Esta palabra es sinónimo de referencia (del latín reférre, relatum) y sirve para indicar la referencia o el traslado de una cosa a otra según un determinado tipo de conocimiento. que encuentra cierta correspondencia en la realidad o se limita por el contrario a una actividad de la mente, a la búsqueda de una síntesis cognoscitiva, Evidentemente, la manera de concebir la realidad y la estructura cognoscitiva que la carta o la presupone nos ofrece diversos modos de concebir la relación. Para llegar a una noción rigurosa de la misma es necesario, por consiguiente, interrogar al modo con que se ha comprendido esta categoría. E inmediatamente veremos que ha sido objeto de diversas interpretaciones según la orientación que se ha seguido la historia del pensamiento, en Una lectura sin prejuicios del pensamiento filosófico nos lleva a afirmar que la relación se ha concebido en conformidad con la orientación metafísica propia de la filosofía antigua y medieval, gnoseológico-epistemológica de la filosofía moderna y formal-lógica de la filosofía contemporánea. En el primer caso lo que interesa es establecer el fundamento real de las relaciones cognoscitivas; en el segundo caso se buscan las relaciones formalmente, prescindiendo directamente de su contenido real; en el tercer caso. sobre todo a través de la lógica-matemática, se estudia el cálculo de las relaciones en sentido estrictamente logístico.
Después de recordar sintéticamente lo que ha significado y lo que significa relación en la historia del pensamiento, se expondrá la noción de relación en orden a la teología trinitaria clásica para concluir sobre la manera como el empleo de esta categoría contribuye en la actualidad a un replanteamiento más trinitario del misterio del Dios cristiano.
1. De la relación habla ya Aristóteles, que la inserta en las categorías (cantidad, calidad, acción, pasión»,) y la considera como posterior a la noción de substancia; en efecto, ¿cómo puede haber relación si antes no se ha establecido de un ente qué cosa es en sí mismo? La relación es una cosa distinta de la substancia, que no podrá ser nunca una relación. Para Aristóteles la relación se basa en el ser; es la categoría menos dotada de ser ya que solo puede establecerla en el ser un acto de pensamiento. En el pensamiento platónico (Plotino sobre todo), la relación se ve como una cualidad operante de hecho que se basa en una esencia o en una entidad de razón solamente, En el platonismo no se atiende entonces tanto a la distancia entre la relación y el ser (como en el aristotelismo), precisamente porque se concebía de forma idealista el pensamiento el ser como si tuvieran una misma naturaleza (Mathieu ), En la filosofía moderna los nombres y las corrientes de pensamiento dirigidas por Locke, Hume Kant, Hegel son unos de los más significativos para el estudio sobre la naturaleza de la relación frente a la cuestión del valor objetivo de las relaciones de causalidad de otras semejantes que establece la mente humana.
Así pues, la cuestión de qué es la relación se convierte de pronto en una cuestión gnoseológica fundamental y no metafísica, La relación no podría ser un hecho de experiencia y siendo sólo objetiva en el caso de la contigüidad (Hume), será contada por Kant entre las categorías trascendentales, de esta forma, la deducción trascendental kantiana intentará demostrar que son válidas las relaciones de causa y de substancia del yo que piensa, En Hegel el concepto de relación se entiende en sentido absoluto, según la índole panlogista de su sistéma goza de una especial aptitud para explicar el dinamismo de los datos dialécticos de modo necesario.
2. El pensamiento filosófico influyó sobre todo en la Escolástica, que heredó la distinción -que pronto se hizo clásica- entre la relación real (relatio realis)y la racional (relatio rationalis tantum). La Escolástica distinguió en la relación el esse in y el esse ad. El esse in indica qué es la relación en sí misma, es decir, el existir de un accidente en una substancia: esto vale para las relaciones que se establecen en el ámbito creatural. pero en la Trinidad se trata de relaciones reales subsistentes. A su vez, el esse ad indica la relación con el término que explica el concepto mismo de relación, Más sintéticamente se habla de relatio praedicamentalis (relación accidental y extrínsecal y relatio transcendentalis (relación esencial de una cosa con otra; es decir, no se puede definir una cosa más que en referencia a otra), Pero en la Escolástica no es tan importante el uso lingüístico de la categoría de relación y lo que significa filosóficamente como la realidad a la que remite. O sea, la relación viene a explicar la Trinidad en Dios. Los términos de que se dispone para definir a los Tres de la Trinidad eran ya en los tiempos de Agustín los de persona y relación. De hecho Agustín prefirió el término de relación al de persona para explicar la Trinidad. Según él, el término de persona es menos apropiado a la Trinidad que el de relación. Si persona es substantia individua, ¿cómo puede predicarse de la Trinidad, en la que todo es relacionalidad? Persona es un término absoluto, predicado del individuo en su singularidad: ¿cómo puede entonces referirse en sentido completo a la Trinidad? La categoría de relación, según Agustín, indica con mayor piedad cómo y qué cosa es verdaderamente la Trinidad de Dios: intercambio, donación mutua, circulación de amor, comunión. Las relaciones, según la teología agustiniana, son relaciones reales y dicen por qué en Dios, donde todo en substancial, hay distinción de los Tres de la Trinidad, La noción de relación se sale de la doctrina aristotélica de los accidentes, para tomar otras connotaciones que son propias de la eternidad de Dios. De esta misma forma relación no se refiere a la categoría de substancia, ya que relación es esse ad aliud, mientras que substancia es eSse ad se, La insistencia de Agustín en los términos relativos en Dios que expresan su pluralidad resultará, como veremos a continuación, sumamente fecunda en la elaboración teológica contemporánea, Con Tomás de Aquino, que conjuga a Boecio y a Agustín, tenemos una fusión de las categorías de persona y relación; así, cuando se hable de Dios, se dirá que es relación real y subsistente (S. Th. 1, Q. 30, a. 1). Para santo Tomás será precisamente la categoría de relación la que fundamente las personas en Dios, El orden de la explicación trinitaria de santo Tomás es el siguiente: procesiones, relaciones, personas, misiones. Las procesiones son los orígenes intradivinos, es decir, los procesos vitales en Dios; son inmanentes y son dos: la generación y la espiración (Tomás utiliza aquí la Psicología aristotélica correcta). Las relaciones son cuatro, dos para cada procesión: paternidad y filiación, espiración activa y espiración pasiva. Tomás explica conceptualmente primero las relaciones en Dios (S. Th, 1, q. 28) y luego la correspondencia entre las personas y las relaciones divinas (S. Th. 1, q, 30). El concepto de relación empleado por Tomás es inicialmente aristotélico, Una relación puede ser natural (como, por ejemplo, la filiación) y por tanto real, y puede estar sólo en el entendimiento entonces es sólo mental. Una relación real, si está fuera de Dios, es criatura: pero en Dios la relación real coincide con su misma esencia. En Dios las relaciones que se derivan de las procesiones son naturales y por tanto reales. Es propio de la relación referirse a su opuesto y en Dios las relaciones suponen oposición y la oposición dice distinción; pero, como la relación es real, también es real la distinción en Dios, Las relaciones en Dios son las mismas Personas trinitarias; por eso vale el principio anselmiano recogido ya por el concilio de Florencia (DS 13301 de que en Dios todo es uno, excepto lo que llevan consigo las relaciones de oposición, Las Personas son tres, n son ilustradas precisamente en la doctrina de Tomás por el concepto de relación:
Tomás habla de la Persona como relación subsistente e incomunicable: la relación en la Trinidad es persona cuando es opuesta e incomunicable, Esto es válido respectivamente para las relaciones de paternidad, filiación y espiración pasiva. En efecto, la espiración activa, al ser común al Padre y al Hijo, no constituye otra Persona. La distinción entre una persona y otra no está en la esencia de Dios, que es igual para los tres, sino en la relación, que es el principio por el que Dios es Trinidad.
Los planteamientos primero de Agustín y luego de Tomás explican bien la unidad divina e intentan ilustrar con las relaciones personales la Trinidad.
Pero hay otras tradiciones, sobre todo la místico-personalista, que ponen más de relieve la pluralidad en Dios, analizando la dinámica del Amor que sale fuera de sí. Hay algunos grandes maestros, como Ricardo de San Víctor y Buenaventura, que se imponen, el primero por su estudio de la «con-dilección» del amor, que no es solamente amor mutuo, sino amor entre el Padre y el Hijo que no puede menos de dirigirse a una tercera Persona, abarcándolas a las tres en la misma circulación de amor; y el segundo, por presentar creativamente la categoría de circumincesión, que logra expresar el misterio de la comunión en la distinción.
3. En nuestros días asistimos, en la elaboración teológica del misterio trinitario, a una repetición del tema de la relación, especialmente apta para explicar la paradoja trinitaria. La categoría agustiniana de la relación se conjuga mejor con la de persona y queda enriquecida por la aportación del personalismo medieval (Ricardo de san Víctor) y moderno. Sobre todo la filosofía dialógica (Buber, Ebner), que ve a la persona humana como ser en relación, ser intersubjetivo, ayuda a concebir la Trinidad en sentido personalista y dinámico (la relación Yo-Tú abierta al Nosotros). El concepto de relación, más profundizado, hace salir al pensamiento trinitario de una concepción demasiado substancialista de Dios en favor de una visión más agápica y comunional.
Si se hubiera trabajado más en la categoría de relación, o al menos en la de persona, se habría llegado a hacer más actual el discurso trinitario en orden a la dignidad de la persona y a una visión más comunitaria de la sociedad (Moltmann). Una valoración más creativa del pensamiento patrístico lleva así a conjugar mejor la persona y la relación, en el sentido de que la relación no es nunca algo añadido a la persona, sino la persona misma; la persona existe, por su esencia, sólo en referencia a los demás (Ratzinger, Kasper). Sólo así la doctrina trinitaria de la relación puede salir del atolladero de una concepción substancialista, que de hecho ha empobrecido al Dios cristiano.
N Ciola
Bibl.: J. M, Rovira Belloso, Relaciones Subsistentes. en DCDT 1227-1237, W, Kaspet, El Dios de Jesucristo, Sígueme, Salamanca 1986; X. Pikaza, Dios como Espíritu y persona, Razón humana y misterio trinitário, Secretariado trinitario. Salamanca 1988; 1Boff, La Trinidad la sociedad y la liberación San Pablo. Madrid 1987.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
I. Noción general
R. (del latín referre) significa la relación o referencia de uno a otro. Se trata de un concepto decisivo para el ser y la inteligencia del -> mundo, pues la unidad del universo multiforme constituye una experiencia fundamental del hombre. Esta unidad de múltiples elementos en griego se resume en el concepto de kósmos, que incluye no sólo el orden logrado, sino también el principio ordenador del Logos (de légo = reunir, escoger). En la edad media el kósmos es el orden de la creación como interdependencia de r., en virtud de la r. del todo y de las partes con el creador. Por eso, en este pensamiento es donde el concepto de r. – después ne ciertos esbozos en Platón, Aristóteles y el neoplatonismo – ha experimentado su desarrollo sistemático y su articulación.
II. La relación en el sistema escolástico
R. es una forma abstracta, cuya existencia concreta es lo relativo, o aquello que es referido a otro. La relación (p. ej., la paternidad) implica necesariamente lo que es referido (sujeto de relación, p. ej., el padre), aquello a que es referido (término, p. ej., el hijo) y aquello de que surge la relación (razón o fundamento, p. ej., la generación).
La r. según su esencia o como mera r. de notas dadas no pone nada en la realidad, ni indica por sí misma composición con sus sujetos, pues no es algo en sí, sino la referencia a algo. De donde resulta que el concepto de r. puede darse en la realidad (r. real) o puramente en la razón (r. lógica).
Cuando la r. o referencia a otro (esse ad) es real, lo es no por sí misma, sino en virtud de su ser en el sujeto (esse in), ser que se sigue de su fundamento real en el sujeto. La r. lógica tiene su fundamento en nuestro pensamiento.
La r. lógica es esencial a nuestro pensamiento. Puesto que el primer principio de nuestro pensamiento es la identidad consigo mismo, nuestro pensar tiene que proceder por un análisis que se funda en la síntesis y desemboca en ella. Nuestro entendimiento sólo puede analizar y sintetizar los elementos de nuestro poder poniéndolos en r. unos con otros, y formando así relaciones lógicas.
Una r. es real cuando la referencia entre dos cosas es independiente de nuestro pensamiento, es decir, cuando la r. está en los términos de la referencia. Esta inherencia de la r. en su sujeto (esse in) es propia de una r. como real, y la referencia al término (esse ad) es propia de la r. como r. La inherencia de la r. en su sujeto requiere un fundamento real intrínseco de este sujeto, así como la existencia del término realmente distinto de la r. Donde falta este fundamento (p. ej., en la r. de Dios con las criaturas), o el término no es real (p. ej., la r. entre lo universal y lo particular), o no es realmente distinto (p. ej., la r. de Pedro consigo mismo), la r. es solamente lógica. Puesto que el fundamento real es la causa intrínseca de la r., las relaciones reales no se multiplican en cuanto sus términos son varios, sino en cuanto son formalmente varios sus fundamentos. Así un padre tiene una sola r. real de paternidad con sus varios hijos, porque el ejercicio de la generación en que se funda la r. es formalmente uno.
Es propio. de la r. unir sujeto y término, pero sin componerlos en un ente; más bien, une oponiendo entre sí el sujeto y el término. De aquí se sigue que sin r. real no puede haber pluralidad de seres (creación). La razón es que no puede existir una mera multiplicidad, pues lo plural es lo inmediatamente contrario y no lo contradictoriamente opuesto a lo uno, y por ende lo plural (o múltiple), permaneciendo plural, tiene que ser de algún modo uno, a saber, uno por la unidad de orden o por la r. mutua. Por esta unidad de orden los seres creados forman un universo (versus unum). Los seres creados están referidos de modo distinto unos a otros por su participación común en grados distintos del ser de Dios. Por eso, la r. de unos con otros, por razón de su común r. con Dios, es comparable a la manera como los hijos de la misma familia están relacionados unos con otros por su común r. con los mismos padres.
Los miembros de la r. pueden excluirse mutuamente, o bien por completo (contradictoriamente), o bien en parte (contraria y privativamente), y entonces uno de sus extremos es, por ende, total o parcialmente imperfecto. Sin embargo, la r. no implica de suyo tal imperfección. Así en la -4 Trinidad el Hijo es tan eterno como el Padre e igual a él en naturaleza. Esta perfección de la oposición relativa sólo se da en forma pura (es decir, sin ninguna oposición privativa) en el misterio de la Trinidad.
Las relaciones reales tratadas hasta aquí – la referencia real de uno a otro puramente como término – constituyen un modo especial de ser (-> categorías) y por ello se llaman relaciones predicamentales, que deben distinguirse de la r. trascendental (EscoTO, 2 Sent. d. 1 q. 4). Esta no es la referencia de uno a otro simplemente como término, sino la dependencia de uno respecto de otro como causa intrínseca (mutua dependencia de acto y potencia) o extrínseca (así la intencionalidad o la posibilidad de la acción está referida a su objeto formal; y las criaturas están referidas a Dios como creador). La r. trascendental se identifica realmente con lo así referido y expresa su esencial imperfección e insuficiencia. Las criaturas, en cuanto reciben el ser de Dios, están referidas trascendentalmente a él; pero de esta recepción del ser resulta en ellas la r. predicamental, por la que están referidas a Dios como término. Por razón de la imperfección y dependencia esencial que denota, la r. trascendental no puede darse en Dios. Y la r. predicamental – como todos los accidentes – está excluida del ser de Dios por razón de su simplicidad. Pero la r., en su concepto puro, no implica imperfección o dependencia, y, por tanto, puede realizarse en Dias.
III. Problemática
Sobre la base de esa misma ordenación sistemática se trata hoy de ampliar en dos sentidos este pensamiento tradicional. Por una parte en la reflexión acerca del sercon (esse cum, esse sociale), que W. Brugger quiere entender como un ser en varios (mientras que el accidens de la tradición en cuanto tal sólo podía ser un ens in alio, un modo de ser de un ente; cf. bibl.). En segundo lugar en la cuestión de una r. real de Dios como creador y sobre todo como redentor (como «Padre de Jesucristo») con el mundo (cf. W. Kern; r. entre -> Dios y el mundo).
Por otra parte, ciertas investigaciones históricas dan por resultado que el concepto y la sistemática de la r., tal como ésta surgió en el horizonte del pensar substancialista, han experimentado una transformación decisiva en los tiempos modernos. El pensar moderno no entiende ya el mundo como cosmos y como ordo creationis, sino como proyecto de la -> consciencia, del pensamiento y de la razón en su propio desarrollo, como sistema de funciones, de modo que en la concepción de una mathesis universalis el concepto de substancia es substituido por el de estructura (H. ROMBACH, Substanz – System – Struktur, 2 vols. [Fr-Mn 19654966] ). Este concepto precede no sólo a la r. entre seres concretos, sino también a la distinción entre «horizonte» y formas particulares; de suyo puede representarse gráficamente como la r. entre tono particular y melodía (ibid. r 233ss, ii 454ss).
Esta referencia del pensamiento moderno a sí mismo – bajo todas sus palabras fundamentales: subjetividad, yo, mismidad, razón, -> libertad, etc. – ha de entenderse en forma plural y por tanto interpersonal (-> personalismo). La autoexplicación reflexiva de este pensar se ha de interpretar como reflexión sobre una relación histórica interperpersonal, aunque este conocimiento, tras ciertos amagos en el -> idealismo tardío de Fichte y de Schelling, sólo haya sido tematizado explícitamente en el pensamiento dialogístico de nuestro siglo (Buber, Ebner, Rosenzweig; cf. B. Caspar; bibl.).
Así los impulsos intraescolásticos anteriormente mencionados convienen con el impulso del «pensar nuevo» en exigir una «filosofía de la participación del símbolo de la representación», y que, rebasando los límites del pensar substancialista, así como los de un no menos ahistórico -> estructuralismo o logicismo funcionalista (en sentido lato), alcance un pensar concreto del «nombre» (cf. M. MiiLLER, Existenzphilosophie im geistigen Leben der Gegenwart [Hei 31964] 219-249).
Qué signifique sistema en tal enfoque, cómo en él queda superada la concepción tradicional de r. (con las respectivas consecuencias en todas las esferas en que se emplea, desde la metafísica del espíritu, la idea de -> conocimiento y libertad, hasta el modo teológico de hablar de la -> Trinidad o de la -> encarnación), apenas si se puede, naturalmente, determinar. Pero lo que parece cierto es que la r. (convenientemente modificada) será una palabra clave – aunque no la palabra fundamental – de este pensar.
BIBLIOGRAFíA: A. Horvath, Metaphysik der Relationen (Graz 1914); A. Hiffding, Der Relationbegriff (L 1922); L. Billot, De Deo uno et trino (R 71926) 404-417; H. Krings, Ordo. Philosophisch-historische Grundlegung einer abendländischen Idee (H11941); S. Breton, L'»esse in» et 1′»esse ad» dans la métaphysique de la relation (R 1951); A. Krempel, La doctrine de la relation dans St. Thomas d’Aquin (P 1952); C. Nink, Ontologie (Fr 1952); W. Brugger, Das Mit-sein. Eine Erweiterung der scholastischen Kategorienlehre: Scholastik 31 (1956) 370-383; B. Lonergan, Insight (Lo 1958 y frec. reed.); M. Müller, Person und Funktion: PhJ 69 (1961-62) 371-404; J. B. Lotz, Ontologia (Ba 1963) 318-394 (bibl.); E. Coreth, Identität und Differenz: Rahner GW I 158-187; W. Kern, Einheit – in – Mannigfaltigkeit: ibid. 207-239; B. Lonergan, De Deo Trino II (R 21964) 201-204; M. Müller, Existenzphilosophie im geistigen Leben der Gegenwart (Hei 31964); J. R. Weinberg, Abstraction, Relation and Induction. Three Essays in the History of Thought (Madison – Milwaukee 1965); H. Rombach, Substanz – System – Struktur. Die Ontologie des Funktionalismus und der philosophische Hintergrund der modernen Wissenschaft, 2 vols. (Fr – Mn 1965-66); J. P. Beckmann, Die Relationen der Identität und Gleichheit nach Johannes Duns Scotus. Untersuchugen zur Ontologie der Beziehungen (Bo 1967); B. Caspar, Das dialogische Denken (Fr 1967); K. Rahner, El Dios trino como principio y fundamento trascendente de la historia de la salvación, en Myst Sal II/I 360-449 (espec. 432 ss).
Francis O’Farell (I-II) – Jörg Splett (III)
K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972
Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica