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CATEQUETICA

CATEQUETICA

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Es la ciencia teológica, o rama de la Teologí­a, que estudia la acción de la catequesis en lo que tiene de implicaciones teológicas: identidad, leyes, exigencias revelacionales, legislación, etc. La Catequética supone especulación y generalización, a diferencia de la catequesis, que es algo práctico, concreto, operativo e inmediato.

Se integra en la Teologí­a Pastoral, la cual puede analizar dos aspectos o formas: la celebrativa o vivencial, que suele denominarse «Homilética» (de Homilí­a) y a veces «Kerigmática» (de Kerigma o mensaje); y la Catequética, que es sistemática, lógica y racional .

1. Identidad teológica
En cuanto es actividad teológica, la Catequética usa sobre todo la razón: la reflexión, el contraste, la argumentación, incluso la experimentación. Puede hacerlo de dos forma: deductiva, si sienta principios y se esfuerza por llegar a consecuencias; o inductiva, si prefiere partir de hechos para elaborar principios generales a partir de ellos.

Pero, al igual que cualquier rama de la Teologí­a, lo hace desde la perspectiva de la fe. De no hacerlo en óptica creyente y a la luz de la revelación divina, no serí­a Teologí­a, sino sólo Pedagogí­a, Filosofí­a, Sociologí­a o incluso Etica.

El catequeta sabe que su centro de atención es la catequesis y, como tal, mira su dimensión espiritual con preferencia. Reflexiona teóricamente sobre algo práctico, pero lo hace con amplitud de miras y con profundidad de argumentos. A veces le resulta difí­cil mantenerse en lo general y se desví­a a lo concreto.

Espontáneamente deriva sus intereses y su atención a las aplicaciones inmediata, pero debe ser consciente de que yerra si se deja llevar por el dogmatismo de lo lógico, pues trabaja en terrenos del espí­ritu.

Los principios fundamentales, al igual que acontece en otras ciencias humanas, como la Etica o la Estética, le arrastran hacia lo operativo. Pero tiene que resistir la tentación pragmática y la inmediatez y configurar reflexiones universalmente válidas y conceptualmente sólidas.

1.1. Rasgos de la Catequética
La Catequética se nutre de una reflexión sistemática, argumental, coherente, progresiva y amplia. Debe construirse con fundamentos y con relaciones lógicas. Sus planteamientos no son invenciones, sino conclusiones objetivas a la luz de la Palabra divina y de la misión evangelizadora de la Iglesia.

Será mejor o peor, según la consistencia de las argumentaciones. Y será más o menos fiable, según el grado en que pueda ser contrastada con datos, juicios, sentencias en unas ocasiones o con hechos de forma experimental en otras.

Como toda ciencia filosófica y teológica, la Catequética ha tenido que irse haciendo poco a poco mediante la labor generosa de los que se han sentido vocacionados hacia su cultivo. Ciertamente no han sido muchos y se puede decir que es una modalidad teológica reciente, incluso desconocida en muchos ámbitos incluso catequí­sticos.

Pero no quiere ello decir que no sea ciencia teológica segura y extensa. Gracias a ella se fundamenta la catequesis y se asegura la seriedad de muchas de sus acciones, preferencias o relaciones.

A veces se la mira como apéndice de otras ramas teológicas. Pero, en el orden de los principios, no es difí­cil distinguirla de las demás ciencias y precisar el terreno en que se mueve. Ese terreno coincide en parte con otras ramas teológicas, pero su óptica es diferente y se centra en el estudio de la educación de la fe y los presupuestos que la justifican

1.2. Ciencias afines
Para no confundirla, es bueno recordar que hay ciencias teológicas que tratan temas cercanos, aunque lo hacen de manera diferente. La Pastoral, o Teologí­a pastoral, estudia los modos de llevar a los hombres a Dios. La Catequética, que tiene como eje el acto catequético, es rama de esa visión general de la Pastoral y se define por su atención al acto catequí­stico que participa de esa intención pastoral.

Las ciencias afines a la Catequética facilitan la delimitación de su campo propio. Aunque no siempre es fácil diferenciar el acto catequético, del homilético, del litúrgico o del kerigmático.

1.2.1. Homilética y Kerigmática
La Homilí­a es la acción litúrgica por la que se proclama la palabra de Dios no para ser conocida sino para ser celebrada. Es una forma de orar, de vivir el mensaje, de conmemorar el misterio, de cultivar el gozo de la salvación.

Si nos fijamos en el mensaje, en el kerigma, es fácil descubrir que es un don que Dios nos entrega y que debe ser ofrecido con solidaridad a todos los hombres a los que sea posible acceder.

El estudio teológico de la proclamación celebrativa del mensaje es objeto de la Homilética. Y el estudio del mensaje en cuanto es don que implica vida y conversión, es decir en sus dimensiones vitales más que culturales y en sus potencialidades conversivas y no sólo rememorativas, es lo que llamamos Kerigmática.

La Catequética se halla estrechamente vinculada con ambas realidades, pero su identidad no se confunde con ellas 1.2.2. La Pedagogí­a religiosa
Es la forma o rama de la pedagogí­a que estudia lo que hay de peculiar y original en la educación religiosa en general y lo que hay de especí­fico en la comunicación del mensaje de cada religión, en nuestro caso de la católica.

Es la rama cientí­fica que más se confunde e identifica con la Catequética. Con ella comparte contenidos, vocabulario y actividades, protagonistas docentes y discentes, el ámbito educativo y las operaciones didácticas de la programación, transferencia y evaluación.

Incluso tradicionalmente la mayor parte de los Tratados que llevan el nombre de Catequética estrictamente no lo son, sino que son Manuales de Pedagogí­a religiosa.

1.3.3. La «Catequí­stica»
Podrí­amos denominar «Catequí­stica», a pesar del sentido neologista e inusual del término, a una mezcla hí­brida entre Catequética, en lo referente a aplicaciones, y Pedagogí­a religiosa, en lo que mira a la didáctica. Su sentido serí­a eminentemente práctico. La mayor parte de los Tratados de Pedagogí­a Catequí­stica son más libros de Pedagogí­a que de Catequesis. Son manojos de consignas operativas o sugestivas y de procedimientos recomendados para la educación religiosa.

Se centra en aspectos formativos (pedagogí­a) o instructivos (didáctica) y en las formas prácticas de educar religiosamente la inteligencia, la conciencia y las demás facultades humanas. Tiende a orientar la educación de la fe, que es mucho más personal, informal, interior y espiritual.

Existen múltiples modelos de Manuales del Catequista, de metodologí­as de catequesis, que son hermosos tratados de Catequí­stica. Pero sólo los que se elevan a planteamientos reflexivos orgánicos, profundos, basados en la revelación, pueden ser definidos como Catequéticas
Los estudios de la «Catequí­stica» implican proyección práctica. Los de Catequética son teóricos y argumentales, orgánicos y lógicos, con clara referencia a la Palabra divina y a la enseñanza de la Iglesia, que interpreta la Palabra divina.

2. Rasgos y contenidos
Si por Catequética entendemos lo indicado, es evidentemente que su mejor descripción será la que recoja los rasgos derivados de su naturaleza y abarque los contenidos concretos que responden a esos rasgos

2.1. Cualidades y formas
La Catequética es rama teológica y teórica. Tiene que apoyarse en estructuras y argumentaciones sólidas, claras y progresivas. Se debe orientar a planteamientos firmes, serios, estables, en los que, a la luz de la fe se sugieren criterios orientadores de la educación religiosa.

La Catequética enjuicia lo que es la fe y la posibilidad de su educabilidad. Ofrece criterios para discernir y para ayudar al creyente a aceptar el misterio divino y para adherirse a la revelación sobrenatural de forma sincera y progresiva.

Se fundamenta en la autoridad, en el Magisterio, en la Tradición, en las exigencias de la comunidad creyente. Y argumenta a partir de los rasgos de la fe. Si sólo se queda en planteamientos didácticos, sociológicos o psicológicos, no lleva al nivel «catequético» sus conclusiones, aunque puede discurrir de forma interesante por el camino «catequí­stico».

En diversidad de temas la Catequética tiene que hacer incursiones en aspectos o temas no propios de su misión e identidad, pero puede hacerlo con tranquilidad si resultan convenientes o necesarios.

2. 2. Contenidos

Por eso los contenidos de una buena Catequética no son muchos, pero sí­ son básicos y claros. Ayudan a situar la reflexión y prepara el terreno para que la catequesis saque las consecuencias convenientes. Algunos de estos contenidos pueden ser:
– Principios teológicos, sociológicos y antropológicos de la formación religiosa
– Ambitos y derechos radicales que justifican la educación de la fe.

– Cauces preferentes y lí­mites en la educación de la conciencia cristiana.

– Acciones estrictamente educativas de la fe y diferencias con la religiosidad, con las creencias o los conocimientos.

– Responsables de la educación religiosa y derechos y deberes de los agentes educadores primarios y secundarios.

– Normas y criterios de discernimiento de la educación religiosa auténtica y de las formas humanas de educación.

En temas como éstos, la dimensión práctica existirá como consecuencia, no como postulado previo catequético.

3. Tipos de Catequética
La Catequética como ciencia no es tan general ni extensa que no tenga también sus dimensiones prácticas. Por eso es usual hablar de una Catequética teórica o general y una Catequética especial y diferencial que analiza aspectos parciales.

3.1. Catequética General

Es el estudio de las leyes universales, estables, generales, que orientan o alientan la educación de la fe. Explora los criterios de discernimiento de lo correcto e incorrecto. Busca las razones bí­blicas, magisteriales, canónicas, tradicionales, que justifican la educación de la fe y analizan las diferencias entre fe y creencia, entre instrucción y educación, entre grupo y comunidad.

La educación del creyente constituye la plataforma de la Catequética general. Pero no es fácil dilucidar si la educación es equivalente a la formación o a la instrucción. La Catequética general tiene cierta aureola sobrenatural que proviene de su matiz peculiar.

3.2. Catequética Especial
Es la que analiza los hechos catequí­sticos con criterios diferenciales o muy especiales
El estudios de los campos, terrenos, ambientes, niveles, metodologí­as, experiencias situaciones, etc. es propiamente objeto de la Catequética diferencial. Lo que definirá cada forma será la óptica o aspecto formal desde donde hace sus planteamientos.

– Es Catequética bí­blica la que mira ante todo lo que enseña la Escritura.

– Es Catequética sacramental la que formula sus estudios en lo que afecta al terreno de los signos de la gracia.

– Es Catequética ecuménica la que explora los criterios pedagógicos de las otras confesiones cristianas o no.

– Es Catequetica comparada la que explora concordancias o discrepancias según estilos, sistemas, culturas, incluso profesionales significativos.

3.3. Estudios de Catequética
Para entender bien lo que es y lo que abarca la Catequética como estudio teológico es conveniente explorar en la Tradición y en la Historia de la Iglesia los estudios que se han hecho a este respecto. Pero hay que recordar la escasez de los estrictamente catequéticos, al menos en el sentido en que ha quedado definida.

Autores antiguos significativos, como S. Agustí­n en su manual «De la catequización de los rudos» (de catechizandis rudibus) o como Juan Gerson con su obra: «De cómo llevar a los niños a Cristo» (De pueris ad Christum tradendis), pueden dar las primeras pistas de esta reflexión.

Y tratados recientes pueden ser, a modo de ejemplo, los que se asemejan a la «Catequetica» de A. Jungmann, editada en Friburgo en 1953 y traducida a muchos idiomas. Pero son muchos los que han estado jugando con el término de Catequética, sin superar el nivel de ensayos y manuales de catequesis.

Difí­cilmente se podrá perfilar un modelo perfecto de Catequética, ya que la reflexión teológica sobre el acto catequí­stico, debe asentarse en la realidad humana del mismo acto y las condiciones del mundo son cambiantes. Si la reflexión tiene que centrarse en la coyuntura histórica y en las variables culturales en la que se realiza la catequesis y se construya la Catequética, la perfección definitiva tal vez resulte inalcanzable.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

SUMARIO: I. La catequética: origen y divisiones. II. La catequética, reflexión cientí­fica sobre la catequesis. III. La catequética: disciplina teológica y pedagógica. IV. El equilibrio de las tensiones.

I. La catequética: origen y divisiones
La catequética o ciencia catequética es la disciplina que se ocupa de la catequesis, en cuanto proceso y en cuanto acto, en el contexto de la praxis pastoral de la Iglesia. Su existencia y legitimidad son ya un hecho sólidamente aceptado en el ámbito de la reflexión y de la praxis pastoral de la Iglesia. Se trata de una disciplina reciente pues, si es verdad que la catequesis es una actividad tan antigua como la Iglesia misma, no se puede decir ciertamente lo mismo de la catequética, que ha surgido y se ha ido configurando en el curso de los dos últimos siglos.

A lo largo de su historia, la Iglesia ha sabido realizar y organizar en formas muy variadas la actividad catequética, pero son muy contadas las ocasiones de reflexión explí­cita sobre los contenidos y métodos de tal actividad. Se suele citar, por lo que atañe a la época patrí­stica, el famoso pequeño tratado de san Agustí­n De catequizandis rudibus (del 399) y, a finales de la Edad media, la obra de G. Gerson, Tractatus de parvulis trahendis ad Christum (1406), pero ni siquiera en estos casos se puede hablar aún de reflexión cientí­fica sobre la catequesis, o considerar estos escritos como obras catequéticas en sentido propio.

Se puede hablar de nacimiento de la catequética como disciplina académica en el año 1774, cuando, por disposición de la emperatriz Marí­a Teresa de Austria, y siguiendo el proyecto preparado por el abad benedictino Rautenstrauch, fue introducida en las escuelas de teologí­a del Imperio austro-húngaro la enseñanza de la catequética, o como disciplina a se, o como parte de la teologí­a pastoral. Pero en realidad, nuestra disciplina empezará a desarrollarse con una cierta amplitud y rigor solamente hacia finales del siglo XIX, siguiendo el nacimiento y desarrollo del llamado movimiento catequético, es decir, de la rica floración de ideas, inquietudes y esfuerzos que, desde finales del siglo pasado y hasta el acontecimiento del Vaticano II, tratará de renovar la teorí­a y la práctica de la catequesis bajo el influjo de nuevas corrientes culturales, especialmente de orden pedagógico y psicológico. De ahí­ que la catequética, nacida dentro del molde teológico de la reflexión pastoral, reciba bien pronto el influjo de las jóvenes ciencias psicológicas y pedagógicas, lo que explica que en algunos paí­ses, como Alemania, se haya extendido más bien la denominación pedagogí­a religiosa (Religionspádagogik), junto a la más tradicional de catequética.

Se puede decir que, a lo largo de su desarrollo, la reflexión catequética ha mostrado siempre un doble punto de referencia, teológico y pedagógico, con alternancia de acentos: más pedagógico en las primeras décadas del siglo, dominado por la preocupación metodológica y didáctica, más teológico en la fase llamada kerigmática del movimiento catequético, caracterizada por la renovación del contenido de la catequesis.

De esta doble pertenencia y continua fluctuación dan fe las vicisitudes y alternancias de los dos términos, pedagogí­a religiosa y catequética para designar nuestra disciplina, junto con otras variadas expresiones de igual o semejante significado: pedagogí­a catequética, pastoral catequética, pedagogí­a del catecismo, pedagogí­a cristiana, metodologí­a catequética, metódica de la enseñanza religiosa, catequética pastoral, etc. Esta fluctuación constituye de por sí­ un signo de la riqueza y complejidad del acto catequético, pero al mismo tiempo revela la existencia de una fuente constante de tensión y de posible discrepancia en el desarrollo de la disciplina.

A partir del Vaticano II, la catequética ha conocido un perí­odo de relativa fecundidad y expansión, determinado por el nuevo clima de repensamiento global de la praxis eclesial y por el desarrollo de la reflexión epistemológica. La existencia de diversos centros e institutos de catequética, la multiplicación de publicaciones e investigaciones en el campo catequético y la presencia institucionalizada de la catequética (o de la pedagogí­a religiosa) en el ámbito académico aseguran la consolidación y el crecimiento de la joven disciplina.

II. La catequética, reflexión cientí­fica sobre la catequesis
La identidad de la catequética queda propiamente determinada ante todo por el objeto mismo de que se ocupa, es decir, la catequesis, con toda la riqueza de sus dimensiones y en la variedad de sus realizaciones, ya sea en forma de enseñanza, de expresión simbólica, de reflexión comunitaria, de iniciación sacramental, de itinerario organizado de fe, etc. La catequética es concretamente la reflexión sistemática y cientí­fica sobre la catequesis con vistas a definir, comprender, orientar y valorar el ejercicio de esta importante acción educativa y pastoral.

Dada la complejidad y riqueza del objeto estudiado, se explica que la catequética admita en su seno divisiones y especificaciones. La forma concreta de hacerlo ha variado a lo largo de la historia y resulta condicionada también por los distintos contextos teológicos y culturales en que se realiza. Así­, por ejemplo, algunos autores suelen distinguir entre catequética fundamental, material y formal. Por catequética fundamental se entiende el estudio de las condiciones y presupuestos básicos de la acción catequética y la determinación de su identidad y dimensiones fundamentales. La catequética material tiene como objeto los contenidos de la comunicación catequética: estructura y articulación del mensaje, temas a tratar, criterios de selección y de inculturación, fuentes del contenido, etc. Finalmente, la catequética formal se ocupa de los aspectos propiamente metodológicos y pedagógicos de la transmisión o mediación catequética: métodos, estructuras, agentes, lenguajes, programación1. Otros prefieren adoptar la distinción entre catequética fundamental y/o general y catequética especial o diferencial, esta última relativa a los diferentes destinatarios de la acción catequética, según la edad o la condición: niños, jóvenes, adultos, minusválidos, intelectuales, etc.; o a los distintos ámbitos o lugares de la catequesis: familia, escuela, parroquia, asociación2.

Para comprender la naturaleza de la ciencia catequética interesa también precisar cuál es propiamente el ángulo de visión o perspectiva especí­fica (objeto formal) de su estudio. A este respecto es importante no perder de vista que la catequesis es esencialmente una acción eclesial, y como tal invoca un saber teórico que le permita ser analizada, fundamentada, iluminada y guiada. No tendrí­a sentido limitarse, por ejemplo, a focalizar o poner al dí­a contenidos a transmitir, dejando de lado los aspectos propiamente metodológicos y operativos de la catequesis como proceso y como acto. Ni puede bastar tampoco elaborar una teorí­a que fije de una vez para siempre las coordenadas esenciales de la catequesis, sin advertir que la acción catequética se tiene que encarnar necesariamente en el aquí­ y ahora de circunstancias concretas e irrepetibles.

Ahora bien, si la catequética se califica como ciencia de la acción catequética, significa que deberá configurarse, en su momento más especí­fico, como disciplina metodológica, es decir como teorí­a del método o camino a seguir (métodos) para proyectar y llevar a cabo el proceso y el acto catequéticos. Y desde este punto de vista, la catequética se presenta sustancialmente como metodologí­a sistemática y cientí­fica de la catequesis, como reflexión orgánica sobre el proceso y acto catequéticos, a fin de analizarlos, interpretarlos y orientarlos.

Toda ciencia queda definida, además, por el método utilizado en su desarrollo. Ahora bien, el método de la investigación catequética debe corresponder a la variedad de dimensiones y aspectos que presenta la catequesis, como proceso y como acto. De aquí­ se puede colegir una gran multiplicidad de métodos: técnicas de conocimiento y análisis de la realidad (psicológicas, sociológicas, históricas); instrumentos hermenéuticos de interpretación y discernimiento (sobre todo teológicos y filosóficos); métodos de proyectación y organización catequética (metodologí­a pastoral, pedagógica, didáctica); técnicas de expresión, comunicación, interacción, animación de grupos; sistemas de evaluación y reproyectación operativa, etc.

Cabe concluir, por lo tanto, que la disciplina catequética se configura como un saber necesariamente pluridisciplinar, ya que recurre a una multiplicidad de métodos y procedimientos cientí­ficos. Es más: hoy se considera necesario orientarse hacia una auténtica interdisciplinaridad, como intento de hacer dialogar entre sí­ y llevar a una recí­proca interacción los distintos procesos disciplinares involucrados en la reflexión catequética.

III. La catequética: disciplina teológica y pedagógica
El estatuto epistemológico de la catequética adquiere perfiles más exactos si se estudia el lugar y el significado de la disciplina en el concierto de las ciencias que, de alguna manera, tienen relación con ella. En este sentido, la catequética resulta vinculada en forma particular a dos constelaciones epistemológicas: la de las ciencias teológicas y la de las ciencias pedagógicas. Por eso la catequética, en su devenir histórico, se ha presentado siempre relacionada, con alternancias de acentuación, a este doble punto de referencia. Y según la dimensión dominante, aparecerá fundamentalmente como disciplina teológica o como materia pedagógica.

1) Que la catequética pertenezca al ámbito de la reflexión teológica se deduce de la naturaleza misma del acto catequético, que se coloca en el marco de las actividades pastorales y se cualifica como servicio de la palabra eclesial para la educación de la fe. Se podrá observar que, durante mucho tiempo, tal pertenencia ha sido de hecho concebida en términos de subordinación pura y simple de la catequesis a la teologí­a sistemática y a sus cánones interpretativos. Todaví­a está muy extendida la concepción según la cual la verdadera ciencia normativa de la catequesis es la teologí­a sistemática, que dicta por lo tanto a aquella los principios fundamentales de acción y los contenidos a transmitir. Pero hoy, justamente, se considera superada esta visión, ya que reduce la catequética a simple deducción o aplicación de la teologí­a sistemática.

Por él contrario, la naturaleza teológica de la catequética recibe su connotación más adecuada cuando se la sitúa en el cuadro de la teologí­a pastoral o práctica. Nacida en el seno de esta última, desde sus comienzos, a finales del siglo XVIII, la catequética resulta necesariamente vinculada a la teologí­a pastoral, como parte al todo, por razón de su objeto, la catequesis, que pertenece al ámbito de la acción pastoral de la iglesia. Dada esta pertenencia, la catequética se califica, por lo tanto, en primera instancia como disciplina teológica.

Situada en el marco de la teologí­a pastoral o práctica, es evidente que la catequética debe definir su identidad en relación con otras disciplinas o sectores afines, como son la homilética o ciencia de la predicación, la pastoral litúrgica, la pastoral juvenil, la pastoral escolar; etc. No siempre resulta fácil deslindar los confines, pues con frecuencia la catequesis se desarrolla, y con pleno derecho, en el interior mismo de otras actividades pastorales, como son la liturgia, la pastoral de juventud, la religiosidad popular, las actividades escolares, etc. Se impone, por lo tanto, un criterio de distinción bastante dúctil y, sobre todo, la necesidad de diálogo e interacción entre estos diversos ámbitos de acción y de reflexión disciplinar.

2) Por otra parte, la catequética responde también a las caracterí­sticas de una verdadera disciplina pedagógica y, como tál, encuentra su colocación en el conjunto de las ciencias de la educación. Sabemos que hoy reviste una importancia particular para la reflexión pastoral el conjunto, enormemente desarrollado, de las ciencias humanas en general, y en especial de las ciencias de la educación. El giro antropológico propio de nuestra cultura obliga a una renovada atención al sujeto, al hombre en situación, a la dimensión histórica y cultural de toda acción y toda reflexión. De ahí­ el interés por todas las ciencias humanas capaces de iluminar el quehacer pastoral: antropologí­a cultural, sociologí­a, psicologí­a, ciencias de la religión, ciencias de la comunicación, etc.

Se puede decir que el mundo en general, con sus problemas y aspiraciones, asume el significado de un verdadero «lugar teológico», por lo que cobran relevancia especial, en orden a la reflexión operativa cristiana, todas las aproximaciones y disciplinas que nos abren el acceso al conocimiento e interpretación de esta realidad. Y la catequética como disciplina debe mantener relaciones muy estrechas, sobre todo con el ámbito de la reflexión pedagógica. De hecho, la vinculación de la catequética al campo de la educación es un hecho tradicional, así­ como son tradicionales las denominaciones pedagogí­a religiosa, pedagogí­a catequética3, y otras semejantes, para designar nuestra disciplina.

El carácter pedagógico de la investigación catequética puede ser destacado desde una doble vertiente: en cuanto proceso educativo de maduración en la fe y en cuanto actividad que se inserta necesariamente en el dinamismo global del crecimiento y maduración de la persona. En este sentido la catequética puede y debe ser llamada con propiedad ciencia pedagógica, sin perjuicio de su vinculación al ámbito de la teologí­a, en su vertiente pastoral o práctica.

El mundo de las ciencias de la educación es muy rico y complejo, y abarca sustancialmente tres sectores o niveles disciplinares: el de las ciencias prevalentemente descriptivas del hecho educativo (biologí­a, psicologí­a, sociologí­a de la educación, historia de la educación y de la pedagogí­a); el de los saberes interpretativos (como la filosofí­a y teologí­a de la educación), y el de las ciencias proyectativas u operativas (metodologí­a pedagógica, didáctica, etc.). Es fácil comprender la complejidad y la riqueza que, desde este punto de vista, recibe el desarrollo del discurso catequético.

IV. El equilibrio de las tensiones
A la luz de las reflexiones hechas sobre la naturaleza y tarea de la catequética, es posible detectar ciertos rasgos caracterí­sticos de una disciplina joven que, en cierto sentido, vive y se desarrolla al filo de diversas antinomias o, si se quiere, tensiones dialécticas: 1) Tensión entre fidelidad a Dios y fidelidad al hombre. Es la conocida ley estructural del método catequético que, difundida sobre todo por J. Colomb, ha entrado ya oficialmente en la conciencia catequética de la Iglesia4. Pero el principio de la doble fidelidad se traduce con frecuencia en fuente de exigencias contrapuestas y en campo de batalla entre defensores de la fidelidad a Dios y abogados de la fidelidad al hombre. 2) Tensión entre pedagogí­a divina y pedagogí­a humana. No pocas veces el componente pedagógico de la catequesis viene identificado con los dictámenes de una real o supuesta pedagogí­a divina, en términos tales que parecen vanificar concretamente cualquier recurso a la pedagogí­a profana o a las ciencias de la educación. 3) Tensión entre madurez cristiana y madurez humana. En el horizonte de los objetivos de la acción catequética se halla la clásica discusión sobre el ideal de madurez que debe ser perseguido, y por lo tanto sobre las relaciones existentes entre madurez cristiana y madurez humana. Ahora bien, la necesaria implicación del crecimiento en humanidad en todo proceso integral de maduración de la fe trae consigo evidentes repercusiones para la tarea catequética. 4) Tensión entre contenido y método. Es esta quizá la forma más clásica y continuamente emergente de la tensión derivada de la complejidad epistemológica de la ciencia catequética. El campo de la catequesis está tradicionalmente expuesto al juego dialéctico de la contraposición entre contenido y método, entre la competencia teológica, que fija los contenidos, y las exigencias pedagógicas relativas a la mediación metodológica. Todo esto sobre el trasfondo, explí­cito o inconsciente, de la primací­a del contenido sobre el método. En realidad, una correcta inteligencia de la relación contenido-método permite superar tales conflictos. 5) Tensión entre las dimensiones teológica y pedagógica de la catequesis, que sitúa la disciplina catequética en el punto de encuentro de estos dos grandes ámbitos disciplinares. La pertenencia al ámbito teológico garantiza la fidelidad de la catequesis a su identidad eclesial de praxis pastoral para la educación de la fe. En cuanto ciencia pedagógica, posee los criterios y elementos necesarios para responder a las exigencias propias de todo proceso educativo. Esta doble pertenencia constituye para la catequética una indiscutible riqueza, pero también, como atestigua la historia, una fuente continua de tensión y de incomprensión. 6) Tensión entre el carácter cientí­fico y el talante sapiencial de la catequética, entre ciencia y arte de la catequesis. Ninguno de los dos aspectos puede ser ignorado o menospreciado: se trata de conjugar la doble exigencia, llevando paulatinamente el arte de la catequesis al mayor nivel posible de racionalidad cientí­fica. 7) Tensión entre teorí­a y praxis, entre reflexión y acción, entre nivel empí­rico y cientí­fico de la proyectación y realización catequética. También aquí­ se impone el equilibrio: un proceso metodológico correctamente entendido debe asegurar la dialéctica siempre fecunda entre una práctica controlada y guiada por la teorí­a, y una teorí­a continuamente confrontada con la verificación y estí­mulo procedente de la práctica.

La catequética, tradicionalmente, vive sumergida en el continuo juego dialéctico de estas tensiones y dualismos, que constituyen en cierto sentido su fortuna y su desgracia, su riqueza y su problema. De hecho, no es de extrañar la existencia de tal contraposición, si se considera la naturaleza teándrica de la encarnación y de la Iglesia, que se repercute sobre todo el campo de la acción pastoral.

NOTAS: 1. Cf por ejemplo H. HALEFAS, Catequética fundamental, Desclée de Brouwer, Bilbao 1974; W. NASTAINCZYK, Formalkatechetik, Seelsorge Verlag, Friburgo 1969. – 2 De este tenor es, por ejemplo, la división propuesta por J. J. RODRíGUEZ MEDINA, Pedagogí­a de la fe, Sí­gueme, Salamanca 1972, 32-34. – 3. Cf la obra clásica de D. LLORENTE, Tratado elemental de pedagogí­a catequí­stica, Valladolid 1928. – 4. SAGRADA CONGREGACIí“N PARA EL CLERO, Directorio general de pastoral catequética (DCG) 1971, 34.

BIBL.: ADLER G. y OTROS, La compétence catéchétique, Desclée, Parí­s 1989; ALBERICH E., La catequesis en la Iglesia, CCS, Madrid 1991; Catequética, en FLORISTíN C.-TAMAYo J. J. (eds.), Conceptos fundamentales del cristianismo, Trotta, Madrid 1993, 151-164; AUDINET J. y OTROS, Théologie et catéchése, Chalet, Lyon 1982; COUDREAU F., ¿Es posible enseñar la fe?, Marova, Madrid 1976; GROPPO G., Teologia dell’educazione, LAS, Roma 1991; GRUPPO ITALIANO CATECHETI, La catechetica: identitá e compiti, Udine 1977; GEVAERT J. (dir.), Diccionario de catequética, CCS, Madrid 1987, especialmente las voces: G. STACHEL, Catequética, 167s. y Pedagogí­a de la religión (Religionspddagogik), 650-653, U. GIANETTO, Catequética, Manuales de, 168-171, G. GROPPO, Teologí­a pastoral y catequética, 781-783; MAYMí P., Pedagogí­a religiosa, San Pí­o X, Madrid 1980; RODRíGUEZ MEDINA J. J., Pedagogí­a de la fe, Sí­gueme, Salamanca 1972.

Emilio Alberich Sotomayor

M. Pedrosa, M. Navarro, R. Lázaro y J. Sastre, Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, Madrid, 1999

Fuente: Nuevo Diccionario de Catequética