SIKEM
Las excavaciones alemanas (iniciadas en 1913-1914) han demostrado que el territorio de la ciudad de Sikem estuvo habitado desde aproximadamente el 2000 a.C. La ciudad fortificada la utilizaron los hicsos durante su dominio de Palestina como punto de apoyo, a la vez que ampliaban sus instalaciones de defensa. Más tarde los cananeos, al recuperar la ciudad después del período hicso, construyeron una muralla imponente a la vez que una ciudadela y un templo. Es posible que tales †œcananeos† fuesen arameos, que más tarde formaron parte de las tribus israelitas y que ya se habían establecido en el país antes de que llegase el grupo procedente de Egipto. De una conquista bélica de la ciudad por parte de los inmigrantes nada cuenta la Biblia, aunque sí habla de un enfrentamiento de las tribus de Simeón y Leví con los sikemitas.
Sikem estaba en el †œcuello† (sekem) o desfiladero entre los montes Ebal y Garizim, en la montaña de Efraím. Las historias de los patriarcas hablan de sus estancias en las proximidades de Sikem, con lo que tal vez se quería legitimar el lugar de culto de la encina sagrada (encina del oráculo) como centro de culto de todas las tribus en honor de Yahveh (en Gen 12:7 con Abraham, y en Gen 33:20 con Jacob).
Sikem, un lugar del territorio tribal de Efraím, fue el escenario de la asamblea de Jos 24: en la que probablemente se selló la fundación de la alianza de las tribus israelitas mediante la común obligación de dar culto a Yahveh. Por eso se habla allí habitualmente de la †œrenovación de la alianza.† Por entonces estaba también en Sikem la tienda de la alianza con la ley común de las tribus; con lo cual fue Sikem el primer santuario común y un primer centro de las tribus reunidas y aliadas.
El prestigio de Sikem se deduce del episodio de Abimélek (Jue 9). Cuando Abimélek (que en Jue 9 es presentado como hijo de Gedeón) quiso proclamarse primer rey de Israel, se estableció en Sikem intentando establecer el reino con la reunión de las aldeas que le reconocieron. Pero la organización tribal hizo fracasar tal propósito. Cuando Roboam, hijo de Salomón, quiso que también las tribus norteñas lo proclamasen rey, se dirigió así mismo a Sikem y también Yeroboam se hizo ungir y coronar en Sikem. La ciudad era, pues, una especie de avanzadilla de las tribus del norte. De ahí que el primer rey de las mismas la convirtiera en la capital del reino. Pero la designación posterior de otras ciudades como residencia y la reconstrucción de Samaría como residencia real y capital del reino del norte (el año 880 a.C.), recortaron la importancia de Sikem. Y cuando, tras la destrucción de Samaría, no fue Sikem sino Bet-El la que se convirtió en el santuario yahvístico de la población mestiza, lo fue con toda tranquilidad y sin la oposición de Sikem. Sólo cuando los samaritanos obtuvieron su propio santuario en el Garizim, volvió Sikem a ocupar un primer plano, hasta que Juan Hircano la demolió el año 128 a.C. Los romanos construyeron una nueva ciudad a unos 2 km más al oeste: Flavia Neapolis, que los árabes llaman hoy Nablús.
La tumba de José, hoy santuario musulmán, se presentó como la tumba de José el egipcio, cuyo sarcófago habrían llevado consigo los israelitas llegados del país del Nilo (Gen 50:25; Jos 24:32). Este motivo narrativo tal vez sólo surgió por la tumba de José en la que fue enterrado algún héroe o sacerdote de †œlas tribus de José†; a juzgar por el breve pasaje de Jos 24:32, el lugar de la tumba se convirtió por así decirlo en el santuario fúnebre de todo Israel, que a través de Gen 50:25 se relacionó con las historias de José. Ambos pasajes sorprenden por el hecho de que cierran, por una parte, el libro del Génesis y, por la otra, el libro de Josué. Ambos dan la sensación de ser añadidos posteriores, lo que daría mayor fuerza a la hipótesis expresada.
El pozo de Jacob, en las tierras bajas de Sikem, tiene importancia en el NT por la conversación de Jesús con la samaritana (Jua 4:1-42). El texto afirma que Jacob excavó el pozo. Poco importa que fuera un relato de Sikem; en todo caso ese pozo se encuentra en el camino de Galilea a Judea, cerca de Sikem.
El pozo no era una reserva de agua ni para Sikem ni para Sikar (cf. supra), que ya la tenían en su territorio de asentamiento. Pero Dalman informaba en su obra Orte und Wege Jesu, que muchos habitantes de la región sacaban agua de aquel pozo por considerarla curativa; y eso podría también haber inducido entonces a la samaritana de Sikar a ir al pozo. Por otra parte, el pozo está en la ruta de las caravanas o de los viajeros. Probablemente estaba pensado como pozo para un abrevadero, pues que en la fuente local no se podía dejar beber al ganado de los pastores que cruzaban o a los camellos de los mercaderes de paso; las fuentes locales eran ya de por sí muy visitadas. Pero seguramente que durante las labores del campo también la gente de los alrededores utilizaba el pozo que estaba en el campo. También la samaritana pudo acudir al pozo en busca de agua para los trabajadores del campo.
Si puede, por tanto, ponerse en duda que †œel pozo de Jacob† fuera realmente un pozo del patriarca, como pozo del diálogo de Jesús con la samaritana hay que suponerlo con toda seguridad. Cuando uno se sentaba junto a él, podía ver el Garizim, al que la samaritana se refirió, y la aldea de Sikar, en que la mujer habitaba y que distaba como un km. Hoy el pozo está en la cripta de una iglesia que empezaron a levantar los bizantinos.
Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia