JUDEOCRISTIANISMO

Se trata de un término polivalente. De suyo denota a los cristianos convertidos del judaí­smo. En este sentido toda la Iglesia antes de la entrada de los gentiles era judeocristiana. Se seguí­a circuncidando a los niños, observando la ley de Moisés y asistiendo al templo y a la sinagoga. La entrada de los gentiles para formar parte de la comunidad cristiana sin la obligación de la circuncisión y de la observancia mosaica, introducida por Pedro con la conversión de Cornelio (Hch 10), proseguida por Pablo en su misión y confirmada por el concilio de Jerusalén (Hch 15), desencadenó una reacción entre algunos fieles de Jerusalén, especialmente entre los que provení­an del fariseí­smo, que insistí­an en la obligación de la circuncisión y de la observancia entre los cristianos helenistas De este grupo surgen los «judaizantes», los adversarios de Pablo en las cartas a los Gálatas y a los Romanos Este antipaulinismo es heredado por diversas sectas judeocristianas en el siglo 11. Después de la expulsión de los minim judeocristianos de la sinagoga por los años 90, que se refleja en la duodécima «bendición» los grupos que no se adhirieron a la gran Iglesia se negaron a adoptar la cristologí­a representada por Pablo y Juan. Aceptaron a Jesús como Mesí­as, pero no como Hijo de Dios nacido de la Virgen Nacen así­ los ebionitas, es decir, cl grupo de los «pobres» separados de la Iglesia. Otros grupos se mezclaron con los gnósticos. Pero parece ser que la mayorí­a permanecieron en la ortodoxia, que fue llamada «católica» precisamente porque reuní­a dentro de sí­ a las diversas corrientes primitivas re presentadas por Pedro y Mateo, por Santiago, por Pablo y por la comunidad de Juan. Después de la muerte de Santiago la Iglesia de Jerusalén, al volver de Pella, en donde se habí­an refugiado los cristianos jerosolimitanos en la guerra del 68-70, eligieron como obispos a algunos parientes de Jesús, Pero después del 135, cuando se les prohibió a los judí­os entrar en Jerusalén, aquella Iglesia se formó de cristianos no judí­os. Hay algunos descubrimientos arqueológicos que demuestran la perseverancia de comunidades judeocristianas en Palestina, Transjordania y Siria en los primeros siglos.

Además de la arqueologí­a, las fuentes para el estudio de la historia y de la doctrina de los judeocristianos a partir del siglo II se encuentran en los santos Padres y en las Pseudoclementinas, Klijn y Reinink recogieron los testimonios patrí­sticos relativos a los diversos movimientos y a las diversas sectas que se definen con este nombre: cerintianos, ebionitas, nazoreos, simmaquianos, elcasaí­tas; pero los dos autores se muestran un tanto escépticos sobre el valor histórico de estos testimonios.

Las Cartas Pseudoclementinas están formadas por dos grupos de escritos: las Homilí­as en griego y las Recognitiones en latí­n, del siglo 1V, pero que dependen de una fuente común del siglo 11, que incorporaba un escrito ebionita, los Kerygmata Petrou. La teologí­a judeocristiana está dispersa por diversos lugares en las inserciones a los apócrifos del Antiguo y – del Nuevo Testamento y en los primeros Padres de origen griego, pero que recogen midrashim cristianos de los primeros siglos. Sin embargo, el criterio para distinguir en los Padres entre doctrinas judeocristianas y «helenistas» no está claro ni mucho menos. A pesar del esfuerzo de Daniélou por separar ambas corrientes de pensamiento, no puede establecerse con claridad la lí­nea de demarcación entre la herencia estrictamente judí­a y el pensamiento helenista. La tesis de Baur de un judeocristianismo petrino y un helenismo paulino, que se reúnen en el «catolicismo primitivo» no se considera sostenible en la actualidad, o se acepta con tantos retoques que la hacen irreconocible. Todas estas controversias afectan a la definición misma de judeocristianismo, que en el presente es mucho menos clara de lo que era hace veinte o treinta años.

P. Grech

Bibl.: A. F. J Klijn. Judeocristianismo, en DPAC, 11, 1203-1204; J Daniélou. Théologie du judéo-christianisme, Tournai 1958; B, Bagatti, L’église de la circoncision, Jerusalén 1965; H. J Schoeps, El judeocristianismo, Marfil. Alcoy 1970; N. Brox, Perfiles del cristianismo en su periodo más antiguo, en Concilium 67 (1971) 31-49.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico