RABINISMO
(-> judaismo, federación de sinagogas, Midrás, Misná). La Ley de Esdras*Nehemías no había uniformado plenamente al pueblo israelita, de manera que, sobre todo a partir de la crisis de los macabeos*, existían tendencias de tipo sapiencial y apocalíptico, esenio y saduceo, que coexistían dentro de una fidelidad común a las tradiciones israelitas. Pues bien, tras el 70 d.C., a consecuencia de los grandes cambios de tipo social y religioso, el viejo judaismo se va polarizando en dos tendencias. A un lado quedan los cristianos (seguidores del Jesús Mesías), cada vez más abiertos hacia todos los pueblos en camino que les permite conservar la Ley (Pentateuco), pero interpretándola de un modo pascual, universal. Al otro lado emergen y triunfan los judíos rabínicos, que asumen la herencia de sus propias tradiciones (de tipo sobre todo fariseo), en clave de identidad nacional, reinterpretando así la antigua Ley (del Pentateuco).
(1) Rabinismo, grupo creador del judaismo nacional. A partir de la guerra del 67-70 d.C., empezaron a apagarse las utopías de reconstrucción política de Israel con Estado y gobierno propio. Los líderes más conscientes, de línea rabínica y/o farisea, desarrollaron el judaismo que ha permanecido después, de manera que su reforma fue excluyendo o marginando a las demás «filosofías» o caminos de los que habló F. Josefo (saduceos, celotas y esenios: cf. Antigüedades judías 17,172; 18,11.23), con los apocalípticos, los partidarios de un proselitismo helenista consecuente, los gnósticos e incluso los judeocristianos. Pues bien, tras la crisis de esa guerra y tras algunos movimientos posteriores, que también fracasaron, como la rebelión del tiempo de Adriano (guerra del 131-135 d.C.), fue quedando casi sólo la línea farisea, con los judíos rabínicos o misnaicos, que recopilaron sus leyes de vida social y religiosa en la Misná. En general, estos judíos dejaron de emplear el griego (o latín) como lengua religiosa. Así marginaron la traducción de los LXX (Biblia griega), abandonaron el proselitismo (conversión de los paganos), rechazaron la simbiosis con la cultura helenista y se fueron cerrando y centrando en el cultivo familiar y grupal de la Ley, sin templo central, ni grandes ritos externos. Evidentemente, los cristianos consecuentes (que unlversalizaban la herencia de Israel a partir de Jesús) quedaron fuera de ese judaismo organizado en línea sociocultural, que no tenía, ni tendrá, sacerdotes (como los del templo antiguo) ni obispos (como los que surgirán en el cristianismo). Los representantes y portadores de ese nuevo judaismo, que ha permanecido hasta el día de hoy, fueron los maestros-rabinos y los presbíteros o ancianos (padres de familia), que organizaban la vida de los grupos. Este es el judaismo establecido como federación de sinagogas, es decir, de comunidades autónomas, independientes entre sí, pero vinculadas por una misma tradición histórica y una pertenencia social y religiosa. En este contexto no han podido surgir ni obispos ni Papa.
(2) Rabinisrno y ley nacional. En contra de lo que suele decirse, los judíos rabínicos no se preocupan sólo de la Ley Escrita de Moisés (que aceptan también los cristianos), sino que ponen de relieve las tradiciones orales que van fijando, en un proceso impresionante, que se mantiene hasta el día de hoy. Una parte considerable de los judíos helenizados* del Imperio romano se integraron en el cristianismo (cf. judaismo* posbíblico, etapas). Pero la parte más concienciada y significativa del judaismo, dirigida por los rabinos, inició un camino de transformación que convirtió a los judíos en lo que después han sido por siglos: una comunidad nacional separada, con su propia lengua (el hebreo) o con el arameosirio de las comunidades orientales (de Palestina o de la diáspora de Babilonia). Así empezaron fijando sus tradiciones en los grandes libros sagrados, que sirven de comentario o de complemento a la Biblia, especialmente en la Misná. Muchos siguieron viviendo como exiliados en Palestina (sobre todo en Galilea, donde crearon escuelas), pero el grupo más significativo se mantuvo en el imperio persa (sasánida), elaborando el Talmud de Babilonia, que está formado por la Misná (código de leyes) y por los inmensos comentarios que se le añadieron. Así se produjo uno de los fenómenos más asombrosos de la historia humana: el surgimiento de un pueblo que se identificaba a sí mismo por el Libro (Biblia) y por los complementos legales (Misná del siglo II-III d.C.) con sus comentarios (Talmud: siglos IV-VII d.C.). Esa gran transformación, paralela a la caída del Imperio romano, se produjo en el otro gran centro cultural del mundo antiguo (prescindiendo de la India y China): bajo el imperio persa de los sasánidas, que ofreció protección cultural y social a los judíos, del siglo IV al VII d.C. Esa transformación se siguió realizando cuando los árabes musulmanes conquistaron el imperio persa, a mediados del siglo VII d.C., y siguieron dejando gran autonomía a los judíos, que acabaron por forjar su propia identidad, como religión del libro y del comentario del libro, en me dio de un mundo que se dividía, desde la perspectiva de Occidente, en dos grandes mitades: espacio cristiano, espacio musulmán.
(3) Los fundadores del judaismo rabínico. Lógicamente, los hombres más representativos de este nuevo Israel serán los hombres del Libro, es decir, los escribas o rabinos (los Grandes). Israel había tenido sabios excelsos por su conocimiento y práctica vital, vinculados a los profetas y sabios cuyos libros han sido aceptados también por los cristianos, aunque de un modo especial en lengua griega (los LXX). Pero ahora, el judaismo rabínico pone de relieve la importancia de los escribas-rabinos, una casta ilustrada, con la que Jesús se mantuvo en fuerte controversia. Los nuevos escribas, expertos en las enseñanzas del libro de la Ley y en las tradiciones nacionales de Israel, se vuelven autoridad central de la sinagoga: son rabinos (= grandes), pues transmiten y comentan, avalan y expresan la Ley de Dios para el pueblo. Entre ellos se distinguen dos grandes grupos, (a) Los tannaítas (del arameo teñí: estudiar, enseñar) son repetidores compiladores de las enseñanzas antiguas, más que creadores proféticos de una doctrina nueva. Ellos se extienden desde Hillel, contemporáneo de Jesús, hasta la redacción final de la Misná, hacia el 200 d.C. (b) Los amoraítas (del hebreo amar: decir) son los rabinos que desarrollan su enseñanza desde la conclusión de la Misná hasta la redacción final del Talmud de Babilonia (del 200 al 600 d.C.) Estos dos grupos de rabinos y sus sucesores posteriores, hasta el día de hoy, se han convertido en autoridad suprema dentro de Israel. No tienen la autoridad económica, ni política, sino la del saber: ellos son los letrados, que conocen Libro y tradiciones, formando escuelas de interpretación sagrada y dirigiendo la vida de las sinagogas. En ese sentido, ellos han sustituido a los sacerdotes, profetas y sabios anteriores, convirtiéndose por el propio peso de su vida y doctrina en fundadores del nuevo judaismo. De esa forma ha surgido el rabinato, como verdadero creador o, al menos, impulsor del judaismo de la federación de sinagogas.
(4) Judaismo rabínico. Pueblo de letrados. Allí donde la Palabra de Dios se codifica como Ley (en la Biblia y Tradición), los escribas o intérpretes de ella se vuelven autoridad. Así ha surgido en Israel una clase intelectual de letrados, que conocen Libro y tradiciones, formando escuelas de interpretación sagrada y dirigiendo la vida de la federación de sinagogas. Estrictamente hablando, los escribas, cuyas sentencias e interpretaciones empiezan a reunirse en Misná y Talmud, están relacionados con los sabios y se han vuelto institución básica a partir del II d.C. Pero los sabios eran autoridad de la cultura, como experiencia de encuentro con Dios, mientras los escribas se vuelven autoridad legal, fijada en un texto sagrado (Biblia) y en unas tradiciones vivas, entendidas como palabra de Dios. El judaismo tiende a centrarse en el rabinato, escuela de escribas que acogen y aplican la tradición (escrita y oral) de su pueblo. Los judíos son quizá el único pueblo del mundo centrado y definido por el libro.
Cf. G. Aranda, F. García y M. Pérez, Literatura judía intertestamentaria, Verbo Divino, Estella 1996; S. W. Barón, Historia social y religiosa del mundo judío I-VII, Paidós, Buenos Aires 1968; A. Rodríguez, La religión judía. Historia y teología, BAC, Madrid 2001.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra