Biblia

BIBLICA EN AMERICA LATINA, PASTORAL

BIBLICA EN AMERICA LATINA, PASTORAL

SUMARIO: 1. La recuperación de la memoria. al El Dios liberador del A.T. b) En los tiempos de Jesús. c) La lectura de las primeras comunidades. d) La lectura bí­blica de los Santos Padres. – 2. El nuevo saber bí­blico L.A. a) La lectura popular de la Biblia. b) Las dimensiones de la lectura popular. c) El espacio de los pobres. d) La lectura comunitaria como proceso transformador. e) Perspectivas y preocupaciones. – 3) Los servicios. – Conclusión

Introducción
«Muchas veces y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros antepasados, por medio de los profetas, ahora, en este momento final, nos ha hablado por medio del Hijo a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo también el universo» (Hb. 1, 1-2).

Jesús es, pues, reconocido y presentado como el centro de toda la Revelación; la Palabra hecha carne que habitó entre nosotros, que entre nosotros vino a poner su tienda. Imagen clara y transparente del Padre.

Sabemos que Dios se reveló a través de la historia concreta de un pueblo, del pueblo de Israel. Su proceso de revelación es ciertamente largo pero mantiene una lí­nea clara: Primero es el pueblo, la comunidad; es el pueblo el que conserva los recuerdos de lo que Dios ha hecho con ellos. El pueblo vive el acontecimiento, recuerda los hechos y los transmite oralmente, y, finalmente, poco a poco y sin orden cronológico, los escribe. Tenemos así­, pues, la palabra revelada escrita: El Antiguo Testamento.

De la misma forma hizo la comunidad cristiana con los recuerdos de Jesús. Primero hablan y recuerdan los principales acontecimientos de lo que pasó; y los viven, los celebran, (esto está a cargo de los testigos, los discí­pulos, los apóstoles). Solo después, y por imperativos de las comunidades, los van escribiendo, tampoco cronológicamente, sino según la importancia y la necesidad de los acontecimientos. Así­ van surgiendo los libros de los Evangelios y, casi al tiempo, los demás libros del N.T.

Revelación y Comunidad están, pues, relacionados entre sí­, y están relacionados tanto por el actuar de Dios, como por la fe de la comunidad. La palabra escrita, la Biblia, es posible gracias a la comunidad, y la comunidad se va formando también a su vez, gracias a las reflexiones y luces sobre la palabra escrita y la presencia histórica de Jesús en medio de ellos.

Sin embargo hay tiempos de luces y sombras, hay tiempos en que no todo funciona con la misma intensidad, aunque sea en la misma dirección.

Sabemos, por ejemplo, que la reflexión bí­blica que hoy aparece tan intensa en la Iglesia en L.A. no se dio de tal forma en tiempos pasados. Esta reflexión bí­blica es una recuperación, y a la vez una creación. La Biblia está irrumpiendo ahora con fuerza en la vida de los católicos en A.L. Y de este nuevo e importante acontecimiento nos surge una pregunta primera: ¿qué es lo que la ha hecho surgir de esta forma tan firme?
Hay varias causas, todas importantes, una de ellas que emerge de la Iglesia universal. Después del Concilio Vaticano II, que desea recuperar la Revelación Bí­blica con toda su fuerza, hay una fuerte renovación bí­blica en toda la Iglesia. Es, sin duda, obra del Espí­ritu que dirige, que señala direcciones.

Pero esta causa central, es de toda la Iglesia, no solo especí­fica de América Latina; por lo tanto, debemos buscar otras de importancia también que hacen que despierte sensiblemente en Al., la lectura, el estudio y la pastoral acerca de la Biblia. Sin duda habrá muchas, y en unos paí­ses algunas tendrán más fuerza que otras, pero nos atrevemos a señalar tres que consideramos más generales e importantes en todo el contexto L.A.

La primera causa que contribuye a despertar el interés de los católicos por la Biblia, es la necesidad que sienten por la proliferación de sectas protestantes a lo largo de toda A.L. Los protestantes hacen de la Biblia una lectura fundamentalista y se dedican a un fuerte proselitismo de casa en casa, usando la Biblia de modo inadecuado. Ante esto los católicos se sienten indefensos y, echan en falta un mayor conocimiento llegando incluso a veces a plantearse grandes interrogantes acerca de algunos misterios centrales de la fe.

Un segundo factor es también la sed de conocimiento, de formación en la fe que tienen principalmente los lí­deres que van surgiendo en las comunidades. Tienen que ser coordinadores de grupos, catequistas, animadores de la Celebración de la Palabra, servir en diversos ministerios, y desean y necesitan una mayor formación. Es algo ví­vamente sentido y pedido con insistencia.

En tercer lugar es el factor del compromiso con la realidad histórica de su paí­s de su entorno. El compromiso es inherente al Evangelio, ellos necesitan fortalecerlo desde la fe. Han ido conociendo ya algunas revelaciones del Dios Salvador y Liberador, han ido reflexionando palabras y hechos de Jesús y sienten una viva necesidad de intensificar y compartir otros aspectos tanto de la vida de Jesús, como de su propia vida, y también de la vida del pueblo, sobre todo del sufrimiento del pueblo, a la luz de la Palabra Revelada. La realidad histórica de sufrimiento y opresión les impulsa a la búsqueda del Dios liberador.

De ésta nace con fuerza todo un movimiento Bí­blico; la Biblia se pone en manos del pueblo católico, se ve la necesidad de adecuar el mensaje para su mejor comprensión, explicar los textos fundamentales, ayudar a la reflexión comunitaria. Se hace una traducción de la Biblia: La Biblia Latino-Americana; se realizan multitud de estudios sobre pasajes centrales del A.T. y N.T. especialmente significativos para el momento actual de Al., pero no se aí­slan de su conjunto de historia de salvación, comienzan las publicaciones y se multiplican las reflexiones en comunidades y grupos.

Está en marcha uno de los movimientos más importantes de la Iglesia Latino Americana: La lectura de la Biblia como ayuda y eje conductor de toda una acción pastoral. Biblia e Historia irán unidas, en ambas Dios se nos revela bajo el hilo conductor del pobre, del oprimido y del mensaje de Salvación liberadora. Y es, precisamente, el pobre, el oprimido, el sencillo, la persona más capaz de entender el mensaje de salvación. Así­ fue desde el principio, así­ continuó después, y así­ lo vive intensamente la Iglesia L.A., no es una visión parcial, es una visión integradora.

1. La recuperacion de la memoria
a) El Dios liberador del A.T
Por detrás de muchos textos del A.T. se esconden movimientos populares de fe, de lucha, de resistencia y de clamor hacia el Dios Salvador. La experiencia inolvidable y fundacional del Exodo es quizá el paradigma de todo esto. Es el eje de la lectura popular del todo el A. T., es el verdadero criterio para leerlo: la liberación de las esclavitudes del pueblo, el cuidado especial de Dios por el pobre y el oprimido.

De este eje siempre habrá una referencia. Por el libro del Deuteronomio desfilan los personajes que son peregrinos, enviados por Dios, que visitan los clanes y los pequeños grupos para mantener viva la memoria de Yavé y su proyecto de un sociedad fraterna y solidaria. En este libro aparecen fuertes textos a favor de los campesinos sin tierra, de los sometidos a esclavitud en Egipto, memoria que es transmitida de padres a hijos como designio de Dios (Dt. 6, 20-25) y celebrada como memorial en la liturgia (Dt. 26, 4-10).

Los profetas fueron los mejores lectores del A.T. porque actualizaban el Exodo una y otra vez con una creatividad sorprendente, movidos por el supremo compromiso de defender la vida de los pobres, de los explotados y de los oprimidos, y señalar la práctica del amor, la justicia y el derecho como el verdadero culto a Dios. Su lectura era una llamada para el pueblo. Una llamada sobre el verdadero Dios y su plan de Salvación.

Sin embargo, de esta perspectiva se apartan los escribas y los sacerdotes del templo que distorsionan la lectura de la Sagrada Escritura llevados de un fanatismo hermeneutico, que se vuelve en una lectura legalista, literal e incluso racista, casi excluyente. Ya el centro no será para ellos defender la vida y la justicia, sino que la justicia consistirá en cumplir los preceptos y las leyes. El sábado antes que el hombre.

b) En los tiempos de Jesús
En los Evangelios se recoge la existencia de ambas posturas: la de aquellos que seguí­an a los escribas y a los doctores, Jesús será el crí­tico más severo con este tipo de lectura literal y jurí­dica de la Biblia: «Si ustedes no son mejores que los maestros de la ley y los fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos» (Mt. 5,20); y también la de aquellos: «el resto de Yavé», Marí­a de Nazaret, Zacarí­as, Simeón, Ana, que leí­an la palabra de Dios recreando su memoria de Salvador, en la esperanza del Mesí­as.

Para Jesús, será un pobre paralí­tico el verdadero criterio de interpretación de las Escrituras: «¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o destruirla…?» (Mc. 3, 1-6). El criterio, pues, es el marginado, el necesitado, el despreciado social. Esta es la lectura de Jesús que provoca una reacción violenta en los fariseos (v 6).

Jesús devuelve a los pobres el sentido auténtico de la ley y los profetas que los doctores habí­an olvidado. Desenmascara las falsas imágenes de Dios creadas por los escribas legalistas (Jn. 8, 39-47) y revela que es verdadera palabra hecha vida y libertad para todos (Jn. 3,16). Para Jesús no son los sabios y prudentes, los más capaces para entender las Escrituras, son las gentes sencillas (Mt. 11, 25).

Jesús actualizaba el mensaje de Dios con una gran lucidez y conciencia crí­tica ante la injusta realidad social que le tocó vivir; y los pobres, al escuchar esta lectura, se quedaban impresionados porque «nunca nadie lo habí­a hecho con tanta autoridad» (Mc. 1,21 y Jn. 7,46).

El es fiel a su misión, viene precisamente, para «anunciar la buena noticia a los pobres, proclamar la liberación a los cautivos, dar vista a los ciegos y libertad a los oprimidos» (Lc. 4, 18-19) y lo hace como centro de su misión: el pobre es el destinatario central del Reino, pero es a la vez, y éste es nuestro tema ahora, el más capacitado para entender la Palabra, porque el Padre así­ lo ha querido: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos» (Lc. 10, 21).

Esta forma de actuar y de reconocer los privilegios de los sencillos, le llevó a la calumnia, a las amenazas, a la persecución, a la muerte. (Mc 3,6; 12,12; Lc.15, 1-2: Jn. 7, 52; 8, 59; 10, 39).

c) La lectura de las primeras comunidades
Como nos dice Lucas, con la muerte de Jesús cayó una negra noche de dudas, desencanto y tristeza en el corazón de sus discí­pulos (Lc. 24,16-24). Pero la lectura que Jesús les hace de las Escrituras, les devuelve el sol de la esperanza (Lc. 24, 48). Les anima a seguir el camino con renovado ardor (Lc. 24,32). Aquellos discí­pulos que sintieron morir todos sus sueños, resucitan con el Resucitado.

Los discí­pulos entendieron la lectura fiel de los hechos, y la entendieron vitalmente, se sintieron transformados, por eso los discí­pulos de Emaús vuelven animosos a Jerusalén (L.24,33). Ya no habí­a noche que les detuviera, vieron y vivieron una nueva aurora.

Las primeras comunidades que se van formando, en torno al misterio central de Jesús: su Pasión, su Muerte y su gloriosa Resurrección. Entienden que en Jesús de Nazaret se cumplen las antiguas promesas del Dios de la vida (Mt 1, 22-25; 2,15-23). Por eso la catequesis original, no es más que escuchar los relatos de los apóstoles en este marco de la presencia de Cristo Resucitado. A la luz de este Acontecimiento los creyentes (en su mayorí­a todaví­a judí­os), actualizan la Palabra del Padre, la Palabra escrita de la revelación antigua.

Y lo hacen partiendo de su realidad concreta actual. No se contentan con repetir mecánicamente el pasado de Jesús, sino que lo sienten vivo y actual, iluminando su presente, no es para ellos Jesús una idea abstracta o nostálgica, sino una «memoria viva», sienten su presencia y su fuerza, Jesús no ha muerto para siempre, vive en medio de ellos y les ilumina el camino.

Analizando en profundidad la forma de leer la Escritura estas primeras comunidades lucanas, nos encontramos con algunos modos caracterí­sticos que les ayudan a abrir el sentido de las Escrituras: Hacen una lectura respetuosa del texto; lo hacen no para saber más cosas sino para entender mejor la propia vida de cristianos que han de llevar; la lectura la hacen en comunidad, escuchándose unos a otros; y tienen siempre como referencia última y principal el misterio de la Pascua de Jesús.

Sin embargo en estas primeras comunidades hubo también serias divergencias en la lectura e interpretación de las Escrituras. Se hicieron lecturas divergentes y manipuladoras. Pablo denuncia con firmeza a los que «negocian» con la Palabra de Dios y «falsifican» su mensaje (2 Cor. 2,17; 4, 2). Llega a excomulgar a los desertores del Evangelio de Cristo, (Gál. 6, 1-10) y emplea duras palabras «más les valiera que se mutilaran del todo» (Gál. 5,12) para aquellos doctores y escribas que, por emplear literalmente la Escritura en el asunto de la circuncisión, estaban confundiendo a la Comunidad.

d) La lectura bí­blica de los Santos Padres
Una lectura detallada de las interpretaciones de la Escritura en los Santos Padres son de gran ayuda para la lectura actual tanto en la forma orante como en la de compromiso con la vida. Hay sin duda en sus escritos auténticos destellos que iluminan la lectura bí­blica actual.

En los Padres, que fundamentalmente siguen los modos de las primeras comunidades, destaca el sentido de la lectura espiritual de la Biblia, una lectura que crea una nueva forma de comprender, una nueva forma de vivir y una nueva forma de esperar. Los Padres fueron pastores eminentes que cuidaban especialmente su rebaño, es desde este rebaño, desde la solidaridad con los más desposeí­dos, dentro de él, desde donde hacen su lectura.

Simplemente dos ejemplos muy conocidos en relación al tema:

San Ambrosio hace un comentario del capí­tulo 21 del libro 1° de los Reyes (que nos habla de Nabot, el campesino asesinado por la voracidad de Acab y Jezabel) y nos dice: «La historia de Nabot es antigua en cuanto al relato, pero actual en lo que toca a las costumbres. ¿Qué poderoso hoy no quiere expulsar al campesino de sus tierras ancestrales? ¿Dónde está el rico satisfecho con lo que tiene y que no se sienta tentado por la propiedad del vecino? Todos los dí­as nacen nuevos Acab y mueren nuevos Nabot.

San Jerónimo en una homilí­a sobre el Nacimiento de Jesús dice: «Jesús no nació en el lugar sagrado del Templo, donde relucí­an el oro, la plata y las piedras preciosas, nació en un muladar para levantar a los que yacen en medio del estiércol… las riquezas son injustas porque son fruto de la miseria de otros».

Es cierto que esta lectura de los Santos Padres, que permanece todaví­a unos siglos más, luego va perdiendo fuerza. En la Edad Media la Iglesia en general se va apartando de su compromiso con el pueblo, son épocas duras, de la lectura orante y comprometida de la Biblia se pasa a otra más juridicista, más eclesiástica, más proyectada a los problemas internos de la Iglesia.

2. El nuevo saber bí­blico en L.A.

En las comunidades de A.L. y el Caribe ha nacido ya una rica experiencia pastoral: se ha dado un fuerte impulso al estudio y lectura de la Biblia. Esto es un hecho no solo constatable, que está ahí­, que nadie puede negar, sino una realidad tan transcendental, que, por sí­ sola, afirma la presencia del Espí­ritu en este movimiento.

Hace ya cuatro décadas que la inquietud comenzó a tener fuerza y un buen equipo de teólogos bí­blicos y de pastoralistas comenzaron a abordar la traducción de la Biblia desde los textos originales a un modo de emplear el lenguaje español que fuera asequible a la comprensión de la mayorí­a de los moradores de los pueblos de la Latinoamérica. Así­ surgió la «Biblia Latinoamericana», rica también en notas e introducciones, mapas, etc., que ayudan a la comprensión de la realidad de la Biblia. Publicada en España por motivos económicos (Verbo Divino) hoy ya lleva alrededor de 90 ediciones de la Biblia completa aparte de las innumerables del Nuevo Testamento. Se ha distribuido con gran profusión en L.A. gracias a generosas colaboraciones económicas de Organismos de la Iglesia Europea.

Hay otras muchas realidades; la Pastoral Bí­blica en A.L. y el Caribe tiene muchas vertientes: lectura, celebración, estudio, publicaciones. Es, quizá uno de los movimientos más connotados de la Iglesia L.A., y junto con la opción por los pobres, la teologí­a de la liberación, o las comunidades eclesiales de base, es uno de los aportes más significativos que la Iglesia L.A. ha ofrecido y sigue ofreciendo a la Iglesia universal.

No es sólo ni principalmente obra de los hombres, es, sin duda, obra del Espí­ritu. Una buena señal de la presencia del Espí­ritu en medio de este resurgir de la Biblia en las comunidades de la Iglesia L.A. es la profunda transformación que han sufrido personas y comunidades, es su fuerza en el compromiso por una sociedad más justa, es también la gran variedad de experiencias de lectura de la Biblia; experiencias que se extienden a lo largo y ancho de la mayorí­a de los paí­ses de L.A. y el Caribe. Es cierto que Brasil fue el pionero, y sigue siendo la principal referencia, pero la gracia del Espí­ritu se ha ido extendiendo como en reguero de pólvora y ha cuajado fuerte en otros paí­ses.

En esta variedad de experiencias cada una tiene su originalidad, puesto que está «encarnada» en el grupo humano concreto donde se desarrolla. Y en esto destaca primero la situación del paí­s, que aunque similar a los demás, sin embargo, tiene sus propias peculiaridades; y además, hay que unir a las peculiaridades de cada paí­s, las caracterí­sticas de cada grupo donde se da la lectura bí­blica: periferia de ciudad, aldeas rurales, etnias diversas, mujeres, obreros, campesinos sin tierras, jóvenes, CEBS, Catequesis Familiar, etc.

Ahora bien, entre toda esta variedad de experiencias, sin duda destaca una que ya ha tomado nombre connotado: «la lectura popular de la Biblia». Es una de las formas más caracterí­sticas de Al., la más usada, la de mayor trascendencia eclesial y social, y es la que sin duda le da el mayor nombre al desarrollo bí­blico en A.L. y el Caribe. Por eso, tomamos este aspecto como central y, de ahora en adelante, nos vamos a referir sólo a él.

a) La lectura popular de la Biblia
La lectura popular de la Biblia tiene hundidas sus raí­ces en las más puras tradiciones del pueblo de Dios, el leer la Biblia es algo que le pertenece y que incluso está obligado a realizar. En las comunidades de A.L. es una vivencia nueva. Se trata de una vivencia pujante, abierta, creadora, contagiante.

Por ser una lectura que se renueva sin cesar, que sorprende, que presenta claros testimonios de conversión y de compromiso, que transforma y que tiene ya abundantes publicaciones y servicios, muchos movimientos bí­blicos de otros paí­ses y de otros continentes han tomado nota de esta rica experiencia y la han implantado en sus realidades.

El auge de la lectura Bí­blica y aun del estudio en la pastoral de Al., tanto acerca de la lectura personal como principalmente en grupos, tiene un eje común que lo traspasa todo: es una lectura que ha nacido y que fundamentalmente se sigue desarrollando en medio del pueblo pobre y creyente y que generalmente se desarrolla en grupos, teniendo una clara perspectiva: la del compromiso con la realidad.

A esto nos referimos en principio, en medio de otras posibilidades, al denominar «lectura popular», dándole estas tres caracterí­sticas más centrales: a) lectura del pueblo creyente que sufre una situación injusta: b) realizada en grupo o comunidad, y c) con el fin de iluminar formas de actuación concreta para transformar la realidad según la voluntad de Dios.

Se trata, pues, de una lectura existencial. Los pobres van al texto bí­blico con toda la carga de sus vidas, de su dolor y de su esperanza, de sus frustraciones y de sus logros. Su objetivo no es descifrar la Biblia, sino iluminar su momento presente y la iluminación es pretendida no para un «saber aséptico» sino para un «saber militante», es decir, para iluminar el camino del compromiso, el que les marca el «Dios de la Vida» por el que han optado ya.

Esta lectura hecha en grupo marca también un sujeto de acción, es la propia comunidad la que adquiere el compromiso y cada uno de sus miembros lo realiza de forma personal y libre pero consciente de que el Señor le marca el camino. Es un compromiso abierto a todos los que optan por el Dios de la vida, de la paz, de la justicia, del amor, de la verdad. En definitiva se trata también de un camino ecuménico, no se acentúan las diferencias teóricas si en el actuar hacia el Reino de Dios se produce el encuentro.

No porque sea una lectura que se hace desde la necesidad y desde el deseo de transformación deja de ser una lectura a veces orante y contemplativa. Es otra dimensión que tiene la lectura popular de la Biblia en Al., ayudar a que cada uno abra su corazón a la dimensión de la voluntad de Dios que se manifiesta a través de la Palabra escuchada en la silencio del corazón; es por eso, más silencio y acogida que pregunta, es más recepción que interrogante. Los pobres saben mucho de esto y no tienen «prisa», saben escuchar, sobre todo ayudados de signos.

Y, finalmente, es también una lectura celebrada. La celebración de la Palabra es muy importante en toda la Pastoral Bí­blica, que luego se traslada a la celebración de la Palabra, de forma más amplia como centro de reuniones de oración a diversos niveles. Son miles los celebradores de la palabra, los catequistas, los agentes pastorales de diversos ministerios, los que la ejercen sobre todo en el medio rural y en los lugares marginales de las grandes ciudades.

b) Las dimensiones de la lectura popular
La lectura popular de la Biblia, aunque popular y por lo tanto realizada generalmente por gente muy de base, no es, sin embargo, por ello una lectura subjetiva o que intente ver en el texto lo que uno desea, al margen de toda lectura correcta. No se trata de algo impulsivo, de algo que se haya reflexionado poco, se trata de algo serio y profundo, que hunde sus raí­ces en los textos bí­blicos, para entenderlos en toda su fuerza, e iluminar la historia concreta. Se trata de algo estructurado, reflexionado, y que está permanentemente en la preocupación de teólogos bí­blicos y pastoralistas.

Alrededor de toda esta rica variedad de experiencias hay aspectos comunes que están presentes en el Movimiento Bí­blico, por eso este «entender mejor» los textos en toda su profundidad tiene unos aspectos o dimensiones clave que se van cumpliendo. Nos referimos a cuatro principales:

Dimensión literaria. Se refiere a lo que comúnmente llamamos el texto. La dimensión literaria procura estudiar el texto como composición literaria: su estructura, el contexto literario, el estilo. Todo de forma accesible a las personas que intervienen, lo que no quiere decir que el estudio sea «superficial», sino que hay que aprovechar de metodologí­as para que llegue a las personas que lo estudian. Una de esta metodologí­a más usada es la búsqueda de palabras «llave», es decir, buscar en el texto las palabras que nos dan entrada al sentido principal. Esto permite a la vez profundizar y no solo entender mejor el texto sino relacionarlo con otros pasajes bí­blicos. Así­ la Biblia se va comprendiendo como un todo, como una «Historia de Salvación».

Dimensión histórica. Es decir, lo que en teologí­a decimos el contexto, el situar el texto dentro de sus coordenadas sociales y antropológicas para que no pueda quedar en una interpretación subjetiva. Es este suelo de la realidad social lo que hace que el texto cobre una verdadera dimensión para ser interpretado adecuadamente: el tiempo, las circunstancias, el estudio de las personas, la situación social y religiosa imperante, etc.

Se intenta traducir la antigua situación a términos actuales comprensivos, para ello hay que valerse también (para no caer en subjetivismos) de ciencias afines que nos ayudan a comprender la realidad social, polí­tica, religiosa de esa época y la significación o fuerza social de las personas que aparecen.

Dimensión teológica. Es la dimensión que desafí­a a las comunidades a comprender lo que Dios nos quiere revelar en ese texto. Esto es, buscar el objetivo especí­fico por el cual el texto fue elaborado. Es una interpretación que va naciendo no solo de la lectura grupal sino también de las aportaciones de cada uno de los participantes.

Es importante aquí­ el recoger los comentarios, las sugerencias, las interpelaciones, qué es en realidad lo que cada uno entiende, o, mejor dicho: ¿qué le dice a cada uno el Espí­ritu en ese momento y por ese texto bí­blico? Es sin duda una de las mayores riquezas de la lectura popular de la Biblia. Entre todos va apareciendo la verdad. Una verdad que está semioculta quizá, pero que es eterna, que permanece, que está revelada para cada uno de los tiempos de la historia. Y una verdad que es comprensible para los «sencillos y los humildes». El pueblo necesita de los exegetas que interpretan la Biblia, pero éstos también necesitan de la sabidurí­a popular, han de estar atentos a la interpretación de los pobres.

Dimensión pastoral. Ante todo el estudio o la lectura de la Biblia en A.L. tiene un connotado sentido hacia la praxis. No quiere quedarse en algo meramente de erudición o teorí­a, sino que desea llegar a que se haga práctica. La revelación lleva inexorablemente al compromiso de vida, bien sea personal o comunitario. No se estudia la Biblia para memorizar o aprender historias, sucesos o hechos de la intervención de Dios en la historia del pueblo de Israel; se lee y reflexiona la Biblia, para que, a través de un mejor conocimiento, se ilumine el presente con la revelación de Dios y se opte por actuar en consecuencia.

En este sentido la Biblia no es «historia sagrada» como suceso ocurrido o palabra dada, sino que es historia que se hace viva en cada momento si sabemos interpretarla. La dimensión pastoral es, pues, el desafí­o de hacer de la palabra revelada una forma de compromiso actual. Y un compromiso no solo religioso sino que llegue a las estructuras sociopolí­ticas-económicas que engendran el sufrimiento del pueblo. Dios está vivo y presente en la historia de América Latina y lo está, muchas veces, en medio del sufrimiento de las clases oprimidas.

c) El espacio de los pobres
La lectura popular de la Biblia que se hace en A.L. ofrece un espacio propio desde el cual, legí­timamente, se lee la Biblia y se hace una adecuada interpretación. Es un espacio que se complementa con otros que ya hay existentes en la Iglesia.

Por ejemplo, existe en la Iglesia, de forma tradicional el espacio académico donde la Biblia se estudia en profundidad, cientí­ficamente, según los métodos más recientemente aplicados: histórico-crí­tico, método literario, etc., y con el apoyo también de otras ciencias humanas. El sujeto de esta interpretación es el perito, el profesor bí­blico y su destino son los seminarios, las universidades. Esta interpretación académica de la Biblia funda su legitimidad en el uso correcto de los instrumentos cientí­ficos y en la autoridad de los autores citados.

Existe otro espacio, es el llamado espacio litúrgico institucional. Se trata de la interpretación de la Biblia en el contexto de la celebración litúrgica y del ejercicio ordinario de la enseñanza de la Iglesia. Es una aplicación correcta que hacen los autores, pastores o teólogos, de los textos bí­blicos, para orientar bien en una celebración que tiene su motivo especial, u orientar la lectura de la Biblia a través del tiempo litúrgico, en el caso de este uso, o para apoyar con textos claros, la doctrina que se quiere resaltar, en el caso de la enseñanza o magisterio.

En la Iglesia de A.L. y el Caribe, la práctica de muchos años de la lectura popular de la Biblia ha legitimado un nuevo espacio, es el espacio comunitario. El espacio que se hace desde las comunidades pobres y creyentes de A.L. Es un espacio que aporta nuevos elementos: la participación de gente sencilla, la solidaridad que existe entre ellos, el compromiso liberador que portan, la espiritualidad centrada en este aspecto central de la historia de la salvación: la liberación como parte de la salvación total. Desde este espacio creativo y fiel al Espí­ritu es desde donde las comunidades hacen su lectura popular.

Es un espacio complementario y a la vez que necesita asistencias, pero es un espacio legí­timo y enraizado en la vida y en la perspectiva de necesidad de salvación, un espacio realizado desde la fe, compartida y celebrada. Ahí­ se cumple ciertamente la alabanza de Jesús al Padre, en el texto antes señalado: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos» (Luc. 10, 21).

d) La lectura comunitaria como proceso transformador
La lectura popular de la Biblia hecha en comunidad, como decimos, no es solamente un proceso interpretativo, sino un proceso transformador de personas y comunidades. El proceso de interpretación de la Biblia es un medio para encontrar la «Palabra viva de Dios en medio de nosotros», sin distorsionar el texto, pero yendo a sus profundidades: «todo cuanto fue escrito en el pasado se escribió para enseñanza nuestra, para que, con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza» (Rom. 15, 4). 0 también: «toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para corregir y para educar en la justicia» (2 Tim. 3,16).

La lectura comunitaria de la Biblia es en primer lugar un proceso educativo. En A.L. se ha desarrollado en contacto directo con la metodologí­a de la educación popular. Se insiste en las capacidades pedagógicas creativas de la comunidad en su labor de interpretación. La comunidad interpreta la Biblia, pero también la Biblia interpreta a la comunidad: la discierne, la corrige, la educa, la fortalece, la conduce, la hace madurar. Por su parte la comunidad puede dar en su conjunto testimonio de cuál es la voluntad de Dios a través de su Palabra.

También es un proceso de espiritualidad y santificación. La Palabra de Dios que la comunidad descubre, tiene la fuerza para transformar el corazón de las personas, cambiar su mentalidad y su forma de ser, y es creadora de una práctica nueva y una nueva espiritualidad, más firme, más centrada, más verdadera en sus cimientos. Una espiritualidad que va contra todos los í­dolos y se centra en el proceso liberador del pobre. Es asimismo una escuela de oración, cuando se hace esa «lectura orante», o se inserta en la Lectio Divina de forma más sistemática.

Es, a su vez, un proceso de reforma y transformación eclesial. En todas las Iglesias particulares donde asienta con fuerza esta lectura comunitaria, se inicia un proceso de potenciar toda la energí­a espiritual que contiene el Pueblo de Dios. Es como un proceso de reforma desde abajo, inspirado por la Palabra de Dios. Es un proceso de rescate de los mejores valores originarios de la Iglesia y se apoya en el Magisterio de la Iglesia y en la comunión plena y dialogante con sus Pastores.

Finalmente, el proceso de lectura comunitaria y popular de la Biblia, anima también e impulsa un proceso de transformación social, cultural y religiosa en la sociedad civil. La sociedad civil, marco de la situación de sufrimiento y opresión de la mayorí­a del pueblo oprimido y creyente de Al., no sólo es el contexto original desde el que se comienza a leer la Biblia, sino que también es el punto de llegada, donde la Palabra de Dios, actuante por medio de la comunidad que la interpreta y la vive, despliega toda su fuerza y eficacia liberadora.

e) Perspectivas y preocupaciones
La «lectura popular de la Biblia» es un proceso abierto, una vivencia pujante y siempre en camino. No sabe de puntos finales, por eso es creadora y no repetitiva, al enmarcarse no solo en la lectura escrita de la revelación, sino en los signos históricos, siempre abiertos al cambio, de los tiempos en que vive el pueblo L.A.

La búsqueda constante de una interpretación de la realidad en fidelidad absoluta al Dios de la Vida presente o ausente en la Historia es la preocupación permanente de los millones de hombres y mujeres, creyentes, que en A.L. y el Caribe claman por una vida más digna y más justa.

Es una lectura que sorprende, que estimula y que llama a la conversión permanente a nivel personal y colectivo. Y a pesar de todo lo que se ha avanzado, todaví­a tiene algo de esa «flor sin defensa», que decí­a el P. Mesters, puesto que aún son muchos los que no creen en ella. (Carlos Mesters, idea esta hermosa frase en un sencillo y breve cuento para hablar de lo que representaba la lectura popular y comunitaria de la Biblia, queriendo expresar al mismo tiempo, su hermosura y su fragilidad, su belleza que destaca, pero también su facilidad en ser destruida).

Han pasado varios años desde entonces, y la flor se ha fortalecido y ha germinado en nuevas semillas que están dando el ciento por uno, porque han sido sembradas en un campo que las ha acogido y cuidado. El campo de los desposeí­dos de todo, de los injustamente empobrecidos, de los maltratados por la sociedad. Ellos cuidan con mimo esas semillas de la Palabra de Dios que les ha sido dada para su liberación, y la tienen ya como propia.

La perspectiva de esta lectura bí­blica es el camino que se sigue haciendo. Ella es venero de esperanza y de utopí­a. Da sentido a la vida y a la lucha por la justicia en este Continente, en el que infinidad de manos laboriosas preparan con amorosa terquedad los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva, caliente y anchuroso hogar donde fluyan como un rí­o la paz y la justicia.

No es todo perspectiva positiva, sin piedras en el camino. También existen, por otra parte, preocupaciones importantes, que queremos sintetizarlas en tres:

– A pesar de todos los avances logrados, existe todaví­a la preocupación de hacer permanentemente un estudio más a fondo y más cientí­fico del texto bí­blico usando todos los recursos que la exégesis y las demás ciencias bí­blicas ponen a disposición incluso incorporando los últimos esfuerzos. Es algo que ya se va logrando y, más aún, se puede decir, que se va logrando de forma ejemplar. El pionero en este aspecto fue sin duda Carlos Mesters y su equipo que puso al servicio de las CEBS toda una serie de materiales: cientí­ficos y pedagógicos que han sido ejemplo para muchos.

– Una segunda preocupación es el aspecto espiritual. Se busca una mayor profundización en la fe y una interiorización a nivel personal y comunitario. El cambio personal es la consecuencia quizá primera de la lectura bí­blica, la lectura bí­blica personal o comunitaria necesita una apertura de corazón y de mente, una esfuerzo de acogida, un deseo de impregnarse de la novedad del Espí­ritu.

– La tercera preocupación es de tipo comunitario y aun social. Se busca cómo estar presente en las preocupaciones reales del pueblo e iluminarle en su quehacer en la sociedad civil. Es uno de los ángulos más importantes en el nacimiento de la «lectura popular de la Biblia»: el poder influir en la transformación del mundo, el instaurar el Reino de Dios en medio de los hombres, precisamente cuando se nota demasiado la ausencia de Dios en las estructuras y las situaciones de injusticia en que están la mayorí­a de los hombres en los pueblos de A.L.

Y es en este aspecto, el más importante para la lectura popular de la Biblia, en donde han surgido también algunos interrogantes y aún acusaciones de nuevas relecturas peligrosas de la Bí­blia que pudieran ser parciales y reductoras.

Tomando en general todo el trabajo en su conjunto, ciertamente que los peligros que se avisan, no responden a una realidad. En su conjunto, la lectura bí­blica se realiza de forma adecuada y no se «va a encontrar lo que se busca»; sin embargo, no se puede descartar de que este peligro haya podido ser realidad o, incluso lo esté siendo, en algunos grupos o comunidades muy concretos.

No obstante, es un criterio básico que nunca puede cambiar. «Oí­r lo que el Espí­ritu dice a las Iglesias» (Ap 2,7) y transformarlo en servicio al pueblo. Es el criterio central que evalúa todo lo demás.

La preocupación por el estudio, el uso de los resultados de la exégesis, la aplicación de los métodos pedagógicos, deben ser evaluados a partir de la iluminación práctica que el pueblo creyente tiene en sus comunidades y en la consecuente lucha por la libertad, la paz, la justicia y el derecho. «Donde está el Espí­ritu del Señor hay libertad» (2 Cor. 3,17) y el ejercicio de la libertad y el desarrollo (no olvidemos que para Pablo VI el desarrollo es el nuevo nombre de la paz) (PP), harán que la paz y la justicia se hermanen y que la «justicia y el derecho fluyan como un rí­o».

e) Los servicios
La importante labor que alrededor de la Biblia se realiza en toda América Latina alrededor de la Biblia, en especial para esta «lectura popular y comunitaria», no está creciendo por espontaneidad, ni tampoco se deja a la libertad interpretativa de cada uno, sino que tiene un importante respaldo teológico, y de servicios de toda clase.

Hay que destacar en primer lugar la importante labor del R Carlos Mesters y de todo el Equipo que con él colabora. Ellos, asumiendo también la pedagogí­a popular de Paulo Freire, han sido un soporte fundamental, desde los primeros años, para la reflexión bí­blica de las CEBS brasileñas. Su abundante producción, sus sugerencias, sus guí­as de trabajo, el poner al alcance del pueblo los principales personajes de la Biblia, sus acompañamientos de Jornadas, Cursillos, etc., son de sobra conocidos y reconocidos en toda la Iglesia.

Sus escritos y publicaciones son muy numerosos y han sido recogidos por la mayorí­a de los paí­ses latino americanos. En España sus escritos han sido traducidos por la Casa de la Biblia que junto a la Editorial Verbo Divino les están dando una amplia difusión.

Junto a él otras muchas personas, sacerdotes, religiosas o seglares, se han preocupado en la mayorí­a de las diócesis brasileñas de ayudar con materiales y asesoramientos acerca de la reflexión bí­blica y su lectura popular.

A destacar solamente en este aspecto dos importantes organismos: El Servicio de Animación Bí­blica (SAB) nacido ya hace 30 años en la diócesis de Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais. Comenzó por la celebración del «Mes de la Biblia» en el año 1971 (que fue el primero en todo el Brasil), de sus buenos resultados, nació no solo la continuación del mismo mes y su extensión a otras Diócesis, sino nuevos proyectos, se formó un primer equipo que asumió la organización del Mes de la Biblia, y se comenzó con la redacción de folletos para ayudar a la reflexión de los miles de grupos ya dispersos por todo el paí­s. Este primer equipo tomó el nombre de: «Grupo: Biblia-Gente», que, posteriormente y enriquecido por más personas asumió ya el nombre final de Servicio de Animación Bí­blica.

Se siguió enriqueciendo el equipo, Carlos Mester formó parte también de él como consejero, y fue importante la colaboración de las Hermanas Paulinas no solo a través de personal (la Hna. Rosana Pulga fue Secretaria General), sino fundamentalmente por los servicios de su Editorial San Pablo.

El crecimiento ha sido notorio, el Mes de la Biblia se inspira cada año en un tema distinto de acuerdo con las necesidades sentidas de toda la Iglesia del Brasil. Se completan los servicios de libros, revistas, videoteca, cursillos, asesoramiento. Tiene una estrecha relación con la Conferencia Episcopal del Brasil (CBBB) y apoya también las campañas cuaresmales que año tras año se desarrollan en el Brasil.

Resaltar asimismo el Centro Ecuménico de Estudios Bí­blicos (CEBI), que, a iniciativa de Carlos Mesters nació unos años más tarde (1977). Tiene, como su mismo nombre lo indica un carácter ecuménico, con representantes de las Iglesias católica, presbiterana, congregacional, metodista y anglicana. Su ecumenismo es causa central, tanto en su práctica como en su espiritualidad y organización. Su finalidad, compartidas: «que la fidelidad a la Palabra guie a los cristianos en dirección al compromiso con la causa de los pobres, empuje a empeñarse en la transformación de esta sociedad injusta y a luchar contra las amenazas de muerte que están instaladas en la vida del pueblo… «para que el mundo crea que Tú me enviaste» (Jn 17,21).

El CEBI tiene una especial preocupación en alimentar la «lectura popular de la Biblia» que ya existí­a hace años, reconocerla y dotarla de algunos elementos nuevos como son esa dimensión ecuménica, en el sentido de acogida real a los hermanos en la fe y ayudar a que el pueblo recupere la Biblia como libro que le pertenece.

Es abundante, asimismo toda la serie de servicios que presta, en coordinación con la Editorial Vozes: abundantes libros en los se destacan: «Nueva lectura de la Historia Sagrada» y sobre todo: «La palabra en la vida» que es una serie de comentarios a diferentes libros de la Biblia. También la vinculación a los diversos sectores de pastoral popular: la pastoral de la tierra, la pastoral obrera, la de los pescadores, la indigenista, la de la conciencia negra, etc. Y, su vinculación a organismos internacionales: entre ellos el Consejo Mundial de Iglesias.

Posteriormente ha aparecido con fuerza en este trabajo la Conferencia de Religiosos-as del Brasil que, desde hace unos 10 años, pone a disposición de todos los religiosos-as para el servicio de los grupos, un volumen sobre aspectos bí­blicos: la lectura orante, la formación del pueblo de Dios, la lectura profética de la historia, la lectura sapiencial de la Palabra, los evangelios, etc.

En otros muchos paí­ses de A.L. se sigue con fuerza todo este Movimiento Bí­blico, alentado especialmente también desde el CELAM; y existen tanto grupos, cursillos, jornadas, folletos, materiales de reflexión bí­blica y también Organismos, editoriales y personas que los apoyan decididamente.

Nombro con rapidez algunos significativos:

* El Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) de Costa Rica, que aunque más amplio en su objetivo, es similar al SEPI en sus planteamientos acerca de la Biblia, y que publica una importante «Revista de Interpretación Bí­blica Latinoamericana» (RIBLA).

* Los importantes aportes de grupos y personas alrededor de la labor editorial de «Amigo del Hogar» en la República Dominicana.

* Los aportes del Centro de Reflexión Teológico Pastoral y la Universidad Santa Rosa de Caracas en Venezuela.

* Los trabajos promovidos alrededor del Centro de Estudios y Publicaciones en el Perú, con los importantes libros (en el CEP) y trabajos (en la revista Páginas) de Gustavo Gutiérrez, Manuel Dí­az Mateos y Eduardo Arens entre otros.

* Y particularmente, y de forma muy especial el excelente trabajo no sólo de difusión sino de obligatoriedad de trabajarlo en grupos que desarrolla la Catequesis Familiar de gran trascendencia en A.L. sobre todo en la zona del Pací­fico, puesto que en Chile conoció su primera iniciativa.

Conclusión
La Pastoral Bí­blica que se realiza en Latino América, sobre todo en la «lectura popular de la Biblia» que hemos reseñado, está ayudando a fortalecer la fe del pueblo sencillo y a la vez le está iluminando en su trabajo de liberación.

Esto tiene dos importantes vertientes que debemos señalar:

La primera es, sin duda, la recuperación de la Biblia en la formación y en la vida del cristiano y más todaví­a del cristiano sencillo, pobre, oprimido. La Biblia ha pasado de ser un libro casi «desconocido» y apenas escuchado en la liturgia, a ser un libro propio, que se sabe utilizar, que se conoce sus siglas, su estructura y que es manejado casi diariamente.

Un libro de oración y de reflexión. Un libro de búsqueda y de respuesta. Un libro que une, que congrega. Un libro que es central en la catequesis. Un libro que forma la comunidad y la impulsa hacia el compromiso, a hacer viva y operante la fe. La Biblia se lee ya no como historia de algo pasado, sino también y principalmente como iluminación de la vida que acontece hoy en la vida del pueblo. Se acentúa así­ la actualidad de la palabra de Dios.

La segunda vertiente se refiere al objetivo que se tiene en la lectura de la Biblia, sobre todo cuando se hace la lectura popular y comunitaria, su objetivo no es tanto el interpretar la Biblia, sino, más bien, interpretar la vida con la iluminación de la Biblia. La vida es el centro, la Biblia la luz que se proyecta sobre ella.

Los pobres leen la Biblia a partir de su situación de oprimidos, esto les permite descubrir una fuerza nueva en la Palabra. La letra deja de ser sólo «letra» para pasar a ser «espí­ritu». Es cierto que el pueblo de los pobres no hace una lectura neutra. La lectura la realizan desde la búsqueda de la justicia, de la liberación, y de la vida. ¿De qué otra manera buscaron a Jesús los necesitados, los marginados, los excluidos?
Hacen por lo tanto los pobres una lectura de confianza en el poder de Dios y a la vez una lectura comprometida y al servicio de la liberación, que es don de Dios y tarea de los pobres. En la Biblia las comunidades encuentran esa fuente de vida, de ánimo, de esperanza, de confianza en sus propios dones gracias a la fuerza del Espí­ritu y a la presencia permanente de Jesús en medio de ellos.

Las comunidades eclesiales de A.L. a través de la lectura de la Biblia, creen y confí­an en la Palabra bí­blica como luz y fuerza en su lucha por su liberación. Saben que El Dios de Jesús no convive con la situación de marginación, opresión, empobrecimiento injusto que les toca vivir, es una situación de ausencia de Dios, y desean no solo liberarse de sus males sino hacer más presente a Dios en este momento histórico del pueblo latino americano.

BIBL. – DA SILVA GORGULHO, GILBERTO, Hermeneutica bí­blica, en «Mysterium Liberationis», 2′ edic. vol. 1, págs. 169-200. Editorial Trotta 1994. Madrid; GRUPO DE REFLEXIí“N BíBLICA, Conferencia de Religiosos-as de Brasil: «Sabidurí­a y poesí­a del Pueblo de Dios». Editorial «Amigos del Hogar». 1998. Santo Domingo; MEDINA RIVAS, CLEMENTE, El caminar de la lectura popular de la Biblia en A.L. en Revista «Labor Theologicus» núm. 25, págs. 75-84. Caracas. Venezuela; MESTERS, CARLOS, «Lecturas bí­blicas» Guí­as de trabajo para un curso bí­blico. Editorial Verbo Divino 1,986. Estella. Navarra; MESTER, CARLOS y EQUIPO BíBLICO CRB: «Lectura orante de la Bí­blia». Editorial Verbo Divino 1997. Estella. Navarra; Revista «Misiones Extranjeras», número monográfico: «Lectura popular de la Biblia», núm. 145 Enero-Febrero 1995. Instituto Español de Misiones Extranjeras. Madrid; RICHARD, PABLO, La Biblia y la creatividad de los Pobres, en «Misiones Extranjeras», núm. 153/154, págs. 195-209, Mayo-Agosto 96. IEME. Madrid; WYSSENBACH, JEAN PIERRE, La Bí­blia para el pueblo en «Teologí­a lusi» núm. 20. Enero -Junio 1998, págs. 7-20. Caracas. Venezuela.

Daniel Camarero

Vicente Mª Pedrosa – Jesús Sastre – Raúl Berzosa (Directores), Diccionario de Pastoral y Evangelización, Diccionarios «MC», Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2001

Fuente: Diccionario de Pastoral y Evangelización