HECHOS APOCRIFOS
Al igual que sucedió con los Evangelios apócrifos, los Hechos de este tipo pretendían de alguna manera colmar las lagunas existentes en el Nuevo Testamento pero, finalmente, sirvieron para difundir las tesis de grupos heréticos bajo capa de autoridad apostólica. Entre ellos destacan: I. Los Hechos de Pablo, que se escribieron a finales del s. II y llegaron a dividirse en tres obras conocidas como los Hechos de Pablo y Tecla, la Correspondencia de san Pablo con los Corintios y el Martirio de san Pablo. La primera tuvo una enorme influencia en la literatura y el arte cristiano; II. Los Hechos de Pedro. Compuestos hacia finales del s. II, nos han llegado en fragmentos (Hechos Vercellenses o de Pedro con Simón — de influencia docética —, Martirio de san Pedro — de influencia gnóstica — y Martirio del santo apóstol Pedro, escrito por Lino, cuya redacción final es del s. VI; III. Los Hechos de Pedro y Pablo, escritos hacia el s. III; IV. Los Hechos de Juan, redactados hacia el 150, manifiestan influjos docetistas; V. Los Hechos de Andrés, escritos en la segunda mitad del s. III y atribuidos a Leukios Cariños, que presentan impregnaciones heréticas; VI. Los Hechos de Tomás, los únicos de los que tenemos el texto completo y que fueron redactados en la primera mitad del s. III. Son claras las influencias gnósticas de los mismos; VII. Los Hechos de Tadeo, basados en la supuesta correspondencia entre Jesús y Abgar o Abgaro, rey de Edesa, se escribieron durante el s. III. Aparte de los mencionados aparece durante los siglos IV y V una profusión de Hechos apócrifos referidos a los apóstoles (Mateo, Felipe, Bartolomé, etc.) y a sus discípulos directos (Bernabé, Timoteo, Marcos, etc.).
VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrística, Verbo Divino, Madrid, 1992
Fuente: Diccionario de Patrística