Biblia

JUDIOS

JUDIOS

hebreo yehudí­. Originariamente se llamó j. a los miembros de la tribu de Judá, 1 Cro 4, 18; más tarde, a los habitantes del reino meridional de Judá, 2 R 16, 6; Jr 32, 12; y a los de la provincia persa de Judea, que habí­an vuelto del cautiverio en Babilonia, que al comienzo era un territorio muy pequeño, Jerusalén y sus alrededores, Esd 5, 1 y 8; Ne 1, 2; 3, 33; entonces, el término se aplicó a los israelitas, menos a los de Samarí­a. En las épocas helení­stica y romana, así­ se llamaba a los habitantes de la provincia de Judea. En el N. T., los j. son el pueblo del AT y de Jesucristo. En el Evangelio de Juan tiene diferentes matices, designa a los adeptos del judaí­smo, como en algunos pasajes donde se habla de sus ritos, Jn 2, 6 y 13; 18, 20; a veces se refiere a las autoridades religiosas hostiles a Jesús, Jn 8, 37; 18, 12 y 31.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

El término j. proviene del hebreo Yehudi, que se aplicaba originalmente a los miembros de la tribu de †¢Judá. Más tarde se llamaba así­ a los habitantes del territorio que constituyó el reino de Judá, sobre el cual reinó David desde Hebrón (2Sa 5:5). Después que el reino de Israel se dividió, con diez tribus al N (Israel) y dos tribus al S, estas dos últimas continuaron utilizando la designación de Judá y, por lo tanto, a sus habitantes se les fue llamando j., sin tener en cuenta si eran de la tribu de Judá o de Benjamí­n. Pero al ser destruido el Reino del Norte (Israel), la connotación del nombre dejó de relacionarse solamente con el reino de Judá. Es así­ que vemos como †¢Mardoqueo, que era benjamita, es llamado j. (Est 2:5; Est 5:13). También en esa época, la palabra era entendida con su peso cultural y religioso, como puede verse en Est 8:17, donde dice que †œmuchos de entre los pueblos de la tierra se hací­an j., porque el temor de los j. habí­a caí­do sobre ellos† (Est 8:17).

Este vocablo se usaba mayormente fuera de Israel, puesto que ellos, dentro de sus fronteras, preferí­an llamarse †œisraelitas†. Pero la palabra j. aparece en los libros de la Biblia que tratan del exilio (Esdras, Nehemí­as, Ester, Jeremí­as, Daniel y Zacarí­as) así­ como en toda la literatura apócrifa y pseudoepigráfica, incluyendo los documentos de †¢Qumrán. Esta diferencia en el uso puede apreciarse en los Evangelios, cuando en la crucifixión, los habitantes de Jerusalén se burlaban del Señor, diciendo: †œEl Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz†. Sin embargo, Pilato habí­a puesto un letrero que decí­a: †œEl Rey de los Judí­os† (Mar 15:26, Mar 15:32).
el NT es imprescindible discernir que la palabra j. se utiliza con varios sentidos. Unas veces se refiere a los habitantes de Judea. Pero en muchas ocasiones señala a los religiosos, mayormente habitantes de Jerusalén, que se distinguí­an incluso de otros israelitas. Los evangelios hablan de Galilea y Judea como regiones distintas. Y a los habitantes de ambas los describe con caracterí­sticas propias. Sin embargo, un galileo era israelita y un habitante de Jerusalén también, pero se usaba el gentilicio †œgalileo† y †œj.† diferenciadamente. Marcos y Juan, que eran israelitas, hablan de †œlos j.† (Mar 7:3; Jua 1:19). Pablo, era †œhebreo† e †œisraelita† (2Co 11:22), pero alude a los problemas y las persecuciones de los j. en su contra.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

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Los habitantes de la Judea. Pero en el siglo II a C. se denominaban así­ sólo a los miembros de la tribu de Judá. En el Nuevo Testamento, sobre todo en Juan y Pablo, el término engloba a todos los israelitas no convertidos al cristianismo y con frecuencia emplean el término en sentido de adversarios de Jesús o de los oyentes que se enfrentaban a su doctrina. En este sentido usa el término Juan 66 veces y 27 San Pablo, entre las 198 que se recoge en los Escritos del Nuevo Testamento.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DJN
 
El término tiene muchos significados. Con él se designó, en los libros preexí­licos, a los habitantes de la tribu de Judá. (2 Re 16, 6; 25, 25; Jer 32, 14; 34, 9; 40, 11; 43, 9) o del territorio de Judea (Neh 1, 2; 3, 33; 4, 6; Est 2, 5; 3, 4; 5, 13).

En el tiempo posterior al destierro designa a los habitantes de la provincia romana de Siria, que comprendí­a Jerusalén y alrededores. A partir de entonces el vocablo tiene un significado polí­tico-étnico. Y éste es el que prevalece tanto en el judaí­smo palestinense como en el helení­stico.

Nuestro interés se centra en el uso que hace Jesús de dicho término. La expresión «rey de los judí­os», referida a la raza judí­a (Mt 2, 2; 27, 11; Mc 15, 2; Lc 23, 3; Jn 4, 9. 22), es cambiada por ellos por «rey de Israel» (Mt 27, 42; Mc 15, 32; Lc 23, 35). En el evangelio de San Juan tiene un sentido peyorativo, los incrédulos, enemigos de Jesucristo (Jn 2, 18-20; 6, 41; 10, 31). En los sinópticos sólo aparece cuatro veces y siempre para indicar a los habitantes de un pueblo, es decir, en sentido étnico: habla de sus costumbres, del encargo que el Centurión hizo a algunos judí­os de relieve para que fuesen a Jesús a pedirle la curación de su siervo. Esta forma de hablar de ellos nos hace pensar que el evangelio se dirigí­a a lectores y oyentes gentiles.

Este significado étnico adquiere en el evangelio de Juan, con mucha frecuencia, una carga teológica. Se refiere a los dirigentes judí­os en cuanto que rechazaron a Jesús y siguieron la misma trayectoria con sus discí­pulos, incluso judí­os, y con todos aquellos que demostrasen una simpatí­a al movimiento suscitado por Jesús. Hay unos judí­os que tienen miedo a otros judí­os. Los causantes del miedo son los dirigentes; los amedrentados son el pueblo, todos aquellos que no se ajustasen a las normas del sanedrí­n o del parlamento supremo. Así­ ocurrió con los padres del ciego de nacimiento, que eran cristianos o simpatizantes del movimiento de Jesús (Jn 9, 22).

A lo largo de la historia de la Iglesia esta carga teológica de enemistad se extendió a toda la etnia judí­a como tal, sin la necesaria distinción entre dirigentes y pueblo. Así­ surgió el calificativo de «deicida» aplicado al pueblo judí­o. Pero el pueblo como tal no tuvo arte ni parte en el proceso de Jesús. Se le implica en el mismo con la idea de hacerle partí­cipe en la responsabilidad del sanedrí­n. Los judí­os, como , fueron mucho menos culpables de la muerte de Jesús que los griegos, como pueblo, de la de Sócrates. La Iglesia, a última hora, así­ lo ha reconocido. -> ón; pueblo; instituciones; grupos; contexto.

E Ramos

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret