Biblia

SIMBOLOS

SIMBOLOS

(v. signos)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Es algo que experimentamos a menudo: a veces las palabras no bastan para expresar la riqueza de nuestros sentimientos. Entonces recurrimos, por ejemplo, a gestos, a signos, a sí­mbolos que nos ayudan a comunicar aquello que las palabras son incapaces de manifestar. Cada don, por ejemplo, es guiado por esta comunicación que no es meramente verbal sino simbólica, es decir, por la capacidad de establecer una comunicación más rica que las palabras. De hecho, los sí­mbolos nos dicen más cosas, nos abren —más allá de los significados inmediatos y literales— a ulteriores valores comunicativos. Por eso la comunicación simbólica es una gran riqueza humana a la que, desde siempre, el hombre ha recurrido. No es carente de sentido el hecho de que precisamente los acontecimientos decisivos de ¡a existencia hayan sido, en todas las culturas, acompañados por lenguajes y gestos simbólicos: el nacimiento, la muerte, la elección de vida, la comida, el hogar. Todos estos acontecimientos y lugares, muy por encima de su funcionalidad y de su significado inmediato, encierran un valor simbólico sin el cual nuestra existencia serí­a verdaderamente insignificante. Es aquí­ donde interviene el arte —sobre todo el arte sacro—, que se encarga de interpretar estas dimensiones simbólicas de la vida, de proponerlas, de hacerlas vibrar, de ahondar en ellas. Por eso la calidad humana de nuestra comuni0 cadón no puede estar sin los sí­mbolos; pero tampoco ¡a calidad de nuestra experiencia de fe puede prescindir de esa peculiar forma de comunicación. Además, no hay ninguna tradición religiosa que no haya recurrido a este tipo de comunicación. Pero aún hay más: el tiempo es un aspecto absolutamente invasor de la vida: ¿podemos simplemente reducirlo a una dimensión cuantitativa, al transcurso inexorable de años, meses, dí­as y horas? ¿Por qué la Iglesia no renuncia a tener un calendario propio, marcado no por los ritmos siempre idénticos de las estaciones, sino por una historia, por un camino hacia la meta (y no hacia el fin)? El tiempo, sin densidad simbólica, ¿acaso no serí­a una insoportable condena?

Carlo Marí­a Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997

Fuente: Diccionario Espiritual