Biblia

ALEJANDRIA, ESCUELA DE

ALEJANDRIA, ESCUELA DE

El centro más antiguo de teologí­a en la historia del cristianismo. Proyectado con un deseo de presentar la fe de manera sistemática y global y de, a la vez, responder a los argumentos de sus coetáneos cultos, la escuela se caracterizó por un interés considerable en la investigación y formulación metafí­sica de la fe, una fuerte impregnación de la filosofí­a de Platón y la adopción del método alegórico de interpretación de las Escrituras. Este último, que habí­a nacido de mano de los filósofos griegos que deseaban dar explicación de los mitos y que, posteriormente, habí­a sido aplicado por el judí­o Filón, arrancaba de un deseo comprensible de evitar los obstáculos que se pudieran hallar en la aceptación de la fe cristiana procedentes de algunos relatos del Antiguo Testamento. Con todo, hoy por hoy, resulta más que discutible la utilización de esta forma de acercamiento a la Biblia. Entre los miembros de la escuela estuvieron Ammonio, Atanasio, Cirilo, Clemente, Dionisio, Orí­genes, Panteno, Pierio y Pedro. Ver Ammonio; Atanasio; Cirilo; Clemente; Dionisio; Orí­genes; Panteno; Pierio y Pedro de Alejandrí­a.

VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrí­stica, Verbo Divino, Madrid, 1992

Fuente: Diccionario de Patrística

Es probable que el cristianismo llegase a Alejandría en los tiempos apostólicos, aunque no pueda verificarse la tradición que dice que el primero en introducirlo fue Juan Marcos. Las indicaciones son que el cristianismo ya estaba bien establecido en la región central de Egipto cerca del año 150 d.C. (H.I. Bell, HTR xxxvii, p. 204) y que su puerto de entrada y apoyo estaba en Alejandría.

Clemente de Alejandría llegó a ser director de la Escuela Catequista cerca del año 190. Habiendo sido un filósofo por toda su vida, Clemente vio la filosofía griega como una preparación para Cristo, y aun como un testigo de la verdad divina. Platón era un guía muy querido. El pecado está basado en el libre albedrío del hombre. Lo que lleva al hombre al conocimiento es el ser iluminado por el Logos. El conocimiento produce decisiones correctas. Éstas llevan al hombre hacia Dios hasta que es asimilado a Dios (Strom. iv.23). El cristiano vive por amor, libre de pasiones. Su vida es una oración constante. Clemente articuló un modelo de ella en gran detalle en su Paidagogos. Tenía un punto de vista muy optimista en cuanto al futuro de todos los hombres, pero el conocimiento era algo que sería premiado en el mundo venidero. Usó todo tipo de exégesis alegórica para fundamentar sus puntos de vista en la Escritura.

El sucesor de Clemente en la Escuela Catequista (ca. 202) fue el más hábil Orígenes (ca. 186–ca. 255). Siendo un estudiante de la Biblia y exegeta de gran habilidad, Orígenes produjo el texto del AT denominado la Hexapla. Escribió comentarios, escolios y homilías de todos los libros de la Biblia; pero todos ellos se basaban en que la Biblia tenía tres sentidos, el literal, el moral y el alegórico. La Biblia era inspirada, útil, verdadera en cada letra; pero la interpretación literal no era necesariamente la correcta. Aunque en deuda con los griegos, lo mismo que Clemente, Orígenes no era tan admirablemente dependiente de ellos. Su pensamiento era el de un gran universo espiritual, gobernado por un ser benéfico, sabio y personal. La cristología alejandrina comienza con Orígenes. A través de una generación eterna del Hijo, el Logos (véase), Dios se comunica a sí mismo desde la eternidad. Existe una unidad de amor y voluntad entre el Padre y el Hijo, pero es dudoso que se dé una unidad esencial. El mundo de los sentidos suple el teatro o drama de la redención para las criaturas caídas que se extienden desde los ángeles a través de los hombres hasta los demonios. Por medio de la encarnación, el Logos llega a ser el Mediador de la redención. Él tomó para sí un alma humana en una unión que era una enōsis [= «acción de unir», «unión»]. Por tanto, era propio decir que el Hijo de Dios nació como un bebé, que murió (De princ. II. vi. 2s.). Cristo salva a los hombres por su enseñanza, ejemplo, por medio de ofrecerse a Dios como víctima propiciatoria, por el rescate que pagó al Diablo. Los hombres gradualmente se liberan de lo terreno mediante la meditación, la abstinencia, la visión de Dios. Puede que sea necesario un fuego purificador en el proceso. Aunque este mundo no es el primero ni el último de una serie, al fin llegará la restauración de todas las cosas. La carne y la materia desaparecerán, sólo el espíritu permanecerá, y Dios será todo en todos. No se fija con claridad cuánto tiempo la libertad humana retendrá el poder de producir otra catástrofe, pero al final todo será confirmado en bondad por el poder del amor de Dios.

Después de que Orígenes partió de Alejandría sus discípulos discreparon entre sí. Un grupo tendía a negar la generación eterna del Logos. Dionisio, obispo de Alejandría (247–265), simpatizó con este partido, y declaró que el Logos era una creación del Padre. No obstante, el futuro pertenecía al ala opuesta, que enfatizaba los atributos divinos del Logos. El sabelianismo era un partido fuerte en Cirenaica y Libia, y esta influencia afectó a Alejandría. Cuando el presbítero Arrio empezó, quizá cerca del año 317, a proclamar que el Logos (véase) era una creación en el tiempo, y que tenía un ser diferente al Padre, atrajo para sí algunos discípulos, pero el obispo Alejandro se le opuso. Cuando el emperador Constantino se dio cuenta de que era imposible restaurar la armonía mediante exhortaciones e influencias, llamó a una reunión general de obispos. El resultado fue el Concilio de Nicea (325 d.C.), al que asistió una delegación de Alejandría, y que tenía entre sus delegados al diácono Atanasio. Por el resto de sus días, Atanasio defendió las conclusiones del Concilio de Nicea sobre que el Hijo era homoousios [=«consubstancial»] con el Padre. El hecho que se adoptara este término a pesar de su trasfondo gnóstico y sabeliano fue un trabajo de genio providencial.

En el año 328, Atanasio ocupó el lugar de Alejandro como obispo de Alejandría. A pesar de algunas tendencias dictatoriales que tenía, poseía también una grandiosa combinación de los talentos de un fructífero administrador con gran profundidad en la penetración teológica. Desde esa fecha, Alejandría enfatizó vigorosamente la identidad que existía entre el Padre y el Hijo en cuanto al ser de Dios. En su De Incarnatione Verbi Dei, Atanasio presentó la idea de lo indispensable que era que se unieran el verdadero Dios con el verdadero hombre para la doctrina cristiana de la salvación a través de la vida y muerte de Cristo. El Salvador debía ser totalmente Dios y totalmente hombre. A pesar de muchos cargos falsos en su contra y de los cinco períodos de exilio, Atanasio sostuvo su insistencia en un solo Dios, Padre e Hijo de la misma substancia, la iglesia, como la institución de la salvación, no sujeta a la interferencia del estado civil. Atanasio también promulgó la idea de que el Espíritu es igualmente homoousios con el Padre y el Hijo, preparando en esta forma el camino para la fórmula mia ousia, treis hupostaseis [= «una sola esencia, tres personas»].

A pesar de todos los esfuerzos que Apolinario de Laodicea hizo por afirmar su doctrina en Alejandría, no tuvo éxito en fijar la idea de que Cristo no necesitaba ser enteramente divino y del todo humano. Se rechazó su idea de que el pneuma del Logos reemplazó al espíritu humano. Sin embargo, el énfasis que hacía en la unidad de la personalidad de Cristo llegó a ser cada vez más el énfasis alejandrino, y Cirilo lo enfatizó fuertemente, el cual llegó a ser obispo en 412 d.C. El Logos tomó una naturaleza humana plena, pero el resultado fue henōsis fusikē [=«unión fisica»]; y Cirilo amaba la fórmula mia fusis [=«una sola naturaleza»], aunque originalmente ek duo [=«de dos»]. La encarnación tenía como fin la salvación. Dios se hizo hombre para que nosotros pudiéramos ser Dios. Cirilo buscó apoyo a esto por medio de una exposición alegórica de la Escritura (AT y NT), especialmente del Pentateuco. La alegoría fenomenal de los hechos está calculada para producir un sentido noumenal. Su escrito más famoso fue una serie de doce anatemas contra Nestorio, donde atacaba lo que él creía que era la negación de la unidad y plena divinidad de Cristo y de la crucifixión y resurrección de la Palabra. Junto con los líderes de Antioquía, Cirilo (en el año 433) aceptó una profesión de fe que declarase que una unión de las dos naturalezas de Cristo había llegado a la existencia (henōsis gegone) y que usase el término por el cual Cirilo había luchado tan arduamente contra Nestorio, zeotokos [=«madre de Dios] (véase) como descripción de la virgen María.

Dióscoro continuó con el énfasis que Cirilo hizo en la unidad de la persona de Cristo, pero la llevó al extremo. Los radicales alejandrinos sufrieron una derrota en el Concilio de Calcedonia (451) al adoptarse en la Definición la frase en duo phusesin [=«en dos naturalezas»]. Las tendencias alejandrinas finales causaron cisma después de Calcedonia. La gran mayoría del cristianismo egipcio rechazó el Concilio de Calcedonia y se hizo monofisista (véase Monofisismo). El monotelismo (véase) sólo logró un entusiasmo temporal en Alejandría. La llegada del islam lo sofocó.

La escuela alejandrina con su énfasis platónico era la escuela popular de su tiempo. En su forma más moderada fijó el modelo cristológico por muchos siglos. Su característica era la interpretación alegórica. Se hizo énfasis en la intervención de lo divino en lo temporal, y se acentuó peligrosamente la unión de las dos naturalezas de Cristo con un énfasis arbitrario en el componente divino.

Véase también Cristología.

BIBLIOGRAFÍA

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Paul Woolley

HTR Harvard Theological Review

ZNW Zeitschrift fuer die neuentestamentliche Wissenschaft

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (19). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología