Biblia

PSEUDONIMIA

PSEUDONIMIA

En general, la tradición apocalí­ptica judí­a es apócrifa: presenta sus libros como escondidos, propios de sabios que conocen aquello que debe suceder (cf. Dn 12,9-10). Habrí­a, por tanto, dos Biblias: (a) Los creyentes normales sólo pueden leer y conocer los textos públicos de la Biblia oficial de Israel, compuesta por los veinticuatro libros de la Mikra o Antiguo Testamento hebreo, (b) Pero hay una Biblia escondida, fuente de saber profundo, que consta de los 70 libros apócrifos, algunos de los cuales afirman que esta segunda Biblia es la portadora de la verdad (cf. 4 Esd 14,4647). Por su propio estilo (y por el riesgo exterior de persecución que pueden suscitar) los libros apocalí­pticos tienden a ser escondidos, literatura clandestina, en plano religioso y polí­tico. Pues bien, para dar autoridad a sus visiones y acentuar el carácter esotérico y profundo de sus textos, los apocalí­pticos atribuyen sus revelaciones a los personajes mí­ticos más sabios de la antigüedad (Matusalén o Noé, Daniel o Henoc) o a ciertos antepasados, sobre todo escribas sabios, cuya obra habrí­a quedado escondida, y que ahora se conoce en su integridad, ofreciendo bases nuevas para el resto creyente del pueblo; entre ellos están Matusalén y Henoc, Noé o Abrahán, los doce Patriarcas, Moisés, Esdras o Baruc. Esta pseudonimia, perfectamente calcula da, quiere producir un efecto literario y social: los textos apocalí­pticos aparecen como testimonio de un pasado normativo, pudiendo leerse (desde aquel origen antiguo) como profecí­a (= anuncio) de lo que ha de venir. Los autores apocalí­pticos ocultan su nombre y ponen a sus libros un autor simbólico para presentar sus revelaciones como testimonio de verdad primigenia (muy antigua); así­ las ofrece como portadoras de verdades secretas de iniciados en el conocimiento del misterio y en la resistencia social (polí­tica). De todas maneras, hay autores apocalí­pticos que pueden hablar o escribir firmando con propio nombre, a cara descubierta, como harán Juan Bautista, Jesús de Nazaret y el «profeta» Juan autor del Apocalipsis. Este último no ha escondido sus visiones, ni las ha ocultado tras un pseudónimo, sino que las ha presentado abiertamente a la comunidad cristiana, que ha recibido su libro de Revelación como plenitud de la profecí­a israelita y cristiana.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra