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FILOSOFIA DE LA HISTORIA

FILOSOFIA DE LA HISTORIA

En el momento en que, inesperada mente y de forma clamorosa, se derrumban las ideologí­as, quizás sea posible empezar a reconsiderar el sentido de la historia y recomponer las contradicciones de lo concreto y de lo abstracto, de lo objetivo y lo subjetivo, de lo particular y lo universal, de las diferencias y de la identidad. Los tres esquemas en torno a los cuales se pueden reagrupar los diversos sistemas más o menos organizados: teológico (tradición judeocristiana), cosmológico (pensamiento grecorromano y naturalista) y antroplógico (desde el historicismo hasta el materialismo dialéctico), han representado otros tantos intentos de componer, a través de tales elementos, de suyo dialécticos, los hechos Y las opiniones (sin decir nada del banal «los hechos separados de las opiniones»).

Después de la tradición clásica, con la fatigosa aparición del logos a partir del mythos y de la historiografí­a a partir de- la historia, Agustí­n, a la luz del kairós y de las magnalia Dei, lee la historia con la perspectiva interior de la «distensio animae»: «No hay propiamente hablando tres tiempos: el pasado, el presente, el futuro, sino que hal tres presentes : el presente del pasado, el presente del presente Y el presente del futuro» (Conf XI, 20,- 26). con las «dos ciudades» edificadas por los («dos Amores» (De civ. Dei XIV, 28) se levanta hasta la teologí­a de la historia. Orosio (Historiarum adversus paganos libri septem) continúa la lectura agustiniana que se convertirá en el » agustinismo polí­tico» y, con Bossuet (autor del Discours sur l’histoire universelle, 1681) producirá la Politique tirée de, propres paroles de l’Ecriture, 1709:
En torno a la «dignitas hominis» se renuevan en el Renacimiento y en el Humanismo los temas clásicos, con la acentuación del hombre artí­fice de sí­ mismo y de su propia fortuna; pero no está menos presente, a partir del De contemptu mundi de Inocencio III, una » indignitas » contrapuesta dialécticamente, a través del solipsismo teológico de Pier Damiani (De divina 0mnipotentia) y la recuperación de la «massa damnata» de Lutero (De servo arbitrio), con los temas de la locura y de la libido (scientia, concupiscentia, desperatio), que no hacen ni mucho menos tranquila la salvación en un improbable «regnum hominis». La historia se ve afectada por la «tiña» y el «pulgón» (Maquiavelo, El prí­ncipe») y orientada hacia un objetivo «particular» (Guicciardini). Hobbes pensará (Leviatan 1651) en un mundo del «homo homini lupus» y en una historia («bellum omnium contra omnes».

I principi di una scienza , nuova d’in torno alla comune natura delle nazioni, de G. B. Vico (1725), en contraposición al racionalismo cartesiano, trazan una auténtica filosofí­a de la historia: «verum ipsum factum » y la construcción de una » historia ideal eterna sobre la cual transcurren en el tiempo las historias de todas las naciones» (349), que puede leerse como una «teologí­a civil razonada de la providencia divina» (342). Un nuevo giro Y un «nuevo» modelo de historia es el-que nos presenta del hombre ilustrado, en L’essai sur les moeurs et l’ésprit des nations, 17541758, 7 vols., de Voltaire. Pero el mismo Voltaire se rí­e amargamente de todo ello (Candide, 0u de l’0ptimisme, 1759), tras la experiencia impresionante del terremoto de Lisboa (1755).

Kant, receloso del devocionismo y ajeno al moralismo, trata con un gélido racionalismo las » humanas suertes progresivas» y pone el «mal radical» como base de la Religión dentro de los lí­mites de la sola razón.

Herder retoma el plan de la Providencia, que identifica a la filosofí­a de la humanidad con su verdadera historia, que es el ordenamiento divino del género humano, la economí­a de Dios sobre la tierra. Las ideas para la fllosofí­a de la historia de la humanidad (1784-1791) parten de la necesidad de «una filosofí­a y una ciencia de lo que nos atañe más de cerca, es decir, de la historia de la humanidad en su conjunto». También La educación del género humano, de Lessing, 1780, es una obra sobre la Providencia, pero entendida de modo racionalista, inmanente a la historia que se proyecta hacia un evangelio eterno, hacia una verdadera edad del espí­ritu: «Llegará un tiempo…» La especulación romántico-idealista entrelaza la historia del mundo y del hombre con el devenir («hacerse») de Dios: Schelling relaciona la revelación con la mitologí­a Y con las épocas históricas (Filosofí­a de la revelación,. Filosofí­a de la mitologí­a, Las edades del mundo) Y Hegel ve al individuo al servicio del-Volksgeist, y a los Volksgeister, hombres «históricos» (de la historia universal) como Auslegung (manifestación) del espí­ritu absoluto (cf. Lecci0nes sobre la filosofí­a de la historia universal, trad. esp. Univ. Valenciana, Valencia (1992).

La lectura que hace Marx de la historia parte de la praxis: «Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de varias maneras; se trata ahora de transformarlo (Tesis sobre Feuerbach, XI, en La izquierda hegeliana). Las Consideraciones inactuales (segunda: » Sobre la utilidad de la historia para la vida») de Nietzsche han estigmatizado la separación tantas veces presente entre la historia Y la vida, mientras que Dilthey con su- «crí­tica de la razón histórica» – ha recordado que la vida tiene que comprenderse a través de la vida. En contra de un historicismo natura lista y fatalista (O. Spengler, El ocaso de oécidente, 1918-1922), A. Toynbee (Un estudio de la historia, 12 -vols» 1934-1961) ha vuelto a proponer una providencia natural positivista.

S. Spera

Bibl.: S. Spera, Historia (filosofí­a de la), en DTF 554-560: Y Melchiorre, Historia (punto de vista filosófico), en DTI, III, 30-48: N, Berdiaev El sentido de la historia, Encuentro, Madrid 1979: J. Daniélou. El misterio de la historia, Dinor, San Sebastián 1963: K., LOwith, El sentido de la historia, Madrid 1973: P. Ricoeur, Historia y verdad, Encuentro, Madrid 1990.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico