Q, DOCUMENTO
(-> evangelios, Marcos, Galilea). Suele llamarse Q (del alemán Qnelle, fuente) un documento o fuente literaria de los evangelios de Mt y Le, que contendría una colección de dichos o logia de Jesús, compuesto en Galilea o Judea, en los años 40-50, y que sería, con Marcos, uno de los componentes básicos de la tradición sinóptica. Ese documento, recompuesto por los investigadores a partir de los textos actuales de Mateo y Lucas, sería el testimonio más significativo de un grupo de cristianos que habían recopilado de forma apocalíptico-sapiencial algunos de los dichos más significativos de Jesús, para expresar por ellos su experiencia evangélica y para utilizarlos en la expansión del movimiento cristiano. Algunos han pensado que podría haber estado escrito en arameo (de manera que podría identificarse con un ProtoMateo semita, al que se alude en algunos textos antiguos); pero el estudio de los materiales nos impulsa a pensar que, al menos en sus formas avanzadas, recogidas por Mt y Le, el texto ha sido transmitido en griego.
(1) Q y Marcos. El documento Q forma con Marcos el testimonio más antiguo de la tradición de los evangelios de Jesús. Pero, en contra de Marcos, que no se ha perdido, sino que ha seguido empleándose en la Iglesia después de que gran parte de su material hubiera sido recogido por Mt y Le, el documento Q se ha perdido, quizá porque ya no interesaba (sus materiales habían sido conservados en textos más extensos e importantes para el conjunto de las iglesias), quizá porque su visión del evangelio resultaba demasiado estrecha: sólo recogía palabras de Jesús, dejando a un lado el tema expreso de su muerte y de su resurrección. Por otra parte, la misma identidad del documento Q es una hipótesis, de manera que no todos los investigadores están convencidos de su existencia: algunos siguen pensando que las concordancias entre Mt y Lc y sus diferencias respecto a Mc se explican mejor de otras maneras, partiendo, por ejemplo, de la prioridad de Mt (o de la de Lucas), a partir de cuyo texto se habrían compuesto los otros evangelios, sea por abreviación (Me), sea por expansión y reelaboración (Le). A pesar de ello, la hipótesis de la existencia de un documento Q sigue siendo la más sencilla y plausible. Según ella, en el comienzo de la misión cristiana, probablemente en el paso de la lengua aramea a la griega, en el entorno de Galilea-Siria o en la misma Jerusalén, algunos seguidores de Jesús habrían comenzado a juntar materiales de la tradición anterior, componiendo con ellos un «librito» de dichos, agrupándolos por afinidad de motivos. No está claro el motivo dominante del principio de la tradición de Q: muchos investigadores piensan que los primeros dichos eran claramente apocalípticos y que después fueron reelaborados en línea más sapiencial; otros piensan que al principio el documento Q era una especie de ideario sapiencial, de tipo casi filosófico, cercano a las posibles sentencias de los cínicos y que sólo en un momento posterior recibió matices apocalípticos; otros, en fin, piensan (pensamos) que los dos elementos citados, de sabiduría* y de apocalíptica*, no se excluyen, sino que pueden y deben vincularse. Sea como fuere, el hecho es que hacia el año 50-60 d.C. parece haber existido y haberse empleado un sumario básico de dichos de Jesús. Es muy posible que esos dichos no hayan formado una colección fija, ni hayan sido ratificados por ninguna iglesia, de manera que podían variar entre sí. Lo más significativo de este documento es que Mc parece haber pensado que era deficiente y que, quizá para subsanar sus deficiencias, ha escrito su evangelio, poniendo de relieve los rasgos más salientes de la vida de Jesús, que culminan en su muerte, prescindiendo de casi todos sus dichos. Por el contrario, Mt y Le, reaccionando quizá contra Me, han asumido gran parte de los dichos de Q, insertándolos de formas distintas en la trama de sus evangelios, compuestos conforme a la visión general de Me, es decir, de forma biográfica.
(2) Identidad, sentido y desaparición de Q. La hipótesis de la doble fuente (Mc y Q estarían en la base de Mt y Le) no ha podido ser probada, pues no conservamos el texto del posible documento Q, de manera que sólo por inferencia podemos trazar su posible contenido, que suele incluir 68 dichos, que pueden reducirse a unos cuarenta, si es que los vinculamos en unidades más amplias. Esos dichos de Q pueden entenderse y situarse mejor después de que en los años 1945-1947 se descubrió el texto completo del Evangelio de Tomás* , en una traducción copta, que consta de 144 logia (también de dichos de Jesús), sin entorno narrativo. En sí mismo, el Evangelio de Tomás no es gnóstico, pero ha sido elaborado y conservado en una línea que de alguna forma tiende al gnosticismo, es decir, al abandono de la experiencia básica de la vida-muerte de Jesús, para interpretarle como un tipo de maestro de sabiduría universal, en la línea de las religiones orientales. De esa forma se tiende a presentar un Jesús sin vida humana, sin historia real (sin verdadero Antiguo Testamento) y sin encarnación social, un Jesús sin fracaso-muerte y sin verdadera resurrección humana. Algunos han visto ese mismo peligro en Q. Quizá por miedo al riesgo gnóstico, quizá por pensar que sus aportaciones habían sido recogidas por Mt y Le, las grandes iglesias habrían dejado de leer el texto de Q (y de Tomás, que es posterior). Ese abandono de Q no habría sido una tragedia para la Iglesia, como algunos han querido, sino una confirmación del valor radical de la vida de Jesús y de la encarnación cristiana. Sea como fuere, el estudio de Q y el sentido que tuvo en la Iglesia primitiva sigue siendo uno de los temas más fascinantes de la exégesis cristiana. Los investigadores suponen que el texto de Q se ha conservado mejor en Mt, pero que Lc sigue mejor el orden de sus diferentes logia, que suelen citarse poniendo primero Q y después el texto de Lucas. Así, por ejemplo, si ponemos Lc 10.21-22 (acción de gracias de Jesús) nos estamos refiriendo al texto en Lucas; por el contrario, si ponemos Q 10.21-22, nos estaríamos refiriendo al texto en Q. Estos serían los textos básicos del documento Q, siguiendo el orden de Lucas:, agrupados en unidades amplias: Q 3,7-9; 4,1-13; 6,20-23; 6,2733; 6,36-37; 6,39b-40; 6,41-49; 7,lb-2; 7,18-19; 7,24-28; 7,31-35; 9,57-60; 10,2116; 10,21-24; 11,2-18; 11,24-36; 11,3952; 12,1-34; 12,35-59; 13,18-21; 13,2435; 14,11-35; 15,4-10; 16,13; 16,16-18; 17,1-6; 17,20-36; 19,12-26; 22,28-30.
Cf. S. GUIJARRO, Dichos primitivos de Jesús. Una introducción al Proto-Evangelio de dichos Q, Sígueme, Salamanca 2004; J. S. KLOPPENBORG, Q. Parallels, Polebridge, Sonoma CA 1988; Q. El evangelio desconocido, BEB 117, Sígueme, Salamanca 2005; íD. (ed.), El Documento Q. Edición Bilingüe, con paralelos del evangelio de Marcos y del evangelio de Tomás, BEB 107, Sígueme, Salamanca 2002; B. MACK, El Evangelio perdido. El documento Q, Martínez Roca, Barcelona 1994.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra