La presencia de María, «apariciones» y mensajes
Cuanto hemos dicho sobre la apariciones en general o de los santos, se puede aplicar a las apariciones de la Virgen, con la particularidad de que ella está glorificada en cuerpo y alma, es decir, Asunta a los cielos. Al mismo tiempo, ella tiene una misión específica que cumplir en la historia de salvación, como Madre de la Iglesia y Medianera, con su presencia activa y materna en la vida personal y comunitaria.
Desde los primeros siglos de la Iglesia se ha hablado de apariciones marianas a Santiago en Zaragoza (en el Pilar), a San Gregorio Taumaturgo (siglo III), a Juan Damasceno (siglo VIII), etc. En tiempo del concilio de Efeso (a.431) se hablaba de apariciones que ratificaban el título mariano de «Theotokos» (Madre de Dios). En tiempos ya cercanos a los nuestros, son conocidas y veneradas las apariciones de la Virgen en Guadalupe (México, 1531). Durante el siglo XIX, entre las apariciones aprobadas, son más conocidas las siguientes «Medalla Milagrosa» (a Santa Catalina Labouré, 1830), La Salette (1846), Lourdes (a Santa Bernardette, 1858). Ya en el siglo XX Fátima (1917), Beauraing en Bélgica (1932-1933), Banneux también en Bélgica (1933). Actualmente hay unas doscientas en estudio, todavía no reconocidas explícitamente.
Las «revelaciones» particulares que tienen origen en las apariciones, si son auténticas, no interfieren la revelación propiamente dicha o fundante, sino que son luces especiales para poner en práctica la única revelación. Ordinariamente se dirigen a alentar, iluminar, pedir más oración y sacrificio, instar a cambio de conducta o a mayor perfección, etc. De suyo no interfieren en la marcha ordinaria de lo que ya está establecido en la Iglesia o de lo que cada uno debe hacer según su deber de estado. Los contenidos del mensaje no substituyen a la fe ni siembren el miedo.
Actitud de los pastores de la Iglesia y discernimiento
La aprobación de la autoridad eclesial se refiere a la garantía para aceptar y seguir el mensaje o para tributar culto y veneración según las indicaciones de la aparición. La aprobación inmediata de toda manifestación cultual pública, compete siempre al Obispo del lugar (cfr. can. 212,2). El discernimiento de la Iglesia es sobre la gracia recibida, pero no explica la naturaleza de los fenómenos extraordinarios. Estos puede ser producidos por la gracia o también ser efectos colaterales de la propia psicología y cultura. La aprobación de la Iglesia comunica certeza moral sobre la existencia objetiva de una gracia a través de unos signos, sin comprometerse en explicar las expresiones o traducciones sujetivas, especialmente en «apariciones» posteriores o repetitivas que pueden ser un eco psicológico (en armonía con una gracia recibida anteriormente).
El itinerario del discernimiento que sigue la Iglesia (autoridad local o universal) para aprobar una aparición, es la siguiente constatación objetiva de los hechos (videntes y testimonios), estudio del contenido del mensaje (si corresponde a los contenidos evangélicos), autenticidad de los videntes (motivaciones, veracidad, moralidad), frutos espirituales permanentes en la comunidad (oración, conversión, caridad). Los hechos extraordinarios (milagros o humanamente inexplicables) no son esenciales, pero pueden ayudar para ratificar el hecho, analógicamente a como los milagros ayudan para las canonizaciones (después de haber constatado y declarado las virtudes heroicas). Entre más de 2.000 curaciones sorprendentes reconocidas por la oficina médica de Lourdes (desde 1858), sólo unos 60 han sido reconocidas como milagrosas por la Iglesia.
Asistencia pastoral y animación misionera
Aún cuando algunas apariciones no hayan sido aprobadas o garantizadas (a nivel local o universal), la autoridad eclesial puede organizar una acción pastoral y asistencial adecuada respecto a las masas de peregrinos que acuden con evidentes frutos de conversión y renovación.
Algunas apariciones y santuarios marianos (como los de Loreto, Guadalupe, Chiquinquirá, Luján, Aparecida, Medalla Milagrosa, Lourdes, La Salette, Fátima, etc.) han llegado a ser grandes centros de evangelización, no solamente por las grandes masas y grupos familiares que acuden continuamente a orar, escuchar la Palabra y recibir los sacramentos, sino también por su organización caritativa y evangelizadora a escala nacional e internacional. Los mensajes recibidos de la Virgen en los siglos anteriores siguen actualizándose según las indicaciones de la Iglesia en cada época, como vivencia actualizada de la comunión de los santos y como respuesta a una nueva evangelización.
Referencias Apariciones, carismas, discernimiento, devoción mariana, fenómenos extraordinarios, Guadalupe, María, religiosidad popular, santuarios, revelación.
Lectura de documentos MC 25-37; Puebla 282-303, 446.
Bibliografía AA.VV, Las apariciones marianas en la vida de la Iglesia Estudios Marianos 52 (1987); B. BILLET, Vraies et fausses apparitions (Paris, Lethielleux, 1973); G. HIERZENBERGER, O. NEDOMANSKY, Tutte le apparizioni della Madonna in 2000 anni di storia (Casale Monferrato, PIEMME, 1996); R. LAURENTIN, A. VAZQUEZ, Apariciones, en Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas, 1988) 182-198; B. MONSEGU, Espiritualidad de los mensajes de las grandes apariciones marianas Estudios Marianos 37 (1973) 131-145. Ver bibliografía en Guadalupe, Santuarios marianos.
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización