PRESUNCION

Deu 18:20 el profeta que tuviere la p de hablar
Deu 18:22 con p la habló el tal profeta; no tengas


De prae-sumere, es decir, tomar antes, admitir una cosa antes de tener certeza de la misma, formándose así­ una opinión a partir de unos indicios o de unos hechos que ocurren generalmente en la experiencia. Para poder actuar y desarrollar las ocupaciones normales de la vida, incluso el hombre prudente tiene que contentarse muchas veces con estas presunciones: exigir para todas las cosas unas pruebas ciertas o evidentes serí­a con frecuencia no sólo imposible. sino sobre todo demasiado oneroso, En el derecho tanto civil como canónico se ha desarrollado una doctrina sobre las presunciones, en la que se habla de una praesumptio iuris, es decir, la que establece la ley misma, y de una praesumptio hominis, es decir, la que es formulada por el juez (cf. can. 1584s).

En la teologí­a moral se ha recurrido a la presunción sobre todo para resolver las dudas de conciencia sobre un hecho. La presunción es, por tanto, uno de los principios reflejos y establece que tenemos que orientarnos según lo que es habitual y ordinario.

Por ejemplo, si el sacerdote al final de la misa no se acuerda ya de haber pronunciado las palabras de la consagración, puede presumir que lo ha hecho si habitualmente celebra con atención. Por otra parte, respecto a algún acto particular que haya que poner, si no se acuerda uno de haberlo puesto, la presunción va en favor de la no-posición del acto: por ejemplo, cuando hay que pagar una deuda y dudo de haberla pagado, por no recordarlo con precisión, puedo estar seguro de que todaví­a tengo que pagarla.

En otra acepción se habla de la presunción como de un acto contrario a la esperanza cristiana, es decir, cuando el hombre presume de conseguir su salvación eterna o confiando demasiado en las propias fuerzas (auto-redención o moralismo excesivo), o confiando demasiado en la gracia divina sin pensar que hay que colaborar con ella.

C. Goiser

Bibl.: Presunción, en ERC, Vl, 226-230; J M. Piñero Carrión, La le. y de la Iglesia, Atenas, Madrid 114-116.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Cualidad de la persona que tiene un alto concepto de sí­ misma y se vanagloria de ello, por lo que con frecuencia trata a los demás sin el debido respeto y con una actitud desafiante y despectiva. El presuntuoso puede caer fácilmente en un deseo desordenado de que los demás lo prefieran, sin tolerar que nadie lo contradiga, debido a que cree que su criterio es superior y obra como si su único fin en la vida fuese él mismo. Otros términos afines son: arrogancia, altanerí­a, orgullo y soberbia. Sus antónimos son la humildad y la modestia.

El orgullo y la cólera resultan en presuntuosidad. La palabra hebrea za·dhóhn, que se traduce †œpresunción; presuntuosidad†, se deriva del verbo zidh, †œcocer; acalorarse†. (Gé 25:29; Ex 21:14.) El calor de la cólera o del orgullo puede hacer que uno actúe de forma precipitada, se vuelva injustificadamente atrevido y se exceda en sus derechos. El proverbio dice: †œPresuntuoso y soberbio fanfarrón es el nombre del que actúa en un furor de presunción†. (Pr 21:24.) En Deuteronomio 1:43 se emplea la misma forma verbal hebrea para designar la acción del pueblo de Israel cuando desobedeció una orden de Dios y tomó una iniciativa que no se habí­a autorizado. Moisés dijo a la nación: †œDe modo que les hablé, y ustedes no escucharon, sino que empezaron a portarse con rebeldí­a contra la orden de Jehová y a acalorarse mucho, y trataron de subir a la montaña†. En el relato sobre el mismo incidente registrado en Números 14:40-44 se emplea otra palabra hebrea muy relacionada, `a·fál. Allí­ se registra: †œMoisés dijo: †˜[…] No suban, porque Jehová no está en medio de ustedes […]†™. Sin embargo, ellos se atrevieron a subir a la cima de la montaña†, y allí­ los derrotaron los habitantes. Se †˜hincharon†™ con una falsa confianza. (Compárese con Hab 2:4.)
El hecho de que la cólera puede resultar en presuntuosidad destructiva y en una violación indisculpable de la ley de Dios también se muestra en el mandato que Dios dio a Israel: †œEn caso de que un hombre se acalore [una forma de zidh] contra su prójimo al grado de matarlo con astucia, has de llevarlo hasta de estar a mi altar, para que muera†. (Ex 21:14.)

Hay que guardarse cuidadosamente de ella. El rey David, a quien Dios concedió muchos favores y gran autoridad, se dio cuenta de que a pesar de todo podí­a ser culpable de presuntuosidad, y por eso oró: †œLas equivocaciones… ¿quién puede discernirlas? De pecados ocultos pronúnciame inocente. También retén a tu siervo de actos presuntuosos; no dejes que me dominen. En ese caso seré completo, y habré permanecido inocente de mucha transgresión†. (Sl 19:12, 13.) Existe gran peligro de que incurramos en presuntuosidad, y por eso hemos de estar en guardia constantemente. Los actos presuntuosos o atrevidos son pecados mucho más serios que las equivocaciones. Sin importar la posición que se ocupe, el tomarse libertades es una cosa detestable a la vista de Dios. Aunque Uzí­as era un rey poderoso a quien Dios habí­a bendecido, se le hirió de lepra porque tuvo la osadí­a de asumir los deberes sacerdotales. (2Cr 26:16-21.) Este mismo defecto impulsó al rey Saúl a rebelarse contra Jehová, pues asumió la responsabilidad de ofrecer un sacrificio porque no querí­a esperar a que Samuel llegara. (1Sa 13:8-14.) Además, aunque Jehová habí­a mandado que se diera por entero a la destrucción a los amalequitas, actuó según su propio criterio y perdonó al rey amalequita Agag y lo mejor del despojo. Debido a su proceder presuntuoso se le rechazó como rey. (1Sa 15:8, 9, 11, 18, 19.)
Un ejemplo notable de atrevimiento y presunción por parte de un israelita del pueblo es el caso de Uzah. Contrario al procedimiento delineado por Dios, se estaba transportando el arca del pacto a Jerusalén en un carro tirado por reses vacunas. Cuando †œlas reses vacunas casi causaron un vuelco†, Uzah †˜alargó su mano y la agarró†™ para sostenerla. Debido a su irreverencia y atrevimiento Jehová †˜lo derribó, de modo que murió†™. (2Sa 6:6, 7.)
Si alguien no está seguro de qué acción debe tomar con respecto a cierto asunto, o no está seguro de si tiene autoridad para actuar, primero deberí­a consultar a otros que tuvieran conocimiento y discernimiento. Las Escrituras aconsejan: †œPor la presunción solo se ocasiona una lucha, pero con los que consultan juntos hay sabidurí­a†. (Pr 13:10.) Si bien la presunción conduce a resultados desastrosos, la modestia salvará a la persona. El sabio dice: †œ¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra; pero la sabidurí­a está con los modestos†. (Pr 11:2.)

Falta de respeto a la soberaní­a de Dios. Cuando una persona actúa de manera presuntuosa para con Dios, muestra falta de respeto a Su soberaní­a y Divinidad. Los más reprensibles son los que afirman ser sus siervos, pero presentan una imagen deformada de El. Por eso, Jehová dijo de los falsos profetas: †œEl profeta que tenga la presunción de hablar en mi nombre una palabra que yo no le haya mandado hablar, […] ese profeta tiene que morir. […] Cuando hable el profeta en nombre de Jehová y la palabra no suceda ni se realice, […] con presunción la habló el profeta†. (Dt 18:20-22.)
Además, cuando, quizás por presunción, se muestra falta de respeto a los siervos nombrados de Jehová, en realidad se le muestra falta de respeto a El. En Israel, los casos difí­ciles se llevaban al †˜lugar que Jehová escogí­a†™ (desde los dí­as de David en adelante, Jerusalén). A cualquiera que se burlase del juicio pronunciado tení­a que dársele muerte, pues el que se oponí­a a los representantes de Dios estaba despreciando a Dios mismo. La Ley decí­a: †œDe acuerdo con la ley que te indiquen, y conforme a la decisión judicial que te digan, debes obrar. […] Y el hombre que se porte con presuntuosidad al no escuchar al sacerdote que está de pie para servir de ministro allí­ a Jehová tu Dios, o al juez, ese hombre tiene que morir; y tienes que eliminar de Israel lo que es malo. Y todo el pueblo oirá y tendrá miedo, y ya no obrará presuntuosamente†. (Dt 17:8-13; compárese con Nú 15:30.) El apóstol Pedro habla de algunos que muestran gran falta de respeto a Dios y a sus siervos ungidos y los llama †œosados [del griego tol·metes, †œatrevidos†, Val], voluntariosos, estos no tiemblan ante los gloriosos, sino que hablan injuriosamente†. Según dice Pedro, tales hombres †œsufrirán […] destrucción en su propio derrotero de destrucción†. (2Pe 2:10, 12.)
El presumir por razón de cierto parentesco puede ser un lazo. Juan el Bautista discernió lo que pensaban los judí­os cuando lo abordaron, y por eso les advirtió: †œNo se atrevan a decir dentro de sí­: †˜Por padre tenemos a Abrahán†™. Porque les digo que de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abrahán†. (Mt 3:9.) La palabra griega que se traduce aquí­ †œatrevan† es dó·xe·te, de do·ké·o, que significa básicamente †œpensar; formarse una opinión [correcta o incorrecta]†.

La presunción terminará. La antigua Babilonia era un prototipo de presunción contra Dios, por lo que la enemistad eterna de Dios estaba contra ella. Por eso, el profeta Jeremí­as dijo a esta ciudad: †˜Â¡Mira! Yo estoy contra ti, oh Presunción —es la expresión del Señor Soberano—. La Presunción ciertamente tropezará y caerᆙ. (Jer 50:29, 31, 32.) La simbólica Babilonia la Grande ha demostrado ser el enemigo de Dios más enconado y presuntuoso que hay en la Tierra, emborrachando a sus habitantes †œcon el vino de su fornicación† y siendo responsable de †œla sangre de profetas y de santos y de todos los que han sido degollados en la tierra†. Por esta razón sufrirá destrucción eterna (Rev 17:2, 5; 18:7, 8, 20, 24) en armoní­a con la promesa de Jehová de poner fin a toda la presuntuosidad babilonia: †œY realmente haré cesar el orgullo de los presuntuosos, y la altivez de los tiranos abatir醝. (Isa 13:11.)

Fuente: Diccionario de la Biblia