La relación de la ética con las ciencias humanas, por su misma naturaleza, no es de tipo valorativo y de suyo no se propone la formulación de juicios morales, aunque sigue siendo un momento necesario e indispensable en el proceso ético-normativo. En esta fase el especialista en moral se limita a destacar el dato de hecho existente y a describirlo tal como es, de la manera más detallada y minuciosa posible : no busca lo que debería ser ni el ideal hacia el que tiende, sino lo que es en la realidad de los hechos y tal como se caracteriza en ellos el fenómeno moral.
con esto no cumple aún con su tarea específica, la de un proceso de valoración. Ni se puede decir tampoco que por el hecho de destacar el dato factual dé un primer paso para pasar luego a la reflexión valorativa, la que le corresponde específicamente, ya que en esta fase puede muy bien recibir los resultados que le ofrecen las diversas ciencias humanas y sus especialistas, sin sustituirles por ello.
En esta fase, que es típica de la investigación sociológica, etnológica, histórica, antropológico-cultural, se intenta destacar aquel fenómeno moral que se cosifica en el tiempo. en la cultura, en la praxis de las relaciones socio-personales y en la mutua interferencia de la esfera socio-política con la individuo-personal.
Desde el punto de vista epistémico, por consiguiente, la relación que la ética establece en este plano con las otras ciencias humanas no la distingue en lo más mínimo de aquellas ciencias que señalan las diversas características y los aspectos poliédricos de la realidad humana o, en otras palabras, no la hace ser ética, sino historia, sociología, psicología, antropología cultural, etc» según las diversas ocasiones.
Efectivamente, por algo se da una mutua y continua interferencia de intereses científicos entre el historiador, el sociólogo, el antropólogo, el psicólo90, etc. y aquel que se interesa por la ética descriptiva. No se da una invasión del terreno ajeno ni una extralimitación metodológica: el historiador podrá y tendrá que interesarse por el desarrollo del ethos, siguiendo la metodología propia de la investigación histórica, pero teniendo además una visión clara de los problemas específicos del discurso ético; el moralista podrá y tendrá que interesarse por los fenóménos morales del pasado, basando su investigación en la metodología propia de la investigación histórica. Lo mismo hay que decir de la relación de la ética con las otras ciencias humanas.
Pero las ciencias humanas pueden ofrecer además al estudio de la ética normativa el conocimiento de aquel dato empírico-factual que le es indispensable para la formulación del juicio moral sobre cualquier comportamiento.
Por ejemplo, ¿cómo formular un juicio sobre la fecundación in vitro o sobre la ingeniería genética si antes no se tienen todos los datos técnico-científicos que caracterizan a este proceso?
Desde este punto de vista, que corresponde a la aceptación de la premisa empírica en el silogismo con que se identifica el proceso normativo de la ética, para cada acción y para los diversos puntos de vista desde los cuales se la puede considerar,. se escuchará más a una o a otra ciencia, a saber, a la que más directamente se interese por el contexto operativo en que se está efectuando el proceso normativo.
Al valorar, por ejemplo, la FIV (fecundación in vitro), en un primer momento, habrá que seguir atentamente su proceso técnico-científico, distinguiendo alguna de las numerosas fases que lo constituyen: en esta fase no se podrá menos d~ depender del médico especialista del sector. Pero en un segundo momento, o considerando el problema desde otros puntos de vista, no se podrá menos de seguir al sociólogo que atiende a los problemas socio-sanitarios, al psicólogo que señala las posibles consecuencias de semejante tecnología sobre las personas afectadas y en particular sobre el nascituro, o al especialista en política sanitaria que presenta la situación hospitalaria de hecho existente con las prioridades relativas que hay que conceder a la construcción de un hospital de distrito, de una casa de reposo para ancianos o de una clínica en donde puede efectuarse la FIV. Escuchar los distintos puntos de vista, que sólo pueden ofrecer las diversas ciencias humanas, significa para el moralista tomar en consideración los elementos moralmente relevantes inherentes al problema normativo para someterlos a una valoración ética. Efectivamente, construir un hospital de distrito o una casa de reposo para ancianos significará, desde el punto de vista valorativo, resolver los problemas de unas personas ya existentes, mientras que construir una clínica para la FIV significa preocuparse de unas personas ya existentes, pero sobre todo poner én el mundo a personas que todavía no existen.
La relación de la ética con cada una de las ciencias humanas resulta decisiva: siempre habrá que escuchar atentamente los datos que éstas ofrecen. Pero no hay que confundir nunca la metodología de estas ciencias descriptivas con la metodología valorativa de la ética.
S.Privitera
Bibl.: M. Cuvás, El progreso biomédico interpela a la teología moral, en R, Latourelle (ed,), Vaticano II Balance y perspectivas, Sígueme, Salamanca 1986, ,1121-1140; F Abel, Ciencia y ética en tensión » y diálogo, en 1 Jornadas sobre progreso científico y ético, Madrid 1990.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico