ADONIAS

1Ki 1:5 A .. se rebeló, diciendo: Yo reinaré
1Ki 2:13 A hijo de Haguit vino a Betsabé madre


Adoní­as (heb. ‘Adôniyyâh[û], “Yahweh es mi Señor”; aparece en un antiguo sello heb. encontrado en Jerusalén). 1. Cuarto hijo de David, nacido en Hebrón. Su madre fue Haguit (2Sa 3:2, 4). Cuando David era viejo, Adoní­as, aparentemente el mayor de los prí­ncipes reales sobrevivientes, hizo un intento de tomar el reino; sin duda sabí­a que su padre, siguiendo instrucciones divinas, hací­a planes de poner en el trono a Salomón. Con el apoyo de Joab, comandante en jefe, y de Abiatar, uno de los principales sacerdotes, Adoní­as se hizo proclamar rey en una fiesta junto al muro cerca de la fuente de Rogel, al sur de Jerusalén. Sin embargo, le faltaba el apoyo de Sadoc (el otro de los principales sacerdotes), Benaí­a (comandante de la guardia real) y Natán (el profeta). Estos informaron a David de la actividad traidora de Adoní­as y le recordaron sus promesas acerca de Salomón. Entonces David dio la orden de coronar a Salomón de inmediato en Gihón.* Cuando Adoní­as supo de ello, huyó al templo y se aferró de los cuernos del altar, reconociendo de ese modo su culpabilidad. Salomón lo perdonó, pero bajo ciertas condiciones (1Ki 1:5-53). Cuando, más tarde, Adoní­as pidió permiso para casarse con Abisag,* la gente sospechó de que estaba haciendo planes de obtener un tí­tulo legal al trono. Como resultado, Salomón ordenó que Benaí­a lo ejecutara (2:13-25). 2. Levita que instruyó al pueblo en tiempos de Josafat (2Ch 17:8, 9). 3. Israelita que firmó el pacto de Nehemí­as (Neh 10:16); algunos eruditos lo asocian con Adonicam.*

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ver Adoniyyá.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., †™adhoniyahu, mi señor es Jehovah).

1. Cuarto hijo de David (2Sa 3:2-4; 1Ch 3:2). Era un muchacho mimado y buen mozo que se ganó el favor de Joab y Abiatar el sacerdote en su pretensión al trono. Pero no pudo ganarse a Sadoc el sacerdote, ni a Natán el profeta, ni a la guardia especial de David por lo que su plan fracasó, al proclamar David rey a Salomón (1Ki 1:6-53). Pero después de la muerte de David, el intento de Adoní­as de casarse con Abisag hizo que Salomón ordenara su muerte (1Ki 2:13-25).
2. Levita enviado por Josafat para enseñar la ley (2Ch 17:8).
3. Jefe del pueblo que junto con Nehemí­as firmó el pacto (Neh 10:14-16).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Mi Señor es Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Cuarto de los hijos de David. Su madre se llamaba Haguit (2Sa 3:4). Ostentaba la primogenitura en virtud de la muerte de †¢Amnón, †¢Absalón y aparentemente Quileab. En los últimos tiempos del reinado de su padre proclamaba que serí­a rey. David no le decí­a nada (1Re 1:5-6). Pero A. intentó apresurar su ascenso al trono al saber que competí­a con Salomón, que era el favorito de David. Para ello consiguió la colaboración de †¢Joab, general del ejército, y †¢Abiatar, sumo sacerdote (1Re 1:7).

La conspiración consistí­a en celebrar una fiesta en †¢Rogel, sin invitar †œal profeta Natán, ni a Benaí­a, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano† (1Re 1:9-10) y proclamarse rey. †¢Natán habló con †¢Betsabé, la que a su vez fue a David, que ordenó que Salomón recibiera los honores como su sucesor (1Re 1:28-34).
A. lo supo huyó al †¢templo y se agarró de los cuernos del altar pidiendo de Salomón que no lo matara. Fue perdonado. Pero más tarde A. pidió que se le concediese como esposa a Abisag, la joven que acompañaba a David en sus últimos dí­as para dar calor a su cuerpo. Esto fue interpretado como una insistencia en el afán de sustituir al difunto rey. Salomón ordenó su ejecución (1Re 2:13-25).

2. Uno de los levitas enviados por el rey Josafat como educadores que †œteniendo consigo el libro de la ley de Jehová … recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo† (2Cr 17:7-9).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG SACE HOMB HOAT HSHA = “Jehová es Señor”. (a) Cuarto hijo de David, nacido en Hebrón, y aspirante al trono después de muertos sus hermanos Amnón y Absalón, en competencia con Salomón. Joab y Abiatar se pusieron de su parte; del lado de Salomón estaban Betsabé, su madre, y el profeta Natán. David se decidió por Salomón y Adoní­as se sometió. Después, por haber pedido en matrimonio a Abisag sunamita, una de las mujeres del harén de David, Salomón, tomando tal cosa como nueva pretensión al trono, lo hizo matar junto con Joab (2 R. 1-2). (b) Uno de los levitas enviados por el rey Josafat a enseñar la ley al pueblo (2 Cr. 17:8). (c) Uno de los jefes del pueblo, en tiempo de Nehemí­as (Neh. 10:16).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(Jehová Es Señor).

1. Cuarto hijo de David, que Haguit le dio a luz en Hebrón. (2Sa 3:4, 5.)
A pesar de ser de diferente madre, Adoní­as tení­a mucho en común con Absalón, pues †œera también muy bien parecido de forma† y además era muy ambicioso. (1Re 1:5, 6; compárese con 2Sa 14:25; 15:1.) Cobra importancia en el registro bí­blico durante los años de decadencia de David. Aunque Jehová habí­a declarado que la gobernación real pasarí­a a Salomón (1Cr 22:9, 10), Adoní­as comenzó a jactarse de que él serí­a el siguiente rey de Israel. En vista de que habí­an muerto Amnón, Absalón y, probablemente, Kileab, es de suponer que fundamentó sus aspiraciones al trono en el hecho de que en ese tiempo era el hijo mayor. Al igual que Absalón, también hizo ostentación de sus pretensiones y tampoco recibió corrección de su padre. Consiguió el apoyo de cierta facción, ganándose el favor del jefe del ejército, Joab, y del sacerdote principal, Abiatar. (1Re 1:5-8.) Luego celebró una fiesta de sacrificios cerca de En-roguel, a poca distancia de la ciudad de Jerusalén, e invitó a la mayor parte de la casa real, con la excepción de Salomón, el profeta Natán y Benaya. Era obvio que tení­a el propósito de ser declarado rey. (1Re 1:9, 10, 25.)
No obstante, el profeta Natán actuó con prontitud para frustrar su ardid. Aconsejó a Bat-seba, la madre de Salomón, que recordara a David su juramento de dar la gobernación real a Salomón, y luego se presentó tras ella en los cuartos del rey para confirmar sus palabras y alertar a David sobre la gravedad de la situación, indicándole también que pensaba que posiblemente habí­a actuado a espaldas de sus colaboradores más í­ntimos. (1Re 1:11-27.) Esto impulsó al anciano rey a intervenir, y ordenó sin dilaciones que se ungiera de inmediato a Salomón como corregente y sucesor al trono, lo que provocó el júbilo del pueblo, que llegó a oí­rse en el banquete de Adoní­as. Poco después, un corredor, el hijo del sacerdote Abiatar, llegó allí­ con las inquietantes noticias de que David habí­a proclamado rey a Salomón. Los apoyadores de Adoní­as se dispersaron en seguida y él huyó al patio del tabernáculo en busca de refugio. Salomón entonces le concedió el perdón, con la condición de que vigilase su conducta. (1Re 1:32-53.)
No obstante, después de la muerte de David, Adoní­as indujo a Bat-seba a mediar entre él y Salomón para que este le diese como esposa a Abisag, la joven asistenta y compañera de David. El que Adoní­as declarase: †œLa gobernación real habí­a de llegar a ser mí­a, y era hacia mí­ hacia quien todo Israel habí­a fijado su rostro para que yo llegara a ser rey†, indica que se sentí­a privado de lo que era su derecho, a pesar de que reconoció abiertamente haber visto la mano de Dios en el asunto. (1Re 2:13-21.) Si bien es posible que con esta solicitud solo pretendiera obtener alguna compensación por la pérdida del reino, dio a entender con claridad que las llamas de la ambición todaví­a ardí­an dentro de él, puesto que, según una costumbre del antiguo Oriente, las esposas y concubinas de un rey solo podí­an llegar a pertenecer a su sucesor legal. (Compárese con 2Sa 3:7; 16:21.) Así­ es como interpretó Salomón la petición que hizo Adoní­as por medio de su madre, y por eso ordenó que se le diera muerte, orden que Benaya cumplió sin demora. (1Re 2:22-25.)

2. Levita enviado por Jehosafat a las ciudades de Judá para enseñar en ellas. (2Cr 17:7-9.)

3. Uno de †œlos cabezas del pueblo† cuyo descendiente, si no fue él mismo, autenticó por sello junto con ciertos prí­ncipes y levitas el contrato de confesión que hicieron los israelitas repatriados en los dí­as de Nehemí­as y Esdras. (Ne 9:38; 10:1, 14, 16.) Algunos creen que era el mismo que el Adoniqam de Esdras 2:13, cuyos descendientes, un total de 666, volvieron de Babilonia con Zorobabel en 537 a. E.C. Parece confirmar esto una comparación de los nombres de aquellos que, como representantes del pueblo, sellaron la resolución (Ne 10) y de los que figuran como cabezas de los exiliados que regresaron (Esd 2).

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. ˒aḏniyyâ, ‘mi señor es Yahvéh’). 1. Cuarto hijo de David, de su mujer Haguit. Después de la muerte de los tres mayores, Adonías se consideraba heredero presunto. (Amnón había sido asesinado por su hermano Absalón, el que también murió en la rebelión contra su padre. Como no se hace mención alguna de Quileab, hijo de Abigail, se supone que murió antes que surgiera la cuestión de la sucesión). Parecería, sin embargo, que David le había prometido a Betsabé (1 R. 1.17) que su hijo Salomón lo sucedería. Puede haber sido el conocimiento de este hecho lo que llevó a Adonías a hacer el inútil intento de conquistar el trono mientras su padre todavía vivía. Sus partidarios incluían dos hombres que eran la mano derecha de su padre: Joab, comandante en jefe del ejército, y Abiatar el sacerdote, e indudablemente Adonías tenía la esperanza de que ellos atrajeran el grueso del ejército y obtuvieran la aprobación del sacerdocio. Pero antes de que dicha esperanza pudiera hacerse realidad los que eran fieles al rey, Sadoc el sacerdote, y Benaía, comandante de la guardia real, entraron en acción. Mientras Adonías celebraba una fiesta para sus colaboradores, se le aconsejó a Betsabé que acudiera a David y le recordase su promesa, y mientras ella estaba todavía hablando entró Natán y le reprochó al rey el que no le hubiese dicho acerca de sus (supuestos) planes en relación con Adonías. David confirmó la promesa hecha a Betsabé y aseguró el acceso de Salomón. El ruido y las noticias de la aclamación llegaron hasta Adonías y sus convidados en Rogel, provocándole pánico. El que aspiraba el trono huyó al altar en busca de protección, y Salomón prometió perdonarle la vida con la condición de que obrara con lealtad en el futuro (1 R. 1). Apenas murió su padre se despertaron sus ambiciones nuevamente. Por lo menos, así interpretó Salomón su pedido de Abisag, la joven concubina de su padre que lo había cuidado en su vejez. Esta acusación de un renovado intento de apoderarse del trono probablemente no dejaba de tener base, a la luz de las costumbres orientales (cf. 2 S. 3.7; 16.21). La sentencia de muerte para el ambicioso y torpe Adonías se llevó a cabo rápidamente (1 R. 2.13–25).

2. Uno de los levitas a los que Josafat mandó a enseñar en las ciudades de Judá (2 Cr. 17.8).

3. Uno de los que selló el pacto (Neh. 10.16). Es la misma persona que aparece como Adonicam (Esd. 2.13, etc.).

M.A.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(Hebreo: Adoniyah, Adoniyahuh, Yahveh es Señor; LXX: Adonias.)

Cuarto hijo del Rey David, nacido en Hebrón, durante la permanencia de su padre en dicha ciudad (1 Rey. 1,5; 1 Crón., 3,1-2). No se sabe nada sobre su madre, Jagguit, excepto su nombre. Nada se sabe, asimismo, de Adonías mismo hasta los últimos días del reinado de su padre, cuando aparece repentinamente como competidor por la corona judía. El tenía entonces treinta y cinco años de edad, y era de hermosa presencia (1 Rey. 1,6). Desde la muerte de Absalón él ocupaba el primer lugar en la sucesión al trono en el orden de nacimiento, y como aumentaba la probabilidad de la muerte de su padre, naturalmente él acariciaba la esperanza de lograr la sucesión. Un hijo más joven de David, Salomón, sin embargo, se interponía en el camino de su ambición. El anciano rey había determinado nombrar como su sucesor a este hijo de Betsabé, en preferencia a Adonías, y éste último estaba bien informado de este hecho. Aun así, descansando en la pasada indulgencia de su padre, y mucho más en su presente debilitada condición, Adonías resolvió tomar el trono, sin despertar, sin embargo, ninguna oposición seria. Al principio él estableció un estado cuasi real, con carrozas, caballos y cincuenta lacayos. Como esta abierta declaración de su ambición no se topó con ningún reproche del demasiado indulgente rey, procedió a dar un paso más lejos. Ahora él se esforzó por ganar para su causa a los jefes de las fuerzas militares y religiosas de la nación, y de nuevo tuvo éxito en su intento. Joab, el más viejo y valiente de los generales de David, y Abiatar, el más apto y más influyente de los sumos sacerdotes durante el reinado de David, accedieron a estar a su lado. Fue sólo entonces que, rodeado de un partido poderoso, se aventuró a dar lo que parecía ser prácticamente el último paso hacia el trono. Intrépidamente invitó a un gran banquete en la vecindad de Jerusalén a todos sus seguidores y a todos sus hermanos, excepto por supuesto a Salomón, para ser proclamado rey.

La fiesta sacrificial se llevó a cabo cerca de la fuente Roguel, al sureste de la Ciudad Santa, y todo parecía presagiar un completo éxito. Es evidente, sin embargo, que Adonías había malinterpretado el sentimiento público y había sobreestimado la fuerza de su posición. Tenía formidables oponentes en el profeta Natán, el sumo sacerdote Sadoc y Benaías, el valiente jefe de la veterana guardia personal; y al alejarse de Jerusalén había dejado al viejo y debilitado rey sujeto a sus influencias unidas. Aprovechando rápidamente la oportunidad, Natán convenció a Betsabé de recordarle a David sobre su promesa de nombrar a Salomón como su sucesor, y de informarle sobre las últimas actuaciones de Adonías. Durante su entrevista con el viejo gobernante, Natán mismo entró, confirmó el informe de Betsabé, y obtuvo para ella la reafirmación solemne de David de que Salomón sería rey. Actuando con un sorpresivo vigor, David convocó enseguida a su presencia a Sadoc, Natán y Benaías, y les ordenó llevar a Salomón sobre la mula real a Guijón (probablemente la fuente de la Virgen), y allí ungir y proclamar al hijo de Betsabé como su sucesor. Sus órdenes fueron cumplidas rápidamente: el ungido Salomón regresó a Jerusalén entre los vítores entusiastas de la gente, y tomó solemne posesión del trono.

Mientras tanto, el banquete de Adonías había llegado al final tranquilamente, y sus invitados lo iban a proclamar rey, cuando un sonido de trompetas sonó en sus oídos, causando que Joab se preguntara qué significaba. De pronto, Jonatán, hijo de Abiatar, entró y dio un relato detallado de todo lo que había sucedido en Guijón y en la Ciudad Santa, tras lo cual todos los conspiradores emprendieron la huída. Para asegurar su inmunidad, Adonías escapó hacia el altar de los holocaustos, levantado por su padre en el Monte Moria, y se colgó de los cuernos, reconociendo la dignidad real de Salomón, y rogando al nuevo rey que jurara que le perdonaría la vida. Salomón simplemente empeñó su palabra de que Adonías no sufriría ningún daño, con la condición de que en lo futuro permaneciera leal en todos los asuntos. Ciertamente esta fue una promesa magnánima de parte de Salomón, pues en el oriente el intento de Adonías de apoderarse del trono era punible con la muerte. Así perdonado condicionalmente, Adonías dejó el altar, hizo una reverencia al nuevo monarca, y se fue a su casa sin peligro. (1 Rey. 1,5-53).

Naturalmente se podría esperar que después de este completo fracaso de sus esfuerzos ambiciosos, Adonías estaría satisfecho en la oscuridad pacífica de su vida privada. Salomón poseía ahora el poder real, y aunque su primer uso de él había sido un acto de clemencia hacia su rival, difícilmente se podría suponer que él trataría con la misma indulgencia un segundo intento de Adonias de conseguir la corona. La gratitud, fidelidad y la debida consideración a su propia seguridad, sin embargo, podrían haber sido la causa de que Adonías renunciara a sus ambiciosos sueños. Parece, sin embargo, que él vio el acto de clemencia de Salomón como una señal de debilidad, y pensó que él podía ser más exitoso en otro intento de llegar al trono. De hecho, inmediatamente después de la muerte de su padre el hábilmente pidió, por conducto de Betsabé, la reina madre, el permiso para casarse con Abisag la sunamita, una de las esposas del difunto monarca. La petición fue hecha con la intención de reafirmar su reclamo a la dignidad real, y basándose en la supuesta debilidad de carácter de Salomón, el cual no se atrevería a negarle su pedido. Pero de nuevo los hechos probaron cuán equivocado estaba en sus cálculos. Apenas su pedido llegó a oídos de Salomón, la ira del rey estalló contra la alevosía de Adonías. Con el más solemne juramento el rey declaró a Adonías digno de muerte, y sin la más pequeña demora la espada de Benaías ejecutó la sentencia real (1 Rey. 2,13-25). Así pereció Adonías, víctima de su propia atolondrada ambición. El relato bíblico de sus vanos esfuerzos por despojar a Salomón del trono, el cual Dios había destinado expresamente para él, (2 Sam. 7,12-16; 1 Cron. 22,7-10), nos enseña cómo la Divina Providencia señorea sobre los ambiciosos proyectos del hombre. Es un modelo de narración intensa y de perfecta fidelidad a la vida oriental. En particular, si en ningún momento culpa a Salomón de ser excesivamente severo en imponer la muerte a Adonías, es porque, según las creencias orientales, la conducta de este último merecía completamente dicho castigo.

Adonías el Levita: Uno de los levitas enviados por el rey Josafat a enseñar a la gente en las ciudades de Judá. (2 Crón. 17,8).

Fuente: Gigot, Francis. “Adonías.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01146b.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina y Patricia Reyes.

Fuente: Enciclopedia Católica