v. Atavío
Pro 1:9 porque a de gracia serán a tu cabeza
1Pe 3:3 de a de oro o de vestidos lujosos
era común en los hombres y, sobre todo, en las mujeres de los pueblos orientales de los tiempos bíblicos, y consistía en el uso de joyas, ropajes y aderezos Gn 24, 22-30; Ex 32, 2-3; Is 3, 16-24 y 61, 10. El a. y las galas desaparecían en los duelos, y se vestía de saco; †œrasgar las vestiduras† es la expresión corriente en estas ocasiones, Ex 33, 4-6; 2 S 331; 1 R 21-27; Est 4, 1.
En el N. T. se contraponen el a. exterior y el interno enfatizando la importancia de este último, constituido por la limpieza del corazón y las buenas obras, que es lo que tiene valor delante de Dios, 1 Tm 2, 9; 1 P 3, 4.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
Fuente: Diccionario Bíblico Digital
tip, META COSM Los orientales tienen mucha mayor preferencia por las joyas llamativas que los occidentales. Tanto a los egipcios como a los hebreos, madianitas, sirios, hombres y mujeres, les encantaba enormemente aderezarse (Gn. 24:22; Ex. 3:22; 11:2; 32:2; Nm. 31:50). Las mujeres se adornaban con perlas, joyas de oro, plata y bronce (Cnt. 1:10, 11; 1 Ti. 2:9); pendientes para los oídos y la nariz; ajorcas, collares, cadenas, espejos de cobre, brazaletes, aros, anillos, agujas (Gn. 24:22, 47; 35:4; Ex. 35:22; Nm. 31:50; Is. 3:18-23). Los hombres de todas las clases sociales, excepto los realmente indigentes, exhibían sortijas de sello (Gn. 38:18), que servían además de adorno. El rey Saúl llevaba un brazalete de bronce en su brazo (2 S. 1:10). Los ismaelitas llevaban zarcillos en las orejas (Jue. 8:25, 26), lo mismo que ciertos israelitas (Ex. 32:2). Una cadena de oro indicaba la dignidad de los personajes de alto rango (Gn. 41:42; Dn. 5:29). En período de duelo, se quitaban los ornamentos de manera ostensible (Ex. 33:4-6). Las mujeres creyentes son llamadas a rechazar los adornos de oro o de vestidos lujosos (1 P. 3:3), como seguidoras peregrinas de un Cristo rechazado por el mundo (cp. Mt. 9:15; Ro. 11:9, 13-16, 24-27). Metafóricamente, se dice de adornar la doctrina de Dios mostrándola con un comportamiento digno de El (Tit. 2:10).
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado