ABDIAS

mayordomo de Acab 1Ki 18:3-16.


Abdí­as (heb. ]badyáh[û], «servidor [adorador] de Yahweh»; aparece en antiguos sellos heb. y en los óstraca de Samaria). Véanse Abda; Obadí­as. 1. Mayordomo del palacio del rey Acab, descripto como un hombre temeroso del Señor. Salvó la vida de 100 profetas al esconderlos en cuevas en 2 grupos de 50 c/u (1Ki 18:3, 4). Al final de la larga sequí­a predicha por Elí­as, Acab envió a Abdí­as para buscar pastos y así­ mantener con vida los caballos y las mulas del establo real. Durante la búsqueda se encontró con Elí­as, quien lo envió al rey para anunciarle la llegada del profeta (1Ki 18:5-16). 2. Descendiente postexilico de David (1Ch 3:21). 3. Zabulonita cuyo hijo Ismaí­as fue jefe de la tribu de Zabulón durante el reinado de David (1Ch 27:19). 4. Prí­ncipe de Judá a quien el rey Josafat envió para que enseñara en las ciudades de Judá (2Ch 17:7-9). 5. Levita merarita, un supervisor de los obreros que reparaban el templo durante el reinado de Josí­as (2Ch 34:12). 6. Profeta menor, autor del libro más corto del AT (Oba_1). Véase Abdí­as, Libro de. Abdí­as, Libro de. Cuarto de los así­ llamados Profetas Menores. I. Autor y Ambientación. El autor es Abdí­as, quien, a diferencia de la mayorí­a de otros profetas, no data su mensaje. Por tanto, se han sugerido fechas que varí­an desde el s VIII hasta el s VI a.C. Si bien el registro de la revuelta de Edom en dí­as del rey Joram (2Ki 8:20-22) no se refiere a una ocupación edomita de Jerusalén, la semejanza de las denuncias de Abdí­as contra Edom (Oba_10-16) con las de Jeremí­as (Jer 49:7-22) y de Ezequiel (Eze 25:12-14; 35) parece adecuarse muy bien a eventos del 586 a.C., cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén. Según Psa 137:7, los edomitas aprobaron la devastación de Jerusalén y se alegraron por las calamidades que cayeron sobre Judá. II. Estilo literario. Es clásico y vigoroso. Su Lema es la destrucción de Edom por causa de su violencia contra los judí­os (vs 10-14), situación que se invertirá en el dí­a del Señor porque Edom -pariente carnal de los judí­os- será tratado como trató a otros (v 15). Que el mensaje se refiera a Edom (región al sur de Judá), junto con referencias especí­ficas a Jerusalén y a Judá (vs 11, 12, 17, 20, 21), implica que el profeta presentó su mensaje al reino de Judá (se habí­a desarrollado una guerra larga y amarga entre los 2 pueblos; 2Sa 8:13, 14; 1Ki 11:14-22; 2Ch 20:22; 21:8-10; 25:11, 12; 28:17). III. Bosquejo y Contenido. El breve mensaje de Abdí­as se divide naturalmente en 2 partes: 1. Predicción de la suerte de Edom (vs 1-16). 2. Triunfo y restauración de Israel (vs 17-21). Abdí­as invita a las naciones paganas para atacar Edom (vs 1, 2) por causa de su orgullo (vs 3, 4); debe ser saqueada y su pueblo exterminado (vs 5-9). Su crimen ha sido la violencia contra su hermano Jacob, «el dí­a que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén» (vs 10, 1 1). En lugar de mostrar misericordia, los edomitas acecharon a los judí­os mientras huí­an, matando a unos y apresando a otros (vs 12-14). Pero el dí­a de Jehová está cercano, dí­a en que el pueblo de Edom recibirá su justo pago y «serán como si no hubieran sido» (vs 15, 16; su crueldad hacia Judá durante un perí­odo de crisis nacional recibirá su justa recompensa). Ese dí­a habrá salvación en el «monte de Sion», «la casa de Jacob» será liberada y heredará la tierra de Edom (vs 17-20) y el reino será de Jehová (v 21; véase CBA 4:1011, 1012).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

siervo de Yahvéh. Nombre propio encontrado varias veces en las Sagradas Escritura. El cuarto de los profetas menores, considerado autor del libro profético de Abdí­as, del cual poco se sabe. De este librito, veintiún versí­culos, algunos afirman que se trata de una recopilación fragmentaria de oráculos de distintas épocas contra los idumeos; como fecha de su escritura, se dan los siglos VIII o V, pues hay dos hechos históricos que pudieron inspirarlo: la rebelión idumea en el reinado de Joram de Judá 2 R 8, 20-22, y la invasión árabe y filistea de Judá 2 Cr 21, 16 ss, o la participación de Edom en la destrucción de Jerusalén Sal 137 (136), 7; Lm 4, 21. A., tal vez, fue contemporáneo de los Jeremí­as y Ezequiel, quienes profetizaron contra Edom Jr 49, 14-16.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., †™ovadhyah, siervo de Jehovah).
1. El administrador del palacio de Acab (1Ki 18:3-16).
2. El cabeza de una familia de los descendientes de David (1Ch 3:21).
3. Un jefe de Isacar (1Ch 7:3).
4. Uno de los seis hijos de Azel, un benjamita (1Ch 8:38, repetido en 9:44).
5. Un levita que regresó temprano del cautiverio (9:16); también llamado Abda (Neh 11:17).
6. Uno de los guerreros gaditas que se unieron a David en el desierto (1Ch 12:9).
7. Padre de Ismaí­as (1Ch 27:19).
8. Uno de los cinco prí­ncipes de Judá a los cuales Josafat envió para enseñar la ley del Señor al pueblo de Judá (2Ch 17:7).
9. Un levita y supervisor de los trabajos de reparación del templo (2Ch 34:12).
10. Un judí­o que lideró el retorno de 218 hombres en el regreso de Esdras del cautiverio (Ezr 8:9). 1
1. Uno de los sacerdotes cofirmantes de un compromiso con Nehemí­as (Neh 10:5). 1
2. Un portero de Jerusalén (Neh 12:25 [BJ, RVA y otras: Obadí­as]). 1
3. El profeta que escribió el libro de Abdí­as.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El cuarto profeta menor, que escribió el libro más corto del Antiguo Testamento. En él se vaticina la caí­da del pueblo de Edón: (Esaú), y así­ ocurrió: (1-14). También se vaticina la restauración de Israe: (Jacob) en el dí­a de Jahvé.

(15-21).

Hay otros cinco Abdí­as: («Siervo de Yahvéh») en la Biblia.

1Re 18:3-16; 1Cr 3:21, 1Cr 27:19; 2Cr 17:7, 2Cr 34:12.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Siervo de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Mayordomo del rey †¢Acab. Era †œen gran manera temeroso de Jehovᆝ. †œCuando †¢Jezabel destruí­a a los profetas de Jehovᆝ, A. escondió a cien de ellos en cuevas †œy los sustentó con pan y agua† (1Re 18:1-4). En los dí­as de la sequí­a que vino por la oración de Elí­as, Acab envió a A. †œpor el paí­s† en busca de †œfuentes de aguas† para ver si podí­an conservar la vida †œa los caballos y a las mulas†. Cumpliendo con esa misión se encontró con Elí­as, que le envió a concertar una entrevista con el rey. De esa reunión salió la convocatoria para el encuentro de Elí­as con los profetas de Baal en el monte Carmelo (1Re 18:4-20).

. Personaje en la descendencia de David (1Cr 3:21).

. Jefe de la tribu de Zabulón en tiempos de David (1Cr 27:19).

. Uno de los funcionarios enviados por el rey †¢Josafat como educadores que †œteniendo consigo el libro de la ley de Jehová … recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo† (2Cr 17:7-9).

. Levita en tiempos de †¢Josí­as, que participó como mayordomo en la obra de reparación del †¢templo (2Cr 34:12).

. Profeta cuya visión se registra en el libro que lleva su nombre (Abd 1:1). †¢Abdí­as, Libro de.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG SACE PROF FUNC HOMB HOAT HSHA Nombre propio que significa «adorador o servidor del Eterno». (a) Mayordomo de la casa de Acab (1 R. 18:3-16). (b) Descendiente de David (1 Cr. 3:21). (c) Padre de Ismaí­as, prí­ncipe de Zabulón (1 Cr. 27:19). (d) Prí­ncipe de Judá (2 Cr. 17:7). (e) Levita en tiempos del rey Josí­as (2 Cr. 34:12). (f) Profeta que escribió el libro de Abdí­as.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[013]

Nombre de un profeta de los que escribieron «libros proféticos menores». Literalmente significa «Servidor de Yaweh».

El libro que se le atribuye, compuesto tal vez con diversos oráculos contra Edom, es difí­cilmente fechable, aunque es frecuente situarlo en los comienzos del siglo VII a de C. Pero bien pudiera ser fechado en el siglo V, maldiciendo el gozo de Edom ante la destrucción de Jerusalén y anunciando los castigos de Dios por esa alegrí­a de enemigo.

El mensaje está centrado en la esperanza de que Dios protege siempre a su pueblo y castigará a quien se alegra de sus males.

(Ver Profetas 5.3.4.)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Los crí­ticos han escrito mucho sobre este libro, que es el más breve del Antiguo Testamento (tiene 21 versí­culos).

Fuera del nombre no sabemos nada de Abdí­as. Habla de una época en la que los «extranjeros» han conquistado Jerusalén y han destruido el templo del Señor (y 17). Edom, el pueblo hermano. se ha unido al invasor, se ha aprovechado de la derrota, se ha alegrado de la destrucción, ha cometido numerosos crí­menes contra él. Esta descripción corresponde bien a la situación que se creó en el 587 con la invasión babilónica. El libro se divide en dos partes: los vv. 1-15 son un oráculo contra Edom; los vv. 16-21 son un oráculo contra las naciones en relación con el «dí­a de Yahveh†. El libro es un grito apasionado de venganza, cuyo espí­ritu nacionalista contrasta con el universalismo del Deuteroisaí­as. Pero este fragmento exalta también la justicia terrible y el poder de Yahveh, que actúa como defensor del derecho.

G. Lorusso

Bibl.: L. Alonso Schokel – J L. Sicre, Profetas, II, Cristiandad, Madrid 1980, 995-1006; E. Olavarri, Cronologí­a y estructura literaria de Abdí­as: Est. Bí­bl. 22 (1963) 303-313.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

SUMARIO
I. La persona y el tiempo.
II. El escrito.

I. LA PERSONA Y EL TIEMPO. Abdí­as (en hebr. `Obadyah, «siervo de Yhwh») es uno de los doce profetas menores; no sabemos de él nada concreto. Se le atribuye un libro, que es el escrito profético más breve que conocemos: consta de un solo capí­tulo de 21 versí­culos. Según una antigua tradición judí­a, el profeta habrí­a sido un idumeo convertido al judaí­smo, que se habrí­a puesto luego a seguir al profeta Elí­as. Se tratarí­a entonces del profeta mencionado repetidas veces en la corte del rey Ajab (874-853), cuya impí­a conducta, sin embargo, no compartí­a, apoyando más bien la lí­nea religiosa del gran Tesbita. Serí­a, pues, éste el Abdí­as del que se habla en 1Re 18:2ss. En realidad, esta identificación es inverosí­mil, como se deduce del escrito que lleva su nombre.

II. EL ESCRITO. Según algunos crí­ticos, se trata de fragmentos que se remontan a autores y tiempos distintos; según otros, se trata de un escrito al que luego hizo algunos añadidos su propio autor. El escrito es realmente demasiado breve y se presta mal a subdivisiones artificiosas, aunque se pueden distinguir en él dos secciones: 1-14 y 15-21.

En la primera sección tenemos una amenaza contra Edón por la actitud que mantuvo en la época de la destrucción de Jerusalén (en el 587 a.C.). Puesto que hasta diez de sus versí­culos se leen con pocas variantes en Jer 49:7-22, cabe preguntar cuál de los dos textos es el original. No se excluye, sin embargo, que los dos dependan de otro texto que no ha llegado a nosotros; en aquella época eran muy frecuentes los oráculos contra Edón. En efecto, muchos judí­os buscaron entonces refugio en Idumea (cf Jer 40:11), pero no fueron bien acogidos, ya que los idumeos eran aliados de Nabucodonosor (2Re 24:2); se alegraron de la derrota de sus vecinos (Lam 4:21), se dirigieron hacia el Negueb y ocuparon la parte sur del territorio del reino de Judá (Eze 35:10-12). En esta sección contra Edón leemos también una bella, aunque muy breve, descripción de Petra -que fue luego la capital de los nabateos- y de sus rocas caracterí­sticas. Otros textos contra los edomitas, que se remontan al mismo perí­odo, se leen en J1 4,19; Eze 25:12-14 y 3536; Is 34 y 63,1-6.

En la segunda sección (vv. 15-21) el profeta, o el redactor, extiende su horizonte al «dí­a de Yhwh» y encuadra dentro de él el oráculo pronunciado con ocasión de unos sucesos históricos concretos, poniéndolos en una perspectiva apocalí­ptica; este método aparece también en otros profetas (por ejemplo, Joel e Is 13).

Las dos partes de este breve escrito son intensamente nacionalistas: la primera lanza maldiciones contra el odioso vecino, y la segunda le desea que quede borrado de la faz de la tierra el «dí­a de Yhwh», es decir, cuando Yhwh haga justicia a Israel y condene a sus opresores.

Según el profeta, todos los pueblos están sometidos al gobierno universal del Señor, que aplica a todos ellos la medida rigurosa de su justicia, cuya manifestación más espléndida se realizará en «el dí­a de Yhwh»(v. 15). La justicia divina es ecuánime, y por eso sabrá descubrir el orgullo en cualquier sitio que anide (Edón, el enemigo clásico de Israel). Esta certeza en la acción justa de Dios se transforma en raí­z de esperanza para Israel, oprimido y pisoteado (vv. 19-21).

BIBL.: ALONSO SCHGKEL L.-SICRE DIAz J.L., Profetas II, Madrid 1980, 995-IOOé; BERNINI G., Sofonia, Gioele, Giona, Paoline, Roma 19833; DEISSLER A.-DELCOR M., Les petits Prophétes, Parí­s 1964; ELLIGER K., Das Buch der zwólf Kleinen Propheten, Gotinga 19645; RINALDI G., lprofeti minori lI. Osea, Gioele, Abdia, Giona, Marietti, Turí­n 1959; WOLFF H.W., Dodekapropheton: Obadia und Jona, Neukirchen 1977.

L. Moraldi

P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teologí­a Bí­blica, San Pablo, Madrid 1990

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica

(Siervo de Jehová).

1. Cabeza de familia de la tribu de Isacar; hijo de Izrahí­as y descendiente de Tolá. (1Cr 7:1-3.)

2. Zabulonita cuyo hijo fue un prí­ncipe de aquella tribu durante el reinado de David. (1Cr 27:19, 22.)

3. Poderoso guerrero gadita que cruzó el Jordán cuando estaba desbordándose y apoyó a David durante el tiempo en que este vivió como fugitivo debido a la ira de Saúl. (1Cr 12:8, 9, 14, 15.)

4. Mayordomo de la casa del rey Acab. Aunque tanto Acab como Jezabel practicaban la iniquidad, Abdí­as temió en gran manera a Jehová, y escondió a cien de Sus profetas †œpor cincuentenas en una cueva† cuando Jezabel ordenó que todos fuesen degollados. Durante la sequí­a que Elí­as predijo que Dios traerí­a, Acab, el amo de Abdí­as, dividió cierto territorio con su mayordomo, y mientras ambos buscaban hierba para alimentar al ganado, Elí­as se encontró con Abdí­as. Acab no habí­a visto a Elí­as durante los más o menos tres años que duraba la sequí­a, por lo que cuando el profeta le dijo a Abdí­as que fuese a informar a Acab de su regreso, este, con gran temor, titubeó, pues sabí­a que el rey lo matarí­a si el informe resultaba ser falso. Ante esa reacción, Elí­as le aseguró que no se marcharí­a. (1Re 18:1-16.)

5. Prí­ncipe enviado por Jehosafat para enseñar la ley de Jehová en las ciudades de Judá. (2Cr 17:7, 9.)

6. Descendiente distante de Saúl y Jonatán de la tribu de Benjamí­n. (1Cr 8:33-38; 9:44.)

7. Levita merarita, uno de los superintendentes de la reparación del templo que ordenó hacer el rey Josí­as. (2Cr 34:8, 12.)

8. Profeta de Jehová y escritor del cuarto libro de los llamados profetas menores. (Abd 1.) No se conoce ningún dato biográfico de este profeta del siglo VII a. E.C. (Véase ABDíAS, LIBRO DE.)

9. Levita que volvió de Babilonia y vivió en Jerusalén. (1Cr 9:2, 3, 14, 16.) Se le llama Abdá en Nehemí­as 11:17. Posiblemente sea el mismo que el núm. 13.

10. Descendiente postexí­lico de David. (1Cr 3:5, 9, 10, 21.)

11. Cabeza de la casa paterna de Joab que condujo a 218 varones de su familia de regreso a Jerusalén con Esdras en 468 a. E.C.; hijo de Jehiel. (Esd 8:1, 9.)

12. Uno de los sacerdotes (o su descendiente) que, bajo la gobernación de Nehemí­as, suscribieron el pacto de fidelidad hecho por los exiliados que habí­an regresado. (Ne 9:38; 10:1, 5, 8.)

13. Portero levita de los dí­as de Nehemí­as y Esdras. (Ne 12:25, 26.) Posiblemente sea el mismo que el núm. 9.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Ab 1
Sumario: 1. La persona y el tiempo. II. El escrito.

1. LA PERSONA Y EL TIEMPO.
Abdí­as (en hebr. †˜Obadyah, †œsiervo de Yhwh) es uno de los doce profetas menores; no sabemos de él nada concreto. Se le atribuye un libro, que es el escrito profético más breve que conocemos: consta de un solo capí­tulo de 21 versí­culos. Según una antigua tradición judí­a, el profeta habrí­a sido un idumeo convertido al judaismo, que se habrí­a puesto luego a seguir al profeta Elias. Se tratarí­a entonces del profeta mencionado repetidas veces en la corte del rey Ajab (874-853), cuya impí­a conducta, sin embargo, no compartí­a, apoyando más bien la lí­nea religiosa del gran Tesbita. Serí­a, pues, éste el Abdí­as del que se habla en 1 R 18,2ss. En realidad, esta identificación es inverosí­mil, como se deduce del escrito que lleva su nombre.

II. EL ESCRITO.
Según algunos crí­ticos, se trata de fragmentos que se remontan a autores y tiempos distintos; según otros, se trata de un escrito al que luego hizo algunos añadidos su propio autor. El escrito es realmente demasiado breve y se presta mal a subdivisiones artificiosas, aunque se pueden distinguir en él dos secciones: 1-14 y 15-21.

Ab 1,1-14 En la primera sección tenemos una amenaza contra Edón por la actitud que mantuvo en la época de la destrucción de Jerusalén (en el 587 a.C). Puesto que hasta diez de sus versí­culos se leen con pocas variantes en Jer 49,7-22, cabe preguntar cuál de los dos textos es el original. No se excluye, sin embargo, que los dos dependan de otro texto que no ha llegado a nosotros; en aquella época eran muy frecuentes los oráculos contra Edón. En efecto, muchos judí­os buscaron entonces refugio en Idumea Jr40,11), pero no fueron bien acogidos, ya que los idumeos eran aliados de Nabucodonosor(2R 24,2); se alegraron de la derrota de sus vecinos (Lm 4,21), se dirigieron hacia el Negueb y ocuparon la parte sur del territorio del reino de Judá (Ez 35,10-12). En esta sección contra Edón leemos también una bella, aunque muy breve, descripción de Petra -que fue luego la capital de los nabateos- y de sus rocas caracterí­sticas. Otros textos contra los edomitas, que se remontan al mismo perí­odo, se leen en JI 4,19; Ez 25,12-14; Ez 25,35-36; Is 34; Is 63,1-6.

En la segunda sección (Ab 1,15-21) el profeta, o el redactor, extiende su horizonte al †œdí­a de Yhwh† y encuadra dentro de él el oráculo pronunciado con ocasión de unos sucesos históricos concretos, poniéndolos en una perspectiva apocalí­ptica; este método aparece también en otros profetas (por ejemplo, Joel e Is 13).

Las dos partes de este breve escrito son intensamente nacionalistas: la primera lanza maldiciones contra el odioso vecino, y la segunda le desea que quede borrado de la faz de la tierra el †œdí­a de Yhwh, es decir, cuando Yhwh haga justicia a Israel y condene a sus opresores.
Según el profeta, todos los pueblos están sometidos al gobierno universal del Señor, que aplica a todos ellos la medida rigurosa de su justicia, cuya manifestación más espléndida se realizará en †œel dí­a de Yhwh† (y. 15). La justicia divina es ecuánime, y por eso sabrá descubrir el orgullo en cualquier sitio que anide (Edón, el enemigo clásico de Israel). Esta certeza en la acción justa de Dios se transforma en raí­z de esperanza para Israel, oprimido y pisoteado (vv. 19-21).

BIBL.: Alonso Schokel L.-Sicre Dí­az J.L., Profetas II, Madrid 1980, 995-1006; Bernini G., Sofonia, Gioele, Giona, Paoline, Roma 19833; DeisslerA.-Delcor M., Les petits Prophetes, Parí­s 1964; Elliger K., Das Buch der zwótf Kleinen Propheten, Gotinga 19645; Ri nald i G., 1 proferí­ minori II. Osca, Gioele, Abdia, Giona, Marietti, Turí­n 1959; Wolff H.W., Dodeka-propheton: ObadiaundJona, Neukirchen 1977. L. Moraldi
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Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

Introducción

LUGARES Y PUEBLO

La geografí­a y la historia juegan papeles importantes en esta profecí­a, con agudas hostilidades evidentes entre Israel y Edom, su vecino del sudeste. Estos malos sentimientos tení­an raí­ces profundas. Esaú, el hijo mayor de Isaac y nieto de Abraham, se sintió engañado por Jacob, su hermano menor, al perder los privilegios que le correspondí­an como hijo mayor (Gén. 25:27–34; 27:1–19, véase v. 41), aunque de acuerdo con el escritor de Hebreos, Esaú mismo fue el que hizo mal (Heb. 12:16). Aunque no exonera a Jacob, el episodio muestra que una persona pecaminosa aun puede recibir las bendiciones de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Heb. 11:9, 21). Durante su vida ambos hermanos recibieron otros nombres; Esaú también fue conocido como †œEdom† (Gén. 36:1, 9) y Jacob como †œIsrael† (Gén. 32:22–32). Esos nombres fueron adoptados por las naciones de las cuales los dos hombres fueron ancestros. El principio de esta animosidad entre estos dos hermanos continuó también entre las dos naciones.
Después del éxodo de Egipto los edomitas no permitieron que los israelitas pasaran por su territorio en Transjordania (Núm. 20:14–21; Jue. 11:17, 18). Su propia conquista fue profetizada por Balaam (Núm. 24:18). El rey Saúl peleó contra Edom (1 Sam. 14:47), y David lo conquistó (2 Sam. 8:13, 14; 1 Rey. 11:15, 16). Salomón hizo lo que quiso en Edom (1 Rey. 9:26–28), aunque sin la aprobación de Edom (11:14–22). Durante el reinado de Josafat (siglo IX a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo), Edom, en una alianza militar, invadió Judá (2 Crón. 20:1, 2). Se rebelaron contra Joram, liberándose del yugo de Judá por unos cuarenta años, hasta finales del siglo (2 Rey. 8:20–22; 2 Crón. 21:8–10). (Ver mapa en la pág. 260.)
A principios del siglo siguiente, Amasí­as de Judá recuperó Edom con mucho derramamiento de sangre (2 Rey. 14:7; 2 Crón. 25:11, 12), entrando a su territorio hasta Sela, la capital. Las cosas se invirtieron más tarde en ese siglo cuando Edom invadió Judá, cuando Acaz era rey (2 Crón. 28:17), tomando prisioneros de guerra y liberándose permanentemente del dominio de Judá.
Edom se convirtió en vasallo de Asiria, y más tarde cayó bajo el dominio de Babilonia, aunque periódicamente consideró la rebelión (Jer. 27). Las fuentes bí­blicas y extrabí­blicas guardan relativo silencio respecto a las actividades de Edom durante el tiempo de la destrucción de Judá por los babilonios en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, pero 1 Esdras 4:45 echa sobre las espaldas de Edom la culpa por quemar el templo. Esto no ha sido confirmado en otro lugar (cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 4:21, 22).
En el siglo sexto a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, Edom mismo se estaba debilitando, según lo revelan fuentes arqueológicas. Los pueblos eran abandonados y los pobladores se mudaban (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Mac. 5:65). Los árabes obtu vieron el control de esta zona geográfica entre los siglos VI y IV a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (cf.cf. Confer (lat.), compare Neh. 2:19; 4:7; 6:1). Los nabateos, en particular, desplazaron a los edomitas, forzando a algunos a internarse al sur de Judá, que llegó a ser conocida con el nombre helenizado de Idumea (1 Mac. 4:29), basado en †œEdom†, que es hebreo.
Este prolongado antagonismo entre Judá y Edom se hace evidente en Abdí­as, sirviendo como marco a la profecí­a.
La geografí­a también juega un papel en la profecí­a. La ubicación de Edom al oriente del Jordán estaba entre los despeñaderos rocosos que se eleva ban sobre del mar Muerto. Petra, la famosa ciudad de piedra construida por los nabateos, es un modelo de las defensas naturales de las que Edom podí­a depender. Su inaccesibilidad a los ataques lo llevó a la arrogancia y a la seguridad egocéntrica de su propia invulnerabilidad, y esto finalmente lo llevó al derrumbe.

ABDIAS Y SU LIBRO

Abdí­as no es solamente el libro más corto del ATAT Antiguo Testamento, también tiene uno de los tí­tulos más cortos, proveyendo poca información acerca de su autor. No se indican genealogí­a, lugar de nacimiento o de residencia. Solamente se nos dice que esta es †œla visión de Abdí­as†. Hasta el nombre del profeta podrí­a ser simplemente un tí­tulo, puesto que su significado, †œsiervo de Jehovah†, a menudo se usa para describir a los profetas del ATAT Antiguo Testamento (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1 Rey, 14:18). Sin embargo, el nombre propio †œAbdí­as†œno es raro en heb., de modo que no hay una razón imperiosa para negárselo al autor de esta corta profecí­a.
Puesto que no tenemos más información provista explí­citamente acerca de la identidad del autor, es difí­cil proveer una fecha exacta para las profecí­as. Cualquier sugerencia debe basarse sobre la evidencia del libro mismo (y véase la gráfica en la p. 656).
Parecerí­a que el trasfondo para la profecí­a es un ataque sobre Israel por Edom (10–14) pero, como lo muestra la breve visión panorámica de la historia de las relaciones entre las dos naciones, éste podrí­a haber sido cualquiera de un número de ocasiones en la vida nacional de Israel. La referencia más probable de estos versí­culos en Abdí­as es la caí­da y destrucción de Jerusalén en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Este es el evento más claro en que Israel fue derrotado y saqueado (2 Rey. 25; 2 Crón. 36:17–21) y de la cual hay cuando menos alguna evidencia de la participación edomita (1 Esdras 4:45). Si esta reconstrucción es correcta, la profecí­a serí­a un cla mor de juicio sobre Edom por sus malas acciones contra Dios y su pueblo, y también un mensaje de esperanza de Dios, de que sus enemigos no quedarí­an sin castigo.
Aunque es el más corto de los libros proféticos, con solamente 21 versí­culos, Abdí­as se divide en dos secciones relacionadas entre sí­. El primer oráculo se dirige especí­ficamente contra Edom y está formado por tres oráculos más pequeños: los peligros del orgullo (2–4), conducta traicionera (5–7), un juicio que se aproxima (8, 9), y una lista de razones para el castigo de Edom (10 15). El segundo oráculo más importante en el libro describe cómo la suerte se vuelve en contra de las naciones que se opusieron a Judá (15–18), y la restauración final de su reino (19–21).
Los dos oráculos se unifican al compartir términos clave tales como †œdí­a† (8, 11–15), Jehovah como el que habla y como actor (1, 4, 8, 15, 18, 21) y el concepto del monte, el de Dios (Sion, vv. 17, 21) que finalmente gana superioridad sobre aquellos en los que los edomitas poní­an tanta confianza (8, 9, 19, 21). El concepto teológico de †œojo por ojo† también une el breve libro, ocurriendo cuando menos cinco veces: el orgulloso será humillado (2, 3), los observadores pasivos del pillaje sufrirán ellos mismos ese destino (5 9, 11–14); dado que los sobrevivientes del ataque fueron perseguidos, Edom no tendrá sobrevivientes propios (14, 18); y los que desahuciaron a otros enfrentarán el desahucio (7, 14, 19). El concepto es declarado explí­citamente en el v. 15, que es transicional.

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1a Tí­tulo

1b-15 Edom: prototipo de los enemigos de Dios
1b-9 Condena inminente
10-15 Las malas acciones de Edom

15-21 Israel y las naciones: juicio y liberación
15-18 La suerte se vuelve en contra de los enemigos de Israel
19-21 La restauración de Israel
Comentario

1A TITULO
Al principio se identifican el tipo de literatura y su escritor humano. La revelación viene a través de Abdí­as en una visión. Aquí­ se muestra un uso de la palabra más amplio que simplemente revelación visual (véase Isa, 29:7; Eze. 12:27), puesto que aquí­ tiene que ver con comunicación hablada (véase Isa. 1:1; Nah. 1:1). Visión no implica la palabra ordinaria para ver, de modo que lo que aquí­ se concede es una percepción extraordinaria a aquel cuyo nombre significa †œsiervo de Jehovah†, sugiriendo ya la fuente final del mensaje.
1B-15 EDOM: PROTOTIPO DE LOS ENEMIGOS DE DIOS

1b-9 Condena inminente

1b Introduccioón. El autor del mensaje de Abdí­as, y el que le daba autoridad, es el Señor Jehovah, que se introduce en una fórmula de informe tí­pica (cf.cf. Confer (lat.), compare Eze. 2:4; el tí­tulo se usa 432 veces para Dios). El Señor es soberano no solamente sobre Israel, sino también sobre todas las naciones, incluyendo a Edom. Jehovah, el nombre personal y del pacto de Dios (Señor), recuerda al pueblo de Dios sus promesas del pacto para ellos, incluyendo la de la tierra en la que morarí­an (Gén. 12:1; 15:7). Ellos necesitaban especialmente este recordatorio en este tiempo del exilio, por haber sido sometidos recién a serias pérdidas nacionales (10–14; cf.cf. Confer (lat.), compare 19–21).
El asunto de este oráculo particular es Edom, el viejo enemigo de Israel (véase la Introducción). Situado en el flanco sudoeste de Israel, Edom no era un extraño para la profecí­a israelita (véase Isa. 34; 63:1–6; Jer. 49:7–22; Eze. 25:12–14; 35; Amós 1:11, 12; Mal. 1:2–5). En lugar del oráculo esperado de Jehovah, inme-diatamente después de la fórmula del informe, se da información adicional. Esto tiene que ver con un mensaje previo acerca de Edom, que también es apropiado para la situación actual, o con otro mensaje que es comunicado al mismo tiempo que el oráculo de Abdí­as, solamente que éste es a las na ciones. La sugerencia anterior es sostenida por las numerosas similitudes en el contenido, si no en el orden estructural, entre estos versí­culos y otro mensaje concerniente a Edom en Jer. 49:7–16. Abdí­as pudo haber estado refiriéndose a este mensaje de Jeremí­as del que él sabí­a, ya fuera por haberlo escuchado en Jerusalén, o por fama. Sin embargo, esto no se puede probar por causa de la dificultad en fijar fechas con exactitud al ministerio de Abdí­as, y por no poder así­ establecer las fechas relativas de los dos profetas.
El mensaje aparentemente tiene que ver con un mensajero que habí­a sido mandado por Jehovah para instruir a todos los pueblos en derredor para unirse al confrontar a Edom en batalla. Como se verá, Israel, Jehovah y las naciones circunvecinas todos toman parte en su derrota.
2-4 Los peligros del orgullo. El oráculo de Jehovah empieza ahora. Aunque se dirige a Edom como †œtú†, es improbable que los edomitas hayan sido realmente confrontados por el profeta de Jehovah. En la mayorí­a de las profecí­as contra naciones extranjeras, el profeta hablaba al pueblo de Dios para darles valor, ya que sus enemigos serí­an derrotados, o para advertirles, puesto que podrí­an esperar el mismo fin si no seguí­an sinceramente a su Señor del pacto.
Edom, especialmente orgulloso de su posición geográfica aparentemente inexpugnable entre las rocas y despeñaderos de Transjordania, serí­a humillado. Aunque los edomitas se jactaban en sus corazones llenos de orgullo propio, serí­an empequeñecidos y menospreciados; habiéndolos engañado sus corazones así­ como Eva fue engañada y finalmente juzgada en el huerto de Edén (Gén. 3:13). La peña puede traducirse sencillamente co mo †œSela†, la capital edomita (véase la Introducción).
El orgullo jactancioso de Edom lo hací­a considerar su seguridad hasta como la de las águilas que se remontan, o como la de las estrellas distantes. Los edomitas se habí­an olvidado de que habí­a otras cosas que temer además del asalto militar de fuerzas terrestres. Serí­an enfrentados y finalmente derrotados por Dios mismo, el Hacedor del cielo y de la tierra, contra el que ninguna fortaleza de piedra era protección. De sus alturas él los harí­a descender, y de eso podí­an estar seguros, puesto que el mismo Jehovah lo declaraba.
La arrogancia es una falta en el pueblo de Dios así­ como lo era en Edom. Ellos habí­an olvidado su vulnerabilidad a su mirada escrutadora en su arrogancia por su †œseguridad† en las colinas. La iglesia también debe vivir no solamente consciente del mundo desdeñoso y constantemente vigilante, sino también consciente de que ni los vicios ni las riñas más secretas pueden ser escondidas de Dios.
Edom aprendió una lección que todos nosotros necesitamos tener en mente, ya sea como individuos o como naciones. Es mucho más beneficioso para nosotros y para el reino de Dios el ayudar a algunos cuando están abajo que burlarse o atacarlos en su enfermedad. Tal desprecio es contrario al deseo de Dios de que cuidemos a los oprimidos. También es contrario al buen sentido, puesto que los que están abajo todaví­a pueden levantarse y tener la última palabra, como lo hizo Judá, que triunfó bajo el gobierno de su Dios.
5–7 Conducta traicionera. 5, 6 El autor vuelve a sus oyentes a su experiencia cotidiana, después de las figuras de los últimos versí­culos. Ellos se preocupaban solamente de ladrones y asaltantes que vení­an subrepticiamente a saquear y destruir. Esos criminales que solamente eran capaces de robar lo que podí­an llevarse con ellos, son comparados a vendimiadores, a los que la ley les requerí­a (Deut. 24:21) que dejaran algo de la co secha para los pobres. Por comparación, el pillaje y saqueo de Edom será aun más devastador. Esaú, el padre de los edomitas (Gén. 36:1, 9), cuyo nombre se usa en ocasiones para identificar al pueblo, verá que hasta sus tesoros escondidos le son llevados; nada quedará.
7 Edom, al que enfáticamente se le habla de †œtú† seis veces en este versí­culo, se verá traicionado aun por sus aliados y confidentes, llamados †œhombres de paz† en heb. Otro grupo paralelo de antiguos compinches es identificado en heb. solamente como †œtu pan†, probablemente para que se entienda como [los que comí­an de] tu pan (véase Sal. 41:9, donde esta frase aparece en paralelo a †œhombres de paz†, traducido como †œamigo í­ntimo† por la RVARVA Reina-Valera Actualizada). Puesto que comer juntos después de ratificar una relación de pacto era usual en Israel (Gén. 31:54; Exo. 24:11; cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 11:23–26), éstos eran aparentemente socios de pacto que habí­an renunciado a su relación.
Esta trampa puesta por sus antiguos amigos tomará tan de sorpresa a Edom que ni siquiera la discernirí­a o detectarí­a.
8, 9 El juicio inminente. Edom perderí­a todo el apoyo humano que tení­a: sus sabios, que eran bien conocidos (Elifaz, el consejero de Job, era de Temán, Job. 2:11; Jer. 49:7; cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 4:30), y también su ejército. Esos poderes, supuestamente intrépidos, serán destrozados y enfrentarán la destrucción. Esto culmina la progresión de las pérdidas de cosas materiales (5, 6), pasando por el consejo y el entendimiento (7, 8), hasta la capacidad militar (9). Todas las estructuras de la sociedad caerán.

10-15 Las malas acciones de Edom

Con una forma estructural relativamente regular, y una constante y creciente violencia y brutal empeño en hacer daño a Israel, Edom es condenado con gran vehemencia emocional.
10–11 La inesperada inclusión de violencia y hermano resalta la impresionante traición de Edom contra Israel, aquí­ llamada Jacob (cf.cf. Confer (lat.), compare Núm. 20:14; Deut. 23:7; Amós 1:11). Este es un recordatorio del conflicto previo de Esaú con su hermano de sangre (Gén. 25:19–34; 27:1–28:9; 33), un conflicto continuado por sus descendientes. Esta vergonzosa violencia se detalla en los siguientes versí­culos.
La primera etapa fue la de observar pasivamente el saqueo que hací­an los enemigos. Aunque Edom podí­a decir: †œNosotros no hicimos esto. Más bien fueron sus enemigos, extraños †¦ extranjeros†, pues to que ellos no ayudaron, se comportaron como uno de ellos.
12–14 La oposición a Israel se volvió más dolorosa y crecientemente directa. De observación pasiva, Edom avanzó a †œrefocilarse† o alegrarse por los problemas de Judá, entrando hasta la misma puerta (cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 4:12, 13) para ver más de cerca, y luego hasta saqueando sus posesiones abandonadas. Finalmente, se rebajaron a atacar a los refugiados de Judá (2 Rey. 25:4, 5) entregando a los ya oprimidos sobrevivientes a sus opresores. Por haber destrozado a los indefensos, ellos sufrirí­an la misma suerte (9 10), y serí­an dejados sin sobrevivientes (18).
15 Este versí­culo es el puente entre las dos secciones del libro, que une el oráculo más particular contra Edom (2–15) con el más general relativo a Israel y las naciones (16–21; véase la Introducción).
El dí­a de Jehovah es la meta final hacia la que se dirige la historia. En él, Dios castigará a los que se le oponen y traerá alivio a su propio pueblo. Israel entendió estar incluido en la última categorí­a, pero encontró que más bien estaba en la primera, debido a su rebelión y rompimiento del pacto (Joel 1:15; 3:14; Amós 5:18–24). El estará entre las naciones castigadas (Deut. 32:35, 36; Zac. 14:1–3), aquí­ ejemplificada por Edom. Edom será castigado en maneras relacionadas con sus propias malas acciones, un ejemplo de †œojo por ojo† o, más técnicamente, de lex talionis (cf.cf. Confer (lat.), compare Lev. 24:19; Jer. 50:15, 29). La justicia de Dios está siendo vindicada al no dejar sin castigo al culpable.
15-21 ISRAEL Y LAS NACIONES: JUICIO Y LIBERACION

15-18 La suerte se vuelve en contra de los enemigos de Israel

15, 16 Edom, al que todaví­a se le habla de †œtú† (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 7), es el ejemplo principal de todas las naciones que también serán juzgadas. En lugar de regocijarse por la caí­da de Israel por la juerga alcoholizada en Jerusalén, el santo monte de Dios, ellos ahora beberán totalmente la copa de la ira de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 51:17; Jer. 25; Hab. 2:15, 16; Mar. 14:36). Su ruina completa les dejará como si nunca hubiesen existido.
17 Pero, en contraste no solamente para Edom (1–15) sino también para las naciones (16), en el monte Sion, el †œsanto monte† de Dios (16), habrá libertados en lugar de fugitivos (14). (Este es un juego de palabras, ya que la raí­z heb. es la misma para las dos palabras.) La gracia final de Dios para su pueblo se muestra por su restauración final a sus posesiones del pacto, la tierra prometida, una promesa que fue suspendida debido al pecado de ellos (cf.cf. Confer (lat.), compare Deut. 30). Esta cláusula de liberación, la misma palabra de Dios, se cita en Joel 2:32, lo que sugiere que Abdí­as fue anterior a Joel. Aquí­ se reviven dos aspectos del pacto daví­dico: la presencia de Dios en su lugar santo, y la presencia del pueblo en la persona de un remanente en la tierra prometida.
18 Edom, identificado como la casa de Esaú, se habí­a propuesto destruir a Israel, o cuando menos beneficiarse de su caí­da (10–14). Será destruido por el fuego de la ira de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 18:8; Amós 5:6) por medio de su pueblo, identificado como la casa de Jacob (ya fuera toda la nación de Israel [cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 22:23], o solamente Judá en el sur) y la casa de José (la coalición de diez tribus; cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 11:28; Amós 5:6). De esta manera, toda la nación de doce tribus serí­a finalmente restaurada, para detrimento de los que la habí­an perseguido (cf.cf. Confer (lat.), compare Eze. 37:15–28). La nación que traicionó a los fugitivos de Israel (14; cf.cf. Confer (lat.), compare v. 17) quedarí­a ella misma sin sobreviviente (cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 2:22). Por el contrario, los pocos israelitas restantes, el remanente, resurgirí­an como una nación, mientras que para Edom la destrucción serí­a total.
La garantí­a de estas palabras se muestra porque Jehovah lo ha dicho.

19-21 La restauración de Israel

Los siguientes tres versí­culos son prosa, no poesí­a como los oráculos anteriores. Algunos han sugerido, en base a este cambio, que esos versí­culos fueron añadidos posteriormente por otra persona. Sin embargo, el argumento para esto no es convincente, puesto que todos los escritores, antiguos o contemporáneos, son capaces de escribir en más de un estilo. El cambio entre formas literarias no prueba la paternidad literaria múltiple. El hebreo en esta sección es obscuro en varios puntos, pero el mensaje general se capta.
19 Este versí­culo y el siguiente tienen que ver con la ocupación territorial. Israel ahora puede tomar su †œposesión† (17). El Néguev, el desierto al sur de Beerseba, es la ubicación de la gente que parece haber despojado a los edomitas. Esto podrí­a haber incluido a algunos de sus residentes moviéndose a Transjordania, la patria de los edomitas (la región montañosa de Esaú), pero tenemos poca evidencia de esto. Más probablemente, este versí­culo se refiere a los israelitas retrocediendo a la zona de Judá usurpada por Edom cuando perdieron su territorio ante los árabes nabateos en los siglos sexto a cuarto a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (véase la Introducción). La Sefela o las tierras bajas entre la costa del mar y las tierras altas es identificada por sus habitantes más famosos, los filisteos, que también perderán su tierra. Israel obtuvo el control de esta zona bajo los Macabeos (1 Macabeos 10:84–89; 11:60–62), como también de Samaria, la antigua capital del reino norteño de Israel (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 16:24; 21:1), bajo Juan Hircano en 106 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (Ant. 13:5.2, 3). La zona en derredor de Samaria (llamada los campos de Efraí­n, la principal tribu del norte) llegó a ser controlada por Judá ya para 153 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (1 Macabeos 10:38). Más incierto es el significado de Benjamí­n, una pequeña tribu del sur, que poseí­a Galaad, situada directamente a su oriente en Transjordania. Esta zona también cayó ante los macabeos en 164 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (1 Macabeos 5:9–54).
20 Es difí­cil entender este versí­culo por causa de su hebreo obscuro. Esta situación es auxiliada, sin embargo, por el paralelismo de las dos mitades del versí­culo. Esta parece incluir dos grupos de cautivos de los hijos de Israel. El segundo grupo, los de Jerusalén, son los que fueron llevados a Babilonia en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Ellos están actualmente en Sefarad, pero regresarán a poseer de nuevo su tie rra del sur. El lugar de su exilio no es claro, con sugerencias que van desde España hasta Asia Menor. Un lugar en Media, Saparda, mencionada en una inscripción de Saigón II, el rey asirio (a finales del siglo octavo a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo), se ajusta bien a la situación histórica del exilio. La otra tropa de cautivos es probable que pertenezca a Israel, la nación del norte, que cayó ante Asiria en 722 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo En vez de tropa una versión sugiere leer †œHalah†, un cambio en el heb. que consiste en el reordenamiento de una sola letra. Este lugar en Asiria era el hogar de algunos exiliados del norte (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Rey. 17:6; 18:11; 1 Crón. 5:26). Ellos regresarán a su te rritorio original y más allá, hasta Sarepta, un pueblo costero al norte de Israel, entre Tiro y Sidón (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 17:9). En el dí­a final del Señor toda la nación de Israel, desde lo último del sur hasta lo último del norte, será restaurada, hasta sobrepasar el territorio que tení­a durante la monarquí­a.
21 Victoriosos (lit.lit. Literalmente †œsalvadores†), unos que traen salvación (Neh. 9:27), que vendrán a Jerusalén (monte Sion), desde donde gobernarán sobre las otras montañas de esta profecí­a, la región montañosa de Esaú (eso es, Edom). Esto será un indicio para el mundo de quién es el rey verdadero y universal. El no es otro que Jehovah, el que es †œRey de reyes y Señor de señores†, que ha reinado, que reina y que †œreinará por los siglos de los siglos† (Apoc. 11:15; cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 22:28; 47:7–9).
La importancia y la autoridad de Dios se muestra por el uso de su nombre para sostener el libro (1, 21), y porque es verdaderamente soberano, no solamente sobre Edom, sino sobre todas las naciones de la tierra.
David W. Baker

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia

Nombre heb. que significa ‘siervo de Yahvéh’, o ‘adorador de Yahvéh’. Por lo menos seis hombres del AT llevan este nombre. °vrv2 y otras vss. alternan esta forma del nombre con *“Obadías”.

1. Mayordomo a cargo del palacio del rey Acab de Israel (1 R. 18.3–16). Desde su juventud fue un devoto adorador de Yahvéh. Cuando Jezabel perseguía a los profetas de Yahvéh, Abdías escondió cien profetas en dos cuevas. Durante una sequía, cuando Abdías salió en busca de pasto para los caballos y las mulas del rey, Elías lo encontró y lo persuadió a que concertara una entrevista con Acab, lo cual dio lugar a la pugna entre Elías y los profetas de Baal. TB (Sanhedrin 39b) considera, erróneamente, que se trata del profeta Abdías. Un antiguo sello heb. con la inscripción “A Abdías siervo del rey” puede haber pertenecido a este hombre.

2. Descendiente de David (1 Cr. 3.21). 3. Zabulonita de la época de David (1 Cr. 27.19). 4. Uno de los príncipes que envió el rey Josafat para enseñar la ley en las ciudades de Judá (2 Cr. 17.7). 5. Un levita, mayordomo de las reparaciones del templo en la época de Josías (2 Cr. 34.12).

6. Un profeta, supuestamente de Judá (Abd. 1). La Biblia no nos dice nada sobre su vida en forma directa. Aunque algunos lo ubican antes del exilio, es más probable que haya vivido en el siglo V a.C. (véase inf., * Abdías, Libro de). Si este último parecer es correcto, resulta cronológicamente imposible considerarlo como el mayordomo de Acab, como hace TB (Sanhedrin 39b), o con el capitán de Ocozías (2 R. 1.13–15), como hace Seudo-Epifanio en Vidas de los profetas. La tradición talmúdica de que fue un prosélito edomita es improbable en vista de su dura condena de Edom.

J.T.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(Uno de los profetas menores)

El nombre Abdías es la forma griega del hebreo Obhádhyah, que significa «sirviente (o adorador) de Yahveh». El cuarto y más corto de los libros proféticos del Antiguo Testamento (contiene sólo veintiún versículos) se le atribuye a Abdías. En el título del libro usualmente se considera un nombre propio. Sin embargo, algunos estudiosos recientes consideran que debería ser tratado como un apelativo, pues, por un lado, la Sagrada Escritura a menudo designa a un verdadero profeta bajo el nombre apelativo del “siervo de Yahveh”, y por otro lado, en ningún lugar da información clara sobre el autor del libro adscrito a Abdías. Es cierto que en ausencia de tal información autoritativa, se han circulado libremente tradiciones tanto judías como cristianas para suplir su lugar; pero queda el hecho de que “no se conoce nada sobre Abdías, su lugar de nacimiento, su familia, condición o posición social, cómo murió y otras circunstancias» (Abbé Trochon, Les petits prophètes, 193). La única información deducible de la obra respecto a su autor es que él perteneció al reino de Judá.

La breve profecía de Abdías trata casi exclusivamente sobre el destino de Edom, tal como establece en sus primeras palabras. Dios ha convocado a las naciones contra ella, la cual confía infructuosamente en su pétrea rapidez. No sólo será saqueada por los ladrones, sino que será destruida (v. 1-6). Sus antiguos aliados y amigos le han dado la espalda (7) y su sabiduría le fallará en este apuro (8,9). Será justamente castigada por su conducta poco fraternal hacia Judá cuando los extranjeros saqueaban a Jerusalén y echaban suertes sobre ella (10-11). Se le pide que desista de su conducta indigna (12-14). El «día de Yahveh» está cerca sobre «todas las naciones», cuya ruina Edom compartirá bajo los esfuerzos unidos de la «casa de Jacob» y «la casa de José» (16-18). En cuanto a Israel, sus fronteras se ampliarán en cada dirección; los «salvadores» aparecerán en el Monte Sión para «juzgar» al Monte de Esaú, y la ley de Yahveh será establecida (19-20).

Fecha de la Profecía de Abdías:

Además de la brevedad del libro de Abdías y de su carencia de un título detallado, tal como se prefijaba los escritos proféticos del Antiguo Testamento, existen varias razones, tanto literarias como exegéticas, que evitan que los estudiosos se pongan de acuerdo sobre la fecha de su composición.

Muchos de ellos (Keil, Orelli, Vigouroux, Trochon, Lesêtre, etc.) asignan su composición cerca del reinado de Joram (siglo IX a.C.). Su mayor fundamento para esta opinión se deriva de la referencia de Abdías (11-14) a la captura de Jerusalén, la cual identifican con el saqueo de la Ciudad Santa realizado por filisteos y árabes bajo el reinado de Joram (2 Crón. 21,16.17). La única otra captura de Jerusalén a la que se puede referir Abdías (11-14) podría ser la ocurrida durante la vida del profeta Jeremías, la cual fue ejecutada por Nabucodonosor (588-587 A.C). Pero se excluye tal referencia a esta captura posterior de la capital judía por el hecho de que la descripción de Jeremías sobre este evento (Jer. 49,7-22) está fraseada de tal forma que revela su dependencia sobre Abdías (11-14) como en un escrito anterior. Se descarta asimismo por el silencio de Abdías respecto a la destrucción de la ciudad o del Templo, la cual fue realizada por Nabucodonosor, y la cual, hasta donde se sabe, no ocurrió en tiempos del rey Joram.

Un segundo argumento para situar esta profecía en fecha temprana se deriva de la comparación de su texto con los de Amós y Joel. Hay una íntima semejanza y, cuando se examinan cuidadosamente, se demuestra que Abdías fue anterior a ambos. De hecho, en Joel 2,32 (Heb. 3,5) «como el Señor ha dicho» introduce una cita (v. 17) de Abdías. Por lo tanto, se infiere que la profecía de Abdías se originó entre el reinado de Joram y el tiempo de Joel y Amos, es decir, aproximadamente a mediados del siglo IX A.C. Además, se dice que la pureza del estilo de la profecía de Abdías también confirma dicha inferencia.

Otros estudiosos, entre ellos Meyrick, Jahn, Ackerman, Allioli, etc., refieren la composición del libro a cerca del tiempo del cautiverio en Babilonia, otros a tres siglos después del rey Joram. Estos autores piensan que los términos en que se expresa Abdías (11-14) sólo pueden ser entendidos adecuadamente como referentes a la captura de Jerusalén por Nabucodonosor; sólo de este evento se puede hablar como el día «cuando extraños llevaron consigo el ejército cautivo (de Judá), y que extranjeros entraron por sus puertas y echaron suertes sobre Jerusalén»; y también como el «día en que Judá sale de su país… el día de la destrucción de sus hijos», «el día de su ruina», etc. También estos autores afirman que Abdías (20) hace una referencia implícita a que su autor fue uno de los cautivos en Babilonia.

Otros autores atribuyen el libro de Abdías a una fecha posterior. Concuerdan con los defensores de la segunda opinión al interpretar a Abdías (11-14) como refiriéndose a la captura de Jerusalén por Nabucodonosor, pero difieren de ellos al afirmar que (20), esto no prueba realmente que el autor del libro haya vivido durante el exilio babilónico. Insisten en señalar que un estudio detallado de Abdías (15-21) con sus rasgos apocalípticos (en referencia a que el día del Señor está cerca para todas las naciones, a la restauración de todo Israel, a la maravillosa extensión de territorio y posición de mando que aguardaría a los judíos en el Reino de Dios), conecta necesariamente la profecía de Abdías con otras obras de la literatura judía (Joel, Daniel, Zacarías 9-14) lo cual, según creen, pertenece a una fecha muy posterior al retorno de Babilonia.

Esas son las tres opiniones principales prevalecientes en la actualidad respecto a la fecha de composición del libro de Abdías, ninguna de las cuales choca con el contenido profético de la obra respecto a la posterior ruina de Edom y a los tiempos mesiánicos.

Bibliografía: Phillippe, in Dict. de la Bible; Selbie, in Hast., Dict. of Bible, s.v. Obadiah. Recent Commentaries: Trochon (1883); Peters (1892); Perowne (1898); Nowack (1897).

Fuente: Gigot, Francis. «Abdias.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01030b.htm

Traducido por Giovanni E. Reyes. L H M

Fuente: Enciclopedia Católica