SALUD-SANIDAD
Unidad de cuerpo y alma
Ordinariamente se aplica el término «salud» al bienestar del hombre en su aspecto físico, psíquico y social. Es un aspecto de la «salvación» integral del ser humano. Jesús ha venido a salvar al ser humano en toda su integridad y unidad de cuerpo y alma (cfr. GS 14). «Pasó haciendo el bien» (Hech 10,38) y «cargó con nuestras enfermedades» (Mt 8,17).
La vida humana, en efecto, desde el pecado de los primeros padres (pecado original), ha quedado herida en su raíz, y esta herida se manifiesta en el pecado, la enfermedad, la muerte, las injusticias y el mal en general. La división interna del corazón se manifiesta también en las expresiones corporales (enfermedades) y sociales (cfr. GS 13).
La presencia o ausencia de salud «corporal» afecta a todo el ser humano. Se podría incluso decir que afecta a toda la humanidad y a todo el cosmos. Por esto, hay que cuidar el precioso don de la vida terrena, como un don irrepetible y, al mismo tiempo, preparatorio de una vida definitiva, que será transformación de la vida presente en vida eterna. La salud humana es uno de estos dones que nos hacen descubrir que la vida merecer vivirse.
La acción pastoral de Jesús con los enfermos
Jesús perdonaba, sanaba, consolaba, resucitaba. Amaba a las personas en toda su integridad. Los enfermos buscaban tocarle para quedar curados (Mt 14,36). A veces les sanaba imponiéndoles las manos (Lc 4,40) o ungiéndolos con oleo (Mc 6,13). Se puede decir que se describe a sí mismo en la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10,33-34). La sanación forma parte de la misión confiada por Jesús a sus apóstoles «sanad a los enfermos» (Mt 10,8; cfr. Mc 16,18). El sacramento de la unción es un signo portador de gracia para la salud integral del enfermo.
La sanación de la enfermedad se busca por los medios que la Providencia ha puesto a nuestro alcance. También se pide a Dios el don de conseguirla, si es su voluntad. La verdadera y más profunda sanación es la actitud de unirse a la voluntad salvífica de Dios. Esta paz del corazón es una gracia (no es conquista humana) y sana todas las raíces del pecado y de la enfermedad. La sanación puede darse por medios extraordinarios (un milagro) o también por la acción ordinaria de la Providencia que nos orienta para encontrar los medios adecuados de curación. La oración, personal y comunitaria, debe ser humilde, sin exigencias, queriendo vivir, como Cristo, en sintonía con la voluntad del Padre.
Camino de Pascua
La realidad de las enfermedades y de la muerte, a la luz de la fe, se convierte en mayor aprecio de la salud y de la vida terrena, para transformarla según el espíritu de las bienaventuranzas y del mandato del amor. Entonces la vida y la salud recuperan su pleno sentido el de servir amando a Dios y a los hermanos. Las realidades humanas de salud y enfermedad, pasan a ser, por medio de los sacramentos, prolongación de la misma vida de Cristo en su caminar hacia la Pascua.
Referencias Cruz, cuerpo, dolor, fenómenos extraordinarios, salvación, unción de los enfermos, vida.
Lectura de documentos CEC 1502-1510, 2288-91.
Bibliografía AA.VV., La Iglesia y el mundo de la salud (Madrid, EDICE, 1982); J.C. BERMEJO, Humanizar la salud (Madrid, San Pablo, 1997); A. MONGE, Etica, salud, enfermedad (Madrid, Palabra, 1991). Ver referencias.
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización