr 12:1-9; Lu 20:9-16; compárense con Jn 5:23.)

En la congregación cristiana. Los que tení­an responsabilidades especiales como maestros en la congregación cristiana merecí­an el apoyo y la cooperación de sus compañeros creyentes. (Heb 13:7, 17.) Eran †œdignos de doble honra†, lo que incluí­a ayuda material voluntaria por su duro trabajo a favor de la congregación. (1Ti 5:17, 18; véase ANCIANO.)
Sin embargo, todos los cristianos tení­an derecho a recibir honra de sus compañeros creyentes. El apóstol Pablo aconsejó: †œEn cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera†. (Ro 12:10.) Como cada cristiano conoce sus debilidades y defectos mejor que los demás, es apropiado que ponga a los demás por delante de sí­ mismo y les tribute gran honra y estima por su fiel labor. (Flp 2:1-4.) Las congregaciones honraban a las viudas que lo merecí­an dándoles apoyo material cuando se hallaban necesitadas. (1Ti 5:3, 9, 10.)

Entre los miembros de la familia. La esposa debe tener temor saludable, o profundo respeto, a su esposo como cabeza de la familia. (Ef 5:33.) Esto está en armoní­a con la preeminencia que Dios otorgó al hombre. Este, no la mujer, fue creado primero, y él es †œimagen y gloria de Dios†. (1Co 11:7-9; 1Ti 2:11-13.) Sara fue un ejemplo notable de una mujer que tení­a profundo respeto a su esposo. Dicho respeto procedí­a del corazón, pues llamó a su marido †œseñor† incluso †œdentro de sí­†, no simplemente para que otros lo oyeran. (1Pe 3:1, 2, 5, 6; compárese con Gé 18:12.)
Por otro lado, a los esposos se les insta: †œContinúen morando con ellas [sus esposas] de igual manera, de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida†. (1Pe 3:7.) Por consiguiente, los esposos cristianos ungidos por espí­ritu tení­an que tomar en consideración que sus esposas ocupaban la misma posición que ellos como coherederas con Cristo (compárese con Ro 8:17; Gál 3:28), y se las debí­a tratar de manera honorable por ser menos fuertes que los hombres.
Con relación a los hijos, los padres son los representantes de Dios, autorizados para educarlos y disciplinarlos, y por ello tienen el derecho de recibir honra o respeto. (Ex 20:12; Ef 6:1-3; Heb 12:9.) Esto no se limitarí­a a que el hijo obedeciera y manifestara tener a sus padres en alta estima. Cuando fuese necesario, incluirí­a cuidarlos con amor una vez que se hiciesen mayores. (Compárese con Mt 15:4-6.) En la congregación cristiana se consideraba peor que una persona sin fe a quien no proveí­a para su madre o padre de edad avanzada y necesitado. (1Ti 5:8.) Como el apóstol Pablo le indicó a Timoteo, la congregación no tení­a que asumir la carga de cuidar de las viudas que tuvieran hijos o nietos con posibilidades de prestar ayuda material. (1Ti 5:4.)

A los gobernantes y otras personas. A los hombres que ocupan puestos gubernamentales elevados también se les debe honra o respeto. Un cristiano no muestra tal respeto para conseguir favores, sino porque es la voluntad de Dios. Puede que estos hombres sean corruptos (compárese con Lu 18:2-6; Hch 24:24-27), pero aun así­ se les respeta por consideración a la dignidad de su cargo. (Ro 13:1, 2, 7; 1Pe 2:13, 14.) De manera similar, los esclavos tení­an que considerar a sus dueños dignos de plena honra y hacer su trabajo asignado a fin de no ocasionar oprobio al nombre de Dios. (1Ti 6:1.)
Cuando otros pedí­an que un cristiano diera razón de su esperanza, este tení­a que hacerlo †œjunto con genio apacible y profundo respeto [literalmente, †œtemor†]†. Aunque se hicieran las preguntas en un tono insultante, el cristiano deberí­a presentar sus razones con calma y amabilidad y no responder de manera irritada o resentida. Aunque al cristiano no le intimida el temor a los hombres, deberí­a demostrar un profundo respeto o temor saludable, como si estuviera en la presencia de Jehová Dios y del Señor Jesucristo. (1Pe 3:14, 15, nota.) En este aspecto deberí­a seguir el ejemplo de los ángeles, quienes no presentan acusaciones en términos injuriosos aunque son mayores en fuerza y poder. (2Pe 2:11.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Véase Temor.

Fuente: Diccionario de Teología