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TEORIAS DE LA JUSTICIA

TEORIAS DE LA JUSTICIA

El término «teorí­as de la justicia» se emplea hoy comúnmente para indicar un conjunto de doctrinas que han nacido y se han desarrollado en estos últimos años en el ámbito laico y que tienen como objetivo el de restituir un fundamento ético a la polí­tica. La creciente dicotomí­a entre la ética y la polí­tica que ha caracterizado al í“ccidente en la época moderna y los procesos degenerativos que de allí­ se han derivado plantean dramáticamente el problema de la búsqueda de su conciliación. Esto es más urgente todaví­a en el actual contexto social, debido a la manifestación por un lado de impulsos universalistas debidos a la interdependencia cada vez más acentuada entre los pueblos y a la aparición, por otro lado, de tendencias particularistas y corporativas, fruto de la situación de complejidad social que estamos viviendo.

Abandonado el camino del jusnaturalismo, por considerarse trasnochado e impracticable, las teorí­as de la justicia se esfuerzan por recuperar el fundamento ético de la polí­tica mediante la revisión de los postulados clásicos del contractualismo y del utilitarismo, pasando a veces por la mediación del formalismo ético kantiano. El presupuesto de partida de semejantes teorí­as es, por consiguiente, una concepción de la polí­tica como fruto del consenso entre los individuos que aceptan las «reglas del juego» sociales para perseguir mejor sus propios fines individuales. La elaboración de las reglas está, por consiguiente, ligada al reconocimiento de la primací­a de los derechos de la libertad o, si se quiere, a la prioridad absoluta del principio de igualdad según la concepción de J. Rawls. Así­ pues, este reconocimiento no se entiende como un deber moral absoluto, sino sólo como un expediente necesario para obtener de los otros el reconocimiento de mis derechos.

Las teorí­as de la justicia han proporcionado (y siguen proporcionando) una base importante para la reglamentación de las relaciones dentro de la sociedad actual, tan compleja y pluralista. Pero no se puede negar que el planteamiento rí­gidamente individualista del que parten -aunque templado a veces por la admisión implí­cita de una base ética constituida por la atención a cada individuo en cuanto ser humano les impide dar un fundamento ético efectivo a la polí­tica. Tan sólo en una perspectiva de solidaridad -que presuponga el reconocimiento del otro, no como ser extraño, sino como persona con la que es obligado establecer una relación positiva y constructiva- es posible pensar en la polí­tica en términos de verdadera búsqueda del bien de todos y de cada uno.

G. Piana

Bibl.: J L. Aranguren, Etica y polí­tica. Guadarrama, Madrid 1968; E. Garcia Estébanez, El bien común y la moral polí­tica, Herder, Barcelona 1970: J Rawls, Teorí­a de la justicia, Fondo de cultura económica, Madrid 1979. R. Mate, Mí­stica y polí­tica, Verbo Divino, Estella 1990; L. González Carvajal Santabárbara, Etica y polí­tica, en A. A. Cuadrón (ed.), Manual de Doctrina social de la Iglesia Editorial Católica 1993, 665-679

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico