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DIALOGO INTERRELIGIOSO

DIALOGO INTERRELIGIOSO

Significado del diálogo interreligioso

Las religiones son una experiencia de Dios o de la trascendencia. Puesto que es el mismo Dios quien, como creador y como quien dirige la historia humana, se ha manifestado de «diversas maneras» (Heb 1,1) a través de la historia y en todos los pueblos y culturas, deberí­a ser normal el diálogo «interreligioso» para intercambiar la experiencia de Dios.

Puesto que todas las culturas religiosas buscan la suma Verdad y el sumo Bien, por ello mismo tienden a una unidad trascendental que no debe dañar las particularidades de cada una de ellas, como dones peculiares recibidos del mismo Dios. No se trata de «sincretismo» a modo de una suma indiscriminada y relativista de las diversas creencias, sino del diálogo para intercambiar los dones recibidos, respetando los planes salví­ficos y sorprendentes del mismo Dios.

Superados los obstáculos del sincretismo y del relativismo, habrá que afrontar los prejuicios y las alergias históricas, así­ como las incomprensiones, los fundamentalismos o radicalismos… Para ello ayudará recordar que el objetivo inmediato del diálogo interreligioso no es la conquista del interlocutor para la propia religión, sino el intercambio mutuo de creencias y experiencias religiosas, para una mutua compresión y respeto.

Aspectos positivos y modalidades

El diálogo interreligioso presupone el reconocimiento de los elementos positivos de las demás religiones. Para el cristiano, este presupuesto es una exigencia de la misma fe, puesto que «reflejan no pocas veces un destello de aquella Verdad que ilumina a todo hombre» (NAE 2). Es un «coloquio verdaderamente humano a la luz divina… para advertir en diálogo sincero y paciente las riquezas que Dios, generoso, ha distribuido a las gentes» (AG 11). Es actitud de fe, aprecio y simpatí­a por los demás, humildad, paciencia, caridad. Esta actitud manifiesta el «profundo respeto hacia todo lo que en el hombre ha obrado el Espí­ritu, que sopla donde quiere (cfr. Jn 3,8)» (RMi 56).

Hay que distinguir diversos caminos y modalidades del diálogo interreligioso diálogo de vida (en la convivencia de todos dí­as, personal, familiar y social); diálogo de obras (cooperando en el quehacer humano cultural y polí­tico-social; diálogo de doctrina (compartiendo la reflexión teológica sobre la propia creencia y conducta moral, sobre los valores de la familia y sociedad); diálogo de experiencias religiosas (oración y relación con Dios).

Actitud espiritual y pastoral

El hecho de que Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, sea el «único mediador entre Dios y los hombres» (1Tim 2,5), «salvador de todos los hombres» (1Tim 4,10), es el fundamento teológico del diálogo interreligioso. A partir de la encarnación de su Hijo, Dios ha mostrado su amor al mundo de modo definitivo, «para que el mundo se salve por él» (Jn 3,16-17). El diálogo entre cristianos y otros creyentes está en esta misma lí­nea de la actuación de Cristo, quien «no ha venido para abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17).

La actitud espiritual y pastoral de diálogo entre creyentes de diversas religiones, tiene estas caracterí­sticas exposición espontánea y libre de las propias creencias; escucha atenta y respetuosa de las creencias y experiencias de los demás; comprensión acerca de los «valores espirituales y morales» (ES 101) que se encuentran en las creencias de los demás (ES 101); fidelidad a las propias creencias y experiencias religiosas como un don de Dios que ha sido concedido también para compartirlo con los hermanos; apertura y capacidad para intuir el «misterio» de Dios más allá de los propios conceptos. Entonces la actitud de diálogo es compatible con la convicción de que en Cristo «los hombres encuentran la plenitud de vida religiosa» (NAe 2). En resumen, se trata de la obediencia a la verdad y el respeto de la libertad, dentro de los planes salví­ficos de Dios.

Valor evangelizador

Este diálogo interreligioso, que respeta la fe de cada uno, no es, de suyo, el anuncio directo del evangelio, pero tiene valor evangelizador, como elemento integrante de la acción evangelizadora, por la autenticidad del testimonio y por la claridad en la exposición de la propia creencia. El cristiano, al escuchar las otras experiencias y al manifestar la suya, sabe que «en estos últimos tiempos Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó heredero de todo» (Heb 1,2).

Exigencia de la vocación cristiana

El diálogo interreligioso, teniendo en cuenta sus diversas modalidades, es una exigencia de la vocación cristiana «Todos los fieles y las comunidades cristianas están llamadas a practicar el diálogo, aunque no al mismo nivel y de la misma forma» (RMi 57). La actitud dialogal auténtica equivale a la autenticidad de la propia vivencia de la fe en Cristo resucitado presente en su Iglesia y en el mundo. Cristo comparte la vida e historia de todos los hombres y de todos los pueblos; Dios Amor ha dejado su imagen impresa en el corazón de todo ser humano, y sus huellas en todas las culturas y religiones. Por esto, para el cristiano, la fe en Cristo (el Verbo hecho hombre) y en el misterio de la Trinidad (la comunión de Dios Amor en tres personas), son un punto de referencia para entablar el diálogo sin reduccionismos, alergias y complejos.

Referencias Diálogo, diálogo ecuménico, diálogo pastoral, experiencia de Dios, religiones, semillas del Verbo.

Lectura de documentos AG 3,9,11; LG 16; DH 2,10; NAe 1-5; ES 101; EN 53,77; RH 6,11-12; RMi 29,55-57.

Bibliografí­a AA.VV., Mission et dialogue inter-religieux (Lyon, Fac. Théol., 1990); AA.VV., Interfaith Dialogue Documenta Missionalia 43 (1994); D. ACHARUPARAMBIL, Il dialogo inter-religioso, en Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana Univ. Press, 1992) 307-325; I. ARREGUI, Apuntes para un diálogo interreligioso Lumen 45 (1996) 3-25, 97-139; (Consejo Pontificio para el Diálogo y Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Instrucción) Dialogo e Annuncio. Riflessioni e orientamenti sul dialogo interreligioso e l’annuncio del Vangelo di Gesù Cristo (1991); J. DUPUIS, Dialogo interreligioso nella missione evangelizzatrice della Chiesa, en Vaticano II, Bilancio e prospettive (Assisi, Cittadella Edit., 1987) 1244-1256; E. GIL, El diálogo interreligioso Estudios Eclesiásticos 71 (1996) 229-259; M. ROUKANEN, The Catholic Doctrine of non-Christian religions according to the Second Vatican Council (Leiden, Broll, 1992); A. SANTOS HERNANDEZ, Teologí­a sistemática de la misión (Estella, Verbo Divino, 1991) IV; H. TEISSIER, Le dialogue fait partie de la mission, en Portare Cristo all’uomo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1985) I, 165-172; A. TORRES, El diálogo de las religiones (Santander, Sal Terrae, 1992); M. De UNCITI, Diálogo interreligioso y misión, en La misionologí­a hoy (Madrid, OMP, 1987) 301-333; M. WILES, Christian theology and inter-religious dialogue (London, SCM Press, 1992); M. ZAGO, Nostra Aetate, Dialogo interreligioso a Vent’anni dal Concilio (Casale Montferrato, PIEMME, 1985).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Durante toda la historia de la humanidad se ha verificado el contacto por medio de mensajes, escritos o conversaciones en una situación de encuentro entre los seguidores de las diversas religiones. Se hallan ejemplos de ello en la historia del budismo, del hinduismo y en las religiones monoteí­stas nacidas en Asia Occidental.

El hecho de que se pueda señalar la existencia de este diálogo en diversos momentos de la historia de las religiones no debe hacemos perder de vista el carácter nuevo y distinto del fenómeno actual del diálogo interreligioso. Oue se trata de un fenómeno nuevo se puede deducir de la universalidad de este diálogo, al menos en lo que se refiere a las grandes religiones, que nunca se habí­a verificado en la historia. Evidentemente, este diálogo está ligado a los profundos cambios culturales relacionados con las recientes revoluciones tecnológicas y que han facilitado la comunicación entre los pueblos, creando así­ una nueva situación a nivel cultural de la humanidad. Además, las convulsiones polí­ticas de los años 40 de este siglo han dado a muchas naciones un nuevo sentido de su identidad cultural Y religiosa. El fenómeno del diálogo interreligioso se plantea en términos nuevos, aunque no faltan en las diversas religiones ciertas afirmaciones de tipo apologético de que el diálogo ha sido siempre el estilo de los contactos entre sus fieles Y los demás.

Esta novedad es de tal categorí­a que resulta más fácil decir lo que no es el diálogo interreligioso que señalar en qué consiste. El diálogo no es ni polémica ni apologética. Tampoco se trata de un discurso persuasivo para inducir a los interlocutores a que cambien de idea. Pero si el diálogo interreligioso no tiene estos objetivos interesados, tampoco es una mera discusión entre estudiosos de las diversas religiones, que intercambian sus puntos de vista con «neutralidad» cientí­fica. Mucho menos se trata de un discurso en que el irenismo sirva de careta al indiferentismo religioso o al escepticismo ante la verdad. Se trata, por el contrario, de un diálogo entre creyentes de varias religiones que están convencidos de la verdad de sus respectivas creencias , que, sin embargo, piensan que es iniportante establecer y proseguir un diálogo sobre los contenidos y las consecuencias de sus convicciones religiosas con personas que creen de manera distinta.

Las motivaciones del diálogo interreligioso pueden ser varias. A veces puede ser la necesidad de resolver ciertas tensiones a nivel local o nacional entre los seguidores de diversas religiones: el diálogo es entonces la alternativa a la violencia de una guerra o de una persecución. En otras ocasiones, el diálogo interreligioso puede estar provocado por una responsabilidad cí­vica a fin de defender juntos ciertos derechos humanos. Para una acción concertada es necesario conocer también las motivaciones y los ideales religiosos de todos los afectados. Un tercer tipo de este diálogo se encuentra más directamente a nivel de la cultura, bien en el sentido de unas costumbres que se aceptan en una sociedad pluralista, bien en el sentido de la enseñanza y de la búsqueda cientí­fica. Este diálogo es como un laboratorio para una convivencia de diversas culturas, portadora cada una de ellas de diver50s valores religiosos, en una civilización global cuya unidad no excluye una diversidad intrí­nseca. Finalmente, está el diálogo que tiene como objeto la misma experiencia religiosa. Este diálogo puede situarse a nivel preconceptual, y entonces puede llamarse un «diálogo de vida» para individuos o grupos humanos. A nivel conceptual, este diálogo es tarea de especialistas.

En todos estos casos, el diálogo no puede prescindir ni de la coherencia con las propias convicciones religiosas ni de la sinceridad en la búsqueda del bien común. En este sentido, el diálogo interreligioso es un camino hacia la verdad en la caridad.

En la Iglesia católica fue el papa Pablo VI el que introdujo en el lenguaje de la Iglesia la palabra «diálogo» con su encí­clica Ecclesiam suam (1964), y el concilio Vaticano II indicó autoritativamente el fundamento teológico Y las lí­neas prácticas del diálogo interreligioso, especialmente en la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia católica con las otras religiones, Nostra aetate. El Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso (instituido por Pablo VI con el nombre de » Secretariado para los no cristianos»), junto con la Congregación para la evangelización de los pueblos, publicó en 1991 un documento importante para aclarar las relaciones entre el diálogo interreligioso y el anuncio del Evangelio en la misión y en la vida de la Iglesia.

A. Roest Crollius

Bibl.: Pontificio Consiglio per il dialogo interreligioso, Dialogo e Annuncio: due aspetti della missione evangelizzatrice della Chiesa: Bulletin n. 77 26 (1991) 151-302: AA. VV , Religión y religiones, en R. Latourelle (ed,), Vaticano- 11 Balance y perspectivas Sí­gueme, Salamanca 1989, 903-1019: J’ Bosch, Para comprender el ecumenismo, Verbo Divino. Estella 1993: A. Samuel, Para comprender las religiones de nuestro tiempo, Verbo Divino, Estella 31994.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico