ZEUS Y JERUSALEN
(-> templo, Jerusalén, helenismo, macabeos). El templo de Jerusalén se había construido bajo patrocinio regio en tiempo de Salomón y se reconstruyó como santuario oficial, siendo regulado por la ley persa y helenista. Algunos judíos quisieron cambiar su estatuto exclusivista (haciendo que templo y ciudad ya no fueran reguladas por un tipo de ley intrajudía, que implicaba la separación y exclusión de los gentiles). El rey helenista de Siria aceptó la propuesta y mandó a un prefecto llamado Felipe (2 Mac 5,22) con el fin de introducir la nueva administración helenista en ciudad y templo. Triunfa el sincretismo. Quiere el rey y quieren sus legados que el templo de Jerusalén se convierta en lugar de encuentro ecuménico. Seguirá bajo el nombre de Yahvé, conforme a la vieja tradición judía: pero, al mismo tiempo, estará dedicado al Zeus de Olimpo, signo de la máxima universalidad religiosa de los griegos. No se introducen ídolos, no se colocan estatuas. El templo de Jerusalén podrá conservar los signos propios del pueblo israelita, pero tendrá que asumir nuevas tradiciones y formas de veneración del helenismo. Parece que en el fondo se trataba de un problema de adaptación cultural (cultual) y de ampliación religiosa, algo que aceptaban y aceptan casi todos los pueblos de la tierra cuando traducen sus usos antiguos en nuevas formas sociales, cuando identifican a su Dios con otros dioses en un tipo de simbiosis social y religiosa. ¿No podrán hacerlo los judíos? Zeus es signo supremo de la cultura religiosa y del pensamiento griego: más que un Dios particular es «lo divino». ¿No se podrá identificar con Yahvé? Así se habrían vinculado las dos formas supremas de experiencia de Occidente: el universalismo racional de Grecia, representado por Zeus, y la hondura ética de Israel, fundada en Yahvé. Eso parecía en principio algo bueno. Pero era malo el modo de imponerlo y realizarlo, a través de una especie de ilustración forzada, a través de un universalismo dictatorial, como si la unión debiera lograrse por decreto, sin contar con los derechos de la minoría (judíos fieles) y sin respetar de forma creadora el tesoro de sus propias tradiciones religiosas. Por eso, los fieles de Yahvé se opusieron al Zeus universal del helenismo, iniciando una guerra muy dura, que marcará toda la historia posterior del judaismo, con el nacimiento de sus diversos grupos sociales y religiosos (esenios*, celotas*, fariseos*). En ese contexto se situará el mismo Jesús, que resolverá la crisis macabea de un modo radical, no a través de un sincretismo religioso (identificando a Yahvé con Zeus), sino por un universalismo liberador, a partir de los pobres. Para Jesús, el Dios universal no es Zeus, vinculado a un tipo de cultura imperialista (a un tipo de sistema globalizador injusto), en la línea de la cultura moderna. Jesús será universal desde los pobres, abriendo así un camino de diálogo religioso y cultural que sigue siendo la clave para la cultura y religión cristiana: los hombres y mujeres no pueden unirse a partir de los dioses de lo alto, sino a través del compromiso de servicio dirigido desde y hacia los más pobres.
Cf. E. Bickerman, The God ofthe Maccabees, SJLA 32, Leiden 1979; K. Bringmann, Helenistiche Refonn nnd Religionsverfolgnng in Judaea, AbhAkWiss, Gotinga 1983.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra