AGEO

hebreo alegre. Uno de los llamados doce Profetas Menores del que poco se sabe acerca de su lugar de origen y de su genealogí­a, aunque algunos creen que nació en Babilonia. Es el primer profeta después del destierro, y ejerció su ministerio durante cuatro meses, hacia el 520-519 a.C habiendo comenzado dos meses antes que el profeta Zacarí­as, cap. 1, 1.

Ciro conquistó Babilonia en el año 539 a. C. y permitió a los judí­os cautivos regresar a su patria. El primer grupo lo hizo con Jesbasar, prí­ncipe de Judá, a la cabeza, a quien Ciro devolvió los utensilios del Templo de Jerusalén, que Nabucodonosor se habí­a llevado Esd 1, y comenzó la reconstrucción del templo en el mismo lugar en que habí­a estado el destruido Esd 5, 16, pero no pudo culminar la obra, sólo levantó el altar de los holocaustos, debido a la obstrucción que ejercieron los enemigos vecinos y los judí­os que no estuvieron en el destierro. Cuando Darí­o accedió al trono, 522 a. C., nombró a Zorobabel gobernador de la provincia; éste, junto con Jesúa, sumo sacerdote, alentado por los profetas Ageo y Zacarí­as, terminó la fábrica del templo entre el 520 y el 515 a. C.

A. al igual que Daniel, Zacarí­as y Malaquí­as, es de los últimos profetas del A. T., y habla ya claramente del Mesí­as, del Deseado de todas las gentes, cuando exhorta al pueblo a reedificar la Casa del Señor, en la cual el Mesí­as predicará la buena nueva cap. 2, 8. Esta profesí­a la admitieron, como nosotros los cristianos, los rabinos autores del Talmud. El libro de A. contiene cuatro discursos proféticos acerca de la reedificación del templo de Jerusalén, una vez vueltos los judí­os del exilio en Babilonia: 1º Exhortación a reconstruir el templo 1, 1-15. A. Expresa aquí­ que las calamidades del pueblo están en la negligencia en reanudar la fábrica del templo. 2º Gloria del templo nuevo 2, 1-9. Aunque este segundo templo no tendrá el esplendor del de Salomón, el oráculo de Yahvéh dice que su grandeza será mayor pues hará que las naciones lleven al templo sus riquezas y en este lugar dará la paz. 3º Consulta a los sacerdotes 2, 10-19. A. consulta a los sacerdotes sobre pureza e impureza, para dar a entender que lo importante para el Señor es la buena disposición interior y no la sola reconstrucción material del templo, de esta manera vendrán los buenos tiempos, la paz, la prosperidad y las buenas cosechas. 4º Promesa a Zorobabel 2, 20-23. Todo el libro de A. gira en torno al Mesí­as, por esto y porque Zorobabel lideró la reedificación del templo y organizó al pueblo vuelto del destierro, se le atribuyeron tí­tulos del Deseado de todos, pero el profeta no esperaba tan pronto la llegada del Mesí­as. En Zorobabel se da la promesa de Yahvéh de proteger a Israel de futuras calamidades y de todos sus enemigos; Zorobabel viene a ser un eslabón, †œanillo†, de la cadena que lleva al Mesí­as, según la promesas hechas por el Señor a la casa de David.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

[013]
Profeta del tiempo inmediatamente posterior a la Cautividad, que proclama, después del año 520 a C., la confianza en Yaweh, que ama a su pueblo y no le abandona. Alienta a los israelitas, vueltos de Babilonia, a reconstruir y cuidar el Templo de Jerusalén, como señal de alianza con Yaweh que ha perdonado a su pueblo. Su libro contiene cuatro discursos proféticos, con diverso significado.

En catequesis se presta para presentar sus exhortaciones a la fidelidad en los deberes religiosos, al vencimiento de las supersticiones en el culto y al cultivo del respeto a los sacerdotes fieles.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Ageo, uno de los doce profetas menores, es el primero de los llamados «profetas de la reconstrucción†, junto con Zacarí­as y con Malaquí­as. Las breves secciones de su libro están fechadas entre los meses de agosto y diciembre del 520. Sabemos poco de Ageo. El año 538, el edicto de liberación de Ciro habí­a permitido a los judí­os deportados a Babilonia regresar a la patria. Pero allí­ no encontraron más que destrucción. Al mismo tiempo estallaron en Persia, entre el 529 y el 520, violentos desórdenes que terminaron sólo en tiempos de Darí­o. El tema dominante del libro es la reconstrucción del Templo. En 1,1-15 tenemos la exhortación a Zorobabel y a Josué (respectivamente gobernador de Judá y sumo sacerdote): en 2,1-9, un anuncio escatológico de salvación: la promesa de la futura gloria del Templo: en 2,10-19, promesas de prosperidad agrí­cola: en 2,20-23 nos encontramos con una clara perspectiva de esperanza escatológica, relacionada con la figura de Zorobabel. Ageo mantiene con decisión la necesidad de reconstruir el Templo, a fin de obtener la bendición del Se~or y permanecer fieles a la alianza de la que nunca ha renegado Yahveh. Ageo es el centinela que acecha las exigencias que va presentando la coherencia del pueblo a su fe: es el hombre de la confianza inquebrantable.

G. Lorusso

Bibl.: L. Alonso SchOkel – J L. Sicre, Profetas, II, Cristiandad, Madrid 1980, 11291140; J L. Sicre. Profetismo e» Israel, Verbo Divino, Estella 1992.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

([Nacido en una] Fiesta).
Profeta hebreo en Judá y Jerusalén durante la gobernación de Zorobabel y el reinado del rey persa Darí­o Histaspes. (Ag 1:1; 2:1, 10, 20; Esd 5:1, 2.)
La tradición judí­a sostiene que Ageo perteneció a la Gran Sinagoga. Basándose en Ageo 2:10-19, hay quien ha pensado que pudo haber sido sacerdote. Su nombre aparece junto al del profeta Zacarí­as en los encabezamientos de los siguientes Salmos: 111 (112) en la Vulgata latina; 125 y 126 en la Versión Peshitta siriaca; 145 en la Versión de los Setenta, la Versión Peshitta siriaca y la Vulgata latina, y 146, 147 y 148 en la Versión de los Setenta y la Versión Peshitta siriaca. Es probable que Ageo naciese en Babilonia y regresase a Jerusalén con Zorobabel y el resto judí­o en el año 537 a. E.C., pero en realidad se conoce poco acerca de este profeta, ya que las Escrituras no revelan ni su tribu ni otros datos personales.
Ageo, el primer profeta posterior al exilio, a quien se unió unos dos meses más tarde Zacarí­as (Ag 1:1; Zac 1:1), avivó el celo de los exiliados judí­os repatriados para que reemprendieran la reconstrucción del templo después de una interrupción de algunos años debida a la oposición enemiga, pero prolongada por la apatí­a de los judí­os y su búsqueda egoí­sta de intereses personales. (Esd 3:10-13; 4:1-24; Ag 1:4.) Los cuatro mensajes procedentes de Dios que pronunció durante un perí­odo de unos cuatro meses en el transcurso del segundo año de Darí­o Histaspes (520 a. E.C.), y que registró en el libro bí­blico que lleva su nombre, fueron especialmente efectivos en impulsar inicialmente a los judí­os a reanudar el trabajo de construcción del templo. (Ag 1:1; 2:1, 10, 20; véase AGEO, LIBRO DE.) Ageo y Zacarí­as continuaron instando al pueblo a seguir con el trabajo emprendido, hasta que se terminaron las obras del templo hacia el final del sexto año de Darí­o, es decir, en 515 a. E.C. (Esd 5:1, 2; 6:14, 15.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Ag 1-2
Sumario: 1. La persona y el tiempo. II. El escrito: Textos particulares.
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1. LA PERSONA Y EL TIEMPO.
Ageo (en hebr. Haggaj: †œnacido en dí­a de fiesta†™) es uno de los doce profetas menores, el primero de los llamados †œprofetas de la reconstrucción, junto con Zacarí­as y Mala-quí­as. Las breves secciones de este libro datan del mes de agosto al mes de diciembre del año 520 a.C. Sobre la persona del profeta sólo sabemos lo que podemos deducir de la lectura de su escrito. Por la cualificación de †œprofeta† que se le da en el tí­tulo se puede fácilmente pensar que estaba dedicado al culto, es decir, a la liturgia oficial en el templo (donde el año 538 se habí­a erigido el altar de los holocaustos).
Los acontecimientos polí­ticos cooperaron al despertar religioso de este perí­odo. Al morir Cambises, hijo de Ciro, el 522, estallaron violentos desórdenes en todo el imperio persa; sólo en Babilonia aparecieron sucesivamente tres impostores como pretendientes a la sucesión; pero hubo otros más en las provincias hasta el 520, cuando Darí­o tomó sólidamente en sus manos las riendas del imperio. El profeta Ageo ve en estas agitaciones no sólo los signos premonitores del final del imperio, sino también los signos del grande y decisivo renacimiento de los judí­os. Y ante todo, ante la inminencia de la inauguración del reinado de Yhwh, es preciso que no falte el templo. Junto a Ageo aparece el profeta Zacarí­as, y, gracias a la exaltación de las esperanzas me-siánicas, sigue adelante la reconstrucción del templo.
Pero al mismo tiempo se agudizan las tensiones con los samaritanos. Por otra parte, el sátrapa de la provincia transeufratina quiere ver claro en esos movimientos subversivos, que le parecen ligados a la reedificación del templo. Se dirige a Jerusa-lén; los judí­os apelan a la autorización de Ciro (del 538), y él extiende un informe a Darí­o (Esd 5,3-17). Respetando la voluntad de Ciro, Darí­o aprueba la reconstrucción y exige que en el nuevo templo se ofrezcan sacrificios y se eleven oraciones por él y por sus hijos. Sin embargo, los persas tomaron la precaución de alejar del gobierno de Judea a todos los descendientes de la familia real de David, aunque no sabemos cómo lo consiguieron; quizá destituyeron a Zorobabel, o a su muerte no le dieron un sucesor de sangre real. Lo que está claro es que el último oráculo de Zacarí­as, de noviembre del 518, mT habla ya de Zorobabel, a pesar de la promesa de Ageo de diciembre del 520. Se sabe que desde agosto del 520 a marzo del 515 se terminó el templo, sin que se realizase la gran esperanza de la liberación y de la salvación. Las vicisitudes del templo y la situación polí­tica y social, así­ como la actividad de Ageo, están además ilustradas por su contemporáneo, el profeta Zacarí­as (cc. 1-8), que comenzó su misión dos meses después (octubre-noviembre del 520), y por el libro de Esdras (5,1; 6,14), que menciona expresamente a los dos profetas.
El libro se refiere sólo al breve perí­odo (apenas cuatro meses) en que Zorobabel y el sumo sacerdote Josué estaban al frente de los †œretornados† del destierro de Babilonia.
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II. EL ESCRITO.
El breví­simo texto de Ageo puede dividirse en cinco secciones:
– Ag 1,1-11: exhortación a Zorobabel -gobernador de Judea- y a Josué, para que lleven a cabo la reconstrucción del templo (cuyos fundamentos se habí­an puesto el año 537; Esd 3,8; Esd 5,16). La lentitud, dice el profeta, es la causa de que no vaya bien la situación: se está echando el dinero en una bolsa con agujeros.
– Ag 1,12-15: respuesta de Zorobabel, de Josué y del pueblo a la llamada del profeta, y reanudación de los trabajos de reconstrucción.
– Ag 2,1-9 (octubre del 520): profecí­a dirigida a los dos jefes y al pueblo: la gloria de este segundo templo superará a la del primero, ya que en virtud de una inminente transformación polí­tica afluirán a él todos los tesoros de las naciones.
– Ag 2,10-19: la cosecha y los frutos han sido escasos hasta ahora e inmaduros, ya que eran impuros los sacrificios y las ofrendas al Señor; si cambian, el Señor les bendecirá.
– Ag 2,20-23: dirigiéndose a Zorobabel, el profeta anuncia que Dios derribará pronto los reinos enemigos y las potencias paganas, y hará de él un †œanillo-sello†. Como en las palabras introductorias a los dos capí­tulos (1,1 y 2,1), así­ como en el cuerpo de la narración (1,12; 2,10.13.14.20), se habla del profeta en tercera persona, es probable que el escrito sea obra de un discí­pulo, aunque no puede excluirse que esta forma de expresión corresponda a una preferencia expresiva de Ageo para dar la impresión de la objetividad más completa hacia la palabra de Dios.
Textos particulares. En Ag 2,7 se dice, según el texto hebreo, que afluirán a Jerusalén †œlos tesoros de todas las gentes†, y que así­ el nuevo templo se llenará, de gloria. Pero la versión latina, la Vulgata, tiene una frase que se ha hecho célebre: †œEt veniet desideratus cunctis gentibus† (†œVendrá el esperado de todos los pueblos†), dándose de este modo al versí­culo un sentido claramente mesiánico. Más que de una versión equivocada, se trata de una interpretación deliberada.
En Ag 2,23 el profeta dice directamente a Zorobabel (de parte de Dios): †œMi siervo…, y haré de ti como un anillo de sellar, porque te he elegido†. En la antigüedad, el sello se llevaba al cuello o en el dedo de la mano y, nunca se separaban de él; en este pasaje es evidente que Ageo trata a Zorobabel como rey mesiánico. Pero Zorobabel desapareció de la escena poco después del año 520, quizá incluso antes de que se acabara el segundo templo en el año 515 [/Zacarí­as].

BIBL.: Alonso Schokel L.-Sicre DIaz J.L., Profetas II, Madrid 1980, -1129-1 14Q; Ackroyd P.R., Studies in the Book of Haggai, en †œJournal of JewisStudies†™2(1 951)173-1 75;3(1 952) L-1 3; Id, The book of Haggai andZechariah 1-VIII, ib, 151-156; Bernini G., Aggeo, Zacearí­a, Mala-chí­a, Ed. Paoline, Roma 19855;BeukenW.A.M., Haggai, Sacharja, Assen 1967; Chary Th., Aggée, Zacharie, Malachie, Parí­s 1969; DeisslerA.-Delcor M., Lespetits Prophétes, Parí­s 1964; Rinaldi G.-Luciani F., Iprojetiminori III. Michea, Nahum, Abacuc, Sofonia, Aggeo, Zaccarí­a, Malachia, Marietti, Turí­n 1969.
L. Moraldi

Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

Contenido

  • 1 Nombre y vida personal
  • 2 Circunstancias históricas
  • 3 Las profecías
  • 4 Bibliografía

Nombre y vida personal

Ageo, el décimo entre los profetas menores del Antiguo Testamento, es llamado Hággáy en el texto hebrero y Haggaios en la Versión de los Setenta, de donde proviene la forma latina, Ageo. El significado exacto de su nombre es incierto. Muchos estudiosos lo consideran un adjetivo que significa “el festivo” (nacido en día de fiesta), mientras que otros lo consideran una forma abreviada del nombre Hággíyyah (Jagguías), “mi fiesta es Yahveh”, nombre propio que aparece en 1 Crón. 6,15 (Vulgata: 1 Cron. 6,30).

Existe una gran duda respecto a la vida personal del profeta. El libro que lleva su nombre es muy corto, y no contiene información detallada sobre su autor. Los pocos pasajes que hablan de él se refieren sólo a la ocasión en que tuvo que pronunciar un mensaje divino en Jerusalén, durante el segundo año del reinado del rey persa Darío I (520 a.C.); y todo lo que la tradición judía cuenta sobre Ageo no parece tener mucha, si alguna, base histórica. Afirman que nació en Caldea durante el cautiverio en Babilonia, que era un joven cuando regresó a Jerusalén con los desterrados y que fue sepultado en la Ciudad Santa entre los sacerdotes. También lo representan como un ángel en forma humana, como uno de los hombres que estaban con Daniel cuando vio la visión narrada en Dan. 10,7, como miembro de la llamada Gran Sinagoga, y como sobreviviente hasta la entrada de Alejandro el Grande a Jerusalén (331 a.C.), e incluso hasta el tiempo de Nuestro Salvador. Obviamente, éstas y tradiciones similares merecen muy poca credibilidad.

Circunstancias históricas

Al regresar de Babilonia (536 a.C.) los judíos, llenos de celo religioso, rápidamente le erigieron un altar al Dios de Israel y reorganizaron su culto sacrificial. Luego celebraron la fiesta de los Tabernáculos, y algún tiempo después colocaron los cimientos del “Segundo” Templo, llamado también el Templo de Zorobabel. Al poco tiempo los samaritanos—es decir, las razas mixtas que habitaban en Samaria—apelaron a las autoridades persas, para evitar que se prosiguiera con la reconstrucción del Templo. De hecho, la obra fue interrumpida por dieciséis años, durante los cuales se vieron obligados a descuidar la restauración de la casa de Dios por varias circunstancias, entre éstas: la invasión persa a Egipto en 527 a.C., una sucesión de malas temporadas que ocasionaron la pérdida de las cosechas y los viñedos, la indulgencia en el lujo y el egoísmo de las clases altas de Jerusalén. Hacia el final de este período las luchas políticas en que se involucró Persia hicieron imposible que sus gobernantes interfirieran con la obra de reconstrucción de Jerusalén, incluso si lo hubiesen deseado, y esto fue claramente comprendido por el profeta Ageo. En general, en el segundo año del reinado de Darío, el hijo de Histaspes (520 a.C.), Ageo vino en nombre del Señor a reprender la apatía de los judíos, y a convencerlos de que había llegado el tiempo de terminar su santuario nacional, que era el símbolo visible de la presencia Divina entre ellos.

Las profecías

El libro de Ageo consta de cuatro pronunciamientos proféticos, cada uno encabezado por la fecha en que fue dirigido.

  • La primera (1,1.2) es asignada al primer día del sexto mes (agosto) del segundo año del reinado de Darío. Apremia a los judíos a reasumir la obra de levantar el Templo, y a no apartarse de su deber por el disfrute de sus lujosas casas. También representa la reciente sequía como un castigo divino por su pasada negligencia. Este primer discurso es seguido por un breve relato (1,12-14) de su efecto sobre los oyentes; tres semanas después de comenzó el trabajo en el Templo.
  • En su segunda declaración (2,1-9) fechada el día veinte del mismo mes, el profeta predice que la nueva Casa, que ahora aparece tan pobre comparada con el antiguo Templo de Salomón, un día será incomparablemente más gloriosa.
  • En la tercera declaración (2,11-20) datada el vigésimo cuarto día del noveno mes (noviembre-diciembre), declara mientras la Casa de Dios no sea reconstruida, la vida de los judíos estará contaminada y maldita, pero que la bendición divina recompensará su renovado celo.
  • El último pronunciamiento (2,20-23) adscrito al mismo día que el anterior, dice que en el próximo derrocamiento de las naciones paganas, le concederá su favor a Zorobabel, el nuevo retoño y representante de la casa de David.

La mera lectura de estos oráculos nos hacen sentir que aunque fueron puestos en cláusulas separadas como era usual en la poesía hebrea, su estilo literario es escabroso y sencillo, sumamente directo, y, por lo tanto, muy natural de parte del intento de un profeta de convencer a sus oyentes sobre su deber de reconstruir la Casa del Señor.

Además de esta armonía en el estilo con el tono general del libro de Ageo, aparece información interna fuerte para confirmar la fecha y autoría tradicional de ese escrito sagrado. En particular, cada segmento de la obra provee con tales fechas precisas y tan expresamente atribuido a Ageo, que cada pronunciamiento lleva la marca distintiva de haber sido escrita tan pronto se pronunció.

También se debe tener en mente que aunque las profecías de Ageo tenían la intención directa de asegurar la inmediata reconstrucción de la Casa de Dios, no carecen de un significado más elevado. Los tres pasajes que se consideran como realmente mesiánicos son 2,7-8; 2,10; y 2,21-24. Es cierto que es significado de los dos primeros pasajes en el original hebreo difieren algo de la presente interpretación de la Vulgata, pero todos contienen una referencia a los tiempos mesiánicos.

El texto antiguo del libro de Ageo ha sido particularmente bien coservado. Las pocas variaciones que ocurren en los manuscritos se deben a errores al transcribirlos, y no afectan materialmente el sentido de la profecía.

Además de la corta obra profética que lleva su nombre, a Ageo también se le ha atribuido, pero erróneamente, la autoría de los Salmos 112(111) y 146(145). (Vea Salmos).

Bibliografía

Comentarios; KNABENBAUER (1886); PEROWNE (1886); TROCHON (1883); ORELLI (1888; tr. 1803); NOWACK (1897); SMITH (1901), Introducciones al Antiguo Testamento: VIGOUROUX RAULT; TROCHON-LESETRE; KEIL; BLEEK-WELLHAUSEN; KAULEN; CORNELY; DRIVER; GIGOT.

Fuente: Gigot, Francis. «Aggeus (Haggai).» The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01209d.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica