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TEOLOGIA Y CIENCIA

TEOLOGIA Y CIENCIA

Bajo esta expresión se entienden dos planteamientos diferentes: primero, ¿qué relación llega a establecerse entre la teologí­a y las demás ciencias?, segundo, ¿de qué modo la teologí­a es una ciencia?
Sobre el primer punto, hay que recordar que la relación entre la teologí­a y las ciencias, que se ha creado sobre todo a partir de la época moderna, ha sido fuente de graves equí­vocos y de enormes dificultades por ambos lados. El problema se planteó, en algunos aspectos, cuando ante la pregunta sobre la competencia del saber, la ciencia respondió que era la única capaz de desempeñar esta tarea. Semejante pretensión se ha resuelto hoy ya dentro de la propia ciencia, que ha inscrito la «duda» como elemento de autocorregibilidad de sus propias afirmaciones.

Por otra parte, la Iglesia vio a menudo en la ciencia una especie de ateí­smo metodológico, partiendo de esta idea para condenar diversas tesis.

El concilio Vaticano II con la Gaudium et spes ha marcado el punto de reconciliación entre las dos: «La Iglesia no ignora cuánto ha recibido de la historia y del desarrollo del género humano… La Iglesia tiene una necesidad particular de la ayuda de aquellos que, viviendo en el mundo, son expertos en las diversas situaciones y disciplinas, tanto si son creyentes como no creyentes’ (GD 44). Nunca se habí­an oí­do palabras tan explí­citas y significativas en labios de la Iglesia.

De todas formas, en su relación con las otras ciencias la teologí­a tendrá que mantener firmes al menos dos elementos: la no instrumentalización y la complementariedad. Con el primero, la teologí­a sabe que no debe dirigirse a la ciencia sólo de manera fragmentaria o a nivel de dicta probantia; con el segundo, se recuerda a sí­ misma que el misterio sólo puede ser comprendido a fondo con la aportación mutua de todos.

En la segunda perspectiva, por sus premisas que la establecen sobre la Palabra de Dios, es difí­cil definir a la teologí­a como «ciencia». De todos modos, para hacerlo es preciso que se dé previamente una definición de la ciencia, sin la cual serí­a inútil toda relación. Dado el carácter paradójico de la teologí­a, que la diferencia de todas las ciencias, serí­a mejor afirmar que no es una ciencia en sentido estricto, pero que pone en acto metodologí­as cientí­ficas. Esto significa que, en su búsqueda de la verdad del misterio y del contenido de la revelación, la teologí­a se construye como una ciencia que asume métodos de trabajo capaces de garantizar el carácter lógico de sus procedimientos y la comunicabilidad de sus afirmaciones.
R. Fisichella

Bibl.: M. Seckler Teologí­a y ciencias, en DTF, 1423-1430; Pannenberg, Teologí­a de la ciencia y teologí­a, Cristiandad, Madrid 1981; 1, G. Harbour, Problemas sobre religión y ciencia, Sal Terrae, Santander 1971; W Kern – F -J Niemann, El conocimiento teológico, Herder, Barcelona 1986.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico