Biblia

IGLESIA COMUNION

IGLESIA COMUNION

Reflejo de la comunión trinitaria de Dios Amor

La Iglesia, por su misma naturaleza de comunidad fundada y «convocada» por Jesús, es «comunión» («coinoní­a») de hermanos. Los tí­tulos bí­blicos que se refieren a la Iglesia indican comunión Pueblo, cuerpo, templo, familia, redil, viña… La «coinoní­a» significa ser y poner en común, compartir la misma vida. Tiene relación de dependencia con el compartir el cuerpo y sangre de Cristo (1Cor 10,16).

La vivencia de la diversidad de carismas en la unidad fraterna, refleja la comunión trinitaria. Entonces «la Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espí­ritu Santo» (LG 4, citando a San Cipriano). La Iglesia de la Trinidad es ella misma misterio de comunión, que ha recibido la misión de construir la comunión en cada corazón humano y en toda la comunidad humana. La Iglesia es «germen de unidad» para todo el género humano, en la medida en que ella misma sea «comunión de vida» (LG 9).

La encarnación del Verbo tiene como objetivo «establecer la paz o comunión con él y una fraterna sociedad entre los hombres» (AG 3). Por esto, la Iglesia tiene como misión construir la humanidad en comunión de hermanos, «partí­cipes de la naturaleza divina» (AG 3). «Plugo a Dios llamar a los hombres a la participa¬ción de su vida no sólo individualmente, sin mutua conexión entre ellos, sino constituirlos en pueblo, en el que sus hijos que estaban dispersos se congreguen en unidad (cfr. Jn 11,52)» (AG 2).

Unidad de comunión en la diversidad

La comunión eclesial es tarea de todos, como llamados a la «caridad» que es «ví­nculo de perfección» (Col 31,4). No habrí­a plena sacramentalidad (unidad de comunión), si no hubiera plena catolicidad (identidad con todas las Iglesias) y plena apostolicidad (fidelidad a la herencia apostólica común). «Dios… la constituyó Iglesia, a fin de que fuera para todos y cada uno sacramento visible de esta unidad salví­fica» (LG 9).

La comunión equivale a la unidad del «cuerpo» mí­stico de Cristo, como fruto de la escucha de la palabra de Dios predicada por los Apóstoles y por la participación en la eucaristí­a (Hech 2,42; 1Cor 10,16-17). La comunión se manifiesta en el compartir los bienes (Heb 13,16), al estilo de la primera comunidad cristiana, que era «un solo corazón y una sola alma» (Hech 4,32).

La comunión eclesial no es uniformidad, sino diversidad de vocaciones y carismas, armónicamente vividos en la caridad, para ejercer los «ministerios» o servicios. La fuerza del Espí­ritu se manifiesta en la evangelización, a partir de esta comunión eclesial (cfr. Hech 4,31.33-34). La «pluriformidad» y «variedad» de dones y carismas de cada comunidad eclesial, tienden a la unidad de una sola Iglesia católica compuesta de diversas Iglesias particulares.

Signo sacramental de comunión local y universal

La «sacramentalidad» de la Iglesia indica su realidad de «signo» transparente y constructor de comunión, «signo e instrumento de la unión í­ntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1). La Iglesia es «sacramento inseparable de unidad» para todos los hombres (San Cipriano, Epist. ad Magnum 6). Consecuentemente, en el grado en que la Iglesia sea comunión, se constituye en constructora de la comunión universal. «Este supremo modelo de unidad, reflejo de la vida í­ntima de Dios, uno en tres personas, es lo que los cristianos expresamos con la palabra «comunión»» (SRS 40).

En cada Iglesia particular «se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica» (ChD 11), puesto que «en las Iglesias particulares y a partir de ellas se constituye la Iglesia Católica una y única» (LG 23). Por esto, la comunión se realiza en torno al Obispo como sucesor de los Apóstoles, como concretización de la comunión de la Iglesia universal presidida por el Papa como sucesor de Pedro. Es, pues, comunión local y universal, signo eficaz de evangelización «Padre, que sean uno, como tú estás en mí­ y yo en ti… para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,21-23).

La misión que Jesús confí­a a la comunidad eclesial procede de la comunión trinitaria, a fin de hacer a la misma Iglesia comunión, como garantí­a de la misión recibida. «Fin último de la misión es hacer partí­cipes de la comunión que existe entre el Padre y el Hijo los discí­pulos deben vivir la unidad entre sí­, permaneciendo en el Padre y en el Hijo, para que el mundo conozca y crea (cfr. Jn 17,21-23)» (RMi 23). El enví­o de los Apóstoles por parte de Jesús tení­a este objetivo «Predicar a todas las gentes la nueva evangélica, para que la humanidad se hiciera familia de Dios, en la que la plenitud de la ley sea el amor» (GS 32).

La misión eclesial del «pueblo mesiánico» consiste en ser «germen de unidad para todo el género humano», puesto que «Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él, como de instrumento de la redención universal y lo enví­a a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra (cfr. Mt 5,13-16)» (LG 9). Sólo a través de la comunión eclesial vivida auténticamente, el mundo llegará a «la unidad completa» (LG 1), como reflejo de la comunión trinitaria de Dios Amor. Puesto que «en esta comunión está el fundamento de la misión» (RMi 75), todo lo que no sonara a comunión eclesial serí­a caduco. La comunión trinitaria es fuente de la misión; la comunión eclesial es, pues, un signo eficaz de evangelización.

Referencias Catolicidad, comunidad eclesial, comunión de los santos, Cuerpo mí­stico, ecumenismo, Iglesia, Pueblo de Dios, Trinidad, unidad de la Iglesia.

Lectura de documentos LG 1, 13-15, 18, 22, 25, 28, 49-50; UR 1-2.

Bibliografí­a A. BANDERA, La Iglesia misterio de comunión (Salamanca, San Esteban, 1965); J. CAPMANY, Misión en la comunión (Madrid, PPC, 1984); Y. CONGAR, Diversité et communion (Paris, Cerf 1982); (Congregación para la Doctrina de la Fe), Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión (28 mayo 1992); J. ESQUERDA BIFET, Compartir con los hermanos, la comunión de los santos (Barcelona, Balmes, 1992); J. HAMER, La Iglesia es una comunión (Barcelona, Estela, 1965); M.J. LE GUILLOU, Mission et unité, les exigences de la communion (Paris 1964); C. SCANZILLO, La Chiesa sacramento di comunione (Napoli, Dehoniane, 1987); (Sí­nodo de los Obispos) Ecclesia sub Verbo Dei mysteria Christi celebrans pro salute mundi, Relatio finalis (Lib. Edit. Vaticana 1985); J.M.R. TILLARD, Iglesia de Iglesias (Salamanca, Sí­gueme, 1990).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización