Biblia

JUDEO-CRISTIANISMO

JUDEO-CRISTIANISMO

Cristianos judí­os de la antigüedad. Entre los primeros cristianos prevalecí­an los judí­os. Independientemente de aceptar a Jesús como el Mesí­as o como el Hijo de Dios, muchos de ellos continuaron practicando el judaí­smo. El Concilio de Jerusalén decidió que a los gentiles no se les obligara a guardar la Ley de Moisés; pero hasta la destrucción del templo (año 70) y aun después, las prácticas judí­as siguieron influyendo a un sector de hebreos cristianos.
Entre los principales grupos judeo-cristianos están los ® EBIONITAS, considerados en cí­rculos ortodoxos como herejes.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

La definición exacta del judeo-cristianismo sigue siendo hasta la fecha motivo de controversia. Para H. Schoeps, podrí­a hablarse de tres tipos de judeo-cristianismo: el del judí­o converso gentilizado (Pablo), el del judí­o converso orgulloso de su raza y el del judí­o converso que se apartó de la Gran Iglesia cuando ésta se centró en los gentiles. R. N. Longenecker propone ceñirlo a los cristianos cuyo arraigo era judí­o y que consideraban a Jerusalén como iglesia madre pretendiendo mantener o continuar su ministerio. En un sentido similar se ha manifestado J. Jocz. Para otros autores (J. Danielou, H. Schonfield, etc.), el judeo-cristianismo se identificarí­a con grupos que negaban la deidad de Cristo y que, a la vez, seguí­an fielmente apegados al judaismo aunque matizándolo con la confesión de Jesús como Mesí­as. El conjunto de estudiosos al que podrí­amos denominar como †œEscuela franciscana de Jerusalén† ve en los judeo-cristianos un grupo totalmente ortodoxo en lo relativo a los dogmas cristológicos si bien reconoce que entre ellos seguí­a practicándose fielmente la Ley de Moisés. Otros autores, como R. E. Brown o C. Vidal Manzanares, han sugerido soluciones más amplias. Para R. E. Brown hubo cuatro tipos de judeo-cristianismo en el primer siglo, pero éste fue ortodoxo, pudiendo dividirse los mismos según su postura, más o menos cerrada en relación con el tema de la Ley. C. Vidal Manzanares aboga por la existencia de un núcleo judeo-cristiano en Jerusalén de composición mixta palestina-helenista que, aunque cumplidor de la Ley, se fue mostrando progresivamente (Cornelio y Pedro, Antioquí­a, concilio de Jerusalén, etc.) favorable a la expansión del cristianismo entre los gentiles a los que no se obligaba a cumplir la Ley de Moisés sino los siete principios noéticos (Hechos 15) desde una perspectiva cristiana. Este núcleo, claramente ortodoxo en su planteamiento de la divinidad de Cristo o de su mesianidad, comenzarí­a a sufrir fuertes escisiones en las cercaní­as de la guerra del Templo contra Roma. Algunos optarí­an por el regreso al judaismo (carta a los Hebreos), otros se dejarí­an llevar por la negativa a creer en Cristo como Dios o incluso por el gnosticismo (carta a los Colosenses, Evangelio de Juan y I de Juan) y, finalmente, otros se mantendrí­an en su ortodoxia judeocristiana diferenciándose de la iglesia gentil sólo en lo relativo a la Ley y teniendo una influencia sobresaliente en el nacimiento del cristianismo en Asia Menor, Egipto y Roma. La ruptura con la Gran Iglesia se habrí­a producido ya durante el s. II pero, no obstante, las influencias mutuas seguirí­an existiendo ya que buena parte de la mariologí­a posterior tiene su origen precisamente en escritos judeocristianos de los siglos II y III.

VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrí­stica, Verbo Divino, Madrid, 1992

Fuente: Diccionario de Patrística