Biblia

EFESO, MOTIN DE LOS PLATEROS

EFESO, MOTIN DE LOS PLATEROS

Astarté, Pablo). Efeso era una rica ciudad de la provincia romana de Asia (en la actual Turquí­a), donde Pablo misionó por largo tiempo, organizando una de las comunidades más importantes de la Iglesia primitiva (cf. 1 Cor 15,32; 16,8; cf. Hch 18-20). Son muchos los hechos destacables de la presencia de Pablo en Efeso, entre ellos sus relaciones con Apolo (Hch 18,19-28) y con unos cristianos «que no habí­an recibido aún el Espí­ritu Santo», sino que seguí­an todaví­a en el nivel de Juan Bautista (Hch 18,1-8). Entre los más significativos desde el punto de vista de la historia de las religiones, está el famoso motí­n de los plateros: «En aquel entonces se produjo un alboroto no pequeño en torno del Camino. Porque cierto platero, llamado Demetrio, que fabricaba en plata templecillos de Artemisa, y daba no poca ganancia a los artesanos, reunió a éstos con los obreros de oficios semejantes y les dijo: Hombres, sabéis que nuestra prosperidad proviene de este oficio; y veis y oí­s que no solamente en Efeso, sino también en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido y apartado a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. No solamente hay el peligro de que este negocio nuestro caiga en descrédito, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y que pronto sea despojada de su majestad aquella a quien adoran en toda el Asia y el mundo. Al oí­r estas palabras se llenaron de ira y gritaron diciendo: ¡Grande es Artemisa de los efesinos!» (Hch 19,23-28). El autor de Hechos ha querido destacar aquí­ (lo mismo que hace en Hch 17, en relación con Atenas*) el «genio» o carácter distintivo de la ciudad de Efeso, famosa por el culto de Artemisa, la gran Diosa-Madre, cuyo «sacerdote» (al menos en plano económico), se llama Demetrio, nombre que alude a Deméter, la diosa madre. Pablo no quiere competir con ningún culto religioso, en el nivel polí­ticosocial, como pondrá de relieve el curso posterior del proceso, escenificado de manera espléndida en el resto de Hch 19 y resuelto de un modo «neutral» por la justicia romana (Hch 19,28-41). Pero el problema queda planteado. Conforme a la visión de Lucas, en el fondo del culto de la diosa no hay sólo una piedad sagrada (como en los casos de la diosa Ashera* y/o Astarté, vinculadas con Deméter), sino un problema económico. El culto religioso se expande y expresa en las estatuas sagradas de la diosa Artemisa, patrona y signo de la ciudad. Lógicamente, el sindicato de orfebres (plateros) se eleva contra Pablo y quiere llevarle a los tribunales, porque su mensaje interfiere en su sistema de ventas y ganancias. En este momento, el tribunal de la ciudad se declara neutral y deja en libertad a Pablo. Pero es claro que su actitud (que está aquí­ en la lí­nea del rechazo de los idolocitos* en Ap 2-3) constituye un testimonio y aviso para la historia posterior de la Iglesia, que más de una vez ha tendido a convertir el culto de Dios o de la Virgen Marí­a en un negocio sagrado. Los cristianos deben negarse a comprar estatuillas sagradas, es decir, a colaborar en un tipo de negocio injusto, montado sobre la ignorancia o superstición ajena. Por eso han de ser crí­ticos y pueden ser peligrosos para el sistema. Es evidente que en ciertos momentos la misma Iglesia ha podido volverse sindicato de plateros sagrados (como los de Efeso), fabricando e imponiendo sus idolocitos, para tener dominados a los fieles. Donde eso hace, ella se vuelve la cueva de bandidos que Jesús vio en el templo de Jerusalén (cf. Mc 11,17).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra